miércoles, 25 de noviembre de 2015

Homilía: “La invitación constante de Jesús es a descubrir qué cosas nos dan vida, por cuáles cosas queremos luchar” – XXXIII domingo durante el año

En la película Interestelar, el mundo se va haciendo inhabitable y, como ya prácticamente no se puede subsistir, empiezan a buscar nuevas galaxias, nuevos universos donde se pueda vivir. En eso, un hombre que era viudo con dos hijos, Cooper, luego de una serie de sucesos, descubre el lugar donde están armando todos estos viajes espaciales. Él trabajaba para la NASA y lo invitan a enviarlo por un agujero de gusano a alguna de estas galaxias a buscar a personas que habían mandado para ver si encontraban sitios habitables. Entonces, él les pregunta en un momento por qué no envían maquinas en vez de enviar a seres humanos y le contestan que no porque las maquinas no saben improvisar.

Ese deseo de existir, ese miedo a la muerte es lo que al hombre lo hace improvisar. Ese instinto de supervivencia es lo que saca lo mejor de nosotros. Podríamos decir entonces que en los momentos más difíciles o más puros es cuando apelamos en nuestro corazón, a aquello que llame a la vida. En general, en esos momentos nos damos más cuenta, en los momentos límites, qué es lo que verdaderamente nos da vida, qué es lo que llena nuestro corazón. Porque hay un montón de cosas que hacemos todos los días cada uno de nosotros que dentro de dos o tres días ya no nos acordamos, cosas que van pasando. Pasan y no duran mucho en nuestro corazón pero hay otras cosas que si van durando y perduran mucho más tiempo en nuestra propia vida y en nuestro corazón. 

Hay cosas que a veces parecen eternas. Si uno les preguntase a los chicos que están en el colegio, “¿les falta mucho para terminar el colegio?” y, según en que año estén, les dirán “sí, me falta un montón” o a los que están en la facultad, “todo lo que me falta, no termino más la facultad”. Los que hemos pasado más tiempo fuera del colegio que lo que estuvimos adentro ya vemos que hay cosas que en su momento parecen muy largas o que uno le dedica mucho tiempo y pasan. Aunque sean más o menos importantes, ¿Por qué? Porque la vida va transcurriendo, la vida naturalmente va pasando. 

Uno cuando va creciendo se va dando cuenta que ya no tiene ni la misma edad ni la misma fuerza, ni las mismas energías. Uno se va dando cuenta que el tiempo va pasando y no solo en eso lo vemos, a veces en sueños. Había sueños que uno tenía, deseos, que algunos se cumplieron, otros se fueron cumpliendo de otra manera, otros los dejamos atrás, pero es paso también en nuestra vida. Casi que podríamos decir que las cosas se miden por el tiempo que duran, ¿Cuánto tiempo va a durar esto? Todo está llamado a pasar, aun las cosas más grandes. Jesús nos dice en el evangelio, “el cielo, la tierra, todo esto va a pasar”. En esta película, como en muchas otras más apocalípticas, siempre está eso, cuándo la tierra va a pasar, cómo va a ser, de qué manera, de qué forma. La gente muchas veces predice cuándo el mundo se va a acabar y ya se hubiera acabado como quinientas veces más o menos y todas las próximas predicciones tampoco se van a cumplir. Según Jesús, nadie lo sabe, solo el Padre. 

Muchas cosas pasan, sin embargo, nos dice Jesús en el evangelio con certeza que hay cosas que no pasan. Lo primero que nos dice es “todo esto va a pasar, el cielo, la tierra, pero mi palabra no va a pasar”. Hoy, dos mil años después aproximadamente, estamos sentados escuchando a Jesús, escuchando su palabra, ¿Por qué? Porque es una palabra que da vida y que marca, y que deja huella en el corazón, deja historia y eso es lo que no pasa, aquello que verdaderamente nos da vida. Por eso, la invitación constante de Jesús es a descubrir qué cosas nos dan vida, por cuáles cosas queremos luchar. Porque hay muchas cosas que a veces nos parecen re importantes por las que desgastamos un montón de energías, tiempo, nos peleamos y, ¿Cuánto tiempo duran en mi corazón? 

Pongamos un ejemplo para los más grandes: “lucho por tener este status social”, “lucho por tener tanta plata”, y al final de mi vida, ¿eso es lo que me va a marcar? ¿Eso es lo más importante? ¿Eso es en lo que yo tengo que desgastar mi vida? ¿O hay cosas como los vínculos, la familia, el estar al lado de las personas cuando me necesitan que marcan mucho más mi corazón? 

Para los que son más jóvenes, se pelean con la familia, dicen “porque esta fiesta es la fiesta del fin del mundo…” y un montón de cosas y se terminan peleando y no se hablan y ¿Cuánto tiempo me va a durar? En la misión a veces los chicos me piden que los mande a dormir a todos juntos porque si no esa va a ser LA CHARLA TRASCENDENTAL DE TODA SU EXISTENCIA y que si se van a dormir se la van a perder y se van a querer matar. Después no pasa nada, no hay charla que exista que cambie la existencia de nadie. En el fondo es qué es lo que yo quiero sembrar, por qué yo quiero desgastar mi vida, qué es lo que quiero que cambie. Esa es la invitación de Jesús.

Continuamente vemos un montón de cosas por las que nos desgastamos que no dan vida o que dan una vida superficial o que me dan una alegría, disfruto un ratito pero no me llena el corazón. Hay otras por las que lucho y esas si me marcan y eso si lo recuerdo, lo recuerdo a través del tiempo, de los años. Me junto con otros y recordamos esos momentos y, aunque no me vea tanto es como si no pasara el tiempo porque esa persona marcó mi vida y mi corazón. La invitación de Jesús es a eso. Lo que pasa es que yo, para descubrir eso, tengo que cambiar la mirada y le tengo que pedir a Jesús que me ayude a mirar de una manera diferente.

A veces a mí me preguntan los más grandes, cuando me toca ir a Pascua Joven o ir a una misión o el campamento que tuve el fin de semana pasado que vamos con tantos chicos: “Mariano, ¿no te cansa?” y si, la verdad es que me canso, cada vez más aparte, cada vez me tengo que cuidar más y me canso más. “¿No tenés fiaca?” A veces tengo fiaca y a veces estoy cansando y pienso cómo me gustaría estar en la cama mirando la tele. En ese momento, lo que tengo más ganas es eso pero me pongo a rezar un poquito y a superar cierta desidia o cansancio que tengo en el momento y pienso qué es lo que quiero, y en realidad lo que quiero es lo otro. Pero para eso tengo que traspasar una primera tentación que es “en realidad lo que me da vida es esto”, y no, eso no me da vida. Dentro de dos días no me acuerdo que estuve tirando viendo la tele, en cambio, hoy me acuerdo de un montón de cosas lindísimas del campamento, de poderlo compartir, de poderlo vivir. Aunque esté cansado y tenga que dormir en carpa y ya no estoy para eso, esto es lo que quiero. Esto es lo que quiero de mi vida y eso sí marca mi corazón, me alegra y me hace feliz, lo otro no. Pero para eso a veces tengo que romper con ciertas tentaciones mías o ciertas tentaciones que me pone el mundo “toma este camino que es más fácil, que es más lindo” y que, en el fondo, ¿Qué me deja? ¿Me hace mejor persona? ¿Me lleva por un buen camino? 

Cierta mirada que pone el mundo, “todo está mal”, “todo es pesimista” eso no es cristiano, claramente no es cristiano. No nos lo imaginamos a Jesús diciendo “está todo mal, esto es un desastre”. Rescatando las cosas buenas “hay cosas que no pasan”, dice pero para eso tengo que cambiar la mirada. ¿Qué cosas veo yo buenas? En mi familia, en mi papá, mi mamá, mis hermanos, mi hijo, ¿sé mirar eso? ¿Sé mirar con los ojos de Jesús? En el colegio, en la facultad, mis compañeros, en mis profesores, en mi país, ¿sé rescatar las cosas buenas que hay? Eso es cambiar la mirada. Y si creo que hay muchas cosas que no están bien, ¿Qué ocasión tengo de sembrar? Qué bueno es trabajar y sembrar por el bien, esa es la invitación de Jesús.

Cuando uno va a una plantación y está todo sembrado, en realidad ahí mucho no puede hacer, ¿Qué puedo hacer? Cosechar. En cambio, si veo que las cosas están bastante mal, tengo mucha más ocasión. Cualquier cosa que haga, sobresale, llama la atención. ¿Cuánto tengo para hacer?

En estos días hemos visto lamentablemente imágenes en la televisión de cosas que son muy malas, no tienen justificación, como tampoco tiene justificación que ahora estén bombardeando al otro país. ¿A qué lleva eso? ¿Qué cambia? Del mal nunca se construye y devolviendo mal tampoco lleva a nada, lo que lleva es a que se sigan agrediendo unos con otros. Lo que construye, lo que siembra, es la paz, lo otro destruye. Podemos discutir largamente quién tiene más culpa, qué es peor, pero ese no es el camino de Jesús claramente, ese no es el camino cristiano. El mal lleva al mal, no tiene otra consecuencia que eso y la invitación de Jesús es cómo puedo sembrar algo distinto. Pero para eso tengo que cambiar la mirada, no tengo que buscar culpables, no tengo que andar quejándome sino decir qué es lo que yo puedo aportar, en qué yo puedo construir, dónde se puede sembrar. Esa es la invitación de Jesús continuamente, y eso es lo que no pasa, lo otro va a pasar. Lo otro no me va a dejar nada. Pero cuando yo haga el bien, cuando yo siembre la vida, cuando yo dé vida a los demás, por más que ahí me fatigue y me canse y diga “otra vez esto”, eso es lo que me va a hacer feliz, eso es lo que va a dejar marca en mi corazón.

Esto es lo que hizo Jesús y por eso dice “trabajen por las cosas que no pasan”. A veces, cuando uno tiene que hacer muchas veces las cosas dice “otra vez esto”. Y si es importante, qué bueno que puedo luchar por las cosas importantes, por mi familia, por mis amigos, por los vínculos. Qué bueno que la vida y el tiempo se me vayan en eso que es central y no en cosas que son triviales, no valen la pena. Esto es lo que hizo María, porque María quiere trabajar por la vida y, un día, Dios no tuvo mejores planes que querer cambiarle la vida a María y cambiar siempre cuesta. A María no es que le cambiaron algo, le cambiaron la vida completamente, pero iba en el camino que ella quería que era cambiar vida. Entonces dijo “si esto da vida, sí” y siguió en ese camino, trabajando por eso y buscando de qué manera podía seguir dando vida.

Esa es la invitación para nosotros. Si hay que transformar algo, si hay que cambiar algo, es por algo que dé vida, por algo que no pase, por algo que marque, por algo que deje huella en nuestra historia, en nuestro corazón y en la historia y en el corazón de los demás. Pidámosle entonces en esta noche a María poder sembrar aquello que da vida, poder trabajar por aquello que da vida, poder, como Jesús, dar vida y dar todas aquellas cosas que no pasan para el bien de los demás.

Lecturas: 
*Profecía de Daniel 12,1-3
*Salmo 15
* Hebreos 10,11-14.18
* Marcos 13,24-32

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