lunes, 15 de noviembre de 2010

De vacaciones por el Aconcagua (Primera Parte)

El último verano encaramos junto con un sacerdote amigo, Cristián Cabrini, la aventura de escalar el Aconcagua (6962 metros), la montaña más alta fuera del Himalaya. Hoy varios meses después quería transmitirles y contarles la experiencia. Para eso voy a dividir el relato en tres partes, la preparación, el ascenso al Aconcagua, y por último algunas enseñanzas que me quedaron después de tantos días en la montaña.

1. En primer lugar y muy importante es la preparación. Uno no se levanta un día, se toma un avión y empieza a escalar una montaña de altura importante de un día para otro. Hay muchas cosas que se necesitan y se tienen que planear y preparar con tiempo. Nosotros empezamos a pensar y madurar la idea dos años antes. Luego que tomamos la decisión, encaramos las tres partes que tiene esta preparación:
a. Ir consiguiendo o comprando el equipo necesario ( las condiciones son extremas por lo que hay que ir bien preparados).
b. Prepararnos física y mentalmente. Ambos somos muy deportistas pero hay que entrenar algunos músculos que no estamos tan acostumbrados a usar. Por eso salíamos a caminar con mochilas cargadas para acostumbrar la espalda y hacer mucho barrancas para acostumbrarse a escalar. La segunda parte es ir preparando la cabeza. Todas las personas a las que uno consulta te dicen que el Aconcagua es 60-70 % mental ( lo explicaré bien más adelante) y el resto tu estado físico.
c. Conseguir el guía que te acompañe. Uno no puede meterse solo en semejante montaña es por eso que después de muchas idas y vueltas terminas con Oscar Daher quien nos aconsejó y guió durante los once días que estuvimos en la montaña.
Se podría agregar un cuarto punto que es conocer a aquellos con los que vas a escalar pero dado que con Cristián compartimos todo el seminario y varias bicicleteadas por Córdoba y Bariloche este punto no era necesario.

2. Luego de prepararnos lo mejor que pudimos, en febrero de este año nos fuimos para Mendoza. Una de las dificultades que tiene este tipo de escalada es el mal de altura. Nosotros no estamos acostumbrados a la altura (vivimos al nivel del mar) y aclimatarse lleva su tiempo. Es por eso que decidimos irnos unos días antes de la escalada a vallecitos (2900 metros al nivel del mar) para ir aclimatando el cuerpo. Estuvimos unos días ahí y como entrenamiento escalamos el cerro Lomas blancas (3600 metros) y luego el San Bernardo (4200). Gracias a Dios no tuvimos ningún mal de altura y nuestro organismo se fue aclimatando bien. Así ya nos encontrábamos listos para encarar el Aconcagua.
Volvimos a Mendoza, donde sacamos el permiso de acceso al parque y nuestro guía reviso minuciosamente nuestro equipo (para que se den una idea a mi me bocho mi bolsa de dormir prestada que era para 25 grados bajo cero, por suerte me presto una él).


Así encaramos la montaña. Dejamos en penitentes parte de nuestro equipo para que lo subieran las mulas y nos dirigimos a Horcones (2750 metros), sitio donde se encuentra el puesto de Guardaparques donde se chequean los permisos de ingreso. Una vez terminado el trámite comenzamos el Trekking hacia Confluencia a 3.300 metros de altura. Allí dormimos una noche, para encarar al siguiente día el tramo más largo de caminata hacia Plaza de mulas. Es un trayecto duro tanto por los 30 kilómetros que hay que recorrer como por los 900 metros de desnivel que hay que sortear, con un último tramo llamado Cuesta Brava, con una pendiente muy fuerte como lo dice su nombre. Tardamos 8 horas en completar el trayecto sólo descansando para almorzar y luego nos instalamos en Plaza de mulas (4260 metros) lo que sería nuestro campamento base durante 4 días. Allí descansamos, nos fuimos aclimatando a la altura, nos alimentamos bien para comenzar lo que llaman el Aconcagua propiamente dicho.

(continuará)

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