lunes, 21 de febrero de 2011

El Bautismo del Señor

Sobre el final de la trilogía de “El Señor de los Anillos”, Aragorn es coronado como rey de Gondor por Gandalf, y luego que es coronado es aclamado por todo el pueblo, por distintas personas hasta que va delante de los cuatro hobbits que habían hecho todo este camino para destruir el anillo. Entonces se pone delante de Frodo, de Sam, de Merry, de Pippin, y estos cuatro bajan la cabeza y tienden a arrodillarse frente al rey, como ese signo de humildad y de sencillez ante este rey que acababa de ser coronado. Sin embargo Aragorn no los deja, les dice: “Por favor, ustedes cuatro no se van a arrodillar nunca mas delante de ningún hombre. Somos nosotros los que tenemos un gran favor con ustedes”, y empezando por él, el rey, y siguiendo por todo el pueblo, todos se arrodillan delante de estos cuatro hobbits, que pasan de esa humildad y sencillez de querer arrodillarse delante de este rey, a recibir este honor que todos estos hombres les daban por lo que habían hecho, por lo que significaba para todos ellos, y sin embargo esto lo siguen viviendo con esa humildad, con esa sencillez y con esta sorpresa.

Podríamos decir que había dos personas importantes: estaba por un lado el rey, por un lado estos hombres con todo lo que habían hecho. Sin embargo cada uno de ellos reconocía y descubría al que tenía delante, esa humildad y esa sencillez que se nos invita a tener a nosotros delante del otro, descubriendo quién es la otra persona que esta delante nuestro, descubriendo todo lo que hace por nosotros, todo aquello que Dios puso en su vida, y tener siempre esa humildad de descubrir lo que Dios tiene.
Muchas veces somos bastante rápidos para encontrar los defectos de los
demás, y para quedarnos muchas veces quedando como enmarcados en eso. Sin embargo tenemos que aprender a descubrir ese gran don que Dios puso en la vida de cada uno de nosotros, ese gran don que Dios puso en la vida del otro, y por eso tener esa humildad y esa grandeza de descubrir lo que el otro es y lo que también el otro vale para mi.

Este doble descubrimiento que también se da en este Evangelio, tal vez uno de los más conflictivos de todo el Evangelio. Este Evangelio que en semilla tiene todo el núcleo de lo que va a hacer Jesús porque ya el mismo Juan no entiende qué es lo que tiene que hacer: “¿Qué es lo que haces vos acá?” le dice a Jesús. Si lo hiciéramos un poco antes, “Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de tus sandalias”, es decir de hacer un trabajo de esclavo delante de Él. Sin embargo Jesús le dice que eso es lo que se tiene que hacer en ese momento. Frente a esta comparación uno dice que la figura de Jesús es más importante que la figura de Juan. Pero ahora, esto que es tan claro para nosotros, no fue tan claro en los comienzos de la Iglesia, hubo que descubrir. Si ustedes recuerdan el comienzo del Evangelio de Juan también nos dice sobre Juan el Bautista: “Él no era la luz, si no el testigo de la luz”, era tan fuerte la figura de Juan el Bautista en las primeras comunidades que había que dejar en claro que Jesús era el centro. Esto que tan en claro también deja Juan cuando se encuentra con Jesús, y siguiendo también el ejemplo de la película, Juan quería hacer con todos los que estaban ahí ese gesto, arrodillarse ante Él, delante de Jesús, descubriendo quién es, quién era, y lo que significaba en su vida. Sin embargo Jesús le pide ‘que haga lo que tiene que hacer’, y esto no es por un doble sentido. En primer lugar, Jesús tiene que vivir su vocación. En segundo lugar, Jesús tiene que vivir su misión, y esto es lo que se ve en este bautismo, y por eso es necesario que Juan bautice a Jesús y que ese bautismo cobre un sentido nuevo. Hasta ese entonces el bautismo de Juan era para los que pecaban, para los pecadores, y todos esos pecadores se convertían por medio de este bautismo y se preparaban para el encuentro con Jesús, por eso no es claro cómo Jesús va a venir a esto, cómo Jesús va a pedir bautizarse, justamente es el que no lo tiene que hacer.
Sin embargo en este bautismo se revela en primer lugar su vocación, ¿cuál es su vocación? El ser Hijo, “Este es mi Hijo muy amado”. Cuando Jesús se bautiza, el Padre revela quién es, cuando Jesús se bautiza, de una manera nueva y distinta se le dice a Él también quién es y puede descubrir desde una manera fuerte este vinculo que tiene con Dios. No tenemos noticias de estos primeros 30 años de Jesús, prácticamente no sabemos nada de toda su vida en Nazareth, Jesús fue creciendo en este vinculo, y seguramente esto que le dice el Padre, lo reafirma en lo que Él fue redescubriendo: “Tu eres mi Hijo”, y quiere que descubra en esa afiliación, en ese ‘ser hijo’ cuánto lo quiere y cuánto lo ama y cómo tiene un amor de predilección por Él: “en quien pongo toda mi predilección”, a lo que podríamos traducirlo también ‘en quien pongo toda mi confianza’. Jesús, a partir del bautismo, empieza a vivir de una manera más fuerte este descubrirse Hijo de este Padre, y empieza a vivir este ‘ser Hijo’, y todo lo que va a hacer es por cumplir la voluntad del Padre, de acá hasta el final de su vida
En segundo lugar se revela su misión, y su misión es la de ser hermano, la de encontrase con alguno de nosotros. Al participar Jesús de este bautismo, abre este bautismo para todos nosotros, y no solo Él recibe el ‘ser Hijo’ si no que en Jesús todos pasamos a ser Hijos, a vivir esta hermandad que Jesús nos regala, todos podemos participar de este mismo Padre
, todos podemos descubrirlo, y por eso todo el camino de Jesús será ir ganando hermanos para Dios, ir acercándose a cada uno de sus hermanos y que cada uno descubra esta cercanía que Jesús quiere tener con cada uno de ellos, esa cercanía que Jesús quiere tener con cada uno de nosotros. Estos 3 años que Jesús va a empezar a vivir y que son los que nosotros conocemos, son los que tiene que llevar adelante esto: aprender a ser Hijo y vivirlo, aprender a ser hermano y vivirlo.

También nosotros tenemos este regalo en el Bautismo. Cuando cada uno de nosotros fue bautizado, gracias a Jesús podríamos decir que se escucho lo mismo: “Tu eres mi Hijo muy amado, en quien pongo toda mi confianza”, y cada uno de nosotros pasó a ser Hijo y a ser Hija, y cada uno de nosotros paso a vivir también esa hermandad.
Hace varios años cuando yo era seminarista, estaba participando en una misa con un sacerdote que no conocía, lo vi. una sola vez y era de otra diócesis, y empezó la homilía diciendo esto: “Ustedes cantaron como canción de entrada ‘junto como hermanos’, yo les digo que no digan mentiras”, entonces les preguntó: “¿Qué significa ser hermano? Aprendan a vivir eso, aprendan a vivir como comunidad ese regalo que Jesús les hizo”. Y creo que más allá de la ironía, esconde una gran verdad. En el bautismo todos recibimos una semilla, un regalo que Dios nos hace. En primer lugar, el descubrirlo como Padre. En segundo lugar, el descubrir esa familia de hermanos que nos da, muchas veces difícil, muchas veces compleja como es cada una de nuestras familias. Sin embargo ese regalo lo tenemos que aprender a vivir: a lo largo de nuestra vida ‘el vivir ser cristiano’ significa el vivir ser Hijos, y el vivir ser hermanos. Y ese es el camino que nos invita a realizar a cada uno de nosotros, y por eso todo lo que hagamos es para cumplir esta misión y para vivir esta vocación, para descubrir a este Dios que como Padre, nos ama y nos quiere, quiere guiarnos, esta cerca de nosotros, y para que día a día podamos acercarnos a cada uno de los que pone en nuestro camino, para que podamos vivir como familia eso que Dios nos regalo. A veces saldrá mas naturalmente, a veces nos costará un poco más, a veces será difícil. Sin embargo ese es el camino que vivió Jesús, y ese es el camino que nos invita vivir a cada uno de nosotros.

Pedro en su discurso en el libro de los Hechos de los Apóstoles dice una frase que es muy difícil de vivir: “Dios no hace acepción de personas”. Para Dios todos son iguales, y por eso todos tienen la misma oportunidad frente a Él. Podríamos decir que si Dios no hace acepción de personas, nos invita a vivir a nosotros lo mismo, a descubrirnos todos como parte de esta familia, y a intentar caminar juntos viviendo lo que Dios nos regaló, ese gran regalo que Jesús nos hizo, ese gran regalo que se bautizó, ese gran regalo por el que va a dar la vida.

Pidámosle entonces hoy a Jesús, aquel que en su vida fue viviendo este ser Hijo y ser hermano, que también nosotros en el caminar de nuestra vida podamos aprender a ser Hijos, podamos aprender a ser Hermanos.



Primera Lectura: Isaias 42, 1-4. 6-7
Salmo: 28, 1a. 2-3.ac. 4.3b. 9c-10
Segunda Lectura: Hechos 10, 34-38
Evangelio: Mateo 3, 13-17

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