lunes, 3 de diciembre de 2012

Homilía: “Tenga ánimo y levanten la cabeza” – domingo I de Adviento


A principio de este año salió una película que es parte de una saga nueva que se llama “Los Juegos del Hambre”. Esta película ocurre en EEUU y trata de que después de muchas desgracias que han pasado, queda como una especie de capitolio que domina los doce distritos que han sobrevivido. Y para que nunca se olviden de lo que han hecho, se eligen una vez al año dos personas por distrito, que tienen que competir en unos juegos televisados a toda la nación, donde puede sobrevivir solamente uno. Entonces se llevan dos chicos, de doce a dieciocho años, que tienen que ver cómo hacen para sobrevivir. Los chicos van teniendo como patrocinadores, gente que los ayuda, para que le caigan bien, para distintas cosas que van pasando. Pero también, para que crezca la audiencia, Séneca que es el encargado de todo lo que son los juegos, va habilitando nuevas reglas, para que se ayuden, para que la gente tenga más ganas de ver el programa y otras cosas. Frente a diversas cosas que van pasando, en un momento, lo que vendría a ser el presidente, Snow, lo llama a este hombre y le pregunta por lo que está haciendo, le dice que tenga cuidado, y este hombre dice: “Bueno, pasa que hay que darle esperanza a la gente”. Y el presidente le responde, “Un poco de esperanza es adecuada, mucha esperanza es peligrosa”.
La película sigue, pero me quiero detener en esa frase, porque creo que esconde una razón muy profunda porque según la profundidad de lo que esperamos es el tiempo que podemos esperar, lo que deseamos eso, lo que estamos dispuestos a sobrellevar, un montón de pruebas, de momentos difíciles, según cuán profunda es esa espera que yo tengo en el corazón. Porque nos ocurre que muchas veces esperamos cosas muy superficiales que rápidamente las abandonamos, las dejamos de lado, nos cansan, o suceden demasiado pronto, no nos cambian nada en lo que tenemos y vamos perdiendo como el gusto de las cosas. Y es por eso que para que uno se pueda movilizar, poner en camino con una determinación más fuerte, uno tiene que tener una esperanza profunda, hay algo que me tiene que movilizar. Si no voy como andando con piloto automático, como que no me importa nada, pareciera que no valen la pena las cosas que yo tengo que hacer. Este tiempo que estamos comenzando hoy, nos quiere volver a poner la atención en una esperanza grande, que es la Navidad.
Estamos comenzando el tiempo de Adviento, que es justamente el tiempo de la espera, el tiempo de poner la mirada en Jesús, que es lo que celebramos dentro de poco, aproximadamente en cuatro semanas, que es esa fiesta de la Navidad. Sin embargo, es un momento donde nos cuesta, siempre nos cuesta prepararnos, más aún nos cuesta prepararnos a fin de año. Porque estamos cansados, como veíamos en el video, por exámenes, por trabajo, porque tenemos que preparar un montón de cosas, y nos cuesta preparar la vida y el corazón.
Sin embargo, podríamos decir que en primer lugar en esta fiesta sucede algo que va mucho más allá de nosotros, y algo que es una certeza, que es que la Navidad va a llegar. En general cuando nosotros queremos hacer, celebrar algo, tenemos que preparar un montón de cosas, tenemos que hacer un montón de cosas; pero con la Navidad no sucede eso, porque la Navidad va a ocurrir. El 25 de diciembre vamos a volver a celebrar la Navidad, y eso va a ocurrir más allá de lo que yo prepare o no. Fijensé, el evangelio dice: preparensé porque esto va a pasar, y les va a llegar como de improviso, y a nosotros nos puede pasar lo mismo. Puede pasar que casi como en un abrir y cerrar de ojos, lleguemos hasta la Navidad, nos demos cuenta que estamos ahí a las puertas. Sin embargo eso tiene por eso una urgencia, que es si yo quiero decidir en mi corazón prepararme o no, pero también una alegría: que eso sucede más allá de lo que yo haga, que ese evento va a ocurrir, que Jesús va a venir a nosotros. Que ese regalo, que ese don Dios nos lo va a volver a dar. Y es por eso que Dios nos quiere volver a renovar en la esperanza.
¿Por qué digo volver a renovar? Porque creo que todos, seamos más grandes, más chicos, estamos cansados de la cantidad de veces que nos han hecho promesas, que hemos esperado cosas o que nos hemos ilusionado, y nos hemos sentido defraudados. Por cosas que esperamos que pasen y no pasan, por eventos a nivel social, político que esperamos en nuestra sociedad, nuestras familias, y que tampoco ocurren, y que nos van como angustiando, nos van desalentando, nos van haciendo bajar los brazos, nos hacen perder la mirada.
Sin embargo, el evangelio lo primero que dice es, “tengan ánimo y levanten la cabeza”. ¿Y por qué dice esto? Porque cuando uno está con todas esas cosas reales, cotidianas, está como mirando hacia abajo, está mirando lo que sucede alrededor nuestro. Y el mismo gesto que Jesús nos pide es que salgamos de lo que pasa a nuestro alrededor, levantemos, y miremos hacia delante: “levanten la cabeza”; casi como diciendo, hay alguien que vive, alegrensé. Casi como cuando alguien mira esperando algo y ve que alguien viene con una sonrisa en la cara. Bueno, de la misma manera Jesús nos dice bueno, levanten la cabeza porque algo acontece, porque algo pasa. Y que no sea solamente que vemos algo, sino que también eso transforma nuestra vida.
“Tengan ánimo” les dice Jesús. Algo tiene que cambiar en el corazón, porque ven que algo pasa. Es como esas cosas que nos suceden en la vida que nos dan como ganas de salir corriendo, es decir, esto lo quiero hacer, esto lo quiero vivir, esto lo quiero experimentar, esto lo quiero pasar. El adviento es ese tiempo, ese tiempo que tendría que despertar en nuestro corazón esas ganas de salir de las gateras diciendo, quiero correr hacia ahí. Porque no es algo que va a pasar, es alguien que va a venir, es alguien que se quiere encontrar con nosotros y quiere cambiar y transformar nuestra vida.
Ahora, como yo les decía antes, hay una certeza que es que eso va a acontecer, que eso va a pasar, y que Jesús viene a nosotros. Pero como para todo encuentro, uno tiene que preparar. Ahora, no es que tenemos que preparar cosas, Jesús no quiere que le compremos nada. No es que tenemos que salir de compras, como veíamos en el video, Papá Noel, bueno eso está muy lindo, pero Jesús dice: Yo espero algo distinto de ustedes, Yo espero algo diferente. Y eso distinto diferente es cómo quiero vivir este tiempo. Creo que si hay algo que nos mostró Jesús durante su vida es que Él lo que viene a hacer es a mostrar un estilo de vida, una forma de vivir, y a presentárselo a los demás y decirle: si esto te entusiasma, si esto te alegra, si esto te hace feliz, vivílo, cambiá, transformáte. Y eso es lo que nos viene a decir hoy también a nosotros en este tiempo de Adviento, si queremos prepararnos viviendo el estilo de vida que vivió Jesús. No es que tenemos que dejar lo que hacemos, tenemos que mirarlo y vivirlo de una manera distinta, diferente.
En el video que veíamos recién veíamos que decía: con alegría, con amor, con oración, todas cosas que podemos hacer en lo cotidiano de nuestras vidas. El Adviento nos dice, tenemos que seguir andando, pero que tenemos que tener ánimo, mirar de una manera distinta y vivir de una manera diferente. Creo que el mejor ejemplo de esto es lo que Pablo dice a su comunidad en la segunda lectura: yo me alegro de lo que ustedes han progresado, de lo que ustedes han crecido, pero espero que hagan más progresos todavía, espero que crezcan más en el camino de la fe.
Bueno, el Adviento nos desafía a nosotros a lo mismo. Todos creemos en Jesús, creo que todos deberíamos tener puesta la esperanza en Él, pero el Adviento nos viene a volver a renovar en esto, es decir: quiero que crean de una manera más fuerte. Esa manera más fuerte en primer lugar, se hace con amor. Crezcan en el amor mutuo, les dice Pablo. Creo que si hay algo que nos vuelve a poner la atención a la vida es cómo vivimos en familia. Creo que todos cuando pensamos en la Navidad, decimos, bueno, tenemos que volvernos a juntar en familia. Nos guste o no, tengamos más ganas o no, es una fiesta que vivimos en familia. ¿Cómo puedo crecer en el amor en esos vínculos para llegar a la Navidad? En esto cotidiano, tal vez preguntarnos qué vinculo nos está costando más, con mis hermanos, con mi papá, con mi mamá, con mi hijo, tío, nuera. ¿Cómo puedo abrir el corazón para vivir esto de una manera nueva? Para preparar y gestar en mi vida también este pesebre, también esta Navidad. Y tal vez será teniendo más tolerancia, tal vez será encontrándome con alguien de nuevo, escuchando, siendo más generoso, tal vez será teniendo que perdonar, dejando rencores atrás. Ese es el paso del amor, ese es el corazón que se abre al otro.
En segundo lugar, les pide que lo vivan con alegría, que lo transmitan a los demás, la alegría es lo que al otro lo contagia, a veces la risa graciosa de los demás, que uno se contagia y se empieza a reír, que los cristianos tengamos esa alegría contagiosa, pero esa alegría que brota de Jesús, y que nos lleva a la felicidad. No una alegría que pasa, sino que perdura, que continúa.
Por último, un amor y una alegría que nos lleva a una esperanza distinta. Como les decía al principio, estamos como cansados de tener esperanzas que son vanas, que son superfluas, que pasan, que nunca terminan de cerrar. Casi como podríamos decir, nuestras esperanzas de los hombres y mujeres cotidianas. Por eso, levantemos la cabeza y miremos más allá. Porque la esperanza verdadera cristiana es la esperanza que trae Jesús; que no depende de que algo cambie o no hoy, y que por eso nos frustremos, sino de que lo espero a Él, de que me quiero encontrar con Él, de que Él transforma y cambia mi vida de una manera nueva. Esto es lo que trae Jesús. Esto es lo que trae la Navidad, esto es lo que se gesta en el corazón.
Creo que si hay una persona que puede explicar esto es María, María tuvo nueve meses a ese niño en su vientre, para entender lo que significaba gestar con amor, con alegría y con esperanza al Hijo de Dios. Y tuvo que ir esperando, y tuvo que ir preparándose para encontrarse con ese Jesús y después vivir de una manera nueva. Bueno, nosotros no tenemos nueve meses, tenemos cuatro semanas, pero tenemos cuatro semanas para también gestar en ese vientre que es nuestro corazón, a ese Jesús que viene para prepararnos, con amor, con alegría, con esperanza, para encontrarnos con Él. Creo que es un tiempo propicio para pedirle a María tener los mismos sentimientos que ella tuvo, poder sentir en nuestra corazón esa alegría de que alguien viene. Cuando alguien está por nacer, la vida en las familias cambia, no sólo de esa pareja que está por tener un hijo, sino la de todos los que los rodean. Bueno, hoy tendría que cambiar la vida de la familia cristiana; hoy tendría que cambiar la vida de nuestra comunidad, porque estamos ahí al borde de encontrarnos con Jesús; porque estamos con esa alegría de saber que Jesús viene, que esto no se dilata, y que me puedo encontrar con Él.
Pidámosle a María, aquella que fue causa de nuestra alegría, que también nosotros podamos preparar nuestro corazón para encontrarnos con su hijo, Jesús.

Lecturas:
*Jer 33, 14-16
*Sal 24, 4-14
*1 Tes 3,12-4,2
*Lc 21, 25-28.34-36

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