miércoles, 16 de marzo de 2011

Homilia: "Jesús fue guiado al desierto por el Espiritu" Domingo I de Cuaresma

Hace unos días, fiel a mi costumbre fui al cine a ver “El cisne negro” una de las películas nominadas para el oscar, y quédense tranquilos que voy a hablar de una imagen con la que empieza. En esa imagen Nina esta bailando en el papel protagónico de una obra muy conocida, “El lago de los cisnes” haciendo ese papel principal hasta que despierta, era todo un sueño, le cuenta este sueño a Erica su madre. Su madre con quien mantiene una relación especial, la hace volver un poco a la realidad y se va ese día a esa compañía de ballet. Cuando esta ensayando con el resto de sus compañeras llega Tomas Leroi, el jefe de ese ballet de Nueva York, y le dice que ha decidió reemplazar a Bet que era la protagonista que hacia justamente ese papel del cisne blanco y el cisne negro, y que para eso va a elegir a una de ellas. Esta chica Nina que había hecho todo su camino en el ballet, se empieza a llenar de ilusiones, de deseos, pero al mismo tiempo empiezan a aparecer los miedos frente a eso, frente a esa posible elección, frente a si iba a poder, y no solo los miedos, si no también las tentaciones que todo camino tiene, las tentaciones que aparecen aún en lo que uno quiere y elige y uno hizo en toda su propia vida, y va a tener que aprender a vivir y convivir con esto. Si la quieren ver la película es muy buena pero un poco dura.

Yo pensaba entonces cómo también nosotros en la vida hacemos elecciones profundas: los más grandes hemos elegido distintas vocaciones, distintos caminos, distintas personas con las que queremos compartir la vida. Sin embargo el haber hecho una opción profunda no significa que no aparecen problemas, que no aparecen dificultades, que no aparecen miedos, que no aparecen tentaciones en medio del camino, y aun en esas elecciones profundas de lo que uno quiere y elige. Y creo que el ejemplo más claro de esto es justamente este Evangelio y cómo comienza porque nosotros nos acordamos siempre de ‘las tentaciones de Jesús’ en los Evangelios. Sin embargo este Evangelio comienza diciendo: “Jesús fue guiado al desierto por el Espíritu”, no es que fue guiado por el demonio, si no justamente el que lo lleva al desierto es el Espíritu Santo, es decir que es parte de su camino y parte de lo que Dios quiere para Él y no que pase por una prueba sino que el desierto como lugar de encuentro con Dios, el desierto como lugar de soledad y de revelación de Dios en el corazón, y para poder Jesús vivir su vocación, caminar hacia donde vamos a celebrar, la Pascua, tiene que pasar por ese momento. Y en ese lugar, guiado por el Espíritu, conducido por Dios, Jesús va a ser tentado, es decir en lo profundo de su vocación Jesús va a recibir la tentación. ¿Y a qué voy con esto? Nosotros muchas veces descubrimos que en medio de las elecciones que hacemos tenemos un montón de tentaciones, tenemos un montón de problemas y dificultades, y a veces lo primero que nos viene a la cabeza que el problema es lo que elegimos, en vez de darnos cuenta que es parte del camino creemos que el problema esta en el comienzo, que es nuestra elección y por eso muchas veces tenemos muy poca tolerancia a aquello que elegimos, o de los problemas o de las dificultades, tendemos a abortar aquello que hemos descubierto, tendemos a dejar atrás aquello que habíamos encontrado cómo un deseo profundo del corazón en vez de aprender a discernir si esto es parte del camino, si esto no es una prueba, una dificultad, o un problema que me surge en aquello que yo realmente quiero.

Creo que el ejemplo de Jesús nos ayuda a mirar en nuestra vida que tenemos que aprender a ser fieles a todas esas elecciones que tenemos y que queremos, no porque queremos permanecer estoicos, firmes a aquello que elegimos sino porque solamente animándonos a pasar y a transitar aquel momento de tentación podremos encontrar verdaderamente aquello que nos hace felices. La única manera de que Jesús llegue a su Pascua es que pase por medio de las tentaciones, es que se anime a vivirlas y que se anime a superarlas.

La misma invitación nos hace Jesús a nosotros especialmente en este tiempo de cuaresma, donde nos invita volver a centrar nuestro corazón. En primer lugar descubrir que en general las tentaciones van a lo profundo de nuestra vida porque muchas veces pensamos que las tentaciones tienen que ver nada mas con lo prohibido: esto esta prohibido, no se puede hacer, es una tentación como si cumpla o no cumpla con una norma que me enseñara. Eso puede ser una pequeña tentación pero las tentaciones en lo profundo van con lo que yo soy, con lo que Dios me regaló, con lo que Dios me hizo y que justamente abortar aquello que yo quiero, aquello que yo necesito, aquello que verdaderamente me pueda hacer feliz, y tal vez la mejor manera de hacerlo es hacerme poner en duda, ‘¿qué pasa con esto?’ o ‘¿qué pasara si de esto hago algo?’, y empiezan a aparecer un montón de miedos que nos detienen, que nos hacen abandonar, que nos hacen dudar, que nos hacen dejar atrás muchas cosas que las necesitamos para poder caminar con libertad. Por eso la invitación de Jesús va a lo profundo, y las tentaciones hacia Jesús van a lo profundo.
Tentaciones que las tres se dirigen hacia tres vínculos que tiene Jesús o que tenemos nosotros. En primer lugar la relación que tenemos frente a las cosas: el aprender a ser mas libres en el cual Jesús las supera con el ayuno, y creo que todos descubrimos muchas veces cómo nos vamos haciendo esclavo de las cosas, no es solamente ‘me gusta’ o ‘quiero’ sino que ya ‘necesito’ o ‘tengo’ y me frustra o no puedo conseguir aquella cosa material que se convierte en el centro de mi vida, y me compro el iphone 4 cuando sale el nuevo necesito el nuevo… y así con cada cosa. Y nos vamos cada vez convirtiendo en más esclavos y no pudiendo vivir con libertad. Y esto que es pequeño en relación a algunas cosas podríamos pensarlo como muchas veces nos angustia no tener lo que queremos y deseamos. Y justamente nos va haciendo cada día más esclavos y menos libres.
En segundo lugar la tentación de Jesús va en relación a sus hermanos, en falsear quién es, en no mostrarse justamente como un hombre, en que lo que Dios le regaló, que lo invitó a ser, uno de nosotros y a mostrar algo distinto. Y creo que en esto todos tenemos experiencia tal vez, no somos Jesús, no somos Dios en ese sentido pero cuántas veces nos queremos mostrar diferentes, cuántas veces pareciera que fuéramos dos personas diferentes: una en el colegio, otra en nuestra casa, otra en el trabajo, dando como distintas facetas, distintas modalidades y casi nosotros nos preguntamos quiénes somos… Y justamente el camino de Jesús es ser veraces con nosotros mismos para poder mostrarlo verdaderamente frente a los demás, sin ninguna careta, cara a cara, poder vivir y reflejar esa intimidad que yo tengo.
En tercer lugar la tentación se le presenta a Jesús frente a Dios, y frente a poder adorar otros dioses en este caso, al mismo demonio, y también nosotros tenemos muchas veces esta tentación que es ir detrás de otros dioses, tal vez no estamos pensando en otra religión, en adorar a San la Muerte, estas cosas raras que a veces aparecen, pero si vamos detrás de otros dioses que nos van alejando del Dios verdadero como es la belleza por sobre todas las cosas, como es el consumismo, el materialismo, y muchos otros ídolos y dioses. O no ir detrás de otros dioses pero si olvidarnos de Dios, dejar de descubrir quién es Dios para nosotros, que pase desapercibido, que me da lo mismo estar con Él o no, y entonces lo voy perdiendo, lo voy dejando de lado, la oración, el encuentro con Jesús, la Eucaristía, todas esas cosas que llenaban mi corazón, los distintos grupos que me hacían bien y me voy alejando.
Estas tentaciones que tiene Jesús son también tentaciones que tenemos nosotros pero para eso tenemos que volver a lo central y a aprender a no engañarnos. Fijese que difícil es: a Jesús se lo tienta con la palabra de Dios, no es que tan claro: “Si tu eres el Hijo del Hombre, Dios, esta escrito en la escritura: ‘los ángeles te salvaran’”, siempre viene mezclado, generalmente lo que esta bien o lo que esta mal somos todos, es muy difícil salvo que este mal un día, esas cosas no las hacemos pero en general son cuestiones de matices y por eso hay que aprender a tener una sensibilidad profunda, poder aprender a descubrir qué es lo que quiero, qué necesito, y hacia donde voy para poder aprender a discernir justamente con lucidez.

Animémonos a caminar en esta Cuaresma de a dos por Jesús, a irnos alimentando por medio de la oración, por medio de las palabras, por medio de las distintas prácticas que se nos invita a la Cuaresma, por este Jesús que es el único que nos puede dar vida. Para si, frente a las cosas, mostrando como somos frente a los demás y frente a Jesús hacia su Pascua.

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