Hace unos años salió la película “Eterno
Resplandor de una Mente Sin Recuerdos”. Trata de un hombre, Joel, que
cansado y aburrido de su vida se toma un tren hacia una estación, Mountain, en
Nueva York, y ahí se encuentra con una mujer, Clementine. Empiezan toda una
vida y una historia de amor. Sin embargo, cuando la película va avanzando,
empiezan a aparecer ciertos recuerdos que ellos tenían ocultos – después uno se
da cuenta – borrados en su memoria. Lo que uno descubre más adelante es que
habían encontrado la forma de borrar recuerdos, borrar partes de su vida;
entonces cuando las cosas no les gustaban, cuando no salían como ellos
esperaban, se borraban esa parte de su vida para poder volver a empezar, para
volver a recrear y renacer ese vínculo.
La pregunta que nosotros nos podríamos hacer es, ¿esa es la manera?
Entonces borremos y olvidémonos de cosas que hemos vivido, de cosas que nos han
pasado; todo esto en el fondo está muy de acuerdo con las cosas que el mundo
vive hoy, porque en el mundo hoy parece que todo se puede desechar, no que se
puede integrar, sino que siempre saltamos algo nuevo. Por ejemplo en la
tecnología, siempre estamos cambiando, a ver qué hay nuevo que yo pueda tener;
en un auto, en la ropa, en un montón de cosas. Podríamos decir que tal vez el
adalid de esto es el consumismo. Siempre hay que cambiar, o siempre hay que
tener algo nuevo. A veces nuestros placares desbordan de ropa, nuestras casas
tienen un montón de cosas, y sin embargo seguimos adquiriendo, comprando, a veces
casi por ese impulso obsesivo de poder tener más cosas, o de tener algo nuevo,
algo diferente.
Ahora, eso no se nos da solamente a nivel material. También parecería que
en las relaciones el mundo nos invita a esto. Cuando un vínculo no va, te
buscas otro; si esta amistad no va, vas a encontrar amigos en otro lugar; si
este novio, si esta novia, mujer, marido, no va; lo importante es que uno esté
bien, y no que pueda descubrir cómo renacer, cómo hacer algo nuevo de lo que
está viviendo.
Ahora, el problema no lo tienen las cosas nuevas, o lo nuevo que se vive;
el problema es cómo uno lo integra en la vida. Hoy escuchamos en la segunda
lectura cómo Jesús nos dice “Yo hago
nuevas todas las cosas”. Ahora, ¿qué significa ese “hacer nuevo”? Porque
Jesús también nos dice: permanezcan, permanezcan en mi amor, permanezcan en lo
que hacen. ¿Cómo se integra esto? El permanecer en algo y el vivir algo nuevo.
¿Cómo podríamos decir que se resuelve esta tensión? Y creo que esta tensión se
resuelve en el evangelio que acabamos de escuchar, en el que Jesús les dice “Les
doy un mandamiento nuevo”. Cualquiera que estuviera escuchando se preguntaría,
¿cuál es la novedad que Jesús tiene para decirnos? “Ámense los unos a los
otros.” Faltó que alguno de los judíos levantara la mano y dijera: Jesús, hay
una parte de la Biblia que no leíste; esto ya lo sabemos, esto ya lo hemos
escuchado. No sólo los cristianos, en un montón de lugares se dice que lo
fundamental es aprender y crecer en el amor. Entonces ¿qué es lo nuevo que trae
Jesús en este mandamiento? Y, podríamos decir que la forma en que pide que se
viva ese amor: amen como Yo amo. La novedad es el estilo y la forma en que se
nos invita a amar; en el que no se tiran las cosas, en el que no se desechan,
sino que se aprenden a vivir de una manera nueva cuando uno las integra.
Podríamos decir que lo que hace siempre nuevas las cosas en nuestra vida,
es cuando aprendemos a amar, cuando aprendemos a mirar y a ir integrando todo
en ese amor, a ir viviendo de una manera nueva. Todos sabemos que en la vida no
podemos andar tirando cosas, o andar borrando cosas. Entonces para vivir de una
manera sana, tenemos que ver cómo lo podemos vivir de una manera reconciliada. Cómo lo puedo
vivir yo de una manera nueva. Podríamos decir que este evangelio tiene como un
paralelismo con Nicodemo. Porque cuando a Nicodemo le dicen, “tienes que nacer
de nuevo”, él contesta: no puedo meterme de nuevo en la panza de mi mamá. No,
no se puede; entonces lo que le dice es, tenés que aprender a nacer de nuevo
hoy.
¿Cómo puedo hacer yo nuevas las cosas en mi vida? Heráclito hablaba de
que todo en la vida no es un eterno retorno, sino que todo cambia de alguna
manera. ¿Y por qué todo cambia? Porque, cuando yo me meto en un río, siempre es
el mismo río, pero sin embargo, no es el mismo río en el que me metí ayer,
porque ya pasó, porque la corriente ya lo dejó atrás, porque apareció algo
nuevo. ¿Cómo puedo aplicar esto en mi vida? ¿Cómo puedo hacer para que en cada
aspecto de mi vida que haya algo nuevo?
Creo que la diferencia está en nuestra mirada. Porque si yo miro mi vida,
en general es rutinaria. Estoy con mi familia, me junto con los mismos grupos,
los mismos amigos, los mismos lugares. Pero sin embargo, este encuentro que tengo
hoy ¿es el mismo de ayer?; ¿es el mismo de hace una semana?; ¿es el mismo de
hace un mes? ¿Este momento que estoy viviendo es el mismo que viví hace un
tiempo?, ¿o es algo nuevo?, ¿o es un desafío y una posibilidad nueva que Dios
pone en mi corazón y en mi vida? Y creo que ahí empieza la invitación, ¿cómo yo
aprovecho y vivo cada momento de mi vida? El problema es que en general las
cosas nos pasan de largo; pasamos y vivimos como en un piloto automático, donde
no nos damos cuenta de un montón de cosas que pasan, y nos vamos cansando, nos
vamos aburriendo, queremos dejarlas atrás. La pregunta es, ¿cómo me puedo
sorprender y cómo lo puedo vivir de nuevo? ¿Cómo puedo aprovechar este lugar? Y
¿por qué el amor lo hace nuevo? Porque el amor integra todo.
Como otras veces hemos hablado, el amor es el que es generoso, el amor es
el que es servicial, el amor es el que mira de una manera nueva, pero el amor
es también el que perdona, y cuando yo perdono, hago algo nuevo; el amor
también es el que soporta un montón de cosas, el amor es el que se la banca, el
que dice, yo quiero seguir estando acá. En el amor es donde yo puedo recrear
todo. Cuando yo aprendo a amar de verdad, y no a amar solamente cuando las
cosas me quedan bien, o me gustan, ahí es cuando voy viviendo de esa manera a
la que me invita Jesús. Ahí Jesús está haciendo las cosas de nuevo para
nosotros, ahí nos está invitando a mirar de una manera distinta y nueva. Creo que
todos tenemos esa posibilidad, y la Pascua busca esto, renovarnos en el amor.
Tal vez lo que podríamos hacer nosotros es pensar, ¿dónde algo me está
costando?, ¿en qué lugar?, ¿en el colegio, en el trabajo, en la facultad…? O ¿en
qué vínculo?, ¿con mi mamá?, ¿con mi papá?, ¿con mi hermano?, ¿con mi novio?, ¿con
mi novia?, ¿con un amigo? ¿Cómo puedo tener yo un gesto para que esto renazca
de nuevo? ¿Qué detalle, qué palabra, qué gesto, hace que las cosas sean nuevas?
Ésta es la invitación de Jesús.
Y esto es en el fondo lo que nos define, porque termina diciendo, “en
esto reconocerán que ustedes son mis discípulos”, en la manera en que se amen. En
la manera en que podamos crecer en el amor, podríamos decir que somos cada días
más cristianos, somos cada día más discípulos de ese Jesús que siempre hace
nuevas todas las cosas, que siempre recrea y trae algo nuevo. Yo creo que como
esto es difícil, Jesús siempre nos trae algo nuevo, que es la Eucaristía.
Podríamos decir que es siempre la misma, pero siempre es nueva. Podríamos decir
que siempre Jesús se hace presente en el pan y en el vino, pero siempre es un
pan y un vino que en su Cuerpo y en su Sangre me vuelve a alimentar, me vuelve
a traer de nuevo, se me vuelve a dar. ¿Para qué? Para que yo pueda alimentar a
los demás, para que yo me pueda dar a los demás.
Pidámosle a Jesús, aquel que hace nuevas todas las cosas que nos renueve
en el amor, para que renovados en ese amor, también nosotros podamos amar a los
demás.
Lecturas:
*Hch 14, 21b-27
*Sal 144,8-9.10-11.12-13ab
*Ap. 21, 1-5a
*Jn 13, 31-35