Bueno, como
ustedes saben, uno de mis hobbies y mis pasiones es ir al cine. Esto es algo
que tengo como innato, desde chiquito, casi como Juan Bautista, desde el seno
de su madre. Y me acuerdo de cuando era chiquito, que cuando veía una serie o
una película sobre superhéroes o leía algún comic, una de las cosas que más me
gustaba era la historia que había atrás de esa persona. No sólo los
acontecimientos que iban pasando sino, por ejemplo en Superman, cómo nació,
cómo llegó a la tierra, cómo fue su familia; me surgían dudas, me quería
preguntar sobre cada uno de esos temas. Y así con cada personaje. Al leer la
historia uno conocía un poco más sobre la historia de esa persona, sabía quien
era, cómo había nacido y cómo había crecido. Esto que a muchos nos gusta hoy al
leer una biografía de una persona importante: ¿Cómo llegó hasta acá? Porque
esto de alguna manera se tiene que haber forjado; de alguna manera tiene que
haber ido creciendo en su vida y en su corazón, para llegar a ser lo que hoy
es.
Esta
curiosidad que nos nace a nosotros, les nació seguramente también a las
primeras comunidades cristianas. Hablo de curiosidad, porque en realidad cuando
ellos conocieron a Jesús o Juan el Bautista, los conocieron ya adultos. El
testimonio que tenemos de Jesús, es a partir de que Jesús comienza a predicar,
da la vida, muere y resucita para darnos vida. Al conocer a Jesús, quisieron
saber de los orígenes, quisieron saber cómo había nacido, cómo se había criado,
cómo él había crecido, quién era su madre, quiénes eran sus parientes.
Esto mismo
sucede con Juan el Bautista. Fue una persona que cautivó tanto en su momento,
que llamó tanto la atención en el mundo judío, que quisieron retrotraerse a sus
orígenes. ¿De dónde viene esta persona? ¿De donde nació? Y es por eso que hoy
estamos celebrando el nacimiento de San Juan Bautista. Es tan central en la
historia de la salvación, que es uno de los únicos dos santos que celebramos su
nacimiento. El otro santo es María, el otro con el quizás podríamos compararlo
es justamente la madre de Jesús. Y fue tan central su lugar que hoy estamos
celebrando esta fiesta. Esto nos muestra desde sus orígenes, este cuidado
especial que Dios tuvo por la persona de Juan. Cuando nos quiere mostrar quién
es, nos muestra que ya fue elegido desde el seno de su madre. Como cantaba el salmo
recién: “…desde el seno de tu madre yo
te conocí, yo te elegí, desde ahí te fui gestando…”. Creo que si uno mira
el nacimiento y la infancia de todos los personajes centrales del Antiguo y del
Nuevo Testamento, ve en primer lugar, que hay una elección especial. En este
caso nos narra dos hechos milagrosos y sorpresivos. Primero, sus papas; Zacarías
e Isabel eran personas mayores, no podían tener hijos; sin embargo, Isabel
también concibe y puede dar a luz. En segundo lugar, su nombre. En la tradición
judía, el nombre que se les ponía a los chicos era el nombre del abuelo. En este
caso, como Zacarías era ya una persona mayor, lo que correspondía era ponerle su
nombre, Zacarías. Sin embargo, él dice: “No, se llamara Juan”. En nuestra tradición, en la que el nombre se
elige y no hay ningún problema, esto no llama tanto la atención. En este caso,
tener un nombre distinto, muestra que ya hay una elección: Dios cambia hasta el
nombre de la persona. Podemos verlo con cualquier persona importante: Saulo pasó
a ser Pablo, Simón pasó a ser Pedro. Cuando Jesús los elige, cuando Dios los
elige, los cambia de manera tan radical que les cambia hasta el nombre. En ese
caso pasa lo mismo con Juan.
Sin
embargo, esta alegría que estamos celebrando por este nacimiento tan especial,
es por lo que él vivió, por lo que él hizo. El libro de Isaías nos dice que la
elección será para que esa persona sea testigo de las naciones, de alguna
manera, testigo de la luz. Y Juan, si
hay algo que hizo durante su vida fue ser testigo de Jesús, abrir caminos.
Cuando
uno lee el Nuevo Testamento, la persona de Juan fue cobrando cada vez tal
magnitud, que cada vez tuvieron que explicar más quien era Juan entorno a Jesús.
Si ustedes leen el primer evangelio que se escribió, que es el evangelio de
Marcos, dice que Juan bautizó a Jesús. Sin embargo, cuando vamos avanzando,
tienen que empezar a explicar. En primer lugar porque es medio raro que Juan
bautice a Jesús. Y Juan tiene que empezar
a explicar: “Yo no soy la Luz, yo
no soy el Mesías, yo no soy aquel que ustedes esperan, yo vengo solamente a
preparar el camino.” Y nos muestra en Juan, esta tensión que a veces en la
vida es muy difícil descubrir en cada uno de nosotros: no importa qué es lo que
hago; porque por lo que hace, Juan ya es elegido por el pueblo (“¿Vos sos el
que esperábamos?”); sino saber quien uno es. Yo no me defino por mis acciones, sino por quien soy. Como Juan
está convencido de quién es, no necesita que lo reconozcan por sus acciones. Y
cuando lo reconocen, tiene la capacidad de decir, “Yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Juan está
asentado sobre quién es, y a partir de ahí surgen sus acciones. Por eso mismo
es que puede hacer o no, decir que sí o que no. Porque tiene confianza en uno
mismo. Esto que muchas veces a nosotros nos cuesta; porque en el fondo, si
hacemos bien o mal las cosas, si nos dicen que hacemos bien las cosas o no, si
nos reconocen o no, es lo que nos da autoestima, nos ayuda a crecer. Porque lo
que más nos cuesta es profundizar de tal manera que podamos descubrir quiénes
somos. Gracias a Dios, o por obra de Dios, esto Juan lo tiene resuelto. Y por
eso se anima a anunciar con total convicción quién es Jesús, aún hasta dar la
vida; se anima a ser testigo. Y creo que de la misma manera, Jesús hoy nos
invita a nosotros. Nosotros no somos precursores, pero sí somos testigos, igual
que Juan; y de la misma manera se nos invita a que nos animemos a dar
testimonio de nuestro ser cristiano. Pero para eso tenemos que descubrir en lo
profundo de nuestro corazón, como Juan, qué significa ser cristiano, y a partir
de ahí, animarnos a anunciarlo.
Dicen
que cuando nació Juan, se preguntaron: ¿Qué llegará a ser de este niño? Si es
totalmente histórica o no esta pregunta, no lo sé, pero lo que sí podemos decir
es que eso se dio por lo que Juan hizo después. Seguramente al ver todo lo que vivió
e hizo Juan, pensaron que ya de niño se habrían dado cuenta que esta persona
iba a ser así. Y creo que eso sí está a nuestro alcance. Preguntémonos nosotros
cuál es esa elección que tenemos desde el nacimiento, es según cómo vivimos,
según cómo anunciamos, según cómo vamos encarnando esos valores del evangelio
en nuestro corazón. En el fondo, según quienes somos.
Animémonos
entonces como Juan a ser testigos de Jesús. Animémonos también como Juan a
abrir caminos en la vida de los demás, para que también, de alguna manera aquél
que es la Luz, que es Jesús, pueda entrar, pueda afianzarse, pueda crecer en el
corazón de los demás.
Lecturas:
*Is 49, 1-6
*Sal 138, 1-15
*Hch 13, 22-26
*Lc 1, 57-66. 80.
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