lunes, 11 de noviembre de 2013

Homilía: “Dios siempre apuesta por la vida” – domingo XXXI durante el año


Me acuerdo cuando estaba en el último año del colegio (hace poquito, obviamente), teníamos en la parroquia lo que llamábamos grupos secundarios. Y una vez el coordinador del grupo dijo: levántense los hombres y luego las mujeres. Y puso de un lado a los hombres y de otro lado a las mujeres. Y como esto fue hace más o menos 22 años, el rol de la mujer era otro, y empezamos a discutir al respecto… Pero si miramos hacia delante, 22 años más tarde, nos encontramos con que la vida se fue abriendo camino, y hoy, más allá de la visión que cada uno podía tener sobre ciertas cosas, la vida fue diciendo cuál es el rol de cada uno de nosotros.
Es más, si uno mira en la historia, puede ver que el rol del hombre y de la mujer ha ido variando a lo largo de los siglos, ha ido cambiando. Podrían hablar de esto tal vez los matrimonios más grandes, los más jóvenes, de cómo viven cada cosa, cómo la comparten. Pero eso tiene que ver con lo que la misma vida nos va pidiendo en cada momento. Si uno no es cerrado, sino que tiene una apertura de corazón, va a ir descubriendo qué es lo necesario en cada situación, y eso lo va dando la madurez que una persona tiene. En general cuando hablamos de la sabiduría de una persona, tiene que ver con la capacidad que esa persona tiene de incorporar cosas, tanto por lo que le enseñaron, o también por lo que vive, por lo que transmite a los demás.
Esa enseñanza que cada uno va teniendo a lo largo de la vida, esa madurez que uno va teniendo a lo largo de la vida, y que es un camino, y que nosotros nos nutrimos también de otras generaciones y de lo que ellos nos dan, es también el camino que se va haciendo en la vida de Fe. En la vida de fe no se aprende de un día para el otro. Vamos caminando, y a veces hay cosas que las podemos incorporar más fácilmente a nuestra vida, y a veces hay cosas que nos cuesta mucho más incorporar. Podríamos pensar en el mensaje de Jesús, cuando dice, “hay que amar a todos”. Sí, muy lindo, nosotros lo decimos, “hay que amar a todos”, hasta que lo tenemos que hacer. Creo que cada uno podría pensar a qué personas no amamos, a qué personas no incorporamos en ese amor. Por eso es un proceso y es un camino; es un ir aprendiendo qué es lo que Dios y Jesús nos van diciendo.
Para eso tenemos que animarnos a mirar a Jesús, para eso tenemos que dejar que Jesús vaya de alguna manera transformando y abriendo nuestro corazón para hacerlo cada día más semejante al suyo. Nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y muchas veces la pregunta es, ¿qué significa esto? ¿Qué es haber sido creados a imagen y semejanza de Dios? La belleza y lo lindo que tiene eso, pero también lo dramático, lo difícil de comprender. Y la gran respuesta a esto es Jesús, ese dios que se hace hombre y viene con nosotros para compartir la vida. En Jesús empezamos a entender qué significa esto de que Dios nos hizo a imagen y semejanza suya.
Ahora, nosotros tenemos un problema. Creo que nosotros en general pensamos la creación como dos momentos: un Plan A, en el que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, pero con sus defectos y “fallas”; y como esto no salió bien: un Plan B, nos mandó a Jesús para que nos salve. Como si Dios cambiara su plan a mitad de camino. Como que la idea era que todos los hombres y las mujeres fueran buenos, pero no lo cumplimos.
Sin embargo, si empezamos a profundizar, nos podemos dar cuenta de que hay algo que no cierra. ¿Cómo puede ser que haya un Plan A y un Plan B? Entonces, ¿la cosa no sería, que Dios se hubiera encarnado de todas maneras? Quizás Jesús siempre pensó en venir a nosotros. ¿Por qué? Porque eso es lo que hace el amor. Dios nos dio vida, ¿por qué?, porque nos ama. A partir de ese amor quiso estar con nosotros; y fue buscando las formas, las maneras de irse acercando, a lo largo del tiempo.
Yo pienso esto como, ¿vieron cuando una persona está enamorada y busca distintas maneras de acercarse al otro? No sólo en el comienzo de un noviazgo, sino incluso en un matrimonio más grande. Uno piensa: mejor decirle esto así…, le gusta tal cosa, le gusta lo otro   … Yo creo que Dios también fue pensando estas estrategias, estas formas, de acercarse a nosotros. ¿Por qué? Porque nos ama. Y eso es lo que hizo en Jesús, pero eso lo pensó desde siempre.
Por amor, en Jesús quería compartir la vida con nosotros, quería estar con nosotros, quería que nosotros en Jesús descubriéramos completamente su corazón. Y recién estando con Él, íbamos a comprender el corazón del Padre, íbamos a empezar a poder entender muchas de las preguntas que son difíciles, y que a veces nos cuestan. Hoy encontramos una. En el evangelio están estos saduceos que no creían en la resurrección, y ponen este ejemplo de la viuda que se casó siete veces, y ninguno le dio descendencia. ¿Qué va a pasar en el cielo? Y muchas veces tenemos preguntas así. ¿Cómo fuimos creados? ¿Quién nos creó? ¿Qué espera de mí? ¿Qué quiere de mí? ¿Qué busca de mí? Pero si vamos poniendo el corazón en Jesús, esas preguntas se van respondiendo. Y lo central es que el amor que Dios nos tiene, lo que busca es dar vida. Cuando nos creó, ¿qué buscó? Darnos vida. Cuando creó a Jesús, ¿qué buscó? Darnos vida. La resurrección, ¿qué nos muestra? Que Dios quiere la vida para nosotros, y que en esto coincidimos. También nosotros queremos la vida. En general lo que estamos buscando es cómo “mejorar nuestras vidas”, cómo tener una calidad de vida mejor (a mí esa frase no me gusta tanto porque tiene muchas complicaciones). Lo que busca Dios es que nuestra vida sea más plena; con las cosas lindas y con las que nos cuestan, pero que cada día nuestra vida se vaya llenando de plenitud y de amor. Lo que busca Dios es el amor; en Jesús, Dios nos revela su amor. El problema es tratar de entender, de comprender. Pero muchas veces en el amor, las cosas no se tienen que entender, sino que se viven, se comparten. Jesús nos fue mostrando a lo largo de la vida ese camino, ese amor que Dios nos tiene, ¿cuánto está dispuesto a hacer Dios por nosotros? Para que lo conozcamos, para que caminemos hacia Él.
Podríamos decir que la resurrección termina mostrando lo que día a día Dios quiere hacer por nosotros, que es darnos vida. Para poner un ejemplo, hoy vamos a celebrar el sacramento de la Unción de los Enfermos. ¿Qué es lo que muestra Dios por medio de todos los sacramentos? Que quiere darnos vida, que quiere estar cerca de nosotros, que quiere acompañarnos en los distintos momentos de la vida. Hoy todos nos vamos a acercar a recibir otro sacramento que es la Eucaristía, a esta mesa donde Dios nos alimenta. Y ¿por qué nos alimenta? Porque nos quiere dar vida, porque quiere que lo conozcamos más, porque quiere darnos fuerza, porque quiere que podamos encontrarnos y amar cada día más al otro. En Jesús, Dios nos muestra cómo es su corazón. Es un corazón que siempre apuesta por la vida. Y nos invita a nosotros a hacer lo mismo, a descubrir en cada suceso de nuestra vida, en cada cosa que nos pasa, cómo podemos en ese momento dar vida, qué es lo que Jesús espera de mí, para que ese momento sea fructífero.
Pidámosle a Jesús, aquel que es la resurrección y la vida, aquel que vino para darnos vida, que nosotros entremos en esa dinámica, que también nosotros, desde los dones que Dios nos dio, podamos llevarle vida a los demás.

Lecturas:
*Mac 7,1-2.9-14
*Sal 16,1.5-6.8.15
*2Tes 2,16–3,5

*Lc 20,27-38

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