lunes, 26 de mayo de 2014

Homilía: “No te inquietes” – V domingo de Pascua

Hoy vamos a cambiar un poco, para que no se aburran tanto. Para comenzar la homilía, los voy a invitar a que cierren un momento los ojos, y piensen cuál es la preocupación, la inquietud, la duda, aquello que hoy más le cuesta en el corazón. Les doy un momento, y anímense a pensar.
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Manteniendo los ojos cerrados, imagínense ahora que Jesús se les hace presente, va a ustedes, y les dice: “No se inquieten, no se preocupen, mantengan la calma, estén tranquilos, crean en Mí”. Y anímense a vivir esa paz que este Jesús, que este Dios, trae al corazón.
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Ya pueden abrir los ojos.

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Esto es lo que hace Jesús con sus discípulos en el evangelio que acabamos de escuchar. Los discípulos tienen miedo, están preocupados, no saben lo que está por pasar, tienen un montón de dudas. Las cosas cambiaron, no son como antes; y Jesús les dice: “No se inquieten, no se preocupen.” En palabras nuestras sería: “tranqui, quedate tranquilo”.
Podríamos pensar cuáles son las personas que a nosotros nos hacen sentir tranquilos, nos sacan de nuestras angustias, de nuestras preocupaciones. ¿Vieron cómo los chiquitos, cuando están preocupados, angustiados, van corriendo hasta mamá o papá y le piden “¡upa!¡upa!” y se suben? Ahí se empiezan a tranquilizar, porque se sienten seguros y se quedan tranquilos. Bueno, esa tranquilidad de niños nos invita a tener Jesús en Él. Pero para eso tengo que creer en Él, tengo que confiar en Él. “Crean en Mí”, les dice Jesús. Sin embargo, esto es difícil. A todos en las preocupaciones, en las dudas, nos cuesta confiar y creer. Tal es así que después de que les dice eso, Tomás empieza a decirle: “bueno, pero no sé ni adónde vas, ni cuál es el camino”; Felipe, “mostranos al Padre”; empiezan a aparecer todas las preocupaciones. Pero Jesús les sigue diciendo: tranquilos, pongan el corazón en Mí.
Creo que este evangelio es tal vez una muestra de lo que pasa con nuestra cultura, hoy vivimos siempre preocupados. Siempre estamos en medio de problemas, siempre hay dificultades. No sé si es más fácil o más difícil que en otras épocas, pero siempre estamos como intranquilos en el corazón; nos cuesta mucho descansar. Pero hay un Jesús que también nos quiere volver a decir a nosotros que descansemos en Él, que reposemos en Él. ¿Cómo? Creyendo, confiando, poniendo nuestro corazón en sus manos.
Vivimos épocas convulsionadas por un montón de cambios, por inseguridades sociales, económicas y políticas; pero sobre todo por inseguridades personales, porque somos inseguros de nosotros mismos. Entonces, como somos inseguros queremos tener todo controlado y nos cuesta confiar. Y entonces, todo parece enorme. Cualquier problemita, cualquier cosa que pase, es una carga y una angustia muy grande. Y Jesús vuelve a abrirnos los ojos, y a pedirnos que reposemos en Él. Vuelve a decirnos: tranquilos, no se inquieten. Y nos lo dice hasta el cansancio, porque quiere que descubramos que en Él se puede vivir algo distinto.
Ahora, para eso tengo que animarme a pararme en Él, tengo que pedirle: aumentá mi fe, ayudame a creer y a confiar. Esto que para nosotros es tan complejo y tan difícil, soltar las cosas y confiar en Jesús. Y a veces nos preguntamos, cómo lo va a hacer Jesús, de qué manera, de qué forma, no veo la salida, no encuentro la manera. Esto es lo mismo que le pasa a Tomás: “Señor, no sabemos ni adónde vas. Vos me decís que te vas a una casa que tiene habitaciones, bueno, ¿dónde queda esa casa? No sabemos el camino.” No es como ahora cuando nos vamos de vacaciones, que está todo explicado cómo llegar, o que el GPS ahora nos dice: “gire a la derecha, recalculando, gire a la izquierda…” Nosotros quisiéramos que la fe fuera así, porque pareciera más fácil. Pero en la fe no está todo calculado y controlado; la fe es descansar en Jesús, es confiar en Él. Por eso cuando Tomás quiere un mapa que le indique a dónde tiene que llegar, y por dónde tiene que caminar, y qué paso tiene que hacer, y que todo sea mucho más seguro y más fácil; Jesús le dice: Yo soy el camino. “Yo soy el camino, Yo soy la verdad, Yo soy la vida. Cree en Mí”. Esa es la invitación para nosotros.
Podríamos pensar si a nosotros nos cuesta encontrar el camino como a Tomás. Y Jesús lo encuentra por nosotros, Jesús nos dice: Yo soy el camino para vos, quedate tranquilo cuando no veas la salida, cuando no lo encuentres, cuando no lo veas claro, yo te voy a guiar, yo te voy a llevar, yo voy a caminar con vos. Como esa oración tan linda que seguramente todos conocen de las huellas en la arena, que una persona mira y ve esos dos pares de huellas porque Jesús lo acompaña, y ve que en los momentos difíciles hay sólo un par de huellas, y le reprocha a Jesús. Y Él le contesta: No, en esos momentos no me fui, te alcé, te llevé. Y Jesús nos dice eso. Si te animás a poner las manos en Mí, te voy a guiar. Y a veces nuestra fe va a flaquear un poco, y a veces sentimos que vamos para delante, a veces sentimos que vamos para atrás, a veces que hay algo que no sirve de nada, y ¿qué nos dice Jesús? Cuando no veas las cosas claras, confiá, creé. Nos vuelve a repetir las cosas.
Y uno pensará, ¿será como Cholo que está un poco con el disco rayado, que repite varias veces lo mismo? No, es que lo esencial siempre se repite varias veces, siempre se vuelve a eso. Y Jesús seguramente los cansó a los discípulos diciendo: miren, son pocas cosas, pero son básicas. El problema no es decirlas, en eso somos todos doctores; el problema es vivirlas. Me acuerdo que una vez Pablo VI dijo que “las palabras iluminan pero los ejemplos arrastran”. Y pienso en esta frase para este evangelio porque lo raro es que el evangelio tendría que ser al revés. ¿Por qué tendría que ser al revés? Porque el que está en problemas es Jesús. Jesús está en la Última Cena, está por dar la vida, tendrían que estar los discípulos diciéndole: “bueno, tranquilo Jesús, tenés que subir la a la cruz.” No sé, tratando de tranquilizarlo por todo lo que se le viene. Y en vez de eso, está Jesús con una calma que asombra, tranquilizando a sus discípulos, aún en este momento.
¿Por qué puede hacer esto Jesús? Porque Él sabe en quién descansa. El que a Jesús le dijo “no te inquietes” es el Padre; el que le dijo “podés descansar en Mí”, es Dios. Y como Jesús descubrió en su Padre el Camino, la Verdad y la Vida, da testimonio de eso. No se inquieta, y lo transmite. Por eso el ejemplo de Jesús arrastra, porque lo vive, porque lo que fue mamando y aprendiendo y creciendo, lo encarna. Cuando nosotros vemos los valores encarnados, eso es lo que nos mueve, lo que nos conmueve y nos llama también a nosotros a poder vivirlo. Bueno, Jesús nos dice que Él es ese camino, que Él nos va a guiar y nos va a acompañar, que nos va a ir dando señales; que Él es esa verdad, que cuando no tenemos respuestas, cuando no sabemos, volvamos a Él, animémonos a poner el corazón, a rezarle. Él es la vida; esa vida que a veces sentimos que anda tirando, esa vida nuestra que a veces no valoramos, que no queremos, esa vida en los demás que a veces nosotros o el mundo no quiere, tiene valor. ¿Por qué? Porque nos la dio Jesús. En Él todos tenemos vida, si nos animamos a mirarnos con sus ojos. Si nos valoramos con sus ojos, nos valoramos, nos queremos, nos amamos; con lo que nos gusta, y con lo que no nos gusta tanto. Esa es la invitación de Jesús para nosotros, a que nos animemos a vivir esa vida que nos da.
Muchas veces como cristianos, vivimos como en una eterna Cuaresma, todo es un problema, todo son dificultades; parece como que no encarnamos la Pascua. Bueno, estamos en tiempo pascual, tendríamos que vivir la alegría de lo que es la Pascua de Jesús. Animémonos a encarnarla. Y la alegría es descubrir estas cosas, estas imágenes que Jesús nos da; qué bueno que Jesús me diga “Yo soy el Camino”, puedo confiar en Él; qué bueno que me diga “Yo soy la Verdad”, voy a encontrar respuestas; qué bueno que me diga “Yo soy la Vida”, Él me trae vida. Vivamos la resurrección de Jesús, alegrémonos de eso, animémonos como Iglesia y como comunidad a vivir la Pascua, a vivir el paso, a no quedarnos como siempre quejándonos por los problemas, sino a descubrir que Jesús nos trae una esperanza diferente y distinta; a un Jesús que nos muestra el Camino, nos trae la Verdad y nos regala Vida.
Animémonos entonces durante estos días a poner el corazón en Jesús, a rezarle; a pedirle que nos tranquilice, que nos ayude a poner el corazón en la Fe, que nos aumente la Fe; a que nos muestre ese camino que necesitamos, esa verdad que hoy requerimos, esa vida que necesitamos también sacar de adentro.
Pidámosle a Jesús, que así como hizo con sus discípulos, nos muestre también el camino hacia esa casa del Padre.

Lecturas:
*Hech 6, 1-7
* Sal 32,1-2.4-5.18-19
*1Pedro 2,4-9

*Jn 2,4-9

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