La película “The Way” muestra a un hombre que
decidió hacer el Camino de Santiago, por el norte de España. A Daniel, conocido
oftalmólogo, lo llaman porque falleció su hijo. Cuando va a buscar el cuerpo,
le cuentan que murió comenzando ese camino. Esa noche cuando se va a dormir se
le vienen muchas imágenes de lo distanciado que estaba con su hijo; de lo
distanciada que era la relación, y de todo lo que le costaba. Después de
descansar entonces, decide retomar el camino, donde su hijo lo había dejado.
Esa peregrinación a Santiago de Compostela se va a transformar en él en una
peregrinación al corazón, en un reencuentro con sus sentimientos, con su
corazón, y con su mismo hijo; ahora desde otro lugar.
Esa misma
peregrinación del corazón que comenzamos todos nosotros hoy en camino hacia la
Pascua. Comenzamos a preparar nuestra vida y nuestro corazón para esa gran
fiesta que es la fiesta de la Pascua. Sin embargo, para eso tenemos que tener
esta actitud que Joel le pide en la primera lectura al pueblo. Hay un Dios que
les está diciendo: Vuelvan a mí de todo corazón. Es decir, esa actitud de
querer volver a Dios, de descubrir en qué tenemos que volver a Dios. Yo pensaba
en este Dios que siente lo mismo en el corazón, que en diferentes ocasiones
sentimos también nosotros. ¿Cuántas veces nos ha pasado que en algún vínculo
que nos ha costado -con un marido, con una mujer, con los hijos, con una amistad,
un noviazgo, o lo que fuera- de estar deseando que el otro vuelva a uno? Que el
otro se muera de ganas de decir: acercate, vení, comencemos de nuevo, busquemos
la forma, busquemos la manera, y a veces ese encuentro no se da.
Bueno, acá el
que se muere de ganas de vivir ese encuentro es Dios. A veces nosotros tenemos
como la tentación de que nosotros tenemos que ir hacia Dios, de que las fuerzas
están en nosotros, pero lo que nos dice Dios es: Yo estoy ahí esperando,
vuelvan a Mí, vuelvan a Mí que me quiero encontrar con ustedes. Si quieren, de
otra forma lo dice Pablo también en la segunda lectura: déjense reconciliar con
Dios, casi como diciendo: dejen de romper, reconcíliense con Dios. Él quiere
reconciliarlos, déjense. Como que Él está ahí al acecho y a nosotros nos cuesta
volver al encuentro y volver a Él. Sin embargo, esto no es sólo una frase
vacía, sino que tanto Pablo como Joel como el evangelio, nos muestran un montón
de actitudes, que implican ese volver de corazón a Dios, ese querer
reconciliarse con Él.
Resumiendo,
tiene dos dimensiones: el volver a acercarnos a Dios, y acercarnos a nuestros
hermanos. Mirar en el corazón qué no nos deja ser libres en nuestro camino
hacia Dios, mirar en el corazón qué cosas atan nuestros vínculos y nuestra
relación con los demás. Eso es lo que vamos a ir escuchando durante todo este
tiempo, en el fondo, qué nos deja ser libres. A lo largo de la vida, vamos
encontrando, como decía el evangelio del último domingo, que hay un montón de
cosas que nos esclavizan, que hay un montón de cosas que no nos dejan ser
libres, que no nos dejan luchar por nosotros, caminar hacia Dios, luchar
también por una mejor vida para los demás. Esa es la invitación de Jesús. Si
vamos volviendo a Él, si le abrimos el corazón, vamos a encontrarnos con
nosotros, y también vamos a encontrarnos con los demás. El reproche de Jesús es
que hay un montón de prácticas que hacen, rezan, ayunan, dan limosna, que a
simple vista parecen muy buenas, pero no se convierten de corazón; lo que no
cambia es el corazón. Parece sencillo, a veces parece trivial, a veces hasta
parece una frase hecha decir: “transformemos el corazón”; pero lo más simple en
la vida es lo más difícil. Descubrir en el corazón a qué nos llama Dios, y
animarnos a recorrerlo es difícil. Descubrir en el corazón los caminos que Dios
me invita a recorrer, y animarme a descubrir cuál puedo, cuál tengo que
animarme a reconciliar porque no me sale, también es complejo y es difícil.
Pero tenemos la certeza que hay un Jesús que nos dice que camina con nosotros
hacia la Pascua, que nos animemos a recorrer ese camino, que descubramos en
nuestro corazón que hay un Dios que nos ayuda.
Pidámosle a
Joel, pidámosle a Pablo, aquellos que descubrieron que este Dios, como dice el
Papa, nos primerea, nos sale al
encuentro, nos quiere reconciliar, que nos animemos a disponer el corazón, para
poder vivir esto.
Lecturas:
*Joel 2,12-18
* Sal
50,3-4.5-6a.12-13.14.17
*2Cor 5,20–6,2
*Mt 6,1-6.16-18
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