viernes, 11 de septiembre de 2015

Homilía: “Jesús quiere personas que transformen su corazón” – XXII domingo durante el año


Hay una película que se llama Perdida que comienza con un matrimonio, Nick y Amy, que está cumpliendo 15 años de casado. Él vuelve una mañana del bar que tiene hacia su casa y la encuentra un poco desordenada, rara y ve que hay sangre. Busca a su mujer pero no la encuentra entonces llama a la policía para avisar su desaparición. El pueblo se conmueve porque, a parte, Amy era una escritora muy famosa y le llevan las condolencias a Nick. Empiezan a buscar, ver qué es lo que está pasando y, de a poquito, se empieza a desenmarañar que ese matrimonio, que externamente parecía tan feliz, tan bueno, tan lindo, se está derrumbando por dentro. Hay un momento en el que la investigadora le pregunta a él si sabía quiénes eran sus amigas, qué es lo que hace durante el día, su tipo de sangre y, en un momento, le termina preguntando “¿En verdad están casados?”. Y después, si quieren saber cómo sigue, mírenla.

¿Qué es lo que pasa acá? Hay un matrimonio que parece muy lindo por afuera pero que en el interior no viven como matrimonio. Hay un montón de cosas que, cuando se empieza a investigar, se van descubriendo, no cosas normales de todo matrimonio, sino un matrimonio que claramente se estaba derrumbando. Esto puede pasar en muchas cosas en nuestra vida a veces porque no queremos ser sinceros y las cosas no van bien. Podríamos decir que a veces hay cosas que pasan en un trabajo, con nuestras amistades, en un matrimonio que no queremos ser del todo francos al respecto o preferimos mantener una imagen, “no queda bien que yo diga esto”. A veces vivo como un dualismo en mi vida, una cosa es lo que se muestra, otra cosa es lo que vivo en el corazón y esta es también, en la fe, la gran queja de Jesús. La queja de Jesús es que los fariseos, los escribas que parecen tan lindos por afuera, que se le quejan porque sus discípulos no viven una tradición; se quedan con algo totalmente exterior y no transforman el corazón. Se le quejan a los demás de cosas exteriores sin transformar ellos el corazón. Jesús se queja porque dice “Yo miro el corazón de los hombre y lo que deseo es un cambio profundo en el corazón”.

Esta es una invitación tal vez muy actual. A veces, en el mundo actual, nos quedamos con que para nosotros bastaría con una ética correcta, con que se mantengan las formas, qué es lo que se tiene que decir y qué no, o mostrar. Muchas veces nos encontramos con un montón de personas o de matrimonios o de familias o comunidades eclesiales que parecen muy lindas por afuera, la gente lo ve y se alegra, pero por dentro no viven eso. Por dentro hay un montón de incoherencias, a veces hasta de hipocresías, como nos dice Jesús. Ese es el cambio profundo, el problema no es que lo exterior este bien o mal, el problema es que lo interior no esté bien. El interior es una muestra de lo que nos pasa en el corazón y eso es lo primero que tendríamos que intentar cambiar. Por eso Jesús se queja, el problema es lo que sale del corazón del hombre, “este pueblo, estos hombres, me honran con los labios, rezan muy lindo, parece muy lindo todo por afuera”. También podría decirlo de nosotros: Vamos a misa, cumplimos religiosamente, pareciera que cumplimos con nuestra familia y con la sociedad pero, por dentro, “son hipócritas”, dice. “Viven el adulterio, una doble vida, las embriagueces…”, lo que Jesús quiere es que nos animemos a cambiar lo que vivimos en el corazón. Sobre todo, la crítica acá es muy fuerte porque ellos se ponen como modelo, porque ellos les quieren enseñar a los demás y son ellos los que no viven esto en el corazón.

También esto nos puede pasar a nosotros que, a veces, nos cuesta vivir las cosas. El problema no es nuestro pecado, aunque obviamente tendríamos que luchar contra él e intentar cambiarlo, pero el problema es que hay estados a los que nos acostumbramos y a veces casi que nos empiezan a parecer normales. Nos empieza a parecer normal la infidelidad, la corrupción, el maltrato, nos empieza a parecer normal no tratar con amor a los demás y esto es lo que Jesús quiere que cambiemos. Jesús quiere personas que transformen su corazón, que luchen por lo que les cuesta, que no bajen los brazos y que no se acostumbren y se queden con una fachada.

Creo que muchas veces esto nos pasa también como Iglesia, a veces, como la Iglesia se preocupa por los pobres o debería preocuparse por los pobres, porque la Iglesia tiene que vivir una ética o debería vivir una ética, una moral y un montón de cosas, basta con la fachada. Jesús dice: “No basta con esto, lo que basta es una transformación”. Verdaderamente, ¿nos preocupamos por ser personas más buenas? ¿Ser personas más caritativas? Si no, nos quedamos en una religiosidad vacía o nos quedamos en una vida vacía y eso, en el fondo, en algún momento siempre termina mal, no puede tener un buen desenlace, ¿Por qué? Porque no tiene una raíz en el corazón. Esa es la invitación de Jesús para nosotros, esto es los que les dice “ustedes viven las leyes de los hombres”, las leyes de los hombres son triviales, cambian, lo central es el mandamiento de Dios.

Para poner un ejemplo, voy a ir a las leyes de la Iglesia, hay un montón que cambiar. A veces escuchamos que algunos se ponen muy duros con leyes de la Iglesia y podríamos ver un montón que, a lo largo del tiempo, fueron cambiando y que si hoy las vemos fueron casi aberrantes. Por ejemplo, hace un siglo y medio se condenaba la libertad de conciencia, la gente no podía tener libertad de conciencia y la Iglesia descubrió que es una ley de los hombres no de Dios. La Iglesia hizo la inquisición y lo puso como ley y va totalmente en contra del evangelio. Así, podríamos ver un montón de cosas, sin juzgar al que lo hizo en ese momento, eran leyes de los hombres. Jesús lo que quiere es el corazón de las personas, ¿estamos viviendo ese amor que Jesús nos enseñó? Esa caridad, esa entrega, esa paciencia, eso es lo que Jesús quiere que cambiemos, lo demás puede ser muy lindo o no, pero el día de mañana va a cambiar. Lo puedo llegar a justificar o no pero a veces hasta puede estar mal.

Creo que ir a lo central del evangelio es fácil de alguna manera pero también difícil. Es fácil entenderlo pero es difícil vivirlo. Como a veces se nos hace muy pesada esa instancia, terminamos descartando una parte y quedándonos solamente en lo formal, en nuestra vida y en la fe. Hoy Jesús nos invita a poner el corazón de nuevo en lo central y en lo que es de Dios. Pidámosle a aquel que vivió lo central en su vida entregándola y dándola por todos nosotros que también nosotros podamos, por medio de la oración y por gracia de Dios, ir a lo central del evangelio y poder vivirlo cada día de nuestras vidas.


Lecturas:
*Deuteronomio 4,1-2.6-8
*Salmo 14
*Carta del apóstol Santiago 1,17-18.21b-22.27
*Marcos 7,1-8.14-15.21-23

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