lunes, 6 de mayo de 2013

Homilía: "La mejor manera de caminar como Iglesia es en comunión" - VI domingo de Pascua



En los comienzos de una película bastante pochoclera, "21 Blackjack", Ben está en una clase de matemática avanzada, y el profesor, Mike, tira un problema, en el que empieza a cotejarlo a él. El problema era así: "hay tres puertas y detrás de una hay un millón de dólares, ¿cuál eliges?" Y él dice, elijo la A. Bueno, dan vuelta la C, y en la C no hay nada. Entonces Mike dice, "Muy bien, quedan dos puertas, pero te doy una oportunidad, ¿qué hacés?, ¿te quedás con la puerta A o pasás a la puerta B? ¿Cuál es tu elección? Y él contesta: "Cambio, y paso a la puerta B." "Muy bien, has acertado", le dice, "la mayoría de las personas no cambiaría porque tienen miedo de cambiar, pero matemáticamente - es un problema de múltiples variables - es más probable que esté en la B que en la A. Hay que pensar fríamente y ver dónde está". ¿Qué es lo que entonces le está enseñando Mike, y lo que se debería hacer en toda escuela o universidad? Le está enseñando a pensar.
Esto es lo que se va dando en la vida, más naturalmente, en cualquier ambiente. Uno a veces se pone a pensar, y muchas veces no coincide con el otro. Eso pasa en una casa, cuando uno va creciendo; y esto quizás lo pueden explicar mejor los papás, cuando los chicos se empiezan a cuestionar un montón de cosas, desde esa búsqueda que tienen en el corazón; eso pasa también creo que en cualquier mesa, en la que estamos un grupo de amigos, y tiramos un tema y es casi imposible ponernos de acuerdo, y empezamos a discutir; eso pasa en las facultades, en un montón de lados.
Ahora, el problema no son las opiniones diferentes, se pueden tener opiniones diferentes, el problema es cuando no aceptamos el tener diferentes opiniones, y cuando no dejamos que el otro piense, porque eso es de alguna manera volvernos totalitarios y perder ese pluralismo que nos ayuda a crecer.
Yo me acuerdo cuando estaba en el seminario, en filosofía, en un examen contesté una pregunta del profesor diciendo: "usted en clase dijo tal cosa..., pero a mi opinión, después de haber leído las obras de este autor, no es tan así", y le puse mi opinión. El profesor me tachó toda la segunda parte de la respuesta, y me puso "mal". Y yo me re enojé, porque estábamos en filosofía que es supuestamente donde uno tiene que pensar y aprender, y no me estaba dejando pensar; el profesor me estaba coartando la libertad de opinar. "Yo ya puse lo que usted piensa, deje que ponga y exprese también lo que yo pienso", le dije. Bueno, más allá de que obviamente hay profesores más obtusos, y profesores más abiertos; creo que la única manera de crecer es que nos dejemos, entre todos, compartir y opinar, aunque opinemos diferente. Y esa es la manera de ir creciendo; en todo sentido, en una familia, con amigos.
A veces pareciera como que hay que ser de un lado del otro, como si fuera un partido de futbol, y hay un marco infranqueable entre un equipo y el otro. Tenemos que aprender a dialogar, tenemos que aprender a poder charlar con el otro. Creo que eso es de lo que todos nos quejamos; por ejemplo en nuestro país, cuando parece que todo es blanco o negro, y no nos podemos sentar en una mesa a pensar juntos un proyecto. Y pase partido político por el que pase, no se puede dialogar; es un "estás conmigo o estás contra mí" cuando no entiendo por qué tiene que ser así. Cuando no podemos pensar un proyecto juntos, cuando no podemos tirar opiniones en una mesa. Ahora, no solamente a nivel político, también a nivel familiar. Podríamos pensar en nuestras casas, ¿yo estoy dispuesto a hablar con los demás?, ¿a dejar que el otro opine más allá de lo que yo pienso?
Esto mismo sucede en la Iglesia. Si uno escucha con atención, y si quieren después pueden releer la primera lectura del libro de los Hechos, este es un momento crucial en la historia de la Iglesia. Para ponerlos un poco en contexto, ustedes saben que los cristianos al principio no entendieron muy bien qué es lo que pasó con Jesús. Sabían que Jesús resucitó, pero los sábados seguían yendo a la sinagoga, ellos eran judíos, y los domingos, años después, empezaron a celebrar la Misa, la Cena del Señor. En un primer momento, le predicaban de Jesús a los judíos, era lo que ellos conocían; vivían con los judíos, y les predicaban a ellos. En un segundo momento, ¿qué hace la Iglesia?, da un paso más, y dice, hay que predicar a los paganos. Y empiezan entonces a predicar a los paganos - que casi todos provenimos de ahí, salvo que alguno tenga sangre judía, todos nosotros somos provenientes del resto del mundo, del paganismo - pero lo hacen con el modo de la misión judía. Iban, enseñaban la Torah, los primeros libros de la Biblia, les enseñaban todas las leyes judías, y una vez que habían aceptado eso, había un momento crítico para los varones, que eran el centro de la predicación, que era si se circuncidaban o no; si se circuncidaban eran prosélitos, sino, temerosos de Dios. Y así se iban incorporando al pueblo judío.
¿Qué es lo que pasa? Llega un momento en que se dan cuenta de que esto tiene que cambiar. Y acá aparece un gran personaje que cambia esto, San Pablo. Él tiene una conversión tan radical y tan fuerte en su vida, que en sus escritos dice, "mi vida anterior no vale nada en comparación con la nueva." La nueva vida en Jesús cambia tanto lo anterior, que tengo que dejar atrás las anteriores prácticas. Entonces, ¿qué dice Pablo? No hay que circuncidar más, no es necesaria la obediencia a la Ley, y tampoco hay que enseñar la Torah. Hay que enseñar quién es Jesús y cómo seguirlo. Entonces, a partir de ahora directamente bautizan a los paganos, los empiezan a bautizar para que se incorporen al pueblo cristiano.
Ahora, esto que es tan fácil de explicar históricamente fue un gran lío en la comunidad cristiana. Generó muchas preguntas y cuestionamientos. Y esto provocó el primer Concilio de la Iglesia, el Concilio de Jerusalén que escuchamos: ¿qué hacemos con los paganos que se acaban de bautizar? Y se juntan todos los apóstoles con algunos enviados de Antioquia, para dilucidar este tema, y entre todos llegan a un consenso de qué es lo que se tiene que hacer. No es que se votó para ver qué postura ganaba, cuál era la mejor, sino que entre todos se propusieron buscar el rumbo de la Iglesia. Y ¿qué es lo que hicieron? Decidieron que los recién bautizados sí se incorporaran a la Iglesia, pero "les impusimos estas cargas: que se abstengan de estos alimentos..."
A ver, eso va a cambiar rápidamente, no es que el Espíritu les dijo: estas son las cosas que tienen que decir. Esas leyes van a cambiar después. Lo importante es que: nosotros y el Espíritu, descubrimos hoy que la mejor manera de caminar como Iglesia es en comunión, es creciendo juntos, es escuchándonos. Acá estuvo a punto de darse el primer gran cisma de la Iglesia cuando recién empezaba. Si no aceptan a los paganos recién bautizados, todo ese grupo se iba, y si no dejaban algunas de las leyes más tradicionales judías, los que vivían las leyes judías más conservadoramente también se iban; entonces  se tienen que fijar como consensuar para de a poco ir caminando. ¿Qué es lo que se hizo? Se dialogó, se aprendió a crecer en comunión, y esto creo que fue y es un ejemplo para todos.
¿Cómo podemos sentarnos a crecer en comunión? Jesús dice: "el que me ama será fiel a mis palabras". Y para eso nos envía al Espíritu Santo, que es el gran gestor de la comunión. Muchos de ustedes tal vez lo van a recibir ahora dentro de un par de meses. ¿Qué es lo que busca? Cómo podemos dialogar, cómo podemos escuchar, cómo nos podemos entender. Y los años más difíciles o más oscuros de la Iglesia han sido cuando no nos hemos escuchado, cuando no hemos dejado que todos opinásemos.
A veces nos pasa de que le queremos dar un ejemplo a los demás de lo que decimos, no de lo que vivimos. Les decimos a los demás, escúchense, trabajen en comunión, y nosotros no escuchamos a nadie y no trabajamos en comunión. Voy a poner un ejemplo nomás. Ayer tuve un encuentro con los jóvenes que están preparándose para coordinar y me hicieron muchas preguntas. Algunas preguntas estaban muy buenas, y algunas eran las clásicas que siempre aparecen. Una era: "¿por qué el Vaticano tiene tanto oro?" Y la primera respuesta que yo les di es: porque no escuchó a Jesús. Podríamos poner un montón de justificativos, podríamos decir que se debe a un montón de cosas que pasaron a lo largo de la historia. Pero lo que pasó es que en muchos momentos no escuchamos lo que Jesús decía: que seamos más pobres, que si hay plata se las tenemos que dar a los que la necesitan, que tenemos que ver cada uno cómo podemos ayudar a los demás. Ese es el primer paso, escuchar. Y cuando el mundo nos cuestiona nuestra forma de vivirlo, en vez de reaccionar hay que escuchar. ¿Tendrán razón en esto? Después tendremos que dilucidar, mirar, profundizar. Y así en un montón de cosas.
El gran peligro es cuando nos cerramos, cuando aún dentro de la Iglesia no nos escuchamos los unos a los otros. Esa primera comunidad se tuvo que escuchar: algunos dicen que los paganos tiene que ser parte de la Iglesia, otros no, ¿qué hacemos? Dialoguemos. Hoy hay un montón de temas en el tapete: ¿qué pasa con las segundas uniones?, ¿qué pasa con la gente que no puede comulgar?, ¿qué pasa con los homosexuales?, podemos pensar en un montón de cosas; sentémonos en una mesa y dialoguemos. A algunos les tocará dialogarlo, a algunos nos tocará escuchar, pero tendremos que aprender a dialogar los unos con los otros, a crecer en comunión.
Éste es único camino, éste es el camino que siempre buscó la Iglesia. Eso es lo que pide Jesús; el que me ama sea fiel a mis palabras. Busquemos muchas de las leyes que hoy tenemos nosotros; se fueron dialogando, no están en la Biblia, se tuvieron que profundizar, se tuvieron que compartir los unos con los otros, y en la manera en que nosotros vivamos esa comunión, esa comunión va a pasar a los demás.
A ver, empezando por el primer ejemplo que puse, la pobreza. No creo que Bergoglio de casualidad se haya puesto de nombre Francisco. Creo que fue un ejemplo que nos quiso dar a todos, creo que fue muy claro cuál era el camino que quería marcar en la Iglesia. Cuando alguien dice "Francisco", ya se sabe de que está hablando, de ser más pobre. Bueno empecemos por ahí, y sigamos por otros lugares; y de esa manera daremos un ejemplo a los demás, de esa manera les podremos decir a los demás: esto también lo tienen que vivir ustedes. Aprendiendo a crecer en comunión como Jesús invita.
Estamos preparándonos para Pentecostés, para poder celebrar como comunidad esa venida del Espíritu Santo que lo que busca es la comunión en la diversidad. La diversidad nunca se puede perder, tal vez no se hubiera perdido en la Iglesia, en la comunidad cristiana, si hubiéramos aprendido a escucharnos los unos a los otros, a aprender los unos de los otros. La ventaja en el cristianismo es que Jesús siempre nos da otra oportunidad de volver a crecer y de ponernos en camino; como familia, como comunidad de la Catedral, como sociedad, como Iglesia universal; aprender a escucharnos los unos a los otros, para ir buscando cómo crecer en este camino de fidelidad a Jesús.
Pidámosle a aquél que da la vida por amor, para que nosotros comprendamos cuál es el corazón del Padre, que escuchándolo, que abriendo nuestras vidas a la acción del Espíritu, podamos buscar siempre esos caminos de comunión.

Lecturas
*Hch 15,1-2.22-29
*Sal 66,2-3.5.6.8
*Ap 21,10-14.21-23
*Jn 14,23-29



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