En
los comienzos de una película bastante pochoclera, "21 Blackjack",
Ben está en una clase de matemática avanzada, y el profesor, Mike, tira un
problema, en el que empieza a cotejarlo a él. El problema era así: "hay
tres puertas y detrás de una hay un millón de dólares, ¿cuál eliges?" Y él
dice, elijo la A. Bueno, dan vuelta la C, y en la C no hay nada. Entonces Mike
dice, "Muy bien, quedan dos puertas, pero te doy una oportunidad, ¿qué hacés?,
¿te quedás con la puerta A o pasás a la puerta B? ¿Cuál es tu elección? Y él
contesta: "Cambio, y paso a la puerta B." "Muy bien, has
acertado", le dice, "la mayoría de las personas no cambiaría porque
tienen miedo de cambiar, pero matemáticamente - es un problema de múltiples
variables - es más probable que esté en la B que en la A. Hay que pensar
fríamente y ver dónde está". ¿Qué es lo que entonces le está enseñando
Mike, y lo que se debería hacer en toda escuela o universidad? Le está
enseñando a pensar.
Esto
es lo que se va dando en la vida, más naturalmente, en cualquier ambiente. Uno
a veces se pone a pensar, y muchas veces no coincide con el otro. Eso pasa en
una casa, cuando uno va creciendo; y esto quizás lo pueden explicar mejor los
papás, cuando los chicos se empiezan a cuestionar un montón de cosas, desde esa
búsqueda que tienen en el corazón; eso pasa también creo que en cualquier mesa,
en la que estamos un grupo de amigos, y tiramos un tema y es casi imposible
ponernos de acuerdo, y empezamos a discutir; eso pasa en las facultades, en un
montón de lados.
Ahora,
el problema no son las opiniones diferentes, se pueden tener opiniones
diferentes, el problema es cuando no aceptamos el tener diferentes opiniones, y
cuando no dejamos que el otro piense, porque eso es de alguna manera volvernos
totalitarios y perder ese pluralismo que nos ayuda a crecer.
Yo
me acuerdo cuando estaba en el seminario, en filosofía, en un examen contesté
una pregunta del profesor diciendo: "usted en clase dijo tal cosa..., pero
a mi opinión, después de haber leído las obras de este autor, no es tan así",
y le puse mi opinión. El profesor me tachó toda la segunda parte de la
respuesta, y me puso "mal". Y yo me re enojé, porque estábamos en
filosofía que es supuestamente donde uno tiene que pensar y aprender, y no me
estaba dejando pensar; el profesor me estaba coartando la libertad de opinar.
"Yo ya puse lo que usted piensa, deje que ponga y exprese también lo que
yo pienso", le dije. Bueno, más allá de que obviamente hay profesores más
obtusos, y profesores más abiertos; creo que la única manera de crecer es que
nos dejemos, entre todos, compartir y opinar, aunque opinemos diferente. Y esa
es la manera de ir creciendo; en todo sentido, en una familia, con amigos.
A
veces pareciera como que hay que ser de un lado del otro, como si fuera un
partido de futbol, y hay un marco infranqueable entre un equipo y el otro.
Tenemos que aprender a dialogar, tenemos que aprender a poder charlar con el
otro. Creo que eso es de lo que todos nos quejamos; por ejemplo en nuestro
país, cuando parece que todo es blanco o negro, y no nos podemos sentar en una
mesa a pensar juntos un proyecto. Y pase partido político por el que pase, no
se puede dialogar; es un "estás conmigo o estás contra mí" cuando no
entiendo por qué tiene que ser así. Cuando no podemos pensar un proyecto
juntos, cuando no podemos tirar opiniones en una mesa. Ahora, no solamente a
nivel político, también a nivel familiar. Podríamos pensar en nuestras casas,
¿yo estoy dispuesto a hablar con los demás?, ¿a dejar que el otro opine más
allá de lo que yo pienso?
Esto
mismo sucede en la Iglesia. Si uno escucha con atención, y si quieren después
pueden releer la primera lectura del libro de los Hechos, este es un momento
crucial en la historia de la Iglesia. Para ponerlos un poco en contexto,
ustedes saben que los cristianos al principio no entendieron muy bien qué es lo
que pasó con Jesús. Sabían que Jesús resucitó, pero los sábados seguían yendo a
la sinagoga, ellos eran judíos, y los domingos, años después, empezaron a
celebrar la Misa, la Cena del Señor. En un primer momento, le predicaban de
Jesús a los judíos, era lo que ellos conocían; vivían con los judíos, y les
predicaban a ellos. En un segundo momento, ¿qué hace la Iglesia?, da un paso
más, y dice, hay que predicar a los paganos. Y empiezan entonces a predicar a
los paganos - que casi todos provenimos de ahí, salvo que alguno tenga sangre
judía, todos nosotros somos provenientes del resto del mundo, del paganismo -
pero lo hacen con el modo de la misión judía. Iban, enseñaban la Torah, los
primeros libros de la Biblia, les enseñaban todas las leyes judías, y una vez
que habían aceptado eso, había un momento crítico para los varones, que eran el
centro de la predicación, que era si se circuncidaban o no; si se circuncidaban
eran prosélitos, sino, temerosos de Dios. Y así se iban incorporando al pueblo
judío.
¿Qué
es lo que pasa? Llega un momento en que se dan cuenta de que esto tiene que
cambiar. Y acá aparece un gran personaje que cambia esto, San Pablo. Él tiene
una conversión tan radical y tan fuerte en su vida, que en sus escritos dice,
"mi vida anterior no vale nada en comparación con la nueva." La nueva
vida en Jesús cambia tanto lo anterior, que tengo que dejar atrás las
anteriores prácticas. Entonces, ¿qué dice Pablo? No hay que circuncidar más, no
es necesaria la obediencia a la Ley, y tampoco hay que enseñar la Torah. Hay
que enseñar quién es Jesús y cómo seguirlo. Entonces, a partir de ahora
directamente bautizan a los paganos, los empiezan a bautizar para que se incorporen
al pueblo cristiano.
Ahora,
esto que es tan fácil de explicar históricamente fue un gran lío en la
comunidad cristiana. Generó muchas preguntas y cuestionamientos. Y esto provocó
el primer Concilio de la Iglesia, el Concilio de Jerusalén que escuchamos: ¿qué
hacemos con los paganos que se acaban de bautizar? Y se juntan todos los
apóstoles con algunos enviados de Antioquia, para dilucidar este tema, y entre
todos llegan a un consenso de qué es lo que se tiene que hacer. No es que se
votó para ver qué postura ganaba, cuál era la mejor, sino que entre todos se
propusieron buscar el rumbo de la Iglesia. Y ¿qué es lo que hicieron? Decidieron
que los recién bautizados sí se incorporaran a la Iglesia, pero "les
impusimos estas cargas: que se abstengan de estos alimentos..."
A
ver, eso va a cambiar rápidamente, no es que el Espíritu les dijo: estas son
las cosas que tienen que decir. Esas leyes van a cambiar después. Lo importante
es que: nosotros y el Espíritu, descubrimos hoy que la mejor manera de caminar
como Iglesia es en comunión, es creciendo juntos, es escuchándonos. Acá estuvo
a punto de darse el primer gran cisma de la Iglesia cuando recién empezaba. Si no
aceptan a los paganos recién bautizados, todo ese grupo se iba, y si no dejaban
algunas de las leyes más tradicionales judías, los que vivían las leyes judías
más conservadoramente también se iban; entonces se tienen que fijar como consensuar para de a poco ir
caminando. ¿Qué es lo que se hizo? Se dialogó, se aprendió a crecer en
comunión, y esto creo que fue y es un ejemplo para todos.
¿Cómo
podemos sentarnos a crecer en comunión? Jesús dice: "el que me ama será fiel
a mis palabras". Y para eso nos envía al Espíritu Santo, que es el gran
gestor de la comunión. Muchos de ustedes tal vez lo van a recibir ahora dentro
de un par de meses. ¿Qué es lo que busca? Cómo podemos dialogar, cómo podemos
escuchar, cómo nos podemos entender. Y los años más difíciles o más oscuros de
la Iglesia han sido cuando no nos hemos escuchado, cuando no hemos dejado que
todos opinásemos.
A
veces nos pasa de que le queremos dar un ejemplo a los demás de lo que decimos,
no de lo que vivimos. Les decimos a los demás, escúchense, trabajen en
comunión, y nosotros no escuchamos a nadie y no trabajamos en comunión. Voy a
poner un ejemplo nomás. Ayer tuve un encuentro con los jóvenes que están
preparándose para coordinar y me hicieron muchas preguntas. Algunas preguntas
estaban muy buenas, y algunas eran las clásicas que siempre aparecen. Una era: "¿por
qué el Vaticano tiene tanto oro?" Y la primera respuesta que yo les di es:
porque no escuchó a Jesús. Podríamos poner un montón de justificativos,
podríamos decir que se debe a un montón de cosas que pasaron a lo largo de la
historia. Pero lo que pasó es que en muchos momentos no escuchamos lo que Jesús
decía: que seamos más pobres, que si hay plata se las tenemos que dar a los que
la necesitan, que tenemos que ver cada uno cómo podemos ayudar a los demás. Ese
es el primer paso, escuchar. Y cuando el mundo nos cuestiona nuestra forma de
vivirlo, en vez de reaccionar hay que escuchar. ¿Tendrán razón en esto? Después
tendremos que dilucidar, mirar, profundizar. Y así en un montón de cosas.
El
gran peligro es cuando nos cerramos, cuando aún dentro de la Iglesia no nos
escuchamos los unos a los otros. Esa primera comunidad se tuvo que escuchar:
algunos dicen que los paganos tiene que ser parte de la Iglesia, otros no, ¿qué
hacemos? Dialoguemos. Hoy hay un montón de temas en el tapete: ¿qué pasa con
las segundas uniones?, ¿qué pasa con la gente que no puede comulgar?, ¿qué pasa
con los homosexuales?, podemos pensar en un montón de cosas; sentémonos en una
mesa y dialoguemos. A algunos les tocará dialogarlo, a algunos nos tocará
escuchar, pero tendremos que aprender a dialogar los unos con los otros, a
crecer en comunión.
Éste
es único camino, éste es el camino que siempre buscó la Iglesia. Eso es lo que
pide Jesús; el que me ama sea fiel a mis palabras. Busquemos muchas de las
leyes que hoy tenemos nosotros; se fueron dialogando, no están en la Biblia, se
tuvieron que profundizar, se tuvieron que compartir los unos con los otros, y
en la manera en que nosotros vivamos esa comunión, esa comunión va a pasar a los
demás.
A
ver, empezando por el primer ejemplo que puse, la pobreza. No creo que
Bergoglio de casualidad se haya puesto de nombre Francisco. Creo que fue un
ejemplo que nos quiso dar a todos, creo que fue muy claro cuál era el camino
que quería marcar en la Iglesia. Cuando alguien dice "Francisco", ya
se sabe de que está hablando, de ser más pobre. Bueno empecemos por ahí, y
sigamos por otros lugares; y de esa manera daremos un ejemplo a los demás, de
esa manera les podremos decir a los demás: esto también lo tienen que vivir
ustedes. Aprendiendo a crecer en comunión como Jesús invita.
Estamos
preparándonos para Pentecostés, para poder celebrar como comunidad esa venida
del Espíritu Santo que lo que busca es la comunión en la diversidad. La
diversidad nunca se puede perder, tal vez no se hubiera perdido en la Iglesia,
en la comunidad cristiana, si hubiéramos aprendido a escucharnos los unos a los
otros, a aprender los unos de los otros. La ventaja en el cristianismo es que
Jesús siempre nos da otra oportunidad de volver a crecer y de ponernos en
camino; como familia, como comunidad de la Catedral, como sociedad, como
Iglesia universal; aprender a escucharnos los unos a los otros, para ir
buscando cómo crecer en este camino de fidelidad a Jesús.
Pidámosle
a aquél que da la vida por amor, para que nosotros comprendamos cuál es el
corazón del Padre, que escuchándolo, que abriendo nuestras vidas a la acción
del Espíritu, podamos buscar siempre esos caminos de comunión.
Lecturas
*Hch 15,1-2.22-29
*Sal 66,2-3.5.6.8
*Ap 21,10-14.21-23
*Jn 14,23-29
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