lunes, 28 de febrero de 2011

Homilia: "Busquen aquello que verdaderamente les da vida y tiendan hacia ahí" Domingo VIII del Tiempo Ordinario

Hace unos años se llevo al cine un libro que se llama “Memorias de una geisha”, la cual comienza con dos pequeñas hermanas que pierden a su madre porque esta muere; ellos vivían en una pequeña aldea al borde del mar de Japón, y su padre que no sabiendo que hacer con ellas decide venderlas a una ciudad más grande, a Gion. Al llegar a esa ciudad las hermanas son separadas, por un lado se va Satsu y Chiyo queda en una casa donde le enseñaban a ser justamente geishas, algo complicado de entender para nosotros por ser un mundo totalmente diferente. Ella se revela con toda naturalidad contra todo esto que esta viviendo, todavía no pudo procesar lo de su madre, no entiende lo que ha hecho su padre, por qué la sacaron de su casa, menos que la separen de su hermana y empieza a tener mil problemas totalmente naturales en esta nueva casa donde esta. Busca cómo escaparse, busca cómo encontrar a su hermana, cómo irse, pero las puertas se le van cerrando, ella va descubriendo que lo que ella desea lo esta perdiendo día a día. Hasta que un día siendo todavía ella chica se encuentra con un hombre, el que es el presidente del lugar que por primera vez después de mucho tiempo la trata bien, la consuela cuando ella esta llorando, le regala un helado y le da algo para que tenga para esos días y le dice que “nunca más llore por algo tan pequeño” como puede ser ese helado que se le acababa de caer. Y ella ahí descubre alguien distinto: descubre alguien que la mira, que la quiere, que la ama como nunca lo sintió en su vida y a partir de ahí encuentra algo por que luchar, algo por que vivir y todo lo demás que tenia en al vida, que ella obviamente no había elegido y que le costaba, le dolía, no lo quería, empieza a hacerlo con total naturalidad, empieza a vivir de una manera diferente. Cuando se siente amada, cuidada, protegida y cuando se siente que hay alguien por la cual su vida cobra un sentido nuevo y pleno, empieza a vivir de una manera diferente.

Algo que también nos sucede muchas veces a nosotros porque la búsqueda de nuestro corazón durante toda la vida es buscar aquello que es nuestro verdadero tesoro, buscar aquello que le da un sentido a nuestra vida y nuestro corazón no descansa hasta que encuentra eso, y podemos intentar apagarlo, podemos intentar acallarlo pero sigue retumbando, casi como un tambor en lo profundo hasta que lo escuchamos, y si no sale por distintos lados. Y nuestro corazón va buscando distintas cosas hasta que encuentre realmente lo que necesita, hasta que encuentra ese lugar donde encontramos nuestro descanso, donde nuestro corazón se apacigua y donde lo demás encuentra su sentido. Todo lo vimos claramente cuando uno pudo encontrar aquello que quiere y que busca. ¿Cuántas veces nos pasa que la vida esta complicada, tenemos un montón de problemas, tenemos un montón de inconvenientes pero estamos firmes en aquello que es central en nuestra vida, que lo hemos encontrado, que lo podemos tener hoy y a pesar de que las cosas no andan bien estamos tranquilos, porque tenemos aquello que verdaderamente queremos? ¿Pero cuántas veces nos pasa que eso que queremos, que eso que buscamos, que eso que necesitamos no lo tenemos de la forma que hoy lo debiésemos tener o quisiéramos, y todo lo demás aun cuando ande bien no nos termina de saciar, no nos termina de gustar, y a veces hasta terminamos como queriéndolo dejar de lado? ¿Cuántas veces nos pasa que nos damos cuenta que estamos tratando mal a todo el mundo, que nos cuesta relacionarlos, que nos cuesta vincularnos, justamente porque hay algo que nos molesta, hay algo que nos falta, porque hay algo que no acalla nuestro corazón? Y miramos, y nos damos cuenta y decimos ¿pero por qué hago esto? ¿por qué me pasa esto? Si esta persona no me hizo nada, si esto en el fondo anda bien, y el problema es otro, y hasta que nos busquemos y ataquemos la raíz de ese problema, hasta que nos busquemos nuestro verdadero tesoro, nuestro corazón no se va a callar, nuestro corazón no va a estar tranquilo, y es por eso que la búsqueda en nuestra vida es ir buscando aquello que verdaderamente nuestro corazón quiere y después de encontrarlo, ir profundizando en eso. No siempre nos va a atar con aquello que encontramos sino que tendremos que aprender a ir profundizando y a ir encontrando algo aún más grande en aquello que necesitamos. Si no nos pasa que muchas veces estamos como jugando a varias puntas, buscando un montón de cosas, no poniendo el corazón en nada, buscando un montón de sensaciones que no terminan de complacernos, que no terminan de satisfacernos, que no terminan de traernos paz al corazón, y en el fondo nuestro corazón lo que busca es encontrar aquel, aquella, aquel lugar donde en la intimidad pueda estar con otro.

Esta búsqueda nuestra, esta búsqueda de nuestra vida es también la búsqueda de Jesús. Jesús también necesita esta intimidad, y Jesús la busca y cuando Jesús la encuentra la propone a los demás. Jesús encontró que el centro de su vida es Dios, que aquel con el que comparte su intimidad es el Padre, y que cuando eso esta bien, todo lo demás no le importa tanto y no porque no se preocupe por lo demás, si no porque lo puede sostener en aquel amor que Él necesita, en aquel amor que Él encontró, en aquel que lo cuida, que lo protege y que esta a su lado. Curioso porque cuando uno mira la vida de Jesús, esta es casi como un castillo que se va construyendo y día a día se va derrumbando, hay un montón de gente que lo siga, que lo escucha, que lo entiende hasta que cada vez hay menos gente que lo escucha, que lo entiende, hasta que aun los más íntimos, los discípulos y los apóstoles lo van negando, lo van traicionando, lo van dejando solo. Pero Jesús sigue caminando, y uno dice por qué Jesús sigue caminando, y uno piensa cómo puede seguir a pesar de esa soledad, y en el fondo lo que lo ayuda a seguir es que todavía se siente sostenido porque hay alguien que lo cuida y esta con Él, porque hay alguien con el que puede compartir esa intimidad, porque en Dios encontró a aquel en el que descansa su alma, aquel que no lo deja solo, aquel que no lo olvida, aquel que le da la fuerza para que Él lo siga intentando y todo lo demás se ordena a partir de eso, y Él puede tener fuerza para los demás porque encontró aquello que necesitaba.

Yo tengo un amigo que tardo varios años en terminar la facultad, y era muy gracioso porque los años en el que pasaba rápido su facultad iban casi en paralelo a su situación sentimental: cuando estaba bien y de novio iba y metía un montón de materias, y cuando se peleaba la facultad iba para atrás, era casi matemático esto. Pero respondía a algo muy profundo: cuando encontraba algo (en este caso ‘alguien’, una mujer) que le daba sentido a su vida, él encontraba aquel motor por el cual quería hacer las cosas, aquello que le daba un objetivo y un sentido más grande, aquello que de pronto le costaba como nos cuesta a mucho de nosotros: la facultad, el estudio, el colegio, a veces el trabajo, y podía luchar con mayor empeño por aquello cuando tenia aquello que le daba sentido, y cuando eso desaparecía se desmoronaba, no estaba, las materias pasaban varios años hasta que las aprobaba.
Y esa es la búsqueda de nuestro corazón. Habrá personas que tendrán mas fuerza de voluntad, que podrán luchar por cosas que más nos cuestan pero en general vamos a poder luchar por ellas cuando encontramos lo que ordena todo eso, cuando encontramos ese motor que tira de todo eso, cuando encontramos aquello que necesitamos en el corazón, sino en algún momento nuestra vida se va cansando, en algún momento bajamos los brazos, en algún momento ya no tenemos más ganas de luchar porque no tenemos aquello que nos alimenta, porque no tenemos aquello que nos da vida, porque no tenemos aquello que nos da fuerza.
Y esto es lo que encontró Jesús, esto es lo que nos invita a nosotros, no se puede servir a varias cosas, en la vida hay algo que es primero y eso es lo que tenemos que buscar con todo el corazón y eso es en donde tenemos que poner toda nuestra fuerza. Jesús lo dice con esta frase: “No se puede servir a Dios y al dinero”, entonces ¿qué es lo que a nosotros nos ayuda a caminar de una manera distinta? ¿qué es lo que nos quita las preocupaciones? Jesús nos dice hoy en el Evangelio: “No se preocupen por lo que van a comer, no se preocupen por lo que se van a poner, no se preocupen por lo que va a pasar el día de mañana, por cuantos días va a tener su vida” ¿y por qué nos dice esto? En primer lugar claramente porque hay cosas mucho más importantes que esto, y no es que nos esta diciendo que no nos ocupemos, hay un montón de cosas que nos tenemos que ocupar y muchas cosas son estas, pero que eso no desgaste nuestra vida, que eso no sea el centro de nuestra vida porque tiene que ser un fin para un medio mucho más grande, y que nuestra verdadera preocupación este en aquello grande: “Busquen aquello que verdaderamente les da vida y tiendan hacia ahí”. Y cuando uno es más grande aprende a descubrí que en la vida pasan un montón de preocupaciones, que en algunos momentos hemos tenido unas, en algunos otros otras y que mas adelante aparecerán otras, y por eso para poder vivirlo más sanamente tenemos que aprender a distenderlo un poco a eso, aprender a vivirlo de otra manera. Pero en segundo lugar creo que Jesús lo dice por algo mucho más grande, porque hay alguien que siempre se ocupa y se preocupa por nosotros, y ese es Dios. Hay alguien para quien nuestras vidas valen mucho: “La vida de ustedes vale mucho más que los lirios del campo” dice Jesús, hay alguien que día a día se esta preocupando por ustedes, hay alguien que día a día camina por ustedes, hay alguien que día a día no se olvida de ustedes y esta a su lado y ese es Dios. Esto es lo que hacemos nosotros día a día, cuando uno ama verdaderamente a alguien (y esto lo entienden muchos los padres, tal vez los novios, las novias) uno quiere lo mejor para el otro, uno busca que el otro no se tenga que preocupar tanto por las cosas, uno busca darle lo mejor al otro y cuando el otro esta mal, uno busca cómo lo puede ayudar a que esto se viva de otra manera.
Eso que nosotros hacemos por los demás cuando verdaderamente los queremos y los amamos es lo que Dios hace día a día por nosotros, porque nos quiere y porque nos ama y se preocupa por nosotros para que nosotros podamos ir a lo central, para que nos animemos a buscar aquello que plenifica nuestra vida.

Alegrémonos de este Dios que nos ama, que se preocupa por nosotros, pongamos como Jesús nuestra confianza, nuestra vida, nuestra intimidad en Él y animémonos a caminar siguiendo aquello que verdaderamente nos da vida.



Primera Lectura: Isaias 49, 14-15
Salmo: 61
Segunda Lectura: 1 Corintios 4, 1-5
Evangelio: Mateo 6, 24-34

viernes, 25 de febrero de 2011

Homilia: "Ustedes son de Cristo" Domingo VII del Tiempo Ordinario


En la película “Hombre en llamas”, suceden al principio 24 secuestros de niños en 6 días y es por eso que la familia Ramos decide contratar un guardaespaldas para su nena, para su hija Lupita. Esta persona, John Creasy, empieza a trabajar con la familia y descubre en este vínculo con esta niña un nuevo deseo de vivir. Después de pasar por momentos difíciles, recordando muchas de sus experiencias como comando especial en su vida, encuentra algo nuevo, tiene una razón nueva para vivir en este vinculo de amor. Sin embargo ella es secuestrada en un tiroteo, él queda herido, casi muerto, pero como pasa muchas veces en las películas, él se recupera, se sana, va a la casa de la familia Ramos y se encuentra con la mujer, Lisa, la madre de esta niña, y empieza a mirar un poquito el cuarto de ella, el cuaderno que ella tenía para ver si encontraba una matricula que habían anotado en un momento y le pregunta la madre: “¿Qué es lo que vas a hacer?”, “Y la voy a buscar, voy a hacer lo que mejor hago” le dice él, y ella le dice: “Ve y mátalos a todos”. Y los amantes de las películas de acción nos ponemos contentos porque comienza lo que más esperamos, y a veces hasta lo que deseamos y queremos porque cuando vemos algo malo que ha sucedido, un acto malo como es que han secuestrado a una niña, nosotros lo primero que pensamos o lo que casi nos sale naturalmente es el ‘cómo nos podemos vengar’, no ‘cómo podemos cambiar esto’, si no qué es lo que el otro tiene que pagar. Y podríamos decir que muchas de estas películas que tienen que ver con eso salen casi con un deseo natural que muchas veces tenemos nosotros, más cuando nos toca vivir momentos más duros, más difíciles como el que hoy vivimos en la Argentina en medio de la inseguridad, más uno que empieza a pensar de esa manera.
Hace unos días como saben me fui de vacaciones a Uruguay y pase por Colonia que tengo parte de mi familia, y mi tía abuela de 93 años durante creo que el día que estuve ahí, lo único que me dijo fue: “Mariano cuídate mucho, Uruguay no es lo que era antes” y un montón de cosas más, obviamente que por cuidarlo a uno, pero me preguntaba a mi si también en Argentina pasaba así, “Un poco más, pero intento buscar las cosas buenas de la gente”, y mi tía me dice: “Acá no hay”.

Pero pensaba como cuando empieza a escalar la violencia uno no solo tiene que empezar a cuidarse más, obviamente uno no tiene que ser inocente en eso, si no que muchas veces empiezan a nacer en nuestro corazón sentimientos que creo que no queremos, o por lo menos naturalmente no buscamos: el sentimiento de revancha, sentimientos de venganza, de cómo lo puedo hacer, hasta cómo lo puedo castigar al otro. Y no solo con la gente que de pronto esta más alejado de nosotros, si no hasta con la gente que más queremos que obviamente cuando nos hace algo es la que más nos daña: cuántas veces nos alejamos, cuántas veces no le queremos hablar, cuántas veces no nos queremos ni encontrar con la otra persona. Es por eso que muchas veces como les decía antes nacen en el corazón sentimientos que nos hace irnos cerrando, y nos hacen ir alejándonos de los demás, casi con naturalidad. Sin embargo descubrimos que esto no es lo que nos hace bien, no nos hace bien como sociedad, no nos hace bien como familia cuando nos vamos alejando los unos de los otros. Y es por eso que Jesús si trae algo distinto en el Evangelio es que nos invita a vivir de una manera nueva, de una manera diferente. Sin embargo cuan lejos encontramos frases como las que Jesús nos dice acá: “Si alguien le pega una bofetada, pónganle la otra mejilla”, he visto poco de esto, por decir prácticamente nada; “Si alguien le hace un juicio, denle de más”, “Si alguien le pide algo, denle de más”, “Si alguien le pide caminar un kilómetro, una milla, caminen el doble”, a veces pareciera que Jesús es un poco exagerado con las cosas que nos va pidiendo, o que casi las tenemos que dejar pasar de lado porque las sentimos muy lejanas a nosotros. Ahora la pregunta es ¿qué es lo que nos esta pidiendo Jesús con esto, qué es lo diferente o nuevo que trae? Y tal vez para ponernos un poco en contexto, este discurso de Jesús está en medio de todo lo que es su sermón en la montaña: comenzó hace un semana, con las Bienaventuranzas donde Jesús invita a la felicidad a personas que a veces pensamos cómo pueden ser felices viviendo esto. Después Jesús nos dice: “Ustedes son la luz del mundo, son la sal de la tierra, la vida de ustedes tiene algo diferente” y a partir de ahí empezamos a escuchar esta serie de discursos que dice: “Ustedes han escuchado que se dijo, pero yo les digo”. Ya parecía muchas veces difícil vivir las leyes que se habían puesto y Jesús las lleva al extremo. Ahora, ¿qué es lo que trae Jesús acá entre manos? Y creo que la clave la da una frase de la semana pasada que nos dice que ‘para ser dignos de Él, la justicia de nosotros tiene que ser superior a la de los escribas y los fariseos’, ¿qué es lo que hacían los escribas y los fariseos? Se creían mejores que los demás, en el fondo se creían perfectos, lo que Jesús dice al final: “Sean perfectos”, y eso los distanciaba cada vez más del otro, eso los llevaba a vivir de una manera diferente a los demás, y los llevaba día a día a separarse, y muchas de esas leyes que Jesús hoy va a llevar a la perfección o la va a llevar al extremo son aquellas que decían que vivían y que por eso los separaba del otro. Ahora Jesús les dijo: “Ustedes han oído que se dijo: ojo por ojo, diente por diente”, una superación de lo que se vivía porque antes si se robaba una vaca, iba y lo mataba, si le sacaba una vaca que se le saque otra, que sea parejo lo que se estaba viviendo…
Pero Jesús les dice: “Yo no les pido eso a ustedes, yo no les estoy pidiendo que cumplan con eso a ustedes que son los que se creen que lo viven y lo cumplen, si no que vivan algo más, que vivan algo distinto”. Y lo de vivir distinto en Jesús es ver justamente como nos podemos acercar a los demás. Podríamos decir que la diferencia es que la vida no es nuestra, la vida es de Dios, y como nos dice Pablo en la Segunda Lectura: “Ustedes son de Cristo”. Ahora la pregunta es ¿qué es ser de Cristo? ¿y qué implica es nuestra vida ser de Jesús? Implica, para ser sencillos, intentar vivir como Él nos invita, y el Evangelio trae algo nuevo. El Evangelio es cómo yo me puedo acercar al otro y cómo yo puedo romper con esta escalada de violencia.

Creo que todos somos concientes en nuestro propio país que muchas veces estamos pidiendo más mano dura, estamos pidiendo leyes más firmes, estamos pidiendo que bajen la edad de los que van presos, estamos pidiendo un montón de cosas que sin saber si están bien o están mal, descubrimos que no cambia lo que estamos viviendo o que por lo menos este nivel de violencia o confrontación no se acaba así.
De una manera diferente o del mismo sentido encontró Jesús en su época y por eso lo que le pide a sus discípulos es que ellos vivan de otra manera, que haciendo el mal no se cambian las cosas, que vengándose o devolviendo no es que las cosas van a hacer mejor. Obviamente que a veces nos cuesta, obviamente que muchas veces casi nuestra reacción es espontánea, pero Jesús nos pide algo más, y Jesús espera de nosotros algo más: “Ustedes son santos porque Dios es santo”, dice Isaías en la Primera Lectura y lo que le falto decir es “entonces vivan como Él”.
Muchas veces esperamos la santidad solamente como un regalo que nos va a venir al final pero tal vez aprender a vivir la santidad es aprender a vivir desde acá como Jesús nos invita a vivir su Evangelio, en el fondo aprender a ser de Cristo, vivir de una manera distinta, mostrar que las cosas pueden ser diferentes.

Creo que Jesús en su vida muchas veces sintió lo que era ser distanciado, separado, lo que era ser despreciado, lo que era que los demás no lo entiendan y se alejen. Pero en vez de por eso frustrarse, siempre buscó los caminos que lo acercaran al otro. Por eso terminó dando la vida, descubriendo que quería que la vida de Él fuera para los demás.
Y eso es lo que nos invita a nosotros, a que nos animemos a descubrir cuáles son esos caminos que nos pueden acercar. En el fondo de qué manera podemos vivir ese amor que Jesús vivió: siendo misericordiosos, animándonos a perdonar, animandonos a ser primeros hacia el encuentro con el otro.

Pidámosle a Jesús, aquel que dio el ejemplo, para que también nosotros queramos vivirlo y que descubriéndolo en Él, también nosotros podamos acercarnos al otro, podamos caminar con el otro, podamos amarlo y ser misericordiosos con Él.


Primera Lectura: Levitico 19, 1-2, 17-18
Salmo: 102
Segunda Lectura: 1 Corintios 3, 16-23
Evangelio: Mateo 5, 38-48

Homilia: "Felices ustedes" Domingo IV del Tiempo Ordinario


Hace poco más de 10 de años fui a ver una comedia con mi madre, “La boda de mi mejor amigo”, que tal vez varios de ustedes la vieron, con Julia Roberts, Cameron Diaz, en la cual Julia Roberts (Jules) se entera que su mejor amigo, Michael, se va a casar. Ellos tenían 27 años y habían hecho una promesa que era que si llegaban a los 28 años y todavía ninguno de los dos se había casado, ellos dos se iban a casar. No se si porque quería vivir esa promesa y estaba esperando eso, no se si porque le dio celos, pero cuando se entero que su mejor amigo se iba a casar con Kim, empieza toda esta comedia donde ella empieza a trabajar un poco para convencer a su ex.-amigo, casi pareja, de que deje a esta chica y que se case con ella.
La película sigue, no voy tanto eso, pero al cuestión que salimos de la película y mi madre me dice: “No me gusto”. Yo le pregunto por qué, y me dice: “Porque no termino como yo quería”. ¿A qué vamos con esto? Generalmente cuando vemos una comedia o algo más romántico, a los varones tanto no nos molesta, pero las mujeres quieren que tenga un final feliz… Hacia poquito fuimos a ver una con mis amigos y amigas, y mis amigas estaban llorando, y cuando terminó la película, terminó feliz como ellas querían, como esperaban, ¿por qué? Porque en el fondo es la elección que queremos, queremos que las cosas salgan bien, queremos que tengan un final feliz.

No solo una película, que es algo más superficial, si no también lo que tiene que ver con nuestra vida, por eso muchas veces cuando las cosas se frustran, no tienen un final feliz, o cuando las cosas de los demás tampoco tienen el final que esperamos, nos ponemos más tristes, nos causa un poco de dolor. Porque lo que buscamos todos nosotros en la vida es ser feliz, o lo que debiésemos buscar cada uno de nosotros en la vida es ser feliz, ser feliz nosotros y hacer feliz también a los que Dios pone a nuestro lado. El problema es que no siempre estamos buscando esto, o que a veces nos preguntamos si tenemos derecho a eso. Hasta a veces preguntamos si es lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, si también Dios quiere que seamos felices.

Ahora escuchamos justamente hoy este texto donde Jesús va al corazón y al centro del Evangelio. Como les dije alguna vez creo que entre las ultimas recomendaciones que Dios Padre le dio a Jesús, le dijo que esto lo diga y lo cuente. Es tal vez tan novedoso, tan revolucionario el mensaje de las Bienaventuranzas en lo que tiene que ver en el vínculo y la relación con Dios que seguro nace de lo profundo de su corazón. En primer lugar esta primera palabra ‘Felices ustedes’ que no se cansa de repetir: “felices, felices, felices”. Es decir que si hay algo que Dios quiere para cada uno de nosotros es que seamos felices, si hay algo que Dios busca en cada uno de nosotros es que vivamos esa felicidad, y si hay algo por lo que envía a Jesús es para que nos muestre ese deseo del corazón del Padre, que cada uno de nosotros encuentre aquello que lo hace feliz. Sin embargo esto muchas veces nos lleva un largo camino, muchas veces nos cuesta aprender a descubrir qué queremos, aprender a descubrir qué es lo que verdaderamente nos hace felices. En primer lugar porque muchas veces confundimos el ‘estar bien’ con el ‘ser feliz’. “Yo estoy bien, estoy pasando un buen momento, me estoy divirtiendo”; ahora la pregunta es si eso es ese estado que me lleva a ‘ser feliz’. Obviamente tiene que ver con que uno este feliz, el estar alegre, que la este pasando bien, pero no siempre coinciden. Yo puedo estar pasando un buen momento, me puedo estar divirtiendo en un momento particular pero tal vez no estoy siguiendo aquello que me llena verdaderamente el corazón y me hace feliz. En segundo lugar animarme a buscarlo en mi corazón, animarme a bucear y descubrir cuál es el camino que yo tengo, y esa respuesta me la tengo que dar yo y no me la pueden dar otros, y solamente en la medida que la encuentre y me anime a vivirla y seguirla, podré encontrar aquello que me hace feliz. En tercer lugar el descubrir que esto es un estado, no un momento. Algo más postmoderno es pensar que la felicidad es solamente un momento que yo puedo vivir: por ejemplo un momento que tomo un café con un amigo, que viví esto, que pasó tal cosa, como si fuera algo puntual… ¿pero en el fondo eso es solamente lo que Dios nos quiere regalar, que tengamos algunos momentos? ¿o tendremos que aprender a descubrir algo que nos de un estado más profundo? Que a pesar de a veces que haya momentos duros, más difíciles, otros que esperamos que sean más gozosos y lindos, me llena en un estado que descubro que eso es lo que yo quiero, y que esto es lo que me hace feliz, que esto es lo que alegra el corazón, lo que trae paz a mi vida. Ahora, como les decía para eso me tengo que animar a descubrir y mirar en el corazón qué es lo que quiero, me tengo que animar a caminar detrás de este deseo.
Ahora, el segundo problema que tenemos con esto de Jesús es lo que dice Jesús porque tal vez si hoy tendríamos las bienaventuranzas, el mundo nos invitaría decir otras bienaventuranzas, “felices los ricos”, “felices los que tienen muchas cosas”, “felices lo que son exitosos”, “felices los que tienen fama”, “felices los que les va bien”… Creo que nadie escribiría estas bienaventuranzas, no saldría de nosotros naturalmente. Ahora aquellas cosas que dije y podríamos agregar, ¿son las que verdaderamente nos hacen felices? ¿esas son las cosas necesarias que tenemos en nuestra vida, que nos cambian la vida? A veces decimos que no son la felicidad, pero si que ayudan… y la pregunta es ¿eso es lo que a mi me trae felicidad, o tengo que aprender a descubrir algo más profundo? La siguiente pregunta es: ¿por qué Jesús entonces no muestra este camino? Y creo que Jesús no muestra este camino porque justamente nos dice aquello que a Él lo hizo feliz, si Jesús transmite estos valores a vivir es porque son los que Él vivió primero y le llenaron el corazón, y como Él experimento y pudo dar testimonio de eso nos invita a nosotros a vivir lo mismo, en el fondo nos invita a vivir cada una de estas cosas que dice en estas Bienaventuranzas, que creo que en el fondo tienen todas algo en común, que es que hablan de un corazón necesitado, de un corazón que necesita de los demás o de un corazón que sabe ver cuál es la necesidad del otro. Podríamos decir “felices los pobres”, “felices los perseguidos”, alguien que necesita del otro o por su pobreza, o porque la está pasando mal. O alguien que se da cuenta de la necesidad del otro: “feliz aquel que practica al justicia”, “feliz aquel que se aflige por lo que el otro vive”, “feliz aquel que perdona, que es misericordioso con los demás”, “feliz aquel que trabaja para que pueda haber paz en el mundo y con los demás”.

En el fondo las Bienaventuranzas nos muestran un corazón que descubre esta necesidad que tenemos los unos de los otros. Y esto es lo que descubrió Jesús: la necesidad que Él tenía de los demás, cuanto el otro necesitaba de Él. Esto es lo que Él vivió, esto es lo que nos invita a vivir a nosotros.
Estos son los valores que de alguna manera encarnan el Evangelio. Podríamos decir que este es el Evangelio en pequeño, esto es lo que Jesús descubre como camino, y esto lo que dice: “Acá lo pongo en sus manos. Fíjense si lo quieren vivir, fíjense si quieren recorrer este camino”.

Pidámosle entonces hoy a Jesús, aquel que descubrió este camino de felicidad, aquel que lo anunció y lo vivió, que también nosotros recibiendo este llamado escuchándolo en nuestro corazón, nos animemos a seguirlo y también a vivirlo.


Primera Lectura: Sofonias 2,3: 3, 12-13
Salmo: 145, 7. 8-9a. 9bc-10
Segunda Lectura: 1 Corintios 1, 26-31
Evangelio: Mateo 5, 1-12a

Homilia: "Dejando todo lo que estaban haciendo, lo siguieron" Domingo III del Tiempo Ordinario


La película “El Patriota” con Mel Gibson, trata de la revolución estadounidense buscando la libertad, y comienza cuando empiezan a juntar hombres para armar el ejercito para enfrentar a los ingleses. Aparece un personaje que es Mel Gibson, Benjamín Martin, a quien le piden que los acompañe él que había participado en la guerra de los 7 días, pero él dice que no, que esta es una guerra distinta, que él no va a participar. Sin embargo después de que en la película es asesinado uno de sus hijos, él decide involucrarse, decide participar y va formando una milicia para poder hacer esto. Empiezan a ir a distintos pueblos a reclutar gente para esta milicia, y en uno de esos momentos lo manda a Gabriel (Heath Ledger) que era su hijo mayor a que vaya ahí a Carolina del Sur, el pueblo donde ellos vivían, a invitar a que se unan a la milicia. Gabriel llega a la Iglesia, la gente estaba rezando, acababan de matar a unos hombres de ese pueblo, pide permiso e invita a todos los hombres a que se unan a luchar por ese objetivo, por ese ideal que ellos tenían; les cuenta lo que están haciendo, lo que están necesitando y hace esta invitación. Sin embargo en un primer momento no logra nada, empiezan a discutir que no, que eso no hay que hacerlo, que no por tal cosa, hasta que una de las chicas que estaba ahí, Ana, interviene, se pone de pie, y a aquellos mismos que acababa de hablar, que decían distintas razones por las cuales no querían involucrarse, les dice: “Es curioso porque esta semana yo te escuché hablar a vos de lo que significaba la independencia, de lo que había que luchar por ella. Yo los escuche a ustedes diciéndose de qué manera uno tenía que creer en eso, tenía que poner sus fuerzas en eso, y sin embargo ahora cuando toca el momento, ninguno de ustedes se anima, ninguno de ustedes da ese paso. Así que yo les pido que aquellas cosas que nos han predicado, que aquellas cosas de las que han hablado, que aquellas cosas que nos han inculcado, hoy las lleven a la práctica. Que aquellas creencias que ustedes tienen no queden solamente en palabras, si no que se animen a traducirlas en hechos”. No se si porque era mujer y llamó más la atención de los varones, o porque su discurso les tocó más el corazón, pero varios de ellos se animaron a seguir ese camino. Aquellos que en algún momento habían escuchado en el corazón pero como muchas veces no sucede por distintos temores o miedos, en un primer momento no se animaron.

El problema es que para poder seguir lo que queremos tenemos que, en primer lugar, animarnos a escucharnos, animarnos a abrir el corazón, porque muchas veces pensamos un montón de cosas, deseamos un montón de cosas, tenemos un montón de ideales, pero no terminamos con querer escucharlos, entonces nuestra vida va casi como deambulando, casi con piloto automático, o hacia donde el viento me lleva, no hacia donde yo quiero ir, si no hacia donde la vida me fue diciendo, me fue llevando, me fue tocando, y muchas veces lo que yo quiero, lo que yo deseo, aun lo que yo digo queda en meras palabras, o en meras intenciones, porque no me animo a escucharme, porque no me animo a callar mi corazón, a mirar qué es lo que quiere y animar a seguir eso. Ahora si muchas veces nos cuesta escucharnos a nosotros mismos, creo que mas nos cuesta escuchar muchas veces a Dios.
Una de las cosas que creo que más me preguntan es cómo puede hacer para escuchar a Dios. Creo que es una pregunta que muchas veces todos nos la hicimos, y a veces tenemos la esperanza o el deseo de que Dios se nos conecte, como dice la mayoría de la gente, los mas jóvenes pensaran en que les hable por Facebook o que les mande un mail o un mensajito de texto, los otros que cara a cara queremos hablar con Él… Sin embargo los que hemos estado esperando eso, nos hemos quedado con las ganas muchas veces, por no decir siempre, porque de esa manera que muchas veces esperamos no nos habla, no nos dice, o esperamos que nos diga “Che Mariano, Cholo”, y si bien nos evitaríamos muchos problemas que lo haga de esa manera, tampoco lo hace de esta manera. Ahora, ¿cuántas veces nosotros tenemos la experiencia de que hemos aprendido a escuchar cuando nos hemos callado, cuando hemos aprendido a callar los ruidos y a escuchar el corazón? ¿cuántas cosas nos dice nuestra propia vida, nuestro propio corazón cuando aprendemos a hacer silencio y cuando aprendemos a escuchar de una manera nueva? Y muchas veces cuando aprendemos a escuchar de una manera nueva, aprendemos a escuchar a este Dios, que en nuestro corazón nos habla, que en los demás nos habla, que en su palabra nos habla, que de diversas formas y maneras distintas a las que estamos acostumbrados también se nos hace presentes, también nos dice algo al corazón. El problema muchas veces es querer escucharlo, y aceptar lo que nos quiere decir.

En este Evangelio escuchamos hoy como Jesús si les habla y de una manera directa estando presente, a estos discípulos y a esta gente. En primer lugar dice que la multitud se había agolpado ahí y que Jesús le hablaba, y después de hablarle a ellos dice que pasó por donde estaba Simón Pedro, por donde estaba su hermano Andrés trabajando, y los invita a que lo sigan, y nos dice el Evangelio que ellos, dejando todo lo que estaban haciendo, lo siguieron. Posteriormente también se acercan donde estaban los hijos de Cebedeo, Santiago y Juan, y también los invita a seguir, y nos dice el Evangelio que ellos también dejando a su padre y lo que estaban haciendo, lo siguieron. Escuchamos que ellos, recibiendo esta invitación a seguirlo deciden optar por Jesús, deciden seguir este camino. Y esto nos da algunas claves para todos nosotros.
En primer lugar, que la invitación en el camino de la fe siempre es de Jesús. En muchas cosas de la vida puede ser que nosotros tomemos la iniciativa, que nosotros digamos “yo quiero hacer esto” o “yo decido hacer esto”, pero en el camino de la fe siempre es primero llamado de Jesús, siempre en algún momento de la vida nos dice “Seguime, quiero que camines conmigo”. Obviamente que como hicieron los discípulos, implica nuestra decisión personal, implica nuestra opción de querer caminar con él, pero la invitación siempre parte de Jesús, de este Jesús que nos busca y de este Jesús que nos llama.
En segundo lugar, que implica una decisión que en algún momento de la vida la tengo que tomar. En general la mayoria de nosotros creo que desde chiquitos, se nos ha inculcado la fe: nos han enseñado quién es Jesús, nos han llevado a misa, hemos ido a colegios religiosos. Sin embargo mas allá de todo eso, hay un momento de la vida en el que tengo que hacer una opción personal, hay un momento de la vida donde Jesús me dice al corazón “Seguime, camina conmigo”. ¿A qué voy con esto? Pedro, Santiago, Juan, Andrés eran hombres religiosos, no es que no conocían a Dios, pero en un momento de su vida reciben este llamado de Jesús, y les dice: “A partir de hoy tienen que seguirme de una manera distinta”. Y eso que hace con los discípulos lo hace con cada uno de nosotros, cristianos. Llega un momento en la vida donde Jesús nos habla de una manera distinta, donde Jesús nos habla de una manera nueva. Creo que si todos nos animamos a mirar, a explorar en nuestra propia vida podemos descubrir tal vez aquel momento donde sentimos que Jesús nos llamaba de una manera distinta, donde sentimos que Jesús nos invitaba a seguirlo de una manera nueva y diferente, donde Jesús nos decía “Seguime, quiero que vivas tu cristianismo a partir de ahora con una opción distinta”. Y ese es el momento en donde yo tengo que hacer una opción, ya no me sirve caminar por donde otros me dijeron o ir casi con piloto automático, sino que tengo que descubrir si quiero dejar lo que antes vivía y ahora si seguir a Jesús. Tal vez en palabras de Nicodemo podríamos decir si quiero nacer de nuevo en esta vida de seguir a Jesús. Eso no implica que a veces no me cueste, que a veces no entienda, como le pasó a los discípulos y a los apóstoles, pero implica que yo quiera caminar con Él de una manera nueva.
Creo que todos podríamos mirar ese momento en la vida donde Jesús nos habló de una manera diferente y nos invitó a tener una experiencia de amor distinta y a hacer una historia con Él diferente, a caminar y estar con Él. Y a partir de ese caminar con Él nos invita a vivir de una manera nueva.

La Primera Lectura nos dice que hay unos pueblos (Neftali, Zabulon) que la están pasando mal, no solo por lo que están pasando que están oprimidos por otros pueblos, si no porque aparte están cometiendo muchos pecados y por eso están viviendo en esas tinieblas. Sin embargo les dice: “Va a haber un momento donde ustedes van a vivir y van a ver una luz diferente”. Y llegó ese momento que fue con Jesús, nos dice que Jesús va a ahí, a Zabulon, a Neftali, a esa tierra de los paganos a anunciar algo diferente, que en el fondo es a que ellos vivan de una manera distinta. Muchas veces estamos esperando que las cosas cambien casi como exteriormente, muchas veces le pedimos eso a Jesús y esta bien. Pero la gran pegunta es ¿qué es lo que Jesús viene a traer y qué es lo que Jesús viene a cambiar? Muchas veces quisiéramos que cambie a los gobernantes, o que fueran otros o que fueran diferentes; algunos momentos pedimos que cambien e igual estamos peor; a veces es cíclico, mejora un poco, pero vemos que esas cosas no cambian como esperamos. Ahora, tampoco cambiaba para los discípulos o para los apóstoles, siguieron igual. O queremos también que cambie la situación económica, la situación social, que las cosas sean de otra manera, y también nos quedamos esperando porque de esa forma y de esa manera no cambian. Entonces la gran pregunta es ¿qué es lo que Jesús viene a traer y cambiar?
Creo que una clave de esto nos la da Pablo en la Segunda Lectura, cuando le dice a ellos, a esa comunidad de cristianos: “¿Qué es lo que ustedes están haciendo? ¿Qué es lo que nosotros les enseñamos? ¿Cómo puede ser que ustedes que siguen a Jesús vivan divididos? ¿Cómo puede ser que ustedes que se encontraron con Jesús se estén peleando, estén pensando quién es mejor, quién vale más? ¿Acaso no son todos de Jesús?”. Y en ese recriminarles y exhortarlos a vivir la unidad, podemos ver justamente una luz de lo que Jesús viene a hacer. Jesús no viene a cambiar lo exterior, Jesús viene a cambiar lo interior, Jesús viene a traer una esperanzada y algo nuevo al corazón de cada uno de nosotros, y tal vez si nos animamos a cambiar desde lo profundo y lo interior, si podamos de a poco ir cambiando lo exterior y trayendo algo nuevo.

Jesús viene a tocar el corazón de la gente, Jesús viene a decirles: “Quiero caminar con ustedes, quiero hacer una historia con ustedes. Ahora para eso, tienen que decidirse”.Y es la invitación que nos hace hoy a cada uno de nosotros
. Hoy a cada uno de nosotros, como lo hizo con Simón, como lo hizo con Andrés, como lo hizo con Santiago, como lo hizo con Juan, nos dice: “Sigueme”, y espera de nosotros una respuesta.

Abramos el corazón entonces para escuchar esta invitación de Jesús. Fijémonos de qué manera queremos caminar con Él y animémonos a seguirlo.



Primera Lectura: Isaias 8, 23b-9, 3
Salmo: 26, 1.4. 13-14
Segunda Lectura: I Corintios 1, 10-13.17
Evangelio: Mateo 4, 12-23

lunes, 21 de febrero de 2011

El Bautismo del Señor

Sobre el final de la trilogía de “El Señor de los Anillos”, Aragorn es coronado como rey de Gondor por Gandalf, y luego que es coronado es aclamado por todo el pueblo, por distintas personas hasta que va delante de los cuatro hobbits que habían hecho todo este camino para destruir el anillo. Entonces se pone delante de Frodo, de Sam, de Merry, de Pippin, y estos cuatro bajan la cabeza y tienden a arrodillarse frente al rey, como ese signo de humildad y de sencillez ante este rey que acababa de ser coronado. Sin embargo Aragorn no los deja, les dice: “Por favor, ustedes cuatro no se van a arrodillar nunca mas delante de ningún hombre. Somos nosotros los que tenemos un gran favor con ustedes”, y empezando por él, el rey, y siguiendo por todo el pueblo, todos se arrodillan delante de estos cuatro hobbits, que pasan de esa humildad y sencillez de querer arrodillarse delante de este rey, a recibir este honor que todos estos hombres les daban por lo que habían hecho, por lo que significaba para todos ellos, y sin embargo esto lo siguen viviendo con esa humildad, con esa sencillez y con esta sorpresa.

Podríamos decir que había dos personas importantes: estaba por un lado el rey, por un lado estos hombres con todo lo que habían hecho. Sin embargo cada uno de ellos reconocía y descubría al que tenía delante, esa humildad y esa sencillez que se nos invita a tener a nosotros delante del otro, descubriendo quién es la otra persona que esta delante nuestro, descubriendo todo lo que hace por nosotros, todo aquello que Dios puso en su vida, y tener siempre esa humildad de descubrir lo que Dios tiene.
Muchas veces somos bastante rápidos para encontrar los defectos de los
demás, y para quedarnos muchas veces quedando como enmarcados en eso. Sin embargo tenemos que aprender a descubrir ese gran don que Dios puso en la vida de cada uno de nosotros, ese gran don que Dios puso en la vida del otro, y por eso tener esa humildad y esa grandeza de descubrir lo que el otro es y lo que también el otro vale para mi.

Este doble descubrimiento que también se da en este Evangelio, tal vez uno de los más conflictivos de todo el Evangelio. Este Evangelio que en semilla tiene todo el núcleo de lo que va a hacer Jesús porque ya el mismo Juan no entiende qué es lo que tiene que hacer: “¿Qué es lo que haces vos acá?” le dice a Jesús. Si lo hiciéramos un poco antes, “Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de tus sandalias”, es decir de hacer un trabajo de esclavo delante de Él. Sin embargo Jesús le dice que eso es lo que se tiene que hacer en ese momento. Frente a esta comparación uno dice que la figura de Jesús es más importante que la figura de Juan. Pero ahora, esto que es tan claro para nosotros, no fue tan claro en los comienzos de la Iglesia, hubo que descubrir. Si ustedes recuerdan el comienzo del Evangelio de Juan también nos dice sobre Juan el Bautista: “Él no era la luz, si no el testigo de la luz”, era tan fuerte la figura de Juan el Bautista en las primeras comunidades que había que dejar en claro que Jesús era el centro. Esto que tan en claro también deja Juan cuando se encuentra con Jesús, y siguiendo también el ejemplo de la película, Juan quería hacer con todos los que estaban ahí ese gesto, arrodillarse ante Él, delante de Jesús, descubriendo quién es, quién era, y lo que significaba en su vida. Sin embargo Jesús le pide ‘que haga lo que tiene que hacer’, y esto no es por un doble sentido. En primer lugar, Jesús tiene que vivir su vocación. En segundo lugar, Jesús tiene que vivir su misión, y esto es lo que se ve en este bautismo, y por eso es necesario que Juan bautice a Jesús y que ese bautismo cobre un sentido nuevo. Hasta ese entonces el bautismo de Juan era para los que pecaban, para los pecadores, y todos esos pecadores se convertían por medio de este bautismo y se preparaban para el encuentro con Jesús, por eso no es claro cómo Jesús va a venir a esto, cómo Jesús va a pedir bautizarse, justamente es el que no lo tiene que hacer.
Sin embargo en este bautismo se revela en primer lugar su vocación, ¿cuál es su vocación? El ser Hijo, “Este es mi Hijo muy amado”. Cuando Jesús se bautiza, el Padre revela quién es, cuando Jesús se bautiza, de una manera nueva y distinta se le dice a Él también quién es y puede descubrir desde una manera fuerte este vinculo que tiene con Dios. No tenemos noticias de estos primeros 30 años de Jesús, prácticamente no sabemos nada de toda su vida en Nazareth, Jesús fue creciendo en este vinculo, y seguramente esto que le dice el Padre, lo reafirma en lo que Él fue redescubriendo: “Tu eres mi Hijo”, y quiere que descubra en esa afiliación, en ese ‘ser hijo’ cuánto lo quiere y cuánto lo ama y cómo tiene un amor de predilección por Él: “en quien pongo toda mi predilección”, a lo que podríamos traducirlo también ‘en quien pongo toda mi confianza’. Jesús, a partir del bautismo, empieza a vivir de una manera más fuerte este descubrirse Hijo de este Padre, y empieza a vivir este ‘ser Hijo’, y todo lo que va a hacer es por cumplir la voluntad del Padre, de acá hasta el final de su vida
En segundo lugar se revela su misión, y su misión es la de ser hermano, la de encontrase con alguno de nosotros. Al participar Jesús de este bautismo, abre este bautismo para todos nosotros, y no solo Él recibe el ‘ser Hijo’ si no que en Jesús todos pasamos a ser Hijos, a vivir esta hermandad que Jesús nos regala, todos podemos participar de este mismo Padre
, todos podemos descubrirlo, y por eso todo el camino de Jesús será ir ganando hermanos para Dios, ir acercándose a cada uno de sus hermanos y que cada uno descubra esta cercanía que Jesús quiere tener con cada uno de ellos, esa cercanía que Jesús quiere tener con cada uno de nosotros. Estos 3 años que Jesús va a empezar a vivir y que son los que nosotros conocemos, son los que tiene que llevar adelante esto: aprender a ser Hijo y vivirlo, aprender a ser hermano y vivirlo.

También nosotros tenemos este regalo en el Bautismo. Cuando cada uno de nosotros fue bautizado, gracias a Jesús podríamos decir que se escucho lo mismo: “Tu eres mi Hijo muy amado, en quien pongo toda mi confianza”, y cada uno de nosotros pasó a ser Hijo y a ser Hija, y cada uno de nosotros paso a vivir también esa hermandad.
Hace varios años cuando yo era seminarista, estaba participando en una misa con un sacerdote que no conocía, lo vi. una sola vez y era de otra diócesis, y empezó la homilía diciendo esto: “Ustedes cantaron como canción de entrada ‘junto como hermanos’, yo les digo que no digan mentiras”, entonces les preguntó: “¿Qué significa ser hermano? Aprendan a vivir eso, aprendan a vivir como comunidad ese regalo que Jesús les hizo”. Y creo que más allá de la ironía, esconde una gran verdad. En el bautismo todos recibimos una semilla, un regalo que Dios nos hace. En primer lugar, el descubrirlo como Padre. En segundo lugar, el descubrir esa familia de hermanos que nos da, muchas veces difícil, muchas veces compleja como es cada una de nuestras familias. Sin embargo ese regalo lo tenemos que aprender a vivir: a lo largo de nuestra vida ‘el vivir ser cristiano’ significa el vivir ser Hijos, y el vivir ser hermanos. Y ese es el camino que nos invita a realizar a cada uno de nosotros, y por eso todo lo que hagamos es para cumplir esta misión y para vivir esta vocación, para descubrir a este Dios que como Padre, nos ama y nos quiere, quiere guiarnos, esta cerca de nosotros, y para que día a día podamos acercarnos a cada uno de los que pone en nuestro camino, para que podamos vivir como familia eso que Dios nos regalo. A veces saldrá mas naturalmente, a veces nos costará un poco más, a veces será difícil. Sin embargo ese es el camino que vivió Jesús, y ese es el camino que nos invita vivir a cada uno de nosotros.

Pedro en su discurso en el libro de los Hechos de los Apóstoles dice una frase que es muy difícil de vivir: “Dios no hace acepción de personas”. Para Dios todos son iguales, y por eso todos tienen la misma oportunidad frente a Él. Podríamos decir que si Dios no hace acepción de personas, nos invita a vivir a nosotros lo mismo, a descubrirnos todos como parte de esta familia, y a intentar caminar juntos viviendo lo que Dios nos regaló, ese gran regalo que Jesús nos hizo, ese gran regalo que se bautizó, ese gran regalo por el que va a dar la vida.

Pidámosle entonces hoy a Jesús, aquel que en su vida fue viviendo este ser Hijo y ser hermano, que también nosotros en el caminar de nuestra vida podamos aprender a ser Hijos, podamos aprender a ser Hermanos.



Primera Lectura: Isaias 42, 1-4. 6-7
Salmo: 28, 1a. 2-3.ac. 4.3b. 9c-10
Segunda Lectura: Hechos 10, 34-38
Evangelio: Mateo 3, 13-17

La Sagrada Familia

Los que somos un poco más grandes hemos pasado nuestra infancia (algunos un poquito más que la infancia) mirando una serie de televisión que era uno de los clásicos que había en la época que era “La familia Ingalls”, en la cual todo se centraba en la vida de esta familia y una de las cosas más fuertes que pasaba en la serie es que todos juntos buscaban peleándola desde lo difícil de todos los días, salir adelante, y una de las cosas que llamaba la atención era cómo todos intentaban hacer las cosas bien, es mas, era tradicional que cuando uno veía una familia que era muy buena, le decían “parece la familia Ingalls” porque hacían todo bien. El tiempo fue pasando, esa serie fue pasando de moda, y después apareció otra serie que estaba centrada en la familia, yo me la perdí un poco porque estaba en el seminario, que era “Los Simpsons”, que los más chicos la han visto y también los que no son tan chicos, que también se centraba en una familia pero con características totalmente diferentes, pero con una característica en común: que era una familia que siempre permanecía unida, mas allá de las dificultades y de los problemas siempre estaban juntos, pero en vez de resaltar las virtudes como hacia la otra serie, esta resaltaba los defectos, aquellas cosas que más les costaba a cada uno y casi las llevaba al extremo. Ambas series muy exitosas ponían de manifiesto y en el centro lo importante de la familia, y tal vez una de las claves que tuvieron ambas series es que la familia permanecía unida; no es que veíamos las aventuras de Bart (Los Simpsons) o Laura (La Familia Ingalls) sino que en general se veía la vida de cada una de las familias, mas allá del matiz que se le pusiera en un momento.

Y creo que uno de los éxitos o una de las razones de por qué tuvieron muchos éxito es que refleja el deseo que todos nosotros tenemos en el corazón, que es poder crecer en familia, poder vivir en familia, todos descubrimos lo lindo y grandioso que es esto pero también lo que se nos dificulta en el día a día el poder crecer en familia. En primer lugar en la familia que todos nosotros no hemos elegido, si no que Dios nos ha regalado como don, ese don que Dios y que nuestros padres nos han dado que es el nacer en una familia, el ser cuidados y educados y crecer ahí. Y todos tenemos imágenes muy lindas seguramente en el corazón guardadas, pero también tenemos algunos momentos más duros y difíciles que hemos pasado. Pero no solo en la familia que a uno le toco, si no que también en la familia que uno mas adelante constituyó, en la familia que ya uno más adelante eligió, y en la cual seguro todos guardamos momentos muy lindos, pasados por el corazón, pero también tenemos momentos muy difíciles, duros. Sin embargo creo que esto es parte de cada una de las dimensiones que vivimos en nuestra vida, el aprender a descubrir que en el camino no siempre se esta igual, que hay momentos mas lindos, mas placenteros, y momentos donde uno tiene que pelearla o lucharla más, y creo que en una dimensión más grande hoy en día. En primer lugar por la gran libertad que hay, uno puede así como unirse, disolver una familia cuando las cosas no van bien mucho más simple de lo que hacia antes, pero al mismo tiempo por lo complejo que es nuestra sociedad hoy y lo que ha cambiado. En primer lugar los roles, tanto del varón como de la mujer en cada una de las familias. En segundo lugar la educación tan distinta que es hoy, la dificultad que se encuentra en educar, todos los que son padres y docentes lo verán. En tercer lugar lo rápido que van cambiando las generaciones, cada vez más rápido, ahora a veces los hermanos mayores se quejan de los hermanos más chicos porque son totalmente diferentes a ellos, ya casi ni en los hermanos se vive lo mismo y esto hace que el mundo sea mucho más complejo, que la relación de filiación, de paternidad o de maternidad también se haga mucho más compleja. También la exigencia que nuestra sociedad hoy implica, muchas veces teniendo que trabajar no solo los padres, si no también los hijos cuando van creciendo, el poco tiempo que se tiene, el cansancio que uno lleva, y así podríamos ir nombrando un montón de cosas que atentan contra la familia. Sin embargo a pesar de ello, creo que todos descubrimos el deseo profundo que tenemos de poder crecer en familia, y lo que nos cuesta y nos duele cuando no lo podemos hacer. ¿Cuántas veces nos cuesta cuando no podemos vivir en casa lo que vivimos muchas veces afuera? ¿Cuántas veces nos preguntamos por qué yo afuera soy así y en mi casa no puedo vivir esto que me gustaría, que deseo, que quiero con todo el corazón? Y creo que más allá de la dificultad, eso nos muestra cuál es el camino de aquello que queremos y buscamos, y por eso tenemos que animarnos a luchar y a crecer en ese desafío, en ese desafío en el cual quiso crecer y luchar también Jesús.

Hemos celebrado ayer la navidad, hemos celebrado que Dios decide hacerse hombre, hemos celebrado que Jesús quiere hacer experiencia de lo que significa ser un ser humano y que para eso quiere nacer en una familia, y quiere saber lo que significa tener que ser cuidado, querido, amado, protegido por una familia. Jesús hace experiencia de lo que significa ser frágil, y de lo que significa tener necesidad de los demás. Nosotros a veces tenemos naturalmente como una idealización, como que a nosotros nos queda la imagen de Jesús, José y Maria: ‘La Sagrada Familia’, como en las estampitas, como que todo estuviera bien. O como Jesús a pesar de verlo como un bebé en un pesebre, ya pudiera hacerlo todo solo, desde comer, cuidarse, cambiarse, y perdemos esa humanidad de ese niño que elige ser uno como nosotros y que elige necesitar de los demás. Jesús antes de que nosotros descubriéramos la necesidad que tenemos de Él, pasa y hace esa experiencia, hace la experiencia de lo que significa ser un niño y necesitar de sus padres, de estar totalmente desprotegido en este mundo y de crecer, de madurar en una familia. Esa es la experiencia que hacen José, María y Jesús, y que ya tiene problemas desde el comienzo, no solo cuando tienen que ir a Belén, cuando tienen que ir a Egipto, cuando tienen que emigrar de su país, algo tal vez más común hoy pero no tanto de esa época. Hace experiencia de aquello que significa tener que crecer en otro lugar, pero por querer priorizar aquello que más quiero en el corazón que es su familia, y José va caminando y va buscando la forma de cuidar a su familia y de crecer en la fe. Nos dice el Evangelio cómo Dios los iba guiando, cómo Dios los iba acompañando, y van a ir creciendo y madurando en ese ambiente. No sabemos mucho de la infancia de Jesús, y no lo sabemos porque tal vez podemos imaginarnos: como la infancia de nosotros, fue creciendo y madurando en una familia. Y en ese crecer y madurar también nosotros vamos haciendo experiencia de lo que significa ir caminando en familia.

La Iglesia dice en el Concilio Vaticano II que ‘la familia es la primer Iglesia domestica’, el primer lugar donde hacemos esa experiencia de Dios, y al hacer experiencia de familia vamos a hacer experiencia de lo que significa crecer en comunidad, y también las dificultades que eso tiene, dificultades de toda la vida.
La Primera Lectura, el eclesiástico dice: “Honren a su padre y a su madre. Respeten a sus hijos”, busca que también crezcan en esa dificultad que se tenían.
Pablo en su carta a los cristianos de Colosas les dice en todos sus vínculos, marido y mujer, padre e hijo, ‘aprendan a crecer en el amor’, como nos invita Jesús, y tal vez con una palabra clave de la que alguna vez hablamos, “sopórtense por amor”, y que uno dice cómo soportarse por amor, y que muchas veces significa el amor tener que soportar al otro. El amor como hablamos no es que siempre todo este bien, sino animarnos a vivir y crecer en los conflictos. Tal vez uno de los problemas más grandes es la poca tolerancia que tenemos hoy al conflicto y al animar a tener que transitarlo, vivirlo para poder crecer. Y el amor significa muchas veces soportar, muchas veces perdonar, y Pablo dice esto porque él hizo experiencia propia de esto, él hizo experiencia de lo que significa ser perdonado por Jesús, hizo experiencia de lo que significa ser perdonado por una familia. Pablo tuvo que ser perdonado por aquellos mismos que él mataba. Recordaran que cuando Ananías se le pide que lo vaya a bautizar, se le dice “No, Jesús pedime lo que quieras pero esto no. Este hombre nos persigue, nos mata”. Pablo seguramente con dolor, hizo experiencia de tener que crecer con aquellos a los cuales él dañó, hizo la experiencia de lo que significa ser perdonado en lo profundo del corazón, y cuando nos dice “perdónense mutuamente cada vez que uno tenga razones contra el otro” es porque él lo vivió primero, y él descubre lo grandioso que es crecer en familia cuando uno recibió el perdón, y como se puede caminar y madurar de una manera nueva.

Por último algo que siempre nos cuesta a todos, el eclesiástico nos invita a ‘honrar a nuestro padre y a nuestra madre’, esto que seguramente hizo Jesús en nuestra vida, esto que seguramente a todos nos cuesta, no solamente cuando somos chicos, jóvenes, si no cuando también nuestros padres van creciendo, y fíjense lo importante que es esto que el eclesiástico nos dice que ‘aquel que honre a su padre y a su madre se le perdonaran los pecados’. Muchas veces me preguntan como sacerdote si solamente en al confesión sacerdotal se perdonan los pecados, y acá tienen un ejemplo, se los dice la Biblia: “aquel que honre a su padre y a su madre, le serán perdonados los pecados”, la Biblia hace sacramento de honrar a aquellos que nos dieron vida, la Biblia hace sacramento de honrar aquellos que nos hicieron este regalo, tan sacramento que llega perdonar los pecados, lo mismo que hace Jesús, lo mismo que vivió Jesús con María y con José.

Pidámosle entonces hoy a Jesús que también nosotros podamos valorar ese regalo de las familias que se nos dieron, que hemos elegido, podamos cuidarlas, ayudarlas a crecer, madurar en ellas y vivir la alegría de lo que Dios nos ha dado.



Primera Lectura: Eclesiastico 3, 3-7. 14-17
Salmo: 127, 1-5
Segunda Lectura: 3, 12-21
Evangelio: Mateo 2, 13-15. 19-23

Navidad: Misa de la Aurora

Hay una canción que sale de un dicho que cuenta que cuando un silencio aparecía entre dos, era que pasaba un ángel que les robaba la voz, o dicho mas popularmente, cuando hay un silencio que mas nos incomoda se dice “Paso un ángel”, casi como que nos incomoda, no nos gusta, nos cuesta estar muchas veces en silencio, sentimos que siempre tenemos que llenar todo con palabras: “Dale contame algo”, “No voy a decir nada”, “No se que más decirte”, podríamos pensar un montón de frases que tienen que ver con eso. Podríamos tal vez preguntarnos cuánto nos gusta o cuánto nos bancamos el silencio entre nosotros, porque la primera pregunta es ¿el silencio es un problema que hay que llenarlo, o es que en el silencio aprendo a escuchar mejor, o es que en el silencio aprendo a escuchar de una manera nueva, distinta, algo que tal vez de otra manera no puedo escuchar? Porque el Evangelio de hoy nos dice que en medio de la noche, podríamos decir tal vez en medio del silencio, hay un ángel o dos ángeles hablando, y tal vez hablaron a los únicos que le abrieron el corazón para escuchar.

Hoy escuchábamos en el encuentro de oración de esta noche, que tan lindo nos prepararon los chicos, cómo los ángeles se aparecen a aquellos que eran como ‘los mas despreciados’ de la sociedad, a aquellos que eran tal vez de la sociedad mas baja, a aquellos que eran más dejados de lado, ¿y por qué se les apareció a ellos? ¿por qué fueron ellos los que los escucharon, los que les abrieron el corazón de una manera distinta? Podríamos pensar tal vez que los ángeles se hagan presentes acá y nos vengan a anunciar a nosotros esto, o tal vez llamar a una conferencia de prensa y se llenara de periodistas para que les hagan preguntas y dijeran entonces: “Va a nacer un salvador, va a venir alguien que va a cambiar las cosas”. ¿Y qué preguntas le harían los periodistas? ¿Y qué preguntas le haríamos nosotros? “Que bueno, va a venir un salvador, es decir va a acabar con el hambre, vamos a tener todos para comer”, y el ángel va a decir: “No, no, tal vez va a multiplicar los panes y los peces, pero todos no vamos a comer, el hambre no se va a acabar”, “Bueno entonces como viene el salvador se van a acabar las guerras, va a haber paz, ya no va a pasar nada”, y el ángel va a decir: “Va a traer un poco de paz, pero tan así no puede ser, no es que no va a haber más guerras, no nos vamos a dejar de pelear con nuestra mama, nuestro papa, nuestro hermano, nuestro amigo, o vinculo que fuere, eso tampoco va a pasar”, “Bueno y entonces los gobernantes se van a portar bien, van a gobernar de otra manera, vamos a estar todos mejor económicamente”, y el ángel va a decir: “No, no, para eso tampoco viene”, “No nos vamos a llevar más materias”(dicen los más chicos), y el ángel va a decir: “No, para eso tampoco viene, van a tener que ponerle garra”. Y tal vez de a poquito los periodistas se van a ir yendo, porque la preguntas que ellos esperan que Jesús o este niño responda, no van a ocurrir. Y tal vez vayan quedando pocos, y tal vez esos pocos que queden sean como los pastores que no están esperando nada de eso, y que en cambio le pregunten qué es lo que va a pasar, quién es el que va a venir. Y el ángel les diga ‘un niño’, algo tan simple, tan frágil como un niño.
A los pastores no se les dijo nada raro, ellos se alegraron y fueron, fueron a Belén a ver a este niño, tal vez porque descubrieron que lo grandioso de Dios era que se hacia uno como ellos, alguien pequeño, alguien frágil, alguien sencillo, alguien humilde, alguien que pasaba casi desapercibido. Eso es lo que tal vez ellos descubrieron porque hicieron silencio, porque supieron escuchar tal vez en un lugar recóndito del corazón, porque supieron entender aquello que desde la sencillez, desde lo pequeño, desde lo humilde se les hablaba: que Dios iba a hacerse pequeño para dar vida. ¿Pero acaso era porque Dios quería ser mezquino, porque Dios quería darnos poco, o era que tal vez teníamos que aprender a mirar de una manera nueva? Porque creo que en realidad cuando Dios nos da a Jesús, nos dice: “Yo les doy todo, lo mas valioso que tengo se los doy a ustedes”. Curioso porque todos nosotros creemos que necesitamos un montón de cosas para vivir, y quizás hay un montón de cosas que no tenemos, la vida entonces pierde valor, no tiene sentido. Sin embargo hay momentos de lucidez que descubrimos que con poco, mucho se hace, que con poco podemos ser felices, con pequeñas cosas se alegra la vida y el corazón. Tal vez los que son un poquito mas grandes, que tal vez alguno ha sido padre, o los que han vivido la alegría de tener un niño en su casa, un hermanito, un primito, un sobrinito, dice: “Esto es lo que vale la pena, esto es lo que me alegra el corazón”, y uno descubre que todo lo demás pasa a ser secundario, como que me olvido de lo otro y esto pasa a ser el centro de mi vida. Y eso es lo que nos dice Dios: “Yo les regalo lo que es el centro de mi vida. Yo les doy lo mas valioso que tengo y lo pongo en sus manos. Este es mi Hijo y es para ustedes”.

Y como escuchábamos en el video, cuando queremos que Dios hable todo, parece que Dios se calla y nos da un niño que no puede hablar. Cuando queremos que Dios nos muestre los caminos, parece que los caminos se acaban porque ese niño no puede caminar. Cuando queremos que todo cambie, parece que nada cambia porque ese niño por lo menos por mucho tiempo las cosas no las va a poder cambiar. Cuando queremos que alguien nos ame, nos quiera, al contrario a ese niño hay que estarle encima, cuidarlo, amarlo, mostrarle todo, tal vez porque Dios quiere mostrar como todos necesitamos de los demás, como el mismo Dios necesita de nosotros. Y tal vez en esta Navidad lo que nos quiere mostrar es cuánto vale la vida de cada uno de nosotros.

El regalo de esta Navidad no es solo la vida de Jesús, supongo que todos recibieron regalos esta noche. Es curioso porque el día del cumpleaños en realidad el que recibe regalos es uno, o tal vez hay una familia media rara y le regala a todos, pero en general uno solo recibe regalos, y en la Navidad todos recibimos regalos, y tal vez lo que nos quiera mostrar es que en la Navidad el gran regalo de Jesús es descubrir que la vida de cada uno de nosotros es un regalo. Que el gran regalo que Dios tiene para nosotros ya lo hizo que es darnos la vida, y no solo nuestra vida, si no la vida de los demás, la vida de los que tenemos al lado. Por eso hoy pusimos esta misa en el medio, por eso alguna manera durante el encuentro y ahora quisimos ponernos mas o menos en una ronda, para mirarnos las caras, para descubrir cuánto vale la vida de cada uno de nosotros.

Dejando de lado a veces muchas cosas que nos tapan lo que verdaderamente vale, descubrimos lo que le da sentido a nuestras vidas. Y lo que le da sentido a nuestras vidas es la vida de los demás, lo más profundo que Dios nos dio.

Eso es lo que nos invita Jesús en esta Navidad, hoy Jesús nos invita a volver al pesebre, volver a lo simple y a lo sencillo, a volver a lo grandioso de la vida. Eso es lo que quisimos hacer esta noche , muchos rezando, tal vez otros repartiendo panes dulces o acompañando a la gente que estaba solo, ir a lo sencillo, a encontrarnos, a estar juntos, a descubrir el valor de la vida, del que tengo al lado.
Eso es lo que quiere hacer Jesús, para eso viene, para descubrir lo valioso que en lo pequeño se va a gestar.

Pidámosle entonces en esta noche, en esta ya madrugada, a los pastores, aquellos que escuchando el anuncio del ángel descubrieron que ese niño era el que valía, que también nosotros escuchando esos ángeles que resuenan y hablan en nuestro corazón, descubramos cuánto vale nuestra vida, cuánto vale la vida de los demás, cuánto vale la vida de Jesús en esta noche.



Primera Lectura: Isaias 62, 11-12
Salmo: 96, 1.6.11-12
Segunda Lectura: Tito 3, 4-7
Evangelio: Lucas 2, 15-20