miércoles, 8 de junio de 2011

La Ascencion del Señor

En la serie de películas de “La guerra de las galaxias”, en la ‘primer’ película de todas (o la cuarta en realidad) comienza con Luke que se encuentra con Obi-Wan Kenovi, y comienza a enterarse quién es, a qué esta destinado, qué es lo que tiene que hacer, y Obi-Wan empieza a enseñarle a Luke todo lo que significa y lo que esperan de alguna manera de él. Así que al poco tiempo de haber empezado la película, tienen como una primera misión que tienen que ir a hacer frente a una de esas naves imperiales, y en medio de esa misión termina perdiendo o muriendo Obi-Wan, dando la vida de una manera por ellos para que ellos puedan escapar. En ese momento Luke y sus compañeros sienten esa desilusión, y no solo esa desilusión sino también esa soledad de quien no sabe qué es lo que va a pasar ahora, de que aquel que los venía acompañando, guiando, mostrándoles el camino, haciéndoles como maestro, ya no esta y no entienden, y no solo esta el dolor de perderlo y el dolor de que ya se va, sino también el cómo vamos a continuar y qué es lo que tenemos que hacer ahora, y para poder seguir se van a tener que acostumbrar a un nuevo modo de presencia o igual entre ellos, y al mismo tiempo a que a partir de ahí ellos tienen que ‘tomar la posta’, a partir de ahí ellos tienen que ser testigos.

Creo que de una manera análoga podríamos decir que están viviendo esto los discípulos cuando sienten en esta fiesta que hoy celebramos, que Jesús asciende a los cielos, que Jesús se va. Por un lado el dolor de la despedida, el dolor de que alguien se va, de que no va a estar con ellos, por lo menos de la manera que ellos esperan. Por otro lado ese periodo de Jesús de que ahora en más les toca a ellos, que ahora en más tienen que ser testigos, tienen que ‘tomar la posta’.

Y esto es tan claro que la Primera Lectura de hoy divide un libro de Lucas en 2. Ustedes saben que Lucas escribió el Evangelio y escribió los Hechos, por eso empieza diciendo: “En mi primer libro querido Teofilo te narré todos lo de Jesús desde que nació hasta que dio la vida. Ahora voy a narrarte desde que Jesús se va a los cielos en adelante”. Es mas podríamos decir ‘los hechos de Jesús’ y ahora ‘los hechos de los apóstoles’, la vida de Jesús y la vida de la Iglesia, tan marcada que en dos libros puede haber como una novela diferente o una serie diferente. Y nos muestra este caminos que los discípulos tienen que aprender a hacer. En primer lugar esto que venimos hablando desde el último tiempo: aprender que Jesús se va y que las cosas en al vida se van, y que tenemos que aprender a soltarlas. No solo lo que alguna vez dijimos como la edad, en que uno no tiene mas 10, 20, 30, 40 años y que no hay cirugía estética que valga y que la edad pasa, sino también un montón de cosas que vamos viviendo; aprender a descubrir que van quedando atrás y que la manera de crecer y madurar es descubrir que esa etapa quedó atrás, sino nos quedamos como con la nostalgia de eso. El problema de esta nostalgia es que nos ancla, nos deja ahí frenados y no nos deja caminar para adelante, y en vez de mirar para adelante que es hacia donde nos invita Jesús o hacia donde nos invita la vida, vamos mirando hacia atrás y vamos como ‘arrastrándonos’, desde cosas muy simples, desde etapas que uno no se anima a cerrar (cuando termina el colegio, cuando termina la facultad, cuando uno tiene que terminar un trabajo) hasta etapas mucho más profundas en la vida donde podríamos hablar de una amistad, de un noviazgo que se termina, a veces de un matrimonio, y uno tiene que mirar hacia adelante y ver cómo hay partes que fueron parte de la historia, que enriquecieron mi corazón pero que desde ahora en más tengo que nacer a algo a nuevo.

Y eso es también lo que tenemos que aprender a hacer en la fe. Tal vez el ejemplo más grande de esto es una Iglesia que aun casi 400 años después, todavía no se acostumbró a vivir una época que no es la cristiandad, y sigue con la nostalgia de “cuando era la cristiandad, Dios era casi vidente, que todos creían” y no hemos terminado de aprender a anunciar a un mundo que eso no nace por evidencia, que tenemos que ser testigos tal vez como dice el Evangelio, que eso ya se fue, con sus cosas mejores y con sus cosas peores, y que hoy tenemos que aprender a vivir una etapa diferente y que no se puede volver atrás. Creo que en la vida descubrimos que no se puede volver atrás, no solo en edad sino en un montón de cosas que van pasando; es mas, no es necesario volver atrás, si uno se anima a sumir lo que hoy tiene e ir hacia delante.

Y creo que este ‘no es necesario’, se nos hace patente y claro en Jesús. Jesús antes de irse nos dice: “Les conviene que yo me vaya”. Uno dice “el que escribió este Evangelio se equivocó” o no estaba muy inspirado cuando lo escribió, ¿cómo nos puede convenir que Jesús se vaya? Y Jesús nos muestra que hay un tiempo que tiene que estar entre nosotros y otro tiempo que no, y nosotros que seguimos, caminos, adoramos al mas grande, este nos dice que “Llega un momento en que tengo que partir y tengo que dejar atrás las cosas”. Y si lo hace Jesús, esto es una invitación para todos y no solo porque llego el momento, sino porque es conveniente para los demás. Muchas veces nos quejamos de esto en la sociedad con cosas que no nos gustan, con personas que se engrosan en el poder, ¿pero sabemos nosotros a veces dar un paso al costado, que tenemos que dejarle un lugar al otro? ¿sabemos ver que el otro madura, que crece, que le tengo que dar su espacio, su libertad, su lugar? O los jóvenes tienen que aprender que hay que partir y no ‘cuando no se puede’ sino que ya cumplí mi ciclo, y para tener que crecer y madurar tengo que dejar mi casa, tengo que dejar mi hogar, tengo que hacer mi propio camino, con todo lo que cuesta y lo difícil que es, con lo que hay que luchar. La única manera de madurar en al vida y en la fe es descubrir que hay etapas que pasan, y que tengo que dejarlas pasar y nacer a algo nuevo, y esperemos que se nos promete mejor, porque Jesús cuando se va no les dice “estén tristes”, les dice: “Viene algo más grande”, y a partir de ahí podemos empezar a entender qué es esto del Espíritu que Él nos va a dar, tan importante para nosotros que nos presente Jesús de una manera tan nueva que es lo que hace que Jesús parta para que nazca algo nuevo. Y a partir de ese Espíritu que nos va a renovar en Pentecostés, o que se va a preparar para todos lo que se están preparando para recibirlo este año en la confirmación, vamos a ser invitados a ser testigos.

Fíjense el Evangelio de hoy dice que en el último discurso que Jesús les da a los discípulos, les pide que “sean sus testigos, que sean discípulos”, ¿cómo? Bautizando y enseñando. Y se tiene que abrir a algo totalmente nuevo porque los discípulos eran pocos, no existía el cristianismo, ellos eran judíos, tienen que empezar a aprender qué significa ser cristiano, tienen que ir a anunciar a un mundo distinto, y a empezar a bautizar, y como hemos hablado de a poquito la gente se va a ir convirtiendo, descubriendo esta nueva vida en Jesús, y se va a ir haciendo bautizar, y después de bautizar van a tener que ser ellos testigos porque si no no van a haber otros que puedan creer, y si esto llegó hasta nosotros es porque muchos se comprometieron en ese camino. Ahora en general ese problema no lo tenemos nosotros, por lo menos en la Argentina: la ultima encuesta que se hizo es que por lo menos el 88% de la Argentina está bautizada, así que no tenemos que salir a bautizar (en general tenemos llenas las Iglesias los fines de semana de chicos que se bautizan), pero la pregunta es: ¿hacemos la segunda parte? ¿vamos y enseñamos, transmitimos, les decimos una experiencia? Muy gracioso cuando alguna vez (perdón si alguien me lo dijo) viene una persona más grande y me dice: “Padre, yo iba a la Iglesia, yo era monaguillo cuando era chico” y la respuesta que me sale es “y ahora hace como 50 años que no pisas una Iglesia mas o menos”, porque si la última experiencia que tuve fue la de ser monaguillo quiere decir que hace un montón de años que no se va… pero más allá de eso lo que decía es: ¿acompañamos a la gente para que pueda hacer un proceso, para que no salte de chiquito que fue monaguillo hasta que salte un evento social y tenga que pasar y dar una vuelta por una Iglesia? ¿de qué manera nos hacemos testigos para que otros vivan eso?

La invitación de Jesús fue que después de que ellos tuvieran una experiencia, cuando Jesús se fue les toca a ellos, y que ellos van a recibir esa promesa del Espíritu que nos dice el libro de los Hechos para ser testigos, y esa es su misión. Sin embargo esa no es solo la misión de los apóstoles, sino que es también la misión nuestra. también nosotros hemos recibido el Espíritu, también nosotros fuimos confirmados, también nosotros tenemos que ser testigos.

Esa es la invitación de Jesús, sino nos quedamos a mitad del camino, sino no maduramos en la fe. Podemos tener una piedad muy grande, un vinculo muy grande en la oración, pero si no buscamos la manera de ser testigos, nos hemos quedado a mitad de camino en el camino de la fe, porque es la primera etapa: conocer a Jesús y tener una experiencia de Él, hasta que nace la segunda etapa: ser testigos, ir y anunciarlo, llevarlo a los demás, y no solamente con una espada y una bandera como se hacia en la cristiandad, sino de múltiples maneras. En primer lugar encarnando esos valores, aprendiendo a vivirlos, mostrándole al otro que tenemos algo importante para vivir y que a nosotros el seguir a Jesús y el celebrar y vivir la fe nos cambia la vida, y no nos es lo mismo, y que por eso queremos mostrársela a los demás, no basta solamente con armar una pancarta o con decir algo. Tal vez para poner un ejemplo (quizás no el más feliz en el ultimo tiempo y sin entrar en discusión), hace poco quisimos ir a hablar o decir lo que pensábamos sobre lo que era el matrimonio, el matrimonio en el que creemos, y así nos fue porque nos acordamos en el momento en que tenemos que salir a defender una ley y nada mas. ¿No seria mejor si como cristianos o como sociedad, damos testimonio de aquello que queremos vivir? Si partimos de otro lugar, si le mostramos a los demás lo lindo y lo valioso que es vivir el matrimonio, vivir la familia, transmitirla. Y lo mismo con cada valor, no basta con decir ‘esto no’, tengo que mostrar que hay algo que lo sustenta a ese valor, que hay algo que se vive y que puede transmitir. Para poner otro ejemplo, no se basta con decir ‘no se miente’, hay que mostrar que la verdad tiene un valor, que el ser transparente alegra la vida, que hay que tener vínculos más profundos, que el ir con la verdad es lo que trae paz al corazón, pero si no empezamos a vivir los valores o aquello que nos gusta, ¿qué le estamos llevando al otro? ¿qué le estamos mostrando para contagiar a los demás?

Creo que les dije los últimos días, hace poco estuve leyendo un libro sobre los orígenes cristianos y decía que cuando comenzó el cristianismo la gente no entendía como era que lo cristianos anunciaban a Jesús de esa manera, porque lo seguían mujeres (no tengo nada contra ellas) que no tenían lugar, los niños, los pobres, los extranjeros, y decían “¿quiénes son estos para anunciarle el Evangelio a estos, a estos que están marginados? ¿y quiénes son estos para que todos puedan hablar, para que todos tengan un lugar para compartir y vivir esa alegría como que todos son parte? ¿dónde esta el Maestro y dónde esta el que aprende de eso?”, es decir mostraban algo distinto, lo que contagiaban a los demás era lo que vivían mas allá de lo que decían, y que descubrían que tenían algo valioso para llevar. Ahora, para eso tengo que hacer una experiencia. Que sin embargo muchas veces la hemos transmitido, muchos hemos participado de un retiro o algo porque nos dijeron “anda, hacelo, esto es lindo”. Lo bueno entonces es animarnos a llevar esa experiencia, animarnos a llevarla a los demás, mostrarles que hay algo que tenemos que el otro también lo puede vivir, y no solo que lo puede vivir, sino que si lo vive le va a cambiar la vida. Ahora para eso yo tengo que tener esa certeza en el corazón, y para eso yo tengo que haber echo experiencia, y a partir de ahí si querer ser testigos.

Hoy vivimos esta fiesta con esa sensación de que Jesús se va, pero nos envía el Espíritu, y nos envía el Espíritu para que seamos testigos, para que descubramos que tenemos algo valioso, para que descubramos que eso valioso tenemos que llevarlo a los demás.

Pidámosle a aquellos primeros cristianos que se animaron a ser testigos de Jesús, a llevar la posta de este testimonio, de esta buena noticia, para que también nosotros la vivamos, que nosotros seamos parte de eso, que tomemos ese testimonio, que tomemos esa experiencia, que la hagamos carne y que la transmitamos a los demás.


Primera Lectura: Hechos 1, 1-11

Salmo: 46

Segunda Lectura: Efesios 1, 17-26

Evangelio: Mateo 18, 16-20

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