A principio de este año salió una película que es
parte de una saga nueva que se llama “Los
Juegos del Hambre”. Esta película ocurre en EEUU y trata de que después de
muchas desgracias que han pasado, queda como una especie de capitolio que
domina los doce distritos que han sobrevivido. Y para que nunca se olviden de
lo que han hecho, se eligen una vez al año dos personas por distrito, que
tienen que competir en unos juegos televisados a toda la nación, donde puede
sobrevivir solamente uno. Entonces se llevan dos chicos, de doce a dieciocho
años, que tienen que ver cómo hacen para sobrevivir. Los chicos van teniendo
como patrocinadores, gente que los ayuda, para que le caigan bien, para
distintas cosas que van pasando. Pero también, para que crezca la audiencia,
Séneca que es el encargado de todo lo que son los juegos, va habilitando nuevas
reglas, para que se ayuden, para que la gente tenga más ganas de ver el
programa y otras cosas. Frente a diversas cosas que van pasando, en un momento,
lo que vendría a ser el presidente, Snow, lo llama a este hombre y le pregunta
por lo que está haciendo, le dice que tenga cuidado, y este hombre dice: “Bueno,
pasa que hay que darle esperanza a la gente”. Y el presidente le responde, “Un
poco de esperanza es adecuada, mucha esperanza es peligrosa”.
La película sigue, pero me quiero detener en esa
frase, porque creo que esconde una razón muy profunda porque según la
profundidad de lo que esperamos es el tiempo que podemos esperar, lo que
deseamos eso, lo que estamos dispuestos a sobrellevar, un montón de pruebas, de
momentos difíciles, según cuán profunda es esa espera que yo tengo en el
corazón. Porque nos ocurre que muchas veces esperamos cosas muy superficiales
que rápidamente las abandonamos, las dejamos de lado, nos cansan, o suceden
demasiado pronto, no nos cambian nada en lo que tenemos y vamos perdiendo como
el gusto de las cosas. Y es por eso que para que uno se pueda movilizar, poner
en camino con una determinación más fuerte, uno tiene que tener una esperanza
profunda, hay algo que me tiene que movilizar. Si no voy como andando con
piloto automático, como que no me importa nada, pareciera que no valen la pena
las cosas que yo tengo que hacer. Este tiempo que estamos comenzando hoy, nos
quiere volver a poner la atención en una esperanza grande, que es la Navidad.
Estamos comenzando el tiempo de Adviento, que es
justamente el tiempo de la espera, el tiempo de poner la mirada en Jesús, que
es lo que celebramos dentro de poco, aproximadamente en cuatro semanas, que es
esa fiesta de la Navidad. Sin embargo, es un momento donde nos cuesta, siempre
nos cuesta prepararnos, más aún nos cuesta prepararnos a fin de año. Porque
estamos cansados, como veíamos en el video, por exámenes, por trabajo, porque
tenemos que preparar un montón de cosas, y nos cuesta preparar la vida y el
corazón.
Sin embargo, podríamos decir que en primer lugar
en esta fiesta sucede algo que va mucho más allá de nosotros, y algo que es una
certeza, que es que la Navidad va a llegar. En general cuando nosotros queremos
hacer, celebrar algo, tenemos que preparar un montón de cosas, tenemos que
hacer un montón de cosas; pero con la Navidad no sucede eso, porque la Navidad
va a ocurrir. El 25 de diciembre vamos a volver a celebrar la Navidad, y eso va
a ocurrir más allá de lo que yo prepare o no. Fijensé, el evangelio dice:
preparensé porque esto va a pasar, y les va a llegar como de improviso, y a
nosotros nos puede pasar lo mismo. Puede pasar que casi como en un abrir y
cerrar de ojos, lleguemos hasta la Navidad, nos demos cuenta que estamos ahí a
las puertas. Sin embargo eso tiene por eso una urgencia, que es si yo quiero
decidir en mi corazón prepararme o no, pero también una alegría: que eso sucede más allá de lo que yo haga, que
ese evento va a ocurrir, que Jesús va a venir a nosotros. Que ese regalo,
que ese don Dios nos lo va a volver a dar. Y es por eso que Dios nos quiere volver
a renovar en la esperanza.
¿Por qué digo volver a renovar? Porque creo que
todos, seamos más grandes, más chicos, estamos cansados de la cantidad de veces
que nos han hecho promesas, que hemos esperado cosas o que nos hemos
ilusionado, y nos hemos sentido defraudados. Por cosas que esperamos que pasen
y no pasan, por eventos a nivel social, político que esperamos en nuestra
sociedad, nuestras familias, y que tampoco ocurren, y que nos van como
angustiando, nos van desalentando, nos van haciendo bajar los brazos, nos hacen
perder la mirada.
Sin embargo, el evangelio lo primero que dice es, “tengan ánimo y levanten la cabeza”. ¿Y
por qué dice esto? Porque cuando uno está con todas esas cosas reales,
cotidianas, está como mirando hacia abajo, está mirando lo que sucede alrededor
nuestro. Y el mismo gesto que Jesús nos pide es que salgamos de lo que pasa a
nuestro alrededor, levantemos, y miremos hacia delante: “levanten la cabeza”;
casi como diciendo, hay alguien que vive, alegrensé. Casi como cuando alguien
mira esperando algo y ve que alguien viene con una sonrisa en la cara. Bueno,
de la misma manera Jesús nos dice bueno, levanten la cabeza porque algo
acontece, porque algo pasa. Y que no sea solamente que vemos algo, sino que
también eso transforma nuestra vida.
“Tengan ánimo” les dice Jesús. Algo tiene que
cambiar en el corazón, porque ven que algo pasa. Es como esas cosas que nos
suceden en la vida que nos dan como ganas de salir corriendo, es decir, esto lo
quiero hacer, esto lo quiero vivir, esto lo quiero experimentar, esto lo quiero
pasar. El adviento es ese tiempo, ese tiempo que tendría que despertar en
nuestro corazón esas ganas de salir de las gateras diciendo, quiero correr
hacia ahí. Porque no es algo que va a
pasar, es alguien que va a venir, es alguien que se quiere encontrar con
nosotros y quiere cambiar y transformar nuestra vida.
Ahora, como yo les decía antes, hay una certeza
que es que eso va a acontecer, que eso va a pasar, y que Jesús viene a
nosotros. Pero como para todo encuentro, uno tiene que preparar. Ahora, no es
que tenemos que preparar cosas, Jesús no quiere que le compremos nada. No es
que tenemos que salir de compras, como veíamos en el video, Papá Noel, bueno
eso está muy lindo, pero Jesús dice: Yo espero algo distinto de ustedes, Yo
espero algo diferente. Y eso distinto diferente es cómo quiero vivir este
tiempo. Creo que si hay algo que nos mostró Jesús durante su vida es que Él lo
que viene a hacer es a mostrar un estilo de vida, una forma de vivir, y a presentárselo
a los demás y decirle: si esto te entusiasma, si esto te alegra, si esto te
hace feliz, vivílo, cambiá, transformáte. Y eso es lo que nos viene a decir hoy
también a nosotros en este tiempo de Adviento, si queremos prepararnos viviendo
el estilo de vida que vivió Jesús. No es que tenemos que dejar lo que hacemos,
tenemos que mirarlo y vivirlo de una manera distinta, diferente.
En el video que veíamos recién veíamos que decía: con
alegría, con amor, con oración, todas cosas que podemos hacer en lo cotidiano
de nuestras vidas. El Adviento nos dice, tenemos que seguir andando, pero que
tenemos que tener ánimo, mirar de una manera distinta y vivir de una manera
diferente. Creo que el mejor ejemplo de esto es lo que Pablo dice a su
comunidad en la segunda lectura: yo me alegro de lo que ustedes han progresado,
de lo que ustedes han crecido, pero espero que hagan más progresos todavía,
espero que crezcan más en el camino de la fe.
Bueno, el Adviento nos desafía a nosotros a lo mismo.
Todos creemos en Jesús, creo que todos deberíamos tener puesta la esperanza en
Él, pero el Adviento nos viene a volver a renovar en esto, es decir: quiero que
crean de una manera más fuerte. Esa manera más fuerte en primer lugar, se hace
con amor. Crezcan en el amor mutuo, les dice Pablo. Creo que si hay algo que
nos vuelve a poner la atención a la vida es cómo vivimos en familia. Creo que
todos cuando pensamos en la Navidad, decimos, bueno, tenemos que volvernos a
juntar en familia. Nos guste o no, tengamos más ganas o no, es una fiesta que
vivimos en familia. ¿Cómo puedo crecer en el amor en esos vínculos para llegar
a la Navidad? En esto cotidiano, tal vez preguntarnos qué vinculo nos está
costando más, con mis hermanos, con mi papá, con mi mamá, con mi hijo, tío,
nuera. ¿Cómo puedo abrir el corazón para vivir esto de una manera nueva? Para
preparar y gestar en mi vida también este pesebre, también esta Navidad. Y tal
vez será teniendo más tolerancia, tal vez será encontrándome con alguien de
nuevo, escuchando, siendo más generoso, tal vez será teniendo que perdonar,
dejando rencores atrás. Ese es el paso del amor, ese es el corazón que se abre
al otro.
En segundo lugar, les pide que lo vivan con
alegría, que lo transmitan a los demás, la alegría es lo que al otro lo
contagia, a veces la risa graciosa de los demás, que uno se contagia y se
empieza a reír, que los cristianos tengamos esa alegría contagiosa, pero esa
alegría que brota de Jesús, y que nos lleva a la felicidad. No una alegría que
pasa, sino que perdura, que continúa.
Por último, un amor y una alegría que nos lleva a una
esperanza distinta. Como les decía al principio, estamos como cansados de tener
esperanzas que son vanas, que son superfluas, que pasan, que nunca terminan de
cerrar. Casi como podríamos decir, nuestras esperanzas de los hombres y mujeres
cotidianas. Por eso, levantemos la cabeza y miremos más allá. Porque la
esperanza verdadera cristiana es la esperanza que trae Jesús; que no depende de
que algo cambie o no hoy, y que por eso nos frustremos, sino de que lo espero a
Él, de que me quiero encontrar con Él, de que Él transforma y cambia mi vida de
una manera nueva. Esto es lo que trae Jesús. Esto es lo que trae la Navidad,
esto es lo que se gesta en el corazón.
Creo que si hay una persona que puede explicar
esto es María, María tuvo nueve meses a ese niño en su vientre, para entender
lo que significaba gestar con amor, con alegría y con esperanza al Hijo de
Dios. Y tuvo que ir esperando, y tuvo que ir preparándose para encontrarse con
ese Jesús y después vivir de una manera nueva. Bueno, nosotros no tenemos nueve
meses, tenemos cuatro semanas, pero tenemos cuatro semanas para también gestar
en ese vientre que es nuestro corazón, a ese Jesús que viene para prepararnos,
con amor, con alegría, con esperanza, para encontrarnos con Él. Creo que es un
tiempo propicio para pedirle a María tener los mismos sentimientos que ella
tuvo, poder sentir en nuestra corazón esa alegría de que alguien viene. Cuando alguien
está por nacer, la vida en las familias cambia, no sólo de esa pareja que está
por tener un hijo, sino la de todos los que los rodean. Bueno, hoy tendría que
cambiar la vida de la familia cristiana; hoy tendría que cambiar la vida de
nuestra comunidad, porque estamos ahí al borde de encontrarnos con Jesús;
porque estamos con esa alegría de saber que Jesús viene, que esto no se dilata,
y que me puedo encontrar con Él.
Pidámosle a María, aquella que fue causa de
nuestra alegría, que también nosotros podamos preparar nuestro corazón para
encontrarnos con su hijo, Jesús.
Lecturas:
*Jer 33,
14-16
*Sal 24, 4-14
*1 Tes 3,12-4,2
*Lc 21,
25-28.34-36
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