lunes, 15 de noviembre de 2010

Homilia "Dios es un Dios de vivientes" Domingo XXXII del Tiempo Ordinario

Hace poco tiempo salió una película muy linda que se llama “Mi nombre es Khan”, en el cual muestra la vida de este hombre Khan, un hombre de Medio Oriente que tiene el síndrome de Asperger, una enfermedad. Y como su hermano viaja al morir su madre, Khan termina viajando a los Estados Unidos, y ahí comienza a hacer su camino a pesar de esta discapacidad por esta enfermedad que él tenía. Y se termina enamorando de una mujer hindú, Mampira, y la empieza a perseguir. Ella también se empieza a enamorar de él, y como terminan estas historias se casan. Viven su vida, tienen un hijo, hasta que de pronto cambia todo drásticamente con el 11 de septiembre, como pasó en Estados Unidos hace unos años, y todos los hombres de Medio Oriente empiezan a ser perseguidos, abusados, mirados mal con ese atentado, y por lo tanto ellos también: se les cierran las puertas donde antes se le abrían, no los aceptan, sus amigos no los quieren, van perdiendo sus trabajos. Hasta que lamentablemente en la película por esa hazaña que había entre los jóvenes, terminan matando al hijo de ellos. Y ahí en medio de esa profunda crisis y ese profundo dolor, Mampira se enoja mucho con Khan, por su raza, y le empieza a repetir: “Mi nombre es Khan, y yo no soy terrorista”, y lo sigue repitiendo y ella le dice que se vaya, y él le dice que se quiere quedar y le pregunta qué es lo que tiene que hacer, e irónicamente Mampira le dice: “Anda y decicelo al presidente”, y Khan va a decírselo al presidente, y comienza su camino, imagínense una persona de Estados Unidos intentado decirle algo al presidente… Y ahí comienza por fidelidad a ese amor, todo un camino para intentar mostrarle ese amor que tiene, cumpliendo y viviendo aquello que ella le pidió, a pesar de que parezca imposible, a pesar de que parezca que no tiene sentido, Khan va a intentar cumplir con lo que le pide su mujer…

Y yo pensaba cómo a nosotros, aun en cosas más pequeñas, nos cuesta muchas veces vivir la fidelidad. Creo que si nosotros nos preguntásemos valores que son para nosotros importantes, uno de estos sería ‘el ser fiel al otro’. Sin embargo en esa fidelidad muchas veces nos encontramos con límites, nos encontramos con nuestro propio limite que no nos deja ser fiel a aquello que queríamos, a aquello que pensábamos, a aquello que deseábamos, a aquello que buscábamos. O muchas veces nos encontramos con el límite del otro, y es por eso que en ese camino nos cuesta progresar, profundizar porque muchas veces las cosas se van como diluyendo, se van perdiendo.

Y esta fidelidad que muchas veces nos cuesta tener en muchas cosas, nos pasa también en nuestra relación con Dios, y le pasó al pueblo durante toda su historia en su relación con Dios. Con este Dios que siempre era fiel al pueblo, que siempre quería regalarle su fidelidad y que el hombre encontraba que no podía. Y la Biblia es un conjunto de respuestas de un hombre que no puede serle fiel a Dios: Adán, Eva, Caín, Abel, Moisés, Abraham, el que fuera, agarren uno tras otro y siempre terminan cediendo, no pueden vivir esa fidelidad, entonces empiezan a encontrar un limite en esa relación con Dios, en ese vinculo con Dios, y entonces empiezan a preguntarse cómo es esta relación con un Dios en la cual yo no puedo terminar siéndole fiel. Y es ahí que aparece esta llamada ‘teoría de la retribución’ donde Dios bendice o castiga a aquel que intenta vivir o no la relación con Él, y la respuesta es ‘en esta vida’. Entonces dicen: “El que es bendecido, al que le va bien, el que no tiene enfermedades, es porque es fiel a Dios. El que sufre, al que le va mal, el que tiene alguna enfermedad, es porque no es fiel a Dios”.
Como alguna vez hemos hablado, esto no superó el ‘test de la experiencia’: hubo gente buena que le iba mal, y hubo gente mala que le iba bien, y a partir de ahí se empezaron a preguntar ¿qué es lo que pasa entonces?

Y esto llega hasta la Primera Lectura de hoy, cuando hay hombres que dicen: “Yo quiero morir siendo fiel a Dios” y pasa esta mujer con sus hijos y dicen “No me importa lo que hagas, yo voy a ser fiel a la ley de Dios. Yo quiero dar mi vida, y pongo mi esperanza en Dios”. Y acá todo empieza a replantearse, ¿qué pasa cuando los hombres también pueden ser fieles a Dios? Y esta gran pregunta que aparece acá vuelve a vivirse en Jesús, ¿qué pasa cuando un hombre, Jesús, es fiel a Dios? Y cuando llega al limite, cuando parece que ya nada tiene sentido, como es la muerte.
En esto que escuchamos en el Evangelio que tanta gracia nos da: una mujer se casó con un hombre, como decía la ley del levirato en Oriente ‘si no tiene descendencia tiene que casarse con el hermano’, y así pasaron 7 descendencias casándose con esta mujer, y no sabemos quien la paso peor, si la mujer o los 7 hermanos, pero es lo que cuenta la historia… ¿Quién la tendrá por mujer en el cielo? Esto no tiene sentido, no ven como con la muerte todo se acaba. Esta es la pregunta de los adulcedos y lo herodianos, hay un momento donde esta historia termina. Curioso porque los adulcedos y los herodianos estaban peleados a muerte, se unían nada mas para estas cosas, ‘aunque sea busquemos un adversario en común”, como poner una trampa a Jesús… y Jesús les dice “No entendieron nada, Dios siempre sigue siendo fiel, Dios es un Dios de vivientes, no es como lo vivimos acá. Dios nos promete aún una vida más plena”. Y cuando parece que todo se acaba en Jesús, cuando un hombre es fiel hasta la muerte, Dios le regala la Resurrección, Dios nos regala la resurrección, porque seguimos caminando con Él. Y a partir de ahí nos muestra como a pesar de que muchas veces no podemos ser fiel, donde pensamos que todo se termina, donde pensamos que todo muere, que todo acaba, puede haber resurrección.

Eso es lo que vivimos día a día, que aun los vínculos, los momentos difíciles, las cosas que nos duelen, se pueden arreglar. Dios nos promete eso, y nos invita a vivir también nosotros eso, ¿cómo? Poniendo la esperanza en Él, poniendo la esperanza en los demás, poniendo la esperanza en nosotros, se puede ser fiel, se puede volver a intentarlo, se puede caminar detrás de un deseo.
Este último de los hermanos le dice: “Yo voy a poner la esperanza en Dios”.

Pablo le dice a la comunidad: “Esperen en el Señor por lo que Jesús hizo”. Jesús nos dice a nosotros: “Tengan esperanza, Dios es un Dios de vivientes, Dios quiere la vida para ustedes”. Eso es lo que nos invita a descubrir: todos los signos de vida que tenemos en todos los días, todo lo que día a día nos va dando, todo lo que nos quiere regalar. Aprender a descubrir ya desde acá, que si hay algo que Dios en Jesús nos dice para siempre es que tengamos Vida, ¿por qué? Porque permanece fiel. Comos nos dice Pablo: “Dios es fiel, vívanlo con alegría”.

Y eso es lo que nos invita a vivir, a caminar siempre con esa fidelidad detrás de Él. Y cuando no podamos, a tenderle la mano.
Pidámosle a este Jesús que nos consuela, que nos reconforta, que nos levanta, que nos perdona, que podamos caminar siempre detrás de Él, poniendo la esperanza en este Dios que nos promete Vida para siempre, que nos promete Vida en abundancia, que nos promete la Resurrección
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Primera Lectura: Segundo Libro de los Macabeos 7, 1-2. 9-14
Salmo: 16, 1. 5-6. 8 y 15
Segunda Lectura: Segunda carta a los Tesalonicenses 2,16-- 3.5
Evangelio: Lucas 20, 27-38

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