miércoles, 8 de abril de 2015

Domingo de Ramos


En la Procesión de RamosHomilía: “Jesús quiere tener un rato con cada uno de nosotros” 


Año tras año escuchamos, el Domingo de Ramos, cómo Jesús entra en Jerusalén, de manera repetitiva. La gran pregunta es, ¿porqué año tras año Jesús nos vuelve a recordar esto? Esta entrada, esta Semana Santa, esta Pasión, esta Pascua. Creo que es porque quiere pasar por nuestras vidas. No para que la cosa pase, como muchas cosas en nuestra vida que simplemente pasan y nos damos cuenta recién después. Decimos, “uh, esto ya pasó…”; “uh, mirá, no me di cuenta”, o tengo que tildar, “me tengo que sacar esto de encima.” Jesús dice: no quiero que sea así nomás, quiero pasar por tu corazón, no que pase de largo. Año tras año nos vuelve a dar esta posibilidad de hacerle un espacio en el corazón a este Jesús que viene, a este Jesús que se quiere hacer presente, a este Jesús que cuando entra en Jerusalén, creo que si alguno le pudiese preguntar, diría: “Entro a Jerusalén porque la ciudad es muy grande, pero me gustaría ir casa por casa, persona por persona, charlar con cada uno, conocer lo que les pasa, lo que viven, sus sentimientos, conocer sus corazones”. Eso es lo que quiere hacer con nosotros. En cada Semana Santa quiere tener un rato con cada uno de nosotros, quiere saber qué es lo que estamos viviendo. Esta puerta de entrada es una puerta de abrirle el corazón a Jesús.



En la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos
Homilía: “Jesús nos invita a que nos animemos a darle el corazón y nos dejemos trabajar por él”.



En la película “Un Sueño Posible” Leigh Anne es la madre de una familia bastante acomodada económicamente. Un día en el que llueve mucho está volviendo con su familia en el auto y un chico muy grandote está caminando bajo la lluvia, con frío. Le pregunta entonces a su hijo quién es y él le cuenta que es un chico del colegio, más grande que él. Ella se acerca a preguntarle si tenía dónde dormir y él le dice que sí. Pero cuando ella le advierte: “No te atrevas a mentirme”, Big Mike, como le decían a él, le confiesa: “No, bueno, duermo en el gimnasio porque está más calentito.” Leigh Anne decide entonces llevarlo a su casa. Va creciendo la relación entre ellos, lo empieza a conocer un poco más pero le cuesta profundizar en el vínculo. En un momento, charlando con su marido, le dice que no puede llegar a su corazón, que le cuesta comprenderlo, que se abra; y su marido le contesta: “Big Mike es como una cebolla, hay que pelarlo capa por capa”.


Creo que esto es lo que repite y hace Jesús con nosotros en cada Semana Santa. Va pelando capa por capa nuestro corazón para encontrarse con lo más profundo, para hacernos cada días más buenos. Por eso, hoy nos preguntamos: ¿por qué todos los años Jesús nos repite y repite esto? Porque quiere ir entrando en nuestro corazón, quiere que vaya calando en nosotros, quiere llegar más a lo profundo, para que podamos abrirnos, para que podamos descubrir los sentimientos profundos en cada uno de nosotros.

Al escuchar esta entrada en Jerusalén y toda la Pasión, vemos un montón de sentimientos de Jesús. El corazón de Jesús queda totalmente expuesto. A veces nos pasan casi desapercibidos, la alegría y el gozo de entrar en Jerusalén, la gente que lo recibe, el gozo de celebrar la cena pascual con sus discípulos, la tristeza de muerte que siente en el huerto de los olivos, en Getsemaní; ese abandono que siente en la cruz. Jesús se expone totalmente en la cruz, su corazón es completamente transparente. No tiene miedo de mostrarse cómo es. No tiene miedo de dar la vida, porque dio el gran paso: quiere darlo todo por amor.

Esa es la invitación que nos va haciendo a nosotros cada Semana Santa, que nos animemos a dar un pasito más. Yo cuando pienso en la Semana Santa, pienso que si Dios pudiera mostrar mi corazón, qué diría, me imagino los carteles que a veces veo en la calle, que dicen: “Disculpe las molestias, estamos trabajando para usted.” Jesús en cada Semana Santa, hace eso con nosotros. Como diciendo: bueno, esto es lo que hay por ahora, pero estoy trabajando por tu corazón, el corazón del Cholo, de cada uno de nosotros, para que cada vez tenga un corazón más bueno, para que cada vez tenga un corazón más entregado, para que cada vez tenga un corazón más servicial, para que cada vez tenga un corazón más generoso; para que cada vez pueda amar más, con mayor intensidad. Pero para eso me tengo que mostrar vulnerable, no hay otra posibilidad. Y esto es un problema porque vivimos en un mundo que es totalmente contracultural. Nos dicen que tenemos que ser fuertes, nada nos tiene que afectar, no tenemos que fijarnos tanto en lo que dicen los demás, tenemos que poder con todo. Jesús dice lo contrario. Fíjense lo vulnerable que es Jesús. Hasta le quitan la vida. Jesús se muestra como es, no tiene miedo de mostrarse. Tal vez el mundo nos dice: no, tené miedo, no te muestres. Pero Jesús dice que lo que te va a hacer feliz es que seas vulnerable, que tu corazón lo puedan conocer los demás, que cada año va a volver a hacer lo mismo. Va a tocar tu corazón para demostrarte que podés ir más a lo profundo, que podés darte más. Pero para eso tengo que animarme a ser vulnerable.

Si yo me quedo durito, con el corazón firme, con un corazón un poco de piedra, que no quiero que nada me afecte. Jesús va a pasar de largo como pasan los demás muchas veces en nuestra vida. En cambio, si me dejo, con un corazón que se deja afectar, que sabe reír, llorar, que sabe contar lo que le pasa, entregarse, escuchar al otro, acompañarse; ahí Jesús puede trabajar. No es una puerta dura que Jesús tiene que tocar, a ver cómo encuentra una grieta para entrar, sino un corazón blando donde Jesús entra con facilidad, donde puede trabajar. Y eso es lo que busca y quiere. Tal vez, y a todos nos ha pasado en algunos momentos, lo más pobre que nos puede pasar en la vida es que nos digan “no te conozco”, “no sé quién sos”, “no sé qué te pasa”; obviamente que hay veces en que eso nos pasa a todos, que nadie pueda conocer nuestro interior. Lo más lindo, lo más gozoso, es lo que puede hacer Jesús. Nos cuenta quién es, nos cuenta quién es el padre, nos muestra cómo es el corazón e invita a los discípulos a que hagan lo mismo.

En la Semana Santa nos invita a cada uno de nosotros a que nos animemos a darle el corazón, a que nos dejemos trabajar por él, a que podamos crecer en esa intensidad en el amor, con la certeza de que cuando le damos el corazón a Jesús, él lo trabaja, él nos devuelve algo mucho más grande, él nos ayuda a profundizar y a encontrar la alegría de poder amar con mayor intensidad. Hoy Jesús está a la puerta y quiere entrar y nos dice a cada uno de nosotros: abrime tu corazón, abrime tu vida, compartila, dame un rato para que yo pueda trabajarte, para que yo pueda moldear tu corazón, para que yo te muestre cómo podés amar mejor.

Animémonos en este domingo de ramos a abrirle nuestro corazón a Jesús, dejémosle a él que lo trabaje para que, con este corazón más maleable, más vulnerable, más dado, podamos amar mejor a los demás.


Lecturas:
*Evangelio según san Marcos 11,1-10
*Isaías 50, 4-7
*Salmo 21
*Filipenses 2, 6-11
*Evangelio según san Marcos 15, 1-39

No hay comentarios:

Publicar un comentario