lunes, 9 de mayo de 2011

La Resurrección del Señor

Hace un par de años se llevo al cine un libro “Children of men”, que se tradujo “Hijos del hombre” o “Niños del hombre”, que es una película que trata en Gran Bretaña en el 2027, y pasa que en el mundo la humanidad ha dejado de tener hijos desde el 2009. Cuando comienza la película muere, justamente en Buenos Aires, el hombre mas joven del mundo de 18 años. La humanidad esta desconcertada, parece una época muy difícil, el gobierno de gran bretaña es un gobierno de la extrema derecha, muy autoritario, hay muchos líos entre la población mas nativa, los inmigrantes, toda una violencia muy grande… Y es en ese momento donde de pronto raptan a Clive Owen, que hace de Faron en la película, y le piden que les haga un favor. Este hombre no entiende bien que es lo que le están pidiendo hasta que le muestran una mujer de raza negra que esta embarazada, y queda totalmente anonadado frente a lo que esta sucediendo, como les decía hacia ya muchos años que los hombres y las mujeres no podían tener hijos. Logran convencerlo para que el logre llevar a esta mujer a un grupo de hombres llamado ‘El factor humano’, para que de ahí comenzara esta nueva creación. Y él va intentando llevar con ayuda de sus contactos a esta mujer pro la cual tenía que cruzar Gran Bretaña. Este niño nace en medio del camino, y hay una imagen muy fuerte en la película que están como en medio de una guerra los más nacionalistas contra estos grupos que en la película son mas subversivos, y ellos quedan en el medio hasta que este niño, propio de un bebe, empieza a llorar, a llorar cada vez más fuerte, y la gente que esta cerca empieza como a darse vuelta y empieza a acallarse toda esa violencia y todo ese ruido tan fuerte de la guerra con toda la gente que empieza a mirar a este niño sin poder creer lo que esta viendo, a esta vida nueva que nace, a esta vida nueva, distinta a lo que estaban acostumbrados. Se produce un silencio muy grande y una reverencia muy grande frente a esa vida.

Esa reverencia también muy grande que todos nosotros también tenemos aunque estamos mucho mas acostumbrados a esto. Como cambia nuestra vida la alegría que trae cuando una vida nace, muchos de ustedes son padres, madres, o si no tal vez han tenido sobrinos, lo que fuera, y uno sabe la alegría que se vive cuando se llega a un momento así, como todo se detiene. Mas allá de lo bien o difícil que sean los momentos, cuando algo nace es como que se respira un aire distinto, se vive algo distinto. Y eso es lo primero que nos invita a mirar Dios, esta vida que nos regaló, esta vida que nos regaló a cada uno de nosotros, esta vida que a veces estamos tan acostumbrados (sobre todo los que tenemos un poco mas de años) que casi no nos damos cuenta y a veces casi le perdemos el valor. Ese gran regalo que día a día Dios nos da, pero que no queda solamente en nuestra vida, si no también en la vida de los demás, en al vida de los que están a nuestro alrededor, mas allá de las cosas que intenta hacer, todavía la vida sigue siendo un regalo que nos dan los demás y aprendemos a vivir, a nacer, a crecer en familia, y mas allá de lo bien o lo que nos cueste los vínculos según los momentos, son los que Dios puso a nuestro lado y son los que también nos invita a agradecer y a valorar. Y también a los que nos vamos encontrando, amigos y amigas, y los que después a lo largo de la vida uno va eligiendo, en esa elección mas fuerte de esas pocas amistades, pero mas fuertes y vinculares que van quedando, o esa elección de vida que uno hace cuando elige a aquel o aquella que quiere amar, al que le quiere entregar la vida. Sin embargo muchas veces la vida se va complicando y vamos como perdiendo de vista estas cosas y nos vamos quedando con las otras cosas que nos rodean, que van dando vueltas pero que no son tan centrales.

Y hoy estamos celebrando justamente lo central que es la vida, y la vida cuando parece que todo se acaba, la vida cuando parece que todo se termina, porque Dios no solo nos dio la vida, nos regalo la vida, nos da un montón de cosas gratuitas a lo largo de nuestra vida, nos ama y nos enseña a amarnos los unos a los otros para que tengamos más vida, y si no que también nos muestra que donde todo parece que se acaba como es la muerte , hay vida.

Cunado los discípulos habían perdido la fe, habían perdido la esperanza, Dios vuelve a hablar. En ese gran silencio de los hombres, donde parecía que nada podía cambiar y todo había terminado, donde aprecia que el mal triunfaba, que el mal vencía, Dios vuelve a hablar, y nos trae nueva vida en Jesús. Y es en eso donde nos invita a descubrir esa nueva presencia de Dios.

En el Evangelio escuchamos como Maria Magdalena, Pedro y el discípulo amado van al sepulcro y encuentran algo distinto. Fueron a ver signos de muerte y no los encuentran, y la gran pregunta ante eso es ¿qué pasó? Y tienen que aprender a creer y descubrir en esos primeros gestos a aquel que resucitó. Obviamente después vamos a escuchar como Jesús se les va a apareciendo para reforzar esa creencia, pero tienen que aprender a descubrir la vida donde parecía que no había mas vida. Y esto es lo que nos dice Pedro en la Primera Lectura, o lo que dice Pablo en la Segunda Lectura: “En Jesús hay una vida nueva, en Jesús se nos promete algo nuevo y algo distinto”. El problema es que muchas veces vamos perdiendo esto central y esencial que es aprender a descubrir y reconocer el valor de la vida. Vivimos en un mundo donde nos sentimos muy exigidos, donde siempre estamos corriendo, donde nunca llegamos a lo que tenemos que hacer pero tenemos ganas de llegar y seguimos intentándolo, donde tenemos un montón de obligaciones, un montón de cosas que hacer, y vamos perdiendo lo central.

Hace un par de años salio un video muy famoso en Youtube de Randy Paul que es un hombre que le descubren un cáncer y le dicen que en 3 meses se va a morir, y él en la facultad da una ultima clase magistral hablando de cómo piensa encarar eso en su vida, y pide que no le tengan lastima porque él no se tiene lastima, y es un agradecido a todo lo que se le dio y quiere seguir viviendo por todo lo que día a día que Dios le dio. Y la gran pregunta que él deja es: “Si hoy fuera el ultimo día de mi vida, ¿estaría haciendo lo que quiero hacer?”. Y esta es la pregunta que nos podríamos hacer nosotros: en nuestra vida ¿estamos haciendo aquello que queremos, que deseamos? Obviamente que tenemos obligaciones, todos tenemos obligaciones que con responsabilidad tenemos que llevar adelante, pero ¿hemos aprendido a disfrutar de la vida? ¿hemos aprendido a valorar la vida, a querer la vida, a descubrir cuáles son las cosas centrales? O nos vamos perdiendo en las tangentes o en las cosas superficiales y por eso muchas veces estamos angustiados, muchas veces discutimos por cosas que no valen la pena, que no sabemos cómo llegamos ahí, en el cual como estamos tan exigidos, tan tolerantes, casi sensibles para eso, y no para descubrir las buenas cosas pero para descubrir que me enojo, que me hiciste esto, estamos como muy a flor de piel.

Hoy Jesús nos dice: “Aprendan a volver a lo esencial. Aprendan a volver a lo central”. Y lo central y lo esencial es descubrir esa vida que Dios nos da, esa vida que tenemos a nuestro alcance y descubrir si estamos verdaderamente haciendo aquello que nos llena el corazón, aquello que nos hace felices, si este es el camino que yo quiero, si voy hacia donde yo deseo, si aprendo a disfrutar de lo que cada día de esta vida que Dios me regalo me da, pidiéndola con responsabilidad pero aprendiéndola a gozar y disfrutar. Y cuando aprendo a disfrutar y gozar de la vida, esa vida me plenifica. Muchas veces hace ruido, como cuando uno esta con un montón de niños, eso hace ruido, (si ustedes encuentran la manera de que cuando haya muchos chicos no haya ruido avísenme porque tengo misas con niños que es un poco complicada), o a veces cuando hay un montón de jóvenes (de vez en cuando me desordenan un salón, me dejan sucio), entonces cuál es la solución de ‘no quiero mas ruido’ ‘no quiero mas sucio’, o es aprender a disfrutar de lo central: ‘que lindo tener un montón de niños que intenta vivir su fe, que se reúnen, que viven la alegría y que alegran el hogar’, ‘que lindo ver un montón de jóvenes que intentan también vivir la fe, como hubo en Pascua Joven o en Pascua Universitaria, como en los dos grupos que les agradecemos que fueron a misionar en estos días, o muchos de ustedes que fueron viviendo su fe acá o que de domingo a domingo vienen, o que en sus casas se pueden reunir, gozar, alegrarse’. O preferiríamos lo otro… como en la película que no hay niños, jóvenes, esa angustia que se vive…

Creo que la invitación de Jesús en la Pascua es aprender a valorar lo que tenemos, esa vida que nos dio, a los mas niños, a los mas jóvenes, a nosotros los adultos, que vamos creciendo, que nos vamos haciendo más mañosos, que en vez de cambiar como esperamos o espera el otro cada vez se acentúa más las cosas, tenemos que aprender a tolerarnos ciertas cosas, pero también podemos agradecer porque tenemos al otro al lado, porque podemos ir caminando juntos.

Hoy Jesús nos invita a valorar la vida porque eso es lo que nos vino a traer: vida y vida en abundancia, porque aun donde parece que se acaba ala vida, Jesús y Dios vuelven a hablar. Ahí hay vida, y vida para siempre.

Eso es lo que nos invita a descubrir hoy y ese es tal vez el paso que podemos dar en esta Pascua. ¿Cuál es el paso? Descubrir los signos de vida que Dios pone a nuestro alrededor, alegrarnos y disfrutarnos.

Pidámosle a Jesús, aquel que pasó de la muerte a la vida, aquel que nos regala esa vida también a nosotros, que mirándolo a Él, el Resucitado, aprendamos a descubrir y a gozar de todos los signos de vida que pone en nuestro camino.

Primera Lectura: Hechos 10, 34a. 37-43

Salmo: 117, 1-2. 16ab-17. 22-23

Segunda Lectura: Colosenses 3, 1-4

Evangelio: Juan 20, 1-9


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