lunes, 28 de marzo de 2011

Homilia: "Si conocieras el don de Dios" Domingo III de Cuaresma


Hace unos años salió una mini serie llamada “The Pacific” que produjo Tom Hanks en la que muestra como en la Segunda Guerra Mundial cuando Japón va avanzando, Estados Unidos busca después de Pearl Harbor que no llegue hasta Australia, es decir cómo frenar la avanzada de Japón. Esto comienza en un estrecho que se llama Guadalcanal donde después de una freída batalla entablada allí, John Basilone es condecorado pro su trabajo por lo aguerrido que ha sido en esa batalla, y después de la condecoración máxima que eran los militares en Estados Unidos (una especie de marketing) lo mandan a Estados Unidos a que promocione la guerra, a que él que ha tomado tanta fama consiga que la gente apoye desde el corazón y también desde la parte económica lo caro que es una guerra. Y así comienza toda esta vida que este hombre no entendía, no estaba preparado para la guerra teniendo que ir de un lugar al otro, creciendo en la fama, apareciendo historietas de él y tuvo una vida mucho más frívola que lo confunde mucho a John. Hasta que en un momento él se cansa de esto y pide volver a lo que él sabe, que aunque sea lo dejen ir a enseñar, que lo manden como marino a enseñar a donde iban formando a los marines que iban hacía la guerra que fueron 2 o 3 años. Y ahí cuando el está enseñando, como sucede muchas veces se enamora en un primer encuentro que tiene de una mujer, Elena, que estaba trabajando ahí como sargento en la parte de cocina. Intenta acercarse a ella y tal vez como dicen los chicos ‘la tuvo que trabajar mucho’, no le fue fácil porque estaba chica no le prestaba atención, no le interesaba nada porque él era muy frívolo, hasta que empieza a ganarse su confianza, empieza a crecer esta vida sentimental, esta relación entre ellos y él decide volver a la guerra porque sino lo daban de baja, y también como sucede muchas veces deciden casarse antes de que él parta nuevamente para esa zona de las islas en el Pacifico. Se casan y cuando están compartiendo su luna de miel, Elena lo mira a John y le dice: “Pensar que hace poco me levante, ya tenía 30 años, estaba satisfecha, contenta con mi vida, pensaba vivir así hasta que un día apareciste vos en el comedor y todo cambió de una día para otro”. Pensaba entonces cómo nos pasa a nosotros esto, ¿cuántas veces estamos satisfechos con nuestra vida? No es que tenemos todo lo que queremos o que hemos ido en búsqueda de aquello que nuestro corazón desea, pero es como que ‘nos contentamos’, tal vez por miedo a defraudarnos, tal vez por miedo a frústranos, a fracasar el día de mañana, tal vez porque prefiero quedarme en eso que estoy cómodo y satisfecho, aunque no sea lo que me pide lo profundo de mi corazón, y si bien a veces lo escuchamos lo vamos como tapando, lo vamos dejando ahí y vamos como tapando el pozo de nuestros deseos, viviendo una vida a veces ‘normal’, linda pero mucho menos de lo que hemos estado llamados. Y necesitamos siempre aquel encuentro que cambia nuestra vida, en este caso en Elena y John fue ese encuentro en el comedor por mas que, como les dije él la tuvo que pelear, pero también nosotros podríamos pensar aquel encuentro que cambió nuestra vida, aquel encuentro en que nos enamoramos, que uno se miró de manera diferente, que se enamoro y que comenzó de nuevo… Una de las cosas que me gusta preguntarles a los que se van a casar es cómo se conocieron, y siempre se acuerdan, y tal vez si nos preguntaran “cómo conocieron a tal persona” no lo recordáramos, pero si es “cómo conociste a tu novio/a” uno se acuerda porque ahí comenzó la historia, o una madre/padre cuando ven por primera vez a un hijo/a que nace y que lo guarda para siempre en el corazón, o cuando un hijo/a o un padre, alguien que se haya tenido que ir de viaje mucho tiempo o por alguna razón ha estado ausente y uno vive la alegría de ese encuentro y el poder estar con el otro que desea, y así podríamos pensar un montón de momentos de encuentros profundos que cambian nuestra vida, y lo cambian de tal manera que no podemos vivir de la misma manera que antes, somos como lanzados a una dimensión diferentes, somos lanzados a un estilo y a un modo de vida distinto, que volver para atrás ya no lo queremos ni lo deseamos. Y también podríamos pensar en nuestra fe, ¿cuándo fue la vez que nos sentimos mirados pro Jesús de una manera tan nueva y tan distinta que nuestra relación con Él cambió, que nuestra vida de fe cambió? Podríamos narrar tal vez como narra Juan: ¿cuál fue ese encuentro? ¿qué fue lo que escuchamos en nuestro corazón? ¿qué fue lo que Jesús nos dijo y hacia dónde nos envió? Esto es lo que escuchamos hoy en este encuentro de Jesús con una samaritana. El relato más largo que tenemos en el Evangelio de un encuentro de Jesús con alguien: todo el cuarto capitulo de Juan. Es tan profundo este encuentro personal que Jesús tiene que nos quedan hasta los diálogos, nos quedo narrado, y esto que comienza como un choque casual con una mujer que tal vez esta satisfecha con su vida pero que no esta del todo contenta (esta con un hombre, puede haber tenido antes 5 maridos, tiene que ir todos los días a sacar agua y esta cansada, todos los días tiene que ir a hacerlo, esta insatisfecha) y entonces se encuentra con Jesús. Ahora fíjense, Jesús no le dice “tenes que cambiar”, comienza dialogando desde la situación de esta mujer, comienza de lo cotidiano que vivía todos los días: Jesús se acerco a un lugar a donde esa mujer por lo menos una vez por día iba, sino mas, a sacar lo que se necesita para vivir: agua, y desde ahí comienza ese dialogo. ¿Por qué digo esto? Porque muchas veces cada uno de nosotros esta esperando que haya un encuentro extraordinario con Jesús que es buenísimo cuando sucede, ojala que en algún momento suceda pero como dice la palabra es ‘extraordinario’, no algo de todos los días y si solamente estamos esperando esos momentos extraordinarios, en cualquier vinculo podríamos pensarlo no solo con Jesús, nos perdemos la presencia de Jesús en lo cotidiano de cada día. Fíjense, si esta mujer no hubiera descubierto a Jesús en eso que hacia todos los días se perdía de este encuentro pero empezó a dialogar hasta tal vez sin darse cuenta con Jesús, comenzando por ese “Dame algo de beber” y llevándole a que Jesús le muestre que había algo más profundo que buscaba su corazón. La mujer comenzó diciéndole: “No tienes ni siquiera un balde para traerme o darme algo de agua” y termino diciéndole: “Tú eres el Mesías” y anunciándolo a la gente, y Jesús de a poquito, dialogando la fue llevando a eso extraordinario, la fue llevando a eso que desborda y cambia muchas veces nuestra vida y nuestros corazones. Y esto es algo que Jesús hace siempre, si uno se anima a encontrarse con Jesús, si uno se anima a entrar en dialogo con Él, Jesús siempre desborda nuestras expectativas. Podríamos pensar un montón de textos: ¿acaso en las bodas de Canaan se necesitaba un montón de vino? Esta bien faltaba vino, es importante para la fiesta, ¿pero tantos litros de vino se necesitaban? Y Jesús desborda… el paralítico se acerca a Jesús porque quiere que lo cure, y Jesús lo cura, le perdona los pecados, lo invita a vivir una fe nueva… los discípulos le dicen: “No pescamos nada” y con unos peces les bastaban, pero las redes se rompían, tuvieron que llamar a otras barcas, decir “ayúdennos”… Saqueo solo quería mirarlo a Jesús, se sube a un árbol, y recibe mucho más, Jesús le dice que baje, va a su casa, y Saqueo se convierte… Cuando uno se anima verdaderamente a encontrarse con Jesús, Él siempre desborda, da de más, no alcanza nuestra vida, nuestro corazón, nuestro propio recipiente de barro para contener todo lo que es Jesús. Cunado nos animamos a salir de nuestras seguridades, de aquello que nos mantenemos firmes y nos animamos a más, Jesús siempre desborda. Ese es el camino de la Cuaresma, el camino de la Cuaresma es animarnos a dejar atrás aquello que nos ata para que Jesús en la Pascua desborde. Anímanos a dejar atrás aquello que nos hace felices para que Jesús nos haga realmente felices. A dejarnos atrás todo aquello que nos hace esclavos para que verdaderamente Jesús nos haga libres. Esto es lo que busca Jesús de nosotros. Como hablábamos el Domingo pasado es qué es lo que hago mal y puedo cambiar, pero eso es algo pequeño, Jesús quiere mucho más para nosotros, y Jesús nos invita a que abramos el corazón para descubrir eso. Muchas veces tenemos como ‘miedo’ a ser felices, miedo a tener esperanza, miedo a decir “necesitamos y merecemos algo más”. Hoy Pablo en la Segunda Lectura dice como dice el cartel: “Si confiamos en lo que nos dice Jesús, la esperanza no será defraudada”, no solo no será defraudada, va a desbordar, nos va a sobrar, vamos a tener que llamar a los demás para que ‘junten peces’, para que ‘tomen vino’, para que descubran todo lo que hemos vivido. Vamos a tener que hacer como esa mujer que no le alcanza con saber de esto, si no que tiene que ir y anunciar y a los demás, pero para eso tenemos que animarnos a abrir el corazón en nuestra vida y en nuestra fe, animarnos a qué mas nos viñita como proyecto de vida Jesús, animarnos a descubrir qué mas como proyecto de fe nos invita Jesús. Y ese camino siempre es el de abrirnos a los demás, el de descubrir que siempre podemos caminar con otros, el de no conformarnos con poco, no en “con esto saco con mi relación con Jesús” sino en cómo puedo profundizar en Él, cómo me puedo encontrar más con Él, cómo puedo ser más feliz en este camino con Jesús y con los demás. Hoy Jesús nos dice como a la samaritana “Si conocieras el don de Dios sabrías que vos querrías mucho más”. Hoy nos dice a nosotros: “Si conocieras el don de Dios vos también querrías mucho más". Abramos entonces el corazón a este Jesús que viene, para poder descubrir este don de Dios, para conocerlo, y también para pedirle nosotros a Jesús que Él nos de de beber de esa agua que tiene para todos.







lunes, 21 de marzo de 2011

Homilia: "La transfiguración de Jesús" Domingo II de Cuaresma

En la ultima película de “Robin Hood.” el pueblo se va dividiendo y llega a su tirantes entre los nobles y el rey a su máxima expresión, justo cuando los franceses están desembarcando para invadir Inglaterra. Y allí cuando en Barnsdale los nobles están reunidos para ver que hacen con su rey, este de pronto se desaparece y como los nobles están enojados, él les ofrece la espada para que le quiten la vida, les ofrece su corona si quieren ser rey, les dice que les da su reino. Sin embargo los nobles le dicen que no es eso lo que quieren, que no les toca a ellos gobernar, si no que le toca a él, pero lo que piden es algo distinto. Y el rey como todo rey lo que les exige es lealtad, les dice que sin lealtad un reino no se puede construir, así que les pide que vuelvan a ser leales. Esto no tiene arreglo, se siguen peleando entre ellos y en ese momento aparece el personaje de Robin Hood y comienza él a hablar, y le pide al rey que recapacite, le dice que “un reino solo puede ser construido desde cimientos sólidos, y que el pueblo ha llegado a tener una esclavitud tan grande que así no se puede construir un reino y que de esa manera, un reino construido desde la tiranía solo lleva a al fracaso”. Entonces el rey le pregunta: “¿Qué es lo que pides?”, y él le pide que “esa roca sólida sea justamente darle un poco de poder a todos, y que ese poder los lleve a poder vivir en libertad”. El rey le vuelve a preguntar: “¿Qué es lo que quieren de mi?” y ellos le dicen “libertad para todos”. Es decir, para caminar con él, para pelear por él y por el reino le piden un nuevo orden de cosas, ya no alcanza con el anterior llevado al extremo si no que hay que aprender a vivir de una manera nueva, y recién cuando el rey les promete que al final del camino si pelean con él les va a dar libertad, ellos vuelven a caminar con él cuando descubren que en su corazón hay algo nuevo, ellos ahí si están dispuestos a dejarlo todo…

Un ‘dejarlo todo’ que todos tenemos experiencia, cuesta mucho en la vida, cambiar cuesta mucho en la vida, ¿a quién no le cuesta cambiar cuando descubre que hay algo que está aún haciendo mal? No digo que es opinable, si no cuando las cosas son claras que tienen que tomar otro rumbo… ¿A quién no le cuesta (y no solo a los más grandes) adaptarse muchas veces a los nuevos tiempos, a las nuevas formas, a los nuevos hábitos? Sin embargo tenemos que aprender todos, desde los más grandes hasta lo más chicos, a tener esa elasticidad para poder construir algo nuevo. Y una apertura de corazón…

Hoy escuchamos como en la Primera Lectura se le pide a Moisés que deje su tierra, “Sal de tu tierra” le dice Dios. Yo pensaba: imaginémonos que Dios se nos aparece a nosotros, además del susto que nos podemos llegar a pegar si se nos aparece, tendríamos muchas cosas para decirle, para preguntarle, y si nos dice “deja todo y anda para allá” y por lo menos nos pondríamos en duda: “dame alguna certeza, alguna seguridad”. Sin embargo en esta lectura escuchamos que Abraham frente a este pedido de Dios deja todo, confía, comienza poniendo un cimiento solidó: “Yo voy a confiar en vos” y desde ahí empieza a construir esta historia nueva entre el pueblo de Israel y Dios, esta alianza nueva a la que Dios invita.
Como les decía antes, a nosotros también muchas veces se nos piden estos cambios, no solamente que dejemos nuestra tierra pero descubrimos que nos cuesta. Y esto no se le pidió solamente a Abraham, en el Evangelio tenemos nombrados a Pedro, Santiago y Juan. ¿Cómo comienza la historia de Pedro, Santiago y Juan? Con Jesús: “Síganme”, y el Evangelio dice: “Tirando las redes, dejaron todo y lo siguieron”. La invitación de Dios es a algo tan nuevo, la invitación de Jesús es a algo tan distinto de lo que vivían antes que tienen que empezar de nuevo, tienen que dejar sus antiguas seguridades, su antiguo modo de vida, aquellas cosas que los esclavizaban para vivir en una nueva libertad, que es la los invita Dios en otra tierra, que los invita Jesús en un nuevo modo de vida. Y a partir de ahí si empezar a caminar con ellos…

Nosotros estamos caminando en esta Cuaresma hacía la Pascua y muchas veces tenemos la sensación de que la Cuaresma es esto: repaso mi vida, miro qué cosas estoy haciendo bien, miro que cosas estoy haciendo mal y decimos que aquello es lo que tenemos que cambiar, que a duras penas a veces podemos cambiar un poquito de eso, pero pareciera que lo único que nos pide Dios en la Cuaresma es cambiar aquello que estamos haciendo mal. Obviamente que esta bueno intentar cambiar eso, pero Dios no pide eso nada mas. La Cuaresma se basa en perfeccionarse un poquito en lo que estamos haciendo si es que eso tiene alguna salida, porque creo que todos tenemos experiencia de lo que nos cuesta cuando queremos ser más perfectos, de cómo nos angustia, nos frustra, nos cansa, ¿o la Cuaresma nos esta pidiendo nacer a algo nuevo? O lo que nos esta diciendo Jesús es que vivir la Cuaresma significa sentir, existir, pensar de una manera nueva…
Muchas veces en nuestra vida con Jesús pensamos que con acomodar algunas fichas esta. Sin embargo vemos que Él siempre pide algo más y no porque sea exigente sino porque ese algo más es que vivamos justamente con una libertad distinta, con un modo de ser distinto, con una forma distinta. Y eso es lo que invita a sus discípulos, que sin embargo esto se les complica.
El Evangelio justo anterior a este que escuchábamos hoy es cuando Jesús anuncia por primera vez lo que tiene que hacer, que va a pasar por su pasión, que va a morir, que va a dar la vida. Y los discípulos no entienden, no comprenden esto y es por eso que les tiene que mostrar algo, les tiene que adelantar algo de lo que va a pasar y se los lleva caminando a Pedro, Santiago y Juan a un monte y ahí se transfigura, y ahí les muestra esta pequeña imagen de lo que es la gloria de Dios, y ahí les muestra lo que es justamente es el final del camino… Es tan difícil lo que les esta pidiendo que les tiene que adelantar algo. Cuando ellos ya no comprenden ni entienden, les dice: “Cuando ustedes no comprendan, ni entiendan, caminen hacia allá, vayan hacia ese lugar”. Y los discípulos van a tener que a partir de esto comprender de nuevo".
El domingo pasado hablábamos de cómo muchas veces pensamos que la tentación es justamente lo que hemos elegido, nuestra gran elección en vez de descubrir que muchas veces son problemas que aparecen en nuestro camino y que lo que tenemos que hacer es volver a apostar por lo que elegimos, y esto es lo que pasa en la Primera Lectura en el Evangelio: Abraham lo dejó todo, y sin embargo le apareció una tentación en el medio del camino, dudó y terminó teniendo un hijo con la esclava, y que eso no podía ser. Y ahí es cuando Dios le dijo: “Mira el final de nuevo, mira las estrellas: así va a ser tu descendencia”. Cuando Pedro, Santiago y Juan, en nombre de los discípulos, dudan, ya no entienden, tal vez están a punto de abandonarlo todo, Jesús les dice: “Vengan, esta es mi invitación, hacia esto los invito, pero tienen que vivir de una manera nueva, tienen que animarse a dejarlo todo”. Algo que a nosotros nos cuesta como decíamos antes, nos cuesta cambiar, nos cuesta abrirnos a nuevas cosas, nos cuesta descubrir algo diferente porque para nosotros es como que la Cuaresma se repite todos los años, y digo “este año me propongo…” y cuando termina la cuaresma me di cuenta de que no la pude vivir, “bueno, la vivo de nuevo el año que viene, total tengo otra chance, otra oportunidad”, casi nos viene como de memoria porque empezamos de nuevo al año siguiente: las tentaciones, la transfiguración… Y casi sabemos como sigue: la samaritana, el ciego de nacimiento, Lázaro, Domingo de Ramos, Pascua, comemos chocolates y empezamos de nuevo… Ahora, ¿es eso nada mas, o implica algo más profundo? ¿o implica que no es algo pequeño lo que me invita Jesús y por eso lo dejo pasar, sino a algo nuevo? A algo totalmente distinto, a que yo mire en lo profundo de mi corazón, bucee en él y camine de una manera nueva… El problema con los que no siguieron a Jesús en general fue porque no pudieron cambiar el corazón, porque quisieron acomodarlo: “mi vida con un poquito de esto da” y el problema es que Dios es mucho más grande que eso y que lo que tiene para nosotros es una libertad y un regalo mucho más grande, y por eso nos invita a algo nuevo.
Y nos invita a algo nuevo a cada uno de nosotros en cada uno de nuestros ámbitos. Podríamos pensar como Iglesia, ¿qué es lo nuevo que nos invita como Iglesia? Y seguramente bastará solo con mirar el Evangelio, ¿cómo podemos hacer una comunidad de puertas abiertas? ¿cómo podemos hacer una comunidad que viva el perdón, la misericordia, la reconciliación? ¿cómo podemos hacer una comunidad que integre a los demás, que se abra de nuevo? Lo que Jesús siempre pide es que cambiemos para abrir el corazón, y eso nos cuesta. O como hablamos hace poco, como país, como sociedad, ¿cómo podemos vivir algo nuevo? ¿cómo podemos aportar desde nosotros? ¿cómo podemos hacer nuevos vínculos? O en nuestras familias, ¿cómo podemos hacer que como familia crezcamos para estar más unidos? A ver, dejarlo todo no significa que me tengo que mudar, dejarlo todo no significa que tengo que dejar todo lo que tenía y empezar todo de nuevo, a veces tengo que dejar otras cosas atrás…

Y eso es lo que se nos esta pidiendo en esta Cuaresma: dejar atrás lo que nos esclaviza, dejar atrás esas falsas seguridades y abrirnos a algo nuevo, al nuevo desafío de la libertad que cuesta. Le costó a Abraham, le costó al pueblo de Israel, le costó a los discípulos, nos cuesta a todos, porque en el camino de la libertad muchas veces perdemos las seguridades y tenemos que aprender a confiar y para animarnos vivir algo nuevo también tenemos que animarnos a confiar: a confiar en nosotros, a confiar en Jesús, a confiar en los demás.

Pidámosle a Jesús, aquel Hijo amado que nos invita a que lo escuchemos, a que le abramos el corazón en este camino de la Cuaresma, y que pudiendo abrir el corazón escuchemos esa palabra que resuena, que habla profundo y que nos invita a vivir de una manera nueva.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Homilia: "Jesús fue guiado al desierto por el Espiritu" Domingo I de Cuaresma

Hace unos días, fiel a mi costumbre fui al cine a ver “El cisne negro” una de las películas nominadas para el oscar, y quédense tranquilos que voy a hablar de una imagen con la que empieza. En esa imagen Nina esta bailando en el papel protagónico de una obra muy conocida, “El lago de los cisnes” haciendo ese papel principal hasta que despierta, era todo un sueño, le cuenta este sueño a Erica su madre. Su madre con quien mantiene una relación especial, la hace volver un poco a la realidad y se va ese día a esa compañía de ballet. Cuando esta ensayando con el resto de sus compañeras llega Tomas Leroi, el jefe de ese ballet de Nueva York, y le dice que ha decidió reemplazar a Bet que era la protagonista que hacia justamente ese papel del cisne blanco y el cisne negro, y que para eso va a elegir a una de ellas. Esta chica Nina que había hecho todo su camino en el ballet, se empieza a llenar de ilusiones, de deseos, pero al mismo tiempo empiezan a aparecer los miedos frente a eso, frente a esa posible elección, frente a si iba a poder, y no solo los miedos, si no también las tentaciones que todo camino tiene, las tentaciones que aparecen aún en lo que uno quiere y elige y uno hizo en toda su propia vida, y va a tener que aprender a vivir y convivir con esto. Si la quieren ver la película es muy buena pero un poco dura.

Yo pensaba entonces cómo también nosotros en la vida hacemos elecciones profundas: los más grandes hemos elegido distintas vocaciones, distintos caminos, distintas personas con las que queremos compartir la vida. Sin embargo el haber hecho una opción profunda no significa que no aparecen problemas, que no aparecen dificultades, que no aparecen miedos, que no aparecen tentaciones en medio del camino, y aun en esas elecciones profundas de lo que uno quiere y elige. Y creo que el ejemplo más claro de esto es justamente este Evangelio y cómo comienza porque nosotros nos acordamos siempre de ‘las tentaciones de Jesús’ en los Evangelios. Sin embargo este Evangelio comienza diciendo: “Jesús fue guiado al desierto por el Espíritu”, no es que fue guiado por el demonio, si no justamente el que lo lleva al desierto es el Espíritu Santo, es decir que es parte de su camino y parte de lo que Dios quiere para Él y no que pase por una prueba sino que el desierto como lugar de encuentro con Dios, el desierto como lugar de soledad y de revelación de Dios en el corazón, y para poder Jesús vivir su vocación, caminar hacia donde vamos a celebrar, la Pascua, tiene que pasar por ese momento. Y en ese lugar, guiado por el Espíritu, conducido por Dios, Jesús va a ser tentado, es decir en lo profundo de su vocación Jesús va a recibir la tentación. ¿Y a qué voy con esto? Nosotros muchas veces descubrimos que en medio de las elecciones que hacemos tenemos un montón de tentaciones, tenemos un montón de problemas y dificultades, y a veces lo primero que nos viene a la cabeza que el problema es lo que elegimos, en vez de darnos cuenta que es parte del camino creemos que el problema esta en el comienzo, que es nuestra elección y por eso muchas veces tenemos muy poca tolerancia a aquello que elegimos, o de los problemas o de las dificultades, tendemos a abortar aquello que hemos descubierto, tendemos a dejar atrás aquello que habíamos encontrado cómo un deseo profundo del corazón en vez de aprender a discernir si esto es parte del camino, si esto no es una prueba, una dificultad, o un problema que me surge en aquello que yo realmente quiero.

Creo que el ejemplo de Jesús nos ayuda a mirar en nuestra vida que tenemos que aprender a ser fieles a todas esas elecciones que tenemos y que queremos, no porque queremos permanecer estoicos, firmes a aquello que elegimos sino porque solamente animándonos a pasar y a transitar aquel momento de tentación podremos encontrar verdaderamente aquello que nos hace felices. La única manera de que Jesús llegue a su Pascua es que pase por medio de las tentaciones, es que se anime a vivirlas y que se anime a superarlas.

La misma invitación nos hace Jesús a nosotros especialmente en este tiempo de cuaresma, donde nos invita volver a centrar nuestro corazón. En primer lugar descubrir que en general las tentaciones van a lo profundo de nuestra vida porque muchas veces pensamos que las tentaciones tienen que ver nada mas con lo prohibido: esto esta prohibido, no se puede hacer, es una tentación como si cumpla o no cumpla con una norma que me enseñara. Eso puede ser una pequeña tentación pero las tentaciones en lo profundo van con lo que yo soy, con lo que Dios me regaló, con lo que Dios me hizo y que justamente abortar aquello que yo quiero, aquello que yo necesito, aquello que verdaderamente me pueda hacer feliz, y tal vez la mejor manera de hacerlo es hacerme poner en duda, ‘¿qué pasa con esto?’ o ‘¿qué pasara si de esto hago algo?’, y empiezan a aparecer un montón de miedos que nos detienen, que nos hacen abandonar, que nos hacen dudar, que nos hacen dejar atrás muchas cosas que las necesitamos para poder caminar con libertad. Por eso la invitación de Jesús va a lo profundo, y las tentaciones hacia Jesús van a lo profundo.
Tentaciones que las tres se dirigen hacia tres vínculos que tiene Jesús o que tenemos nosotros. En primer lugar la relación que tenemos frente a las cosas: el aprender a ser mas libres en el cual Jesús las supera con el ayuno, y creo que todos descubrimos muchas veces cómo nos vamos haciendo esclavo de las cosas, no es solamente ‘me gusta’ o ‘quiero’ sino que ya ‘necesito’ o ‘tengo’ y me frustra o no puedo conseguir aquella cosa material que se convierte en el centro de mi vida, y me compro el iphone 4 cuando sale el nuevo necesito el nuevo… y así con cada cosa. Y nos vamos cada vez convirtiendo en más esclavos y no pudiendo vivir con libertad. Y esto que es pequeño en relación a algunas cosas podríamos pensarlo como muchas veces nos angustia no tener lo que queremos y deseamos. Y justamente nos va haciendo cada día más esclavos y menos libres.
En segundo lugar la tentación de Jesús va en relación a sus hermanos, en falsear quién es, en no mostrarse justamente como un hombre, en que lo que Dios le regaló, que lo invitó a ser, uno de nosotros y a mostrar algo distinto. Y creo que en esto todos tenemos experiencia tal vez, no somos Jesús, no somos Dios en ese sentido pero cuántas veces nos queremos mostrar diferentes, cuántas veces pareciera que fuéramos dos personas diferentes: una en el colegio, otra en nuestra casa, otra en el trabajo, dando como distintas facetas, distintas modalidades y casi nosotros nos preguntamos quiénes somos… Y justamente el camino de Jesús es ser veraces con nosotros mismos para poder mostrarlo verdaderamente frente a los demás, sin ninguna careta, cara a cara, poder vivir y reflejar esa intimidad que yo tengo.
En tercer lugar la tentación se le presenta a Jesús frente a Dios, y frente a poder adorar otros dioses en este caso, al mismo demonio, y también nosotros tenemos muchas veces esta tentación que es ir detrás de otros dioses, tal vez no estamos pensando en otra religión, en adorar a San la Muerte, estas cosas raras que a veces aparecen, pero si vamos detrás de otros dioses que nos van alejando del Dios verdadero como es la belleza por sobre todas las cosas, como es el consumismo, el materialismo, y muchos otros ídolos y dioses. O no ir detrás de otros dioses pero si olvidarnos de Dios, dejar de descubrir quién es Dios para nosotros, que pase desapercibido, que me da lo mismo estar con Él o no, y entonces lo voy perdiendo, lo voy dejando de lado, la oración, el encuentro con Jesús, la Eucaristía, todas esas cosas que llenaban mi corazón, los distintos grupos que me hacían bien y me voy alejando.
Estas tentaciones que tiene Jesús son también tentaciones que tenemos nosotros pero para eso tenemos que volver a lo central y a aprender a no engañarnos. Fijese que difícil es: a Jesús se lo tienta con la palabra de Dios, no es que tan claro: “Si tu eres el Hijo del Hombre, Dios, esta escrito en la escritura: ‘los ángeles te salvaran’”, siempre viene mezclado, generalmente lo que esta bien o lo que esta mal somos todos, es muy difícil salvo que este mal un día, esas cosas no las hacemos pero en general son cuestiones de matices y por eso hay que aprender a tener una sensibilidad profunda, poder aprender a descubrir qué es lo que quiero, qué necesito, y hacia donde voy para poder aprender a discernir justamente con lucidez.

Animémonos a caminar en esta Cuaresma de a dos por Jesús, a irnos alimentando por medio de la oración, por medio de las palabras, por medio de las distintas prácticas que se nos invita a la Cuaresma, por este Jesús que es el único que nos puede dar vida. Para si, frente a las cosas, mostrando como somos frente a los demás y frente a Jesús hacia su Pascua.

viernes, 11 de marzo de 2011

Homilia: "¿Desde donde construimos?" Domingo IX del Tiempo Ordinario

Hace unos años salió una película con Ben Affleck (Gavin Banek) y Samuel Jackson (Doyle Gipson) que se llama “Fuera de control” en la cual ambos son los protagonistas, y la película comienza con ellos dos manejando un auto en la autopista en la cual tienen un accidente como muchas veces pasa. Sucede un accidente simple que no pasa nada muy grave, ambos se bajan un poco enojados y Doyle le pide que espere un minuto, que le de los datos del seguro, que le avise para que lo pueda ayudar, y este chico mas joven que estaba apurado se va, no le presta atención, le dice ‘mala suerte’ y desaparece. Va rápido hacia el juzgado, los dos tenían que ir al mismo lugar porque tenían que presentar unos papeles en un juicio muy importante en el que estaba cada uno. Pero oh casualidad el primero llega un poquito tarde, lo dispensan de eso, y cuando le dicen que presente los papeles no encuentra la carpeta, no esta y se da cuenta que la ha perdido en ese accidente. Por lo contrario el otro hombre que obviamente encuentra esa carpeta, el auto no le arranca, pierde un montón de tiempo, y cuando llega al juzgado a un juicio familiar que tenia, llega tarde y por lo tanto no le dejan declarar, no le prestan atención y pierde su posibilidad de pelear por su familia, en este caso por sus hijos. Y esto que comenzó con un simple accidente, como dice la película va ‘saliendo de control’ casi ‘ojo por ojo, diente por diente’ hasta un poco más, en la cual esto que nació mal pero se podría haber solucionado simplemente va perdiendo cada vez más y yéndose cada vez más de línea.

Esto que a veces de modo simple nos sucede a nosotros en la vida en la que a veces nos sentimos muy exigidos, estamos cansados por todo lo que se nos demanda y nos pasa que nos levantamos un poco de malhumor o con pocas ganas, y tenemos que tomar el colectivo y esta lleno, o pasa de largo y no nos frena, o tenemos que tomar el tren y no sabemos que pasa ese día, hay paro de trenes, y si vamos en auto nos encontramos con un piquete o nose, ustedes pueden pensar la alternativa que más les guste. Y a veces no es que comenzamos un poco de malhumor o si, pero vamos viendo como las cosas se van saliendo un poco de control, nos vamos poniendo mas de malhumor y ese malhumor se nos va dispersando, perdemos esa tolerancia o esa paciencia que creemos que tendríamos que tener y nos descargamos con todos. A veces nos sucede mucho en nuestras casas, que llegamos y tenemos poca tolerancia con nuestros padres, nuestros maridos o mujeres, o con los hijos, por todo lo que nos hemos sobrecargado. A veces en los trabajos en los cuales tampoco nos terminan de conformar, a veces porque no nos gustan y lo hacemos porque los tenemos que hacer, a veces porque nos sentimos sobre exigidos, sentimos que nos mandan de más y eso también nos pone de malhumor y es como que eso se va contagiando, cada vez esto toma una dimensión mayor. Y la pregunta que nos hacemos es ¿cómo podemos cambiar esto? Y no buscando una solución naif o fuera de contexto que no pasa nada, porque muchas cosas pasan y muchas quejas de las que tenemos son muy valederas, pero viendo cómo podemos vivir esto más sanamente, cómo podemos hacer que esto nos salga de control en nuestra vida y cómo podemos buscar un camino diferente. Porque muchas veces los caminos vienen casi como ‘malparidos’, como mal buscados desde el comienzo, a veces por buscar una solución más fácil, a veces porque es hoy lo que me gusta y prefiero hacer esto aunque se que en el fondo no es realmente bueno, a veces porque busco el camino más corto, tal vez buscando un ejemplo con una mentira: los más jóvenes porque quieren salir y más fácil es decir que voy a otro lado o a lo que fuera, los más grande porque qué va a pensar el otro si le digo esto en el trabajo, a mi mujer, a mi marido, a mis hijos, y en vez de trabajar desde la verdad vamos trabajando desde algo que es malo y que en el fondo nos termina también a nosotros haciendo mal y termina teniendo ‘patas cortas’.

Algo como dice tal vez la Primera Lectura: el pueblo salió de ser esclavo en Egipto, caminó durante todo el desierto con Dios. Y el pueblo esta por entrar a la Tierra Prometida: el regalo ya lo tienen, la tierra ya es de ellos pero en ese momento Moisés les dice: “Ustedes tienen una posibilidad acá, ustedes van a elegir cómo vivir ahí, y pueden vivir de acuerdo a la bendición que Dios les hizo que es siguiendo el camino que Él les invita, viviendo como Él los invita, o eligiendo otro camino que es una maldición que es apartándose de lo que Dios les ha invitado”. Y los dos caminos no terminan igual: uno va a terminar bendecido, el otro va a terminar maldecido.
O como nos dice Jesús en el Evangelio: “¿Desde dónde construimos?”, porque en el fondo todos sabemos lo que teníamos que hacer o lo que tendríamos que hacer, casi las respuestas las tenemos. En este caso en la película el que chocó sabe quién tiene que darle el seguro, que tiene que ayudarlo; uno sabe que tiene que decir la verdad, uno sabe que tiene que vivir según los valores, que tiene que ayudar al otro, que no se tiene que enojar, que tiene que tener más paciencia… Las recetas casi que las tenemos pero en el fondo es si estamos pensando en utilizarlas o no, y si queremos construir de acuerdo a eso. Y es lo que les dice Jesús en el Evangelio: “Ustedes me escucharon ya”. Este pedazo del Evangelio de Mateo es el más largo donde Jesús habla, desde las bienaventuranzas que escuchamos hace varias semanas, siguiendo escuchando a Jesús que ha dicho un montón de cosas, y termina hoy diciendo: “Todos ustedes me han escuchado, ahora tienen dos posibilidades: o lo llevan a la práctica o no. A mi me tocó hablar, a ustedes les toca vivirlo”. Y la diferencia es que uno construye sobre roca y el otro construye sobre arena. Y lo primero interesante es que ambos construyen. El problema no es que no se puede hacer algo desde la arena, se puede hacer, pero el problema va a ser justamente cuando vengan los momentos difíciles: cuando vengan los torrentes, cuando vengan las lluvias, cuando vengan los vientos. Y el otro caso va a pasar lo mismo. Lo curioso de esto es que Jesús nos dice que en la vida no va a ser diferente al que construya sobre arena y al que construya sobre roca, si no que lo que va a hacer diferente es el modo de vivirlo, lo que dice que va a ser diferente es tal vez el nivel de tolerancia que tendremos frente a ello, la manera en que podemos encarar los tiempos difíciles, los momentos duros cuando hemos construido de una manera distinta. Y tal vez nosotros podríamos pensar qué es lo que nosotros podríamos construir, qué es lo que nosotros podemos hacer para romper tal vez muchas veces con estos malos humores, con esta mala onda, con esto de pensar que nada puede cambiar, que es todo lo mismo, que no vale la pena, que lo único que se puede hacer es irse del país, no pensar en nada… Empezando por nuestra sociedad: muchas veces vemos que la cosa esta muy difícil, casi nos hemos distanciado los unos de los otros, pensamos que no hay solución y la pregunta es ¿qué estamos dispuestos a aportar nosotros? Ahora si nuestra solución es lavarnos las manos, o en posición de que esto no nos importa, entonces tampoco nos quejemos mucho porque es verdad que tal vez no fuimos los causantes pero tampoco buscamos soluciones.
Yo pensaba en este año que tenemos elecciones, que casi la palabra nos irrita a todos porque no tenemos ganas de votar, porque perdemos el día, no me puedo ir afuera porque me tengo que quedar acá, o si me tengo que ir afuera mejor porque no tengo que elegir, o veo entre los que tengo que elegir y nada me gusta, ¿pero queremos asumir esa responsabilidad o no? Con lo que hay, no tenemos otra opción. ¿Queremos ser responsables en eso o no? Y podríamos dar un paso más: ¿queremos comprometernos con eso o no? Podemos pensar que es muy pequeño, y es verdad que es muy pequeño, pero la pregunta es si nosotros queremos construir algo o si queremos que las cosas sigan así, o si queremos que sigamos construyendo como hemos hecho muchas veces con nuestro país sobre arena. Ahora las consecuencias ya las vemos todos, si queremos seguir haciendo un edificio cada vez mas alto esperando que todo se caiga, un día se va a caer…
La pregunta es si hoy queremos hacer algo distinto, si hoy todos queremos poner desde nuestro lado comprometiéndonos con lo que podamos o tal vez con algo más cercano o con nuestras familias. Muchas veces nos quejamos de lo que la sociedad dice, de lo que la televisión transmite, de la educación, de un montón de cosas, ¿pero desde donde queremos educar nosotros? En el rol que tenemos cada uno, no solo los padres, sino también los hijos, la familia grande, ¿cuáles son los valores entre los que queremos inventar? ¿de qué manera queremos construir nuestra familia? Para que cuando venga algún momento difícil podamos ver cómo lo podemos sobrellevar, de qué manera podemos sacar esto adelante…
Y también en lo distintos vínculos. Podríamos pensar tal vez es más común en la amistad. ¿De qué manera construimos nuestra amistad? ¿De qué manera estamos dispuestos a tolerar lo que sucede? Generalmente los que somos más grandes tenemos un poco más de experiencia, cuando uno es pequeño se le pregunta ‘¿tenés amigos?’ ‘si, un montón’ me dicen mis sobrinos, ‘¿quiénes son?’ ‘todos mis compañeros’, y después cuando uno es un poco más grande nombra a su mejor amigo o su mejor amiga y generalmente a varios más. Ahora cuando uno va creciendo (salvo que no haya profundizado en la amistad y diga que todos son sus amigos) y diga quiénes son sus amigos, los contamos generalmente con los dedos de la mano, donde las amistades han sobrevivido. Yo no soy amigo de todos mis compañeros de colegio, me encanta encontrármelos si puedo pero éramos 90, con algunos profundice e intente seguir caminando y se prolongó a pesar del tiempo, a pesar de nuestros humores, a pesar de nuestras elecciones que hemos hecho, a pesar de los malos momentos, y sobre ellos pude construir, sobre aquellos que me animé a descubrir cuáles eran los valores que teníamos y con los que quisimos hacer un proyecto en común…
En el resto de las áreas sucede lo mismo. En una familia, todos podemos construir una familia, ahora la familia que va a poder vivir y permanecer a lo largo del tiempo va a ser solamente aquella en donde yo quiera construir algo firme.
Lo mismo en una vocación: si yo no me pregunto qué es lo que quiero y no elijo desde esa convicción y voy para donde va el viento, eso en algún momento se va a caer, y elegiré una cosa y después otra. Realmente que es arduo y difícil. Muchas veces parece mucho más fácil tomar el camino corto, pero el camino corto no conduce a nada y no construye.

Eso es lo que nos dice Jesús: “Algún día se van a derrumbar”. Hoy la pregunta de Jesús es ¿sobre qué queremos edificar y qué queremos poner como cimiento? Y Él se nos ofrece como cimiento, también como comunidad. Como Iglesia también tenemos que aprender a edificar sobre Jesús, tenemos que aprender a descubrir qué es lo que verdaderamente se vive en el Evangelio y qué es lo que Él nos invita y cuáles son los verdaderos valores sobre los cuales Jesús nos invita a construir nuestra fe y nuestra vida.

Hoy Jesús nos dice que nosotros también lo hemos escuchado, y que lo escuchamos continuamente, y que esta en nosotros elegir de qué manera queremos caminar, de qué manera queremos edificar, de qué manera queremos construir.

Pidámosle a Jesús aquel que es nuestra roca firme, que nos animemos cada uno de nosotros a ponerlo a Él como cimiento y que nos animemos a construir nuestra vida sobre aquellos verdaderos valores que nos pueden dar vida.