miércoles, 12 de agosto de 2009

Homilía: "Creer en el pan de vida"

Hay una canción, de Baglietto que dice así:
“La vida es una moneda,
quien la rebusca la tiene,
ojo que hablo de monedas
y no de gruesos billetes.
Mi vida es una hoja en blanco,
un piano desafinado,
diez dedos largos y flacos,
y un manojo de palabras.
Solo se trata de vivir,
esa es la historia,
con la sonrisa en el ojal,
con la idiotez
y la cordura
de todos los días,
a lo mejor resulta bien.”
Y pensaba como todos justamente lo que tratamos es de vivir, de ir creciendo, de ir madurando, de irnos desarrollando a lo largo de la vida. Y para eso tenemos justamente que ir descubriendo que la vida se nos va abriendo paso a partir de lo que vamos eligiendo y decidiendo en el corazón. Es verdad que no todo es tan puro, tan limpio, tan simple. Tenemos un montón de condicionamientos: nacemos en una determinada familia, con ciertas condiciones, en una determinada sociedad...; pero somos nosotros en la medida que vamos creciendo los que, como muchas veces decimos, nos tenemos que ir haciendo cargo de nuestra propia vida, es decir, ir eligiendo. Tenemos que animarnos a escribir nuestra propia historia. Y de esa manera somos nosotros los que tenemos que ir escribiendo en esa hoja en blanco. Esa historia no esta escrita, sino que tenemos que ir desde el corazón discerniendo de qué manera queremos caminar. Por que justamente Dios nos regala la libertad para eso. Dios nos hace libres para que podamos elegir y caminar, para que podamos ir buscando de qué manera queremos crecer y cuales son aquellas cosas que nos van moviendo desde el corazón en la vida, aquello que todos queremos, aquello que todos buscamos.
La mayoría de las decisiones que tomamos son porque descubrimos que nos dan vida, porque descubrimos que nos hacen crecer o por lo menos eso es lo que creemos. Es más, cuando por alguna razón alguno de nosotros va perdiendo esas ganas de vivir, o no le encuentra sentido a la vida, es lo que sorprende. Cuando alguien le dice a uno “yo no tengo más ganas de vivir” es como que impacta en nosotros, porque lo más natural es el deseo de vida, es esas ganas de seguir adelante, de lucharla, de pelearla.
Y pensaba en un escritor muy conocido, Dostoievsky, supongo que varios de ustedes lo conocen, que en un momento de su vida lo atrapan, lo iban a fusilar, lo tienen con los ojos vendados frente al frontón de fusilamiento, y le perdonan la vida. Le dicen, “hoy no vas a morir”. Y tiempo después él escribe diciendo que si le daban a elegir, estar atado sobre una montaña, encima de una roca, en la que solo puede apoyar sus dos pies y no tiene más espacio que para eso, en tinieblas, con el rugido del mar alrededor, rodeado de precipicios, con el viento soplando, en una soledad infinita, durante mil años, él elegirá siempre eso antes que morir. Y más allá de esa situación extrema en la que nos habla de que sigue eligiendo la vida; creo que todos en diferentes momentos nos vamos aferrando a aquello que nos da vida. Nos vamos aferrando a aquello que necesitamos para existir y subsistir. Desde aquello más necesario, si es que no lo tenemos, a cosas más profundas si es que esas cosas básicas las tenemos. O podríamos preguntarnos: si tenemos las cosas básicas, ¿nos animarnos a descubrir elegir cuáles son esas cosas más profundas que nos ayudan a crecer?
A veces cuando vemos muchas cosas que suceden, gente que no tiene para comer, personas que empiezan a buscar subsistir robando, o haciendo lo que fuera. Personas que hacen lo posible por llevar esas cosas básicas a su casa, a su familia, es muy fácil juzgar desde nuestro lugar. Pero cuando uno no tiene lo básico, uno empieza a buscarlo, y hace lo que puede. Y pensaba en esto desde un ejemplo muy concreto. En estos días ha vuelto tanto a resurgir todo lo que tiene que ver con aquellos que sobrevivieron en los Andes, después de más de treinta años, con este último libro que sacaron “La sociedad de la nieve”. Y como todos se preguntan como pudieron vivir, sobrevivir; qué cosas hicieron. Sin embargo a veces se los ha cuestionado por algunas decisiones drásticas que tomaron sobre todo al principio. Bueno, cuando uno esta en situaciones extremas busca aquello que le garantice la vida, aquello que lo haga subsistir, sobrevivir en aquella situación. Después, a la larga, lo importante será que uno pueda sacar provecho. Ver que enseñanza me dejó, que aprendí, y que pueda valorar aquello central en mi vida.
Pero muchas veces cuando las cosas de todos los días las tenemos, cuando no nos falta nada, nos vamos perdiendo; peleamos o discutimos por cosas que son mínimas, cosas que no tienen sentido, y desgastamos nuestras fuerzas en eso.
Como decíamos el domingo pasado, Jesús nos dice, miren: “Yo soy el pan de vida”. Jesús les invita a que profundicen, que no se queden con aquello primero que vieron en Jesús. Jesús multiplicó los panes, les dio de comer, sació lo primero que necesitaban, y ahora les pide que den un paso más. Y hoy nos dice sigan profundizando en eso que descubrieron, anímense a descubrir quién soy. A Jesús lo siguen por lo que les da, por lo panes, por los peces, porque cubrió sus necesidades básicas en un determinado momento. Pero ¿hay que seguir a Jesús porque cubre nuestras necesidades básicas? Esta para eso nada más. O queremos seguir a Jesús por aquello que significa para nosotros. ¿Queremos seguir a Jesús por lo que Jesús nos da? o ¿queremos seguir a Jesús por Jesús mismo, por quién es Jesús? Y eso es lo que quiere que vayamos aprendiendo a lo largo de toda la vida.
Podríamos pensar en cualquier vínculo, desde cuando uno se pone de novio. Uno empieza a salir, después de un tiempo, no se cuanto tiempo ustedes dicen que tiene que pasar ahora, se ponen de novios, y uno descubre que esta enamorado. Ahora eso va a pasar. En un momento me enamoré del otro u otra, pero tengo que aprender a elegir al otro, y eso es el amor. Cuando pasa esa primera etapa, importante pero no única, y después de que lo voy conociendo más al otro, con las cosas buenas, con las cosas malas, con lo que me gusta, con lo que no me gusta, y aprendo a decir que esa es la persona que yo quiero, esta es la persona que yo elijo.
Lo mismo en el matrimonio, cuando mucho más hay que profundizar esto. Lo mismo en cualquier vínculo. No me puedo quedar con lo primero. O solamente con lo que el otro me da. Sino justamente con lo que el otro significa para mi. Y esto es lo que nos pide Jesús. Aprendan a trascender, pasen aquello primero que descubrieron, descubran en lo profundo que es lo que realmente les da vida.
Es verdad que muchas veces tendemos a querer bajar los brazos, por ejemplo, es lo que le pasa a Elías en la primera lectura. Fue, dejó todo, lo sigue a Dios, predica, anuncia y lo quieren matar. Se va, se enoja y dice, yo no quiero vivir más. Sin embargo descubre cómo que hay alguien que le habla al corazón y le dice: intentalo de nuevo, seguí, comé, alimentate, todavía no terminó tu camino. Bueno, a nosotros también la vida muchas veces nos golpea. Las cosas no son como queremos, deseamos. Descubrimos que no pudimos hacer lo que esperábamos. A duras penas llegamos mas o menos, siendo más grandes o más chicos, a, no se, un 10, 20, 30% de lo que queríamos pero, ¿vamos entonces a bajar los brazos? O vamos a animarnos a descubrir de qué manera podemos seguir caminando hoy. Mirar qué es lo que verdaderamente nos da vida hoy. Eso es lo que les pide Jesús. Eso es lo que nos pide hoy Jesús a nosotros. ¿Cuál es aquel pan de vida que llena nuestros corazones? Y nos pide una sola cosa para eso: “crean”. Crean en aquel que puede dar vida.
Jesús nos promete una vida para siempre y nos pide poner nuestra fe en eso. Y la fe es, traduciendo el hebreo, cuando uno siente que está apoyado firmemente, que sabe donde tiene sus pies, que siente que hay una roca firme. Es decir, animarse a decentarse, es animarse a confiar en los demás. Lo que muchas veces hacemos en nuestra vida, animarnos a hacerlo también con Dios. Dejar de controlar las cosas, decir Dios confío en Vos, confío en que querés la vida para mi. Confío que me vas a ir mostrando el camino, para que descubra aún en los momentos difíciles qué es lo que me da vida. Para que descubra cómo puedo ir creciendo, cómo puedo ir caminando.
Pidámosle entonces hoy a Jesús que podamos descubrir aquello que nos da verdadera vida. Que podamos poner nuestra fe y nuestra confianza en los demás y en este Dios que nos ayuda a seguir adelante como a Elías. Y pidámosle a Jesús, que acompañó a los discípulos, a los apóstoles, que les enseño a escuchar, a profundizar; que nos ayude también a nosotros a mirar en el corazón, a profundizar en nuestro corazón, y a descubrir aquello que nos da verdadera vida
(Domingo XIX durante el año, lecturas: 1Re 19,1-8; Sl 33,2-9; Ef 4,30-5,2; Jn 6,41-51)

1 comentario:

  1. Jesus es el verdadero pan de vida.Nosotros tenemos que buscar siempre este pan porque da la vida eterna.

    ResponderEliminar