viernes, 14 de marzo de 2014

Homilía: “Vuelvan a mí de todo corazón” – Miércoles de Ceniza


La película “The Way” muestra a un hombre que decidió hacer el Camino de Santiago, por el norte de España. A Daniel, conocido oftalmólogo, lo llaman porque falleció su hijo. Cuando va a buscar el cuerpo, le cuentan que murió comenzando ese camino. Esa noche cuando se va a dormir se le vienen muchas imágenes de lo distanciado que estaba con su hijo; de lo distanciada que era la relación, y de todo lo que le costaba. Después de descansar entonces, decide retomar el camino, donde su hijo lo había dejado. Esa peregrinación a Santiago de Compostela se va a transformar en él en una peregrinación al corazón, en un reencuentro con sus sentimientos, con su corazón, y con su mismo hijo; ahora desde otro lugar.
Esa misma peregrinación del corazón que comenzamos todos nosotros hoy en camino hacia la Pascua. Comenzamos a preparar nuestra vida y nuestro corazón para esa gran fiesta que es la fiesta de la Pascua. Sin embargo, para eso tenemos que tener esta actitud que Joel le pide en la primera lectura al pueblo. Hay un Dios que les está diciendo: Vuelvan a mí de todo corazón. Es decir, esa actitud de querer volver a Dios, de descubrir en qué tenemos que volver a Dios. Yo pensaba en este Dios que siente lo mismo en el corazón, que en diferentes ocasiones sentimos también nosotros. ¿Cuántas veces nos ha pasado que en algún vínculo que nos ha costado -con un marido, con una mujer, con los hijos, con una amistad, un noviazgo, o lo que fuera- de estar deseando que el otro vuelva a uno? Que el otro se muera de ganas de decir: acercate, vení, comencemos de nuevo, busquemos la forma, busquemos la manera, y a veces ese encuentro no se da.
Bueno, acá el que se muere de ganas de vivir ese encuentro es Dios. A veces nosotros tenemos como la tentación de que nosotros tenemos que ir hacia Dios, de que las fuerzas están en nosotros, pero lo que nos dice Dios es: Yo estoy ahí esperando, vuelvan a Mí, vuelvan a Mí que me quiero encontrar con ustedes. Si quieren, de otra forma lo dice Pablo también en la segunda lectura: déjense reconciliar con Dios, casi como diciendo: dejen de romper, reconcíliense con Dios. Él quiere reconciliarlos, déjense. Como que Él está ahí al acecho y a nosotros nos cuesta volver al encuentro y volver a Él. Sin embargo, esto no es sólo una frase vacía, sino que tanto Pablo como Joel como el evangelio, nos muestran un montón de actitudes, que implican ese volver de corazón a Dios, ese querer reconciliarse con Él.
Resumiendo, tiene dos dimensiones: el volver a acercarnos a Dios, y acercarnos a nuestros hermanos. Mirar en el corazón qué no nos deja ser libres en nuestro camino hacia Dios, mirar en el corazón qué cosas atan nuestros vínculos y nuestra relación con los demás. Eso es lo que vamos a ir escuchando durante todo este tiempo, en el fondo, qué nos deja ser libres. A lo largo de la vida, vamos encontrando, como decía el evangelio del último domingo, que hay un montón de cosas que nos esclavizan, que hay un montón de cosas que no nos dejan ser libres, que no nos dejan luchar por nosotros, caminar hacia Dios, luchar también por una mejor vida para los demás. Esa es la invitación de Jesús. Si vamos volviendo a Él, si le abrimos el corazón, vamos a encontrarnos con nosotros, y también vamos a encontrarnos con los demás. El reproche de Jesús es que hay un montón de prácticas que hacen, rezan, ayunan, dan limosna, que a simple vista parecen muy buenas, pero no se convierten de corazón; lo que no cambia es el corazón. Parece sencillo, a veces parece trivial, a veces hasta parece una frase hecha decir: “transformemos el corazón”; pero lo más simple en la vida es lo más difícil. Descubrir en el corazón a qué nos llama Dios, y animarnos a recorrerlo es difícil. Descubrir en el corazón los caminos que Dios me invita a recorrer, y animarme a descubrir cuál puedo, cuál tengo que animarme a reconciliar porque no me sale, también es complejo y es difícil. Pero tenemos la certeza que hay un Jesús que nos dice que camina con nosotros hacia la Pascua, que nos animemos a recorrer ese camino, que descubramos en nuestro corazón que hay un Dios que nos ayuda.
Pidámosle a Joel, pidámosle a Pablo, aquellos que descubrieron que este Dios, como dice el Papa, nos primerea, nos sale al encuentro, nos quiere reconciliar, que nos animemos a disponer el corazón, para poder vivir esto.

Lecturas:
*Joel 2,12-18
* Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17
*2Cor 5,20–6,2
*Mt 6,1-6.16-18

No hay comentarios:

Publicar un comentario