miércoles, 9 de mayo de 2012

Nota:  Ejercitando la paciencia


Hace dos años les contaba con mucha alegría mi experiencia escalando el Aconcagua. Todo lo que había significado y lo que aprendí. Este verano puedo decir que he tenido también una experiencia muy fuerte pero totalmente distinta que es la experiencia de la enfermedad. 
Terminando mis días de vacaciones, este año muy tranquilas, con varios amigos sacerdotes en la costa Uruguaya, por primera vez en mi vida empecé asentirme realmente mal.  Caminando por la playa comenzó a dolerme la espalda. Al principio, y no teniendo ninguna experiencia anterior de dolor, no le presté mucha atención, pero ese dolor fue creciendo hasta que unos días después se hizo mucho más fuerte   imposibilitándome casi cualquier movimiento. Termine mis últimos 4 días de vacaciones acostado en una cama, sin poder ni levantarme ni sentarme y tampoco reaccionando positivamente a la diversa medicación que me fueron dando. Para resumir me trasladaron en una ambulancia a una salita de emergencias en la paloma donde me dieron morfina para poder venir hasta Buenos Aires.  Llegue acá directo a la clínica austral, donde luego de la resonancia magnética me diagnosticaron una doble hernia de disco y me dejaron internado. Allí pase 5 días internado donde me enviaron a casa con reposo absoluto durante 3 semanas. Viendo lo complicado de la situación volví después de 16 años a la casa de mis padres.
Para hacer corta la historia luego de cumplir con el reposo absoluto me dieron otras 3 semanas de reposo aunque pudiendo estar un rato del día sentado. Las 6 semanas de reposo eran necesarias para desinflar la zona donde tengo las dos hernias de disco.  Al escribir estas líneas y habiendo reaccionado bien a la medicación y cumplido el tiempo de reposo estoy de a poco volviendo a trabajar acá en la catedral pero viviendo en nuestro seminario diocesano para evitar las grandes escaleras que tenemos en nuestra casa de la catedral.
Después de describirles a grandes rasgos como fueron los hechos quería contarles algunas cosas que voy vislumbrando y descubriendo en estos días:
Primero que todo como de un día para otro y sin que haya pasado nada grave (como les conté todo comenzó caminando) te cambia no sólo los últimos días de vacaciones sino también la perspectiva de por lo menos la primera mitad del año. Sin ser algo muy grave, si bien requiere cuidado y paciencia para poder recuperarse bien. Y lo más difícil es que uno comienza a sentirse bien y sin embargo tiene que ir dando pasos muy pequeños.
Segundo y basado en lo anterior el aprender a, como dicen los jóvenes, bajar varios cambios en la vida o dicho más simple hacer menos cosas. Y creo que esto es algo que nos cuesta a todos. Como ustedes saben soy una persona hiperactiva, que me paso haciendo cosas y yendo de un lugar a otro cada día. Y si tengo algún momento libre aprovecho para hacer alguno de los tantos deportes que me gustan. Hoy son muy pocas las cosas que puedo hacer y muchas las que he tenido que delegar o dejar sin hacer durante el tiempo que sea necesario. Y descubrir que esto es lo que hoy Dios me esta pidiendo: que me cuide, que tenga paciencia y que vaya de a poco.
Tercero volver a la casa de mis padres después de 16 años. Ha sido una experiencia muy linda de rencuentro cotidiano en el día a día. Yo me fui de casa a los 22 años para entrar al seminario con 10 hermanos menores y por lo tanto una casa con mucho movimiento. Volví durante 6 semanas con 38 años y 4 solamente 4 hermanos ya más grandes y que no están durante casi todo el dái en su casa. Es decir cadi irreconocible para mi. Y aunque no haya sido por elección mía sino por necesidad quiero volver a darle gracias a Dios por la familia que me dio. Me cuidaron día a día y puede tener la oportunidad de charlar y volver a estar con varios de mi familia mucho tiempo.
Espero que cuando estén leyendo estás líneas siga viento en popa la recuperación.
   

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