miércoles, 23 de septiembre de 2009

Homilía: "Y ustedes ¿Quién dicen que soy?"

En la película 300 se muestra un momento histórico en el cual el rey de Esparta, Leonidas, junto con trecientos espartanos van al paso de Termópilas, un lugar por donde el emperador Jerjes con su ejército persa tenía que pasar. Y lo hacían, más allá de que históricamente fueron un poco más de trecientas personas las que iban a defender ese lugar, porque sabían que era un lugar clave aunque no tuviesen chances de ganar. Cuando el ejército pasara por ahí iba a terminar quebrando la resistencia espartana. Sin embargo ellos se animan y van hasta ese lugar para detener el mayor tiempo posible a este rey y a su pueblo. Y durante siete días los van detener ahí. Durante siete días los persas no van a poder pasar, no van a poder quebrar las fuerzas. Y cuando uno esta mirando la película parece como que los espartanos dijeran “bueno, que se vengan todos, no hay problema, vayan trayendo más”. Y uno tras otros van cayendo hasta que por una traición ellos pierden ese lugar estratégico. Y uno se pregunta ¿qué sentido tiene esto? ¿qué sentido tiene ir a dar la vida? ¿qué sentido tiene ir a ese lugar? Uno podría pensar: una posibilidad es una inconciencia total, no me doy cuenta de los que estoy haciendo y voy hasta ese lugar y hago lo que venga, y si me toca morir, muero. O podríamos preguntarnos si no hay algo más profundo que los moviliza a eso, a ese pensamiento “que se vengan todos”. A ese pararse contra la realidad porque tengo un deseo profundo que quiero vivir y cumplir. Leónidas en un momento va a decir: “llegará una nueva época, llegará una época de libertad donde el mundo sabrá que hubo trecientos espartanos que dieron su vida hasta el último aliento para que esto puedo vivirse”. Es decir, encontraron algo por qué luchar. Encontraron algo porque vivir. Encontraron algo porque dar la vida cueste lo que cueste. Y auque no nos demos cuenta, nos pasa a nosotros muchas veces en la vida. Es curioso como a veces uno no esta pasando un momento difícil, las cosas no están muy complicadas, sin embargo no encontramos algo que nos mueva. Estamos como ensimismados, no encontramos los caminos, nos preguntamos: ¿para qué vale la pena todo esto? Y sin embargo las cosas a nuestro alrededor si las vemos objetivamente funcionan, yo tengo que ser un agradecido de lo que tengo. Pero no encuentro como un motor, algo que me mueva, algo que diga esto si vale la pena.
Pero hay otros momentos donde sentimos, vemos que todo se nos cae encima, y sin embargo no estamos tan preocupados. Y uno diría “que inconciente”, o podemos decir “yo encontré algo por qué luchar”. Encontré algo por qué vivir. Y entonces todo lo que esta pasando a mi alrededor no me importa tanto, porque estoy seguro de lo que quiero, estoy seguro de lo que busco y estoy seguro de por qué lucho o por quienes lucho. Y esto que creo que nos pasa de diferentes maneras y en distintos tiempos en la vida, es lo que le pasa a Isaías en la primera lectura. Isaías dice “bueno me asustaron, me persiguieron, me abofetearon...”, no importa, sigan viniendo. No hay problema. Dios esta conmigo, ¿quién podrá contra mi? ¿quién va a ser mi adversario? Uno puede decir, Isaías esta medio loco o, tal vez, Isaías encontró un sentido. Le encontró un sentido a los momentos difíciles. Le encontró un sentido a la vida en ese Dios. Y en ese Dios que él descubrió, el se anima a luchar. Él se anima a seguir caminando porque eso es lo que mueve su corazón. Eso es lo que lo lleva a luchar aún cuando parece que los caminos se cerraron, cuando parece que ya no hay posibilidades. Ahora, para llegar a ese momento justamente todos tenemos que animarnos a caminar. Tenemos que animarnos a hacer procesos en el corazón. A encontrar justamente qué es lo que me da un sentido, qué es lo que me da vida. Y no solo a encontrar eso sino animarnos a profundizar y crecer en ese sentido. Porque uno podría decir: me enamoré. Ahora si encontré un sentido, estoy enamorado y entonces veo que empiezo a luchar mucho más por todo. Le encuentro un sentido a mi facultad, estudio más, tengo más alegría, estoy mejor en casa, estoy mejor con mis amigos. Bueno, pero si fuera solamente porque me enamoré, eso va a durar dos, tres meses y va a tener que profundizarse para que cobre un verdadero sentido. Es más, si yo le preguntase a cualquiera de ustedes que se puso de novio o que esta saliendo, porque ahora ya no se cuantos meses salen antes de ponerse de novios, ¿se van a casar? O son muy inconcientes y me dirían que si o me responderían ¿qué me estas preguntando? Porque obviamente tengo que profundizar en ese amor. Porque tengo que darle un sentido. Y después de caminar un tiempo, uno puede mirar y decir, si esto maduró, esto creció. A esto le encontré un sentido , otra profundidad, y ahora si quiero animarme a dar este salto, a luchar y a entregar mi vida por ejemplo en el matrimonio. Sin embargo no se acaba ahí, y muchos de ustedes lo saben mejor que yo. Hay que seguir profundizando, hay que seguir haciendo crecer ese amor. En la etapa cuando aparecen los hijos, cuando los hijos se van de casa, cuando uno no encuentra muchas veces el por qué. Y si no hago crecer y madurar eso llega un momento donde voy a bajar los brazos. Yo tengo que darme tiempo en el corazón para que aún los deseos más profundos sigan creciendo, sigan teniendo ese manantial donde puedo beber para seguir caminando. Y el mejor ejemplo de esto creo, es el evangelio de hoy y lo que le sucede a los discípulos.
Los discípulos un día dejan todo y empiezan a caminar con Jesús. Y en este momento del evangelio estamos a la mitad del camino de Jesús con sus discípulos, es decir, si en el evangelio de Marcos el camino de Jesús son 3 años, estamos a un año y medio mas o menos, del camino de Jesús con sus discípulos. Donde Jesús les dice “¿quién dice la gente que soy Yo?” ellos le empiezan a decir, “bueno, algunos dicen que sos Juan el Bautista” , aquel que iba a anunciar que iba a venir el Mesías, “otros dicen que sos Elías”, aquél que fue arrebatado del cielo y esperaban que volviera, aquel que cambió todo o luchó contra el poder político de su época, y “otros dicen que eres un profeta” alguien que viene a anunciar, que viene a hablar en nombre de Dios. Y hasta ahí llega la fe de los que escucharon a Jesús. Sin embargo Jesús les dice, ahora les toca a ustedes, ¿ustedes quien dice que soy Yo? Es ahí donde Pedro, generalmente el portavoz del grupo, le contesta: “Tu eres el Mesías”. Aquellos que estaban más cerca de Jesús son los que pudieron descubrir verdaderamente quién era Jesús. Ahora, esto que parece tan claro en un primer momento “tu eres el Mesías”, primero Jesús casi que lo corta ahí, “no se lo digan a nadie”. Cuando uno esperaría que Jesús diga “vayan, cuéntenlo, anúncienlo que la gente sepa”, Jesús dice” frénense ahí”. Ahora, por qué Jesús les dice que todavía no es el momento Y lo dice por lo que va a pasar después. Por primera vez Jesús va a decir qué es lo que va a hacer el Mesías. El Mesías va a padecer y va a dar la vida, va a morir. Y Pedro, siguiendo como portavoz va a decir “No. Tu no vas a dar la vida por nosotros” y es ahí donde Jesús le va a decir, el reto más grande de todo el Evangelio, “ve detrás de mi Satanás”. Porque Pedro lo está tentando a Jesús para que deje su misión, para que deje aquello por lo que tiene sentido su vida.
Jesús también va a ir caminando hacia un lugar que parece que no tiene salida, porque va a caminar hacia la muerte, el descubrió que eso es lo que le llena el corazón y se anima a ir caminando, aún cuando se le vengan todos el va a seguir yendo, aún cuando todos lo dejen va a seguir firme porque ya encontró qué es lo que quiere, ya encontró aquello que busca. Pero no lo va a hacer solo, lo va a hacer sostenido por Dios porque eso es lo que le da sentido a su corazón.
En cambio los discípulos todavía no terminaron de encontrar qué es lo que quieren. Saben más o menos quién es Jesús, pero tienen que seguir profundizando en Él. Tienen que seguir haciendo crecer esa fe, para que esa fe sea madura, para que esa fe cobre sentido. Van a tener que vivir su Pascua o mejor dicho la Pascua de Jesús. Después de que Jesús de la vida, ahí si los discípulos van a terminar de entender quien es Jesús y van a seguirlo de una manera nueva. Antes lo seguían porque creían saber quién era Jesús y se animaban a caminar detrás de Él. Sin embargo tuvieron que purificar esa imagen, tuvieron que purificar ese deseo para ahí si ir a predicarlo y a anunciarlo.
Y creo que es lo que Jesús nos va pidiendo a nosotros en cada momento de la vida. Tal vez siguiendo la pregunta del Evangelio. Hoy Jesús nos pregunta a nosotros, ¿quién dicen ustedes que soy Yo? Y podríamos preguntarnos en el corazón, quién es Jesús para nosotros ¿por qué caminamos con Él? ¿por qué estamos con Él? ¿qué sentido le da a mi vida? Ahora, eso tiene que crecer, tiene que profundizarse, tiene que ir cobrando un nuevo horizonte, que es lo que Jesús dice al final: “el que quiera venir detrás de mi, que cargue con su cruz, que renuncie a si mismo y que me siga”. Este es el camino que tenemos que hacer en el corazón. Porque generalmente seguimos a Jesús porque nos llena el corazón, porque nos hace felices, porque en este momento me hace bien, porque lo siento, por lo que fuera. Pero eso no va a ser siempre así, va a haber momentos donde nos va a costar seguir a Jesús. Va a haber momentos donde vamos a tener que profundizar y luchar, pero para eso tengo que descubrir verdaderamente quien es Él para mi. Los momentos más difíciles de los discípulos seguramente fueron después de que Jesús murió y resucitó, cuando Jesús ya no estaba con ellos. Sin embargo ahí no tuvieron tantos problemas, siguieron anunciando porque ya habían descubierto quien era Jesús para ellos. Y por eso se animaban a seguir luchando, seguir predicando, seguir anunciando, porque eso era lo que querían. Porque eso había ya llenado su corazón.
Y si esa era su cruz, que los persigan, que los maldigan, que los azoten, bienvenida sea. Eso es lo que nos pide a nosotros, que nos animemos a profundizar en Él. Que renunciemos a todo lo que nos da seguridades y que lo sigamos porque el cambió nuestro corazón, porque el tocó nuestro corazón. Y cuando llegue el momento, que ojalá tarde, en el cual tengamos que decidir esto es lo que a mi me cuesta, esto es lo que no entiendo, esto es lo que me da bronca, esto es lo que no comprendo, yo quiera seguir caminando detrás de Él, yo quiera seguir yendo con Él. Casi como dijo Pedro hace poquito “Señor ¿a quién iremos?” Eso es lo que tiene que nacer en nosotros. Aprender a descubrir que es Él quien le da sentido a nuestras vidas. Pero para eso tenemos que tocar lo profundo del corazón. Hoy Jesús nos quiere preguntar a nosotros quien soy yo para todos ustedes. Y quiere que esa pregunta vaya cobrando sentido en nuestro corazón, quiere que vaya profundizando, resonando en nuestras vidas.
Animémonos entonces, a dejar resonar en estos días esta pregunta en nuestro corazón. Animémonos a seguirlo con un corazón renovado. Animémonos a buscar a Aquél que le puede dar un verdadero sentido a nuestras vidas.
(Domingo XXIV durante el año, lecturas: Is 50,5-9; Sl 114; Sant 2,14-18; Mc 8,27-35)

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Homilía: "¡Efata! ¡Ábrete!"

Este año salió una película que tuvo una traducción un poco trágica: “Simplemente no te quiere”. Es una comedia romántica muy linda, en la cual en una escena Gigi entra a un bar esperando encontrar a un hombre con el que había salido hacía una semana. Se sienta en la barra para tomar algo cuando se acerca Alex, el que regenteaba el lugar, y le pregunta si quiere tomar algo. “No, no, estoy esperando a alguien”, le responde Gigi.
-“Ah, ¿estas esperando a tu novio?”
- “No, no estoy esperando a Connor, un chico con el que salí la semana pasada.”
-“No pero Connor hoy no va a venir, hoy es jueves. Los jueves no viene.”
En ese momento y frente a quedar en evidencia Gigi intenta inventar una excusa de porque esta ahí, y Alex se da cuenta y le dice: “Mira, Connor no va a venir hoy”. Ella se da cuenta que esta en un aprieto, que no hay excusa que valga para explicar porque esta allí, y después del papelón se levanta para irse. Sin embargo cuando se está yendo Alex le dice: “quedate, te invito a tomar algo.”
Aparece luego una escena al final cuando el bar esta cerrando en el que justamente este chico Alex le dice, “mira, me caes bien, me caes simpática, así que te voy a decir algo, Connor no te va a llamar nunca.”
-“No, ¿pero por qué no me va a llamar?”, le responde Gigi.
- “Yo soy hombre, he hecho esto muchas veces y no te va a llamar.”
- “Pero puede ser que haya perdido mi número, que esté muy ocupado, que se murió su abuela, que fue de viaje...”
-“O puede ser que no te quiere llamar”, le dice. Y ella empieza a contar una historia en la que una amiga, Tery, tenía una amiga a la que un chico no la llamó durante mucho tiempo hasta que terminaron casándose.
- Alex le contesta: “Bueno mirá, más allá de tu amiga, esa no es la regla, esa fue la excepción. La regla es que si un chico te quiere llamar, te va a llamar. Y si no te quiere llamar, no te va a llamar. Bueno Connor no te va a llamar, vos sos la regla así que olvidate.”
-Y Gigi dice “Me dejaste pensando”.
Y esta escena esta en consonancia con como empieza la película, donde un chico empuja a una chica que esta jugando en una plaza siendo ambos muy chiquitos y cuando ella le pregunta por qué me empujaste, el chico le contesta: “porque tenes cara de popo”. Y la mamá, cuando la chiquita va llorando le dice: “no te preocupes, te dijo eso porque le gustas”.
Y empieza así empiezan a pasar un montón de frases hechas que las chicas se dicen entre si, que ustedes conocerán mejor que yo. No te llama: “porque le gustas mucho”, “porque es una relación seria”, “porque sos muy linda” o por lo que fuera. Y aparece una pregunta que queda picando que es “¿por qué no podemos decirnos nosotras, las mujeres, la verdad y buscamos siempre algo más?”.
Pero creo que se podría profundizar esa pregunta y más que decirse la verdad unos a otros, podríamos decir: ¿porque no podemos aprender a comunicarnos? ¿por qué no podemos aprender a decir lo que nos esta pasando? Tanto los varones como las mujeres en cualquier vínculo o relación, ¿por qué es tan difícil abrir el corazón al otro? ¿por qué es tan difícil mostrar lo que estoy pensando y lo que estoy sintiendo? Aún cuando en la cultura de hoy parece como contradictorio o paradójico.
Vivimos en una cultura, en una era llamada de la globalización, más allá de que unos últimos estudios dicen que el 40% de la población mundial todavía no hizo una llamada por teléfono. Sacando ese 40%, un poco bastante de gente, pensemos en el resto. Ya que vivimos en ella, ya que somos parte de la cultura de la globalización, donde parece que estamos re-comunicados. Tenemos un montón de canales de comunicación, de los cuales aún cuando no encontramos nada, por ejemplo, podemos hacer zapping en la tele durante un rato largo, haber si por arte de magia aparece algo de golpe, ya que cuantas veces no encontramos nada. O porque tenemos un montón de cosas para ver o para comunicarnos en internet. Podemos mandarnos mails, podemos encontrar al otro muy rápido con los celulares, podemos usar las redes sociales, tipo Facebook, y no se cuantas cosas más hay.
Bueno, ¿eso nos hace estar comunicados con el otro? Podemos decir que quizás tenemos mucha más información del otro, pero de todo eso que manejamos en el día, ¿nos queda algo? ¿hay algo verdadero de todo eso que hablamos, algo que nos da verdadera vida y que recordamos al final del día? Para poner un ejemplo nomás, ahora podemos encontrarnos todos muy fácil, todos en general tenemos celular entonces si queremos encontrar a alguien y el otro quiere que lo encuentren, podemos llegar a encontrarlo. Lo llamamos al teléfono y es simple. Sin embargo eso que hace fácil ubicar a un hijo o a alguien cercano, ¿hace que sepamos comunicarnos con el otro? ¿o hace que sepamos a veces dónde esta solamente? ¿hace que sepamos lo que le esta pasando, lo que esta viviendo, lo que le esta sucediendo? Porque velocidad, que es lo que nos da la nueva cultura, cantidad, no hace a la calidad. Son cosas distintas. Pero lo que a nosotros nos ayuda a crecer es cuando hay una verdadera calidad en la comunicación. Cuando más allá de la cantidad, de la velocidad, eso lo podemos transformar en algo que nos haga bien, en algo que nos ayude a comunicarnos de verdad. Y creo que esto nos cuesta a todos. Y es por eso que día a día tenemos que trabajar para aprender a abrir el corazón, aprender a escuchar, aprender a crecer en el diálogo con el otro.
Pensaba esto entorno a este Evangelio en el cual a simple vista Jesús hace un milagro más. Jesús va, agarra una persona que estaba enferma, que era sordomuda, y la cura. Lo hace escuchar y lo hace poder hablar. Y hasta ahí no tiene nada nuevo, es lo que hace Jesús en muchos de los pasajes del Evangelio. Sin embargo si nos ponemos a mirar con un poquito más de detalle hay algunas cosa de este relato que llaman la atención. En primer lugar dónde hace el milagro Jesús. Todos los lugares que nombra por donde Jesús esta atravesando son pueblos paganos, pueblos que no conocen a este Dios, pueblos que no han oído hablar de Jesús. Y es ahí donde Jesús justamente hace un milagro que es que puedan oír y que puedan hablar. ¿O no será que Marcos nos quiere enseñar algo nuevo? Que Jesús en ese signo nos esta mostrando lo que quiere hacer con su pueblo, o con todos los pueblos, que es abrir el oído para que puedan escuchar. Para que puedan escuchar a este Dios del cual todavía no se les ha hablado. Para que puedan entenderlo, para que puedan comprenderlo. Abrir los labios para que puedan responder si quieren seguirlo o no, si aceptan ese mensaje, si lo quieren anunciar. Y nos muestra con este pueblo lo que quiere hacer con su pueblo. Lo que quiere hacer con todos los pueblos. Que aprendamos a escuchar a un Dios nuevo. Que aprendamos a escuchar a un Dios que nos trae un mensaje nuevo, que quiere hablarnos al corazón y que quiere que nos animemos a responderle si queremos estar con Él o no. Esto es para todos. Como en la primera lectura de Isaías, el pueblo va a escuchar de este Dios, va a volver a escuchar de este Dios de una manera nueva, y va a tener que aprender a hablar de una manera nueva. Nosotros también tenemos que aprender a escuchar de este Dios de una manera nueva, ya que quiere tocar nuestros corazones para que escuchemos verdaderas palabras de vida, para que no escuchemos solo algo que nos informa, que se nos dice, sino alguien que toca nuestro corazón. Para que podamos responderle si queremos caminar o no con Él.
En segundo lugar, es muy llamativo cómo hace el milagro Jesús porque casi que pensamos demasiadas cosas dice Marcos. Le mete los dedos en la oreja, pone saliva en su boca, casi que uno diría: no nos cuentes más como lo esta haciendo. Entonces podríamos pensar: ¿por qué cuenta tanto?
En realidad cuando Jesús hace milagros lo puede hacer mucho más simple. Alguna vez dijo “vuelve a tu casa ya está curado”, ni siquiera tiene que estar en el lugar. Entonces ¿que nos quiere decir con esto? Y creo que lo que nos quiere decir es que Jesús se compromete, que Dios se compromete, y que se compromete realmente con nosotros. De tal manera que no tiene problema en tocarnos, en hacer lo posible, en este caso, para que podamos escuchar y podamos hablar. Y que se va a esforzar con toda su vida para lograrlo. Para que podamos escuchar, hablar, ver a un Dios distinto que se acerca a nosotros. Y que lo muestra desde que se encarnó. No es un Dios que esta impasible más allá de todos. Es un Dios que se compromete, que nos ama tanto, que nos quiere tanto, que se encarna, que se hace hombre, que esta con nosotros, que predica, que busca la manera de abrirnos...
Una de las pocas palabras que nos quedan en arameo: “Efata”, Ábrete. Eso es lo que quiere hacer con nosotros. Abrir. No solo el oído, la boca sino también los ojos, el corazón... Para que podamos descubrir a alguien nuevo. Y por eso se compromete hasta el final, aún cuando le cueste dar la vida. El problema es que pareciera que a Dios nada le cuesta. Siempre hablamos del amor gratuito, siempre hablamos del perdón gratuito. Que es verdad en parte. El amor de Dios es gratuito, el perdón de Dios es gratuito. Ahora, eso no significa que no le cueste. ¿Cuánto nos cuesta a nosotros amar, crecer en el amor? ¿Cuánto nos cuesta hacer un camino en el corazón para aprender a perdonar, para aceptar el perdón, para decirle al otro que me equivoqué? Bueno, a Dios también le cuesta. ¡Vaya si le cuesta! Le va a costar la vida, va a morir en la cruz. No es gratuito todo. Va a tener que comprometerse hasta el final si quiere algo distinto. Es más, en la cruz todos recordarán que Jesús reza “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Porque muchas veces las cosas cuestan, las cosas verdaderas.
En este caso cuesta aprender a dialogar, cuesta aprender a tener encuentros verdaderos con el otro, cuesta aprender a abrir el corazón. Y por eso viene Jesús, a intentar abrir cueste lo que cueste. Aún cuando haya que meter los dedos, poner saliva, hacer lo que haya que hacer, Jesús se va a comprometer para que lo podamos escuchar, para que lo podamos ver, para que podamos hablar de Él. La pregunta es si nosotros nos queremos comprometer con el otro para poder escucharlo, para poder entenderlo, para poder comprenderlo, para poder hablarle al corazón, para poder mirarlo de una manera nueva. Cuesta mucho, pero es la única manera de descubrir lo que da vida. Es la única manera de descubrir lo que toca el corazón. Es la única manera de poder alegrarse y gozar de lo que encontré en la vida. Esto es lo que lo mueve a Jesús. Por eso nos invita a nosotros a hacer lo mismo.
Pidámosle entonces hoy a Jesús que sea el que transforme las cosas, el que abra aquello que necesitamos. Tal vez los oídos para escuchar mejor, tal vez la boca para aprender a contar lo que me pasa, lo que me sucede, a comunicarme con los otros, tal vez los ojos para aprender a mirar desde una mirada nueva, tal vez el corazón para tener una nueva esperanza cuando baje los brazos, cuando no encuentro los caminos, tal vez la búsqueda para encontrar qué es lo que quiero, cuáles son mis deseos. Pidámosle a Aquel que pueda abrir todas las cosas, que nos ayude para que nosotros podamos encontrar aquello que necesitamos, aquello que queremos, aquello que nos da vida.
(Domingo XXIII durante el año, lecturas: Is 35,4-7; Sl 145,7-10; Sant 2,1-7; Mc 7,31-37)

Nota: "La transmisión de la de"

Una de las preguntas más importantes que nos hacemos los cristianos es como transmitir la fe a los demás. Como acercarles a Jesús a los que están alejados o como ayudar a crecer y profundizar a todos aquellos que tienen fe. Sin embargo es una pregunta que muchas veces no encuentra respuesta. O equivocamos los caminos o sentimos que los demás no nos entienden... Otras veces confundimos transmisión de la fe con formación, equivocando los momentos del proceso que una persona tiene que hacer en el camino de encuentro con Jesús.
Es por eso que quería mostrarles un texto que leímos en la última olimpiada diocesana realizada hace unos días donde participaron 37 parroquias y movimientos y más de 2000 chicos:

“Y entonces un jugador se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿que tengo que hacer para vivir una gran olimpiada?”
Jesús le preguntó a su vez: ¿Qué está escrito en el reglamento? ¿Qué lees en él?
Él le respondió: “El espíritu de las Olimpiadas se basa en el encuentro de los participantes para el crecimiento en la amistad en Cristo, lo que implica una actitud de compañerismo y de sana competencia”.
Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y pasarás un día fantástico.
Pero el jugador para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: ¿Y quién es mi compañero?
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un jugador bajaba del campo contrario al suyo con motivo de una taque rival y cayó debido a un calambre, que le provocó mucho dolor, dejándolo lesionado. Casualmente bajaba por el mismo lugar el árbitro: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí uno de su mismo equipo: lo vio y siguió su camino. Pero un rival que atacaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y lo elongó; después lo puso sobre su propio hombro, lo condujo a la enfermería y se encargo de cuidarlo. Al rato, sacó dos pesos y se los dio al enfermero diciéndole: “Comprale una coca, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”.
“¿Cuál de los tres te parece que se portó como compañero del hombre acalambrado?”
“El que tuvo compasión de él”, le respondió el jugador. Jesús le dijo: “Vé y procede tú de la misma manera”.

Seguramente en cuanto comenzaron a leerlo se dieron cuenta de que se trataba de una adaptación del texto del Buen samaritano ( Lucas 10,25-37), que Pablo un joven del equipo de pastoral juventud realizó. Más allá del texto y del intento de acercamiento a algo que estábamos por vivir lo importante es que muestra un camino distinto, una Iglesia distinta.
Muchas veces como Iglesia queremos acercarnos a los jóvenes desde propuestas tan lejanas a su realidad que muy pocos terminan interesándose en ellas. En este caso, desde que comenzamos a vivir las olimpíadas hace 6 años, la invitación era abajarse a la realidad de los chicos para ahí encontrar a Dios y no pretender que ellos “suban” para encontrarse con Él. Y el resultado de esta “kenosis” fue ver la alegría de chicos de tan diversas realidades (de edad y sociales) compartiendo y divirtiéndose de la mano de la Iglesia.
Frente a lo vivido, me pregunto de que sirven preparar sólo charlas, encuentros de formación (a los que en general asisten los más comprometidos), discutir por que no viene más gente, si como Iglesia no tomamos el primer gesto evangelizador de Cristo: "Abajarse". Abajarse a la vida de los jóvenes de hoy para que una vez que nos hayamos encarnado en su realidad podamos descubrir al Jesús que hoy nos quiere hablar desde ese lugar.
El camino de Jesús fue muy claro: ir al encuentro de las personas desde lo que la persona hoy vive. La transformación o conversión era posterior a ese encuentro. La gran pregunta entonces hoy para nosotros es cuál es la realidad a la que me tengo que acercar. De qué manera puedo y tengo que hacerlo.
La olimpiada es un intento que gracias a Dios año tras año sigue creciendo. Este texto es un intento de acercarle a los jóvenes un Jesús cercano.
Muchos otros intentos venimos realizando desde nuestra comunidad para que los más lejanos se sientan llamados y invitados a un encuentro con Jesús.
Los invitamos entonces, a que ustedes también se animen a descubrir y recorrer nuevos caminos.