Hace poco salio una película no muy conocida que se llama “The way” (El camino) con Martin Sheen, que trata sobre una peregrinación a Santiago de Compostela, el camino de Santiago tan conocido. La película comienza con este hombre que es un padre (Tom) que tiene un hijo (Daniel), y lo llaman por teléfono porque estaba jugando al golf, y le cuentan que su hijo murió justamente haciendo el camino de Santiago, recién comenzando. Entonces él se toma un vuelo, se va de California hasta Francia a donde están los pirineos para ir a buscar a su hijo. Ellos estaban bastante distanciados, les había costado mucho la relación desde que había muerto la madre de su hijo o su esposa, y llega ahí todo convulsionado por esto que había pasado, le empiezan a dar las pertenencias de su hijo, empieza a mirarlo, esta por volverse y empieza a ver toda las cosas que el hijo iba a hacer, todo ese camino que quería recorrer, todo esto que él no había entendido de por qué su hijo quería hacer estas cosas, y es ahí donde recapacitando, donde recordando momentos de ese encuentro con su hijo, se acerca en la noche a donde esta el capitán de la policía y le pide que quiere cremar a su hijo. Una vez que le entregan una cajita con las cenizas de su hijo, habla con el capitán y le dice: “Quiero que me digas como hacer el camino de Santiago”, el capitán le dice que no, que no tiene sentido, que no lo haga por eso, pero Daniel insiste en que si, en que lo quiere hacer ahora a este camino, y que se va a ir, o mejor dicho “que nos vamos a ir”, a lo que el capitán le pregunta “Pero, ¿con quién lo haces?”, “Con mi hijo” le responde Daniel, “¿Y por qué lo haces?”, “Todavía no lo se”… Pero tiene una intuición en el corazón, que es que para entender más en profundidad a su hijo, para poder comprender esto necesita ponerse en camino, estar ese mes/mes y medio haciendo ese camino para empezar a entender y comprender algo de lo que pasa, porque necesita hacer esa experiencia, necesita hacer esa experiencia profunda de descubrir qué es lo que el otro esta viviendo, y solo por un camino y haciendo la experiencia va a poder estar más en comunión con esta persona que quiere y ama tanto.
Algo similar a lo que sucede en
Casi lo mismo que podríamos hacer nosotros, cada uno de nosotros podría mirar su historia, como muchas veces en los retiros o en distintos momentos, donde recordamos esos momentos dónde de una manera especial me encontré con Jesús. Casi podríamos hacer una dinámica en la que nos podríamos juntar de a 3 o 4 y podríamos compartir algún momento fuerte en el que nos encontramos con Jesús, en el que a lo largo del camino de nuestra vida lo descubrimos presente, y cuál fue la experiencia que tuvimos, porque solo encontrándonos con Él y caminando podemos ir descubriendo quién es y qué significa para nosotros. Sin embargo también muchas veces tenemos como este miedo de qué es lo que va a pasar después, qué es lo que va a ocurrir después, pasa a veces cuando uno es joven y se confirmó, o terminó un periodo donde misionaba, donde hacia algo, donde se casó, donde terminó la catequesis familiar, podríamos pensar distintos momentos de nuestra vida en que después decimos: “¿Ahora como sigo mi relación con Dios? ¿Cómo profundizo con Él?”, y muchas veces nos agarra miedo y pensamos en si no lo volvemos a descubrir presente en nuestra vida, si no podemos seguir profundizando, si no lo sentimos de la misma manera… Y muchas veces esta esa tentación, y el primer paso es aprender a descubrirlo presente, a prender a descubrir que Él actuó en nuestra vida.
Creo que Jesús en el Evangelio da un paso más. No solo nos dice “Recuerden”, sino “Vívanlo hoy”. Jesús en el evangelio dice que Él justamente se hace alimento para que podamos comer de Él, ya no dice solamente ‘recuerden’, sino “El que come vivirá por mi, el que se alimenta de mi tendrá vida eterna”, o mejor dicho ‘tiene’ vida eterna. Es curiosa esta frase de Jesús porque uno generalmente cuando piensa esta frase de Jesús piensa cuando se acabe esta vida, que cuando nos toque, cuando tengamos que pasar a la otra vida, uno dice “ahí voy a llegar a la vida eterna”. Sin embargo Jesús dice: “El que me come tiene vida eterna”, y lo hace presente, nos dice: “Ya lo vivimos hoy”, y la pregunta es ¿Estamos solamente esperando algo, o aprendemos a descubrir y vivir cada momento de encuentro que tenemos con Dios, de encuentro que tenemos con el otro?
Vemos que pasa algo parecido como a lo que es la felicidad. Si uno le pregunta a alguien qué es la felicidad, algunos te contestan ‘un momento’, ‘ese momento que viví en mi vida’, parece que no fuera más un estado, algo en el que uno puede vivir, una alegría, un gozo, lo que se prolonga, como hay distintos momentos que voy encontrando esa felicidad, y me olvido y me cuesta vivirlo muchas veces en el presente, en eso que se prolonga más allá de las dificultades porque creo que la felicidad se encuentra cuando uno encuentra en el corazón vivir aquello que se desea. Por ejemplo, creo que es complicado pero podemos decir que si uno le pregunta a Jesús si quería pasar por la cruz, Jesús seguramente va a decir que no, que no quiere sufrir, que no quiere pasar por la cruz, pero seguramente si uno le pregunta a Jesús si es eso lo que lo hace feliz, Él también va a decir que si, porque ese es su deseo, que es dar vida, porque aun cuando le cueste y aun cuando sufra lo va a hacer sabiendo que eso lleva vida a los demás, y que cuando da vida algo eso lleva felicidad.
Y eso es lo que nos quiere transmitir Jesús a nosotros, que si nos animamos a dar vida, si descubrimos la vida que Jesús nos da, eso nos hace vivir una vida más plena, eso nos hace vivir una vida más alegre, eso se hace de a poco y encontrando en el corazón aquella felicidad que tiene Jesús, pero para eso tenemos que animarnos a alimentarnos de Él, y no solo lo hace para el pasado sino para el presente, “Conmigo tienen a alguien que los acompaña siempre”, algo que no pasa. Les dice: “Sus padres comieron el maná, ese pan que Dios les dio en el desierto. Yo los alimento todos los días, a partir de ahora esto no pasará más” y eso es lo que nos invita a descubrir, pero para eso tenemos que caminar con Él, para eso tenemos que alimentarnos con Él, para eso tenemos que descubrir que significa esa Eucaristía también en mi vida, y después de alimentarnos con Él, eso necesariamente me tiene que abrir a los demás.
Pablo en
Esta es la invitación también para nosotros, a que alimentándonos de Él podamos crecer con los demás, podamos crecer como familia, podamos crecer como comunidad, podamos crecer como país.
Jesús se hace alimento para que alimentándonos podamos ser guiados por Él.
Pidámosle entonces hoy a Jesús que podamos abrirle el corazón, que podamos descubrirlo presente en nuestras vidas, que podamos tener el valor que significa ‘alimentarse de Él’, descubrirlo, y que alimentados de Él, teniendo más vida, descubriendo ese Cristo que vive en nosotros a partir de
Primera Lectura: Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16a