viernes, 25 de febrero de 2011

Homilia: "Dejando todo lo que estaban haciendo, lo siguieron" Domingo III del Tiempo Ordinario


La película “El Patriota” con Mel Gibson, trata de la revolución estadounidense buscando la libertad, y comienza cuando empiezan a juntar hombres para armar el ejercito para enfrentar a los ingleses. Aparece un personaje que es Mel Gibson, Benjamín Martin, a quien le piden que los acompañe él que había participado en la guerra de los 7 días, pero él dice que no, que esta es una guerra distinta, que él no va a participar. Sin embargo después de que en la película es asesinado uno de sus hijos, él decide involucrarse, decide participar y va formando una milicia para poder hacer esto. Empiezan a ir a distintos pueblos a reclutar gente para esta milicia, y en uno de esos momentos lo manda a Gabriel (Heath Ledger) que era su hijo mayor a que vaya ahí a Carolina del Sur, el pueblo donde ellos vivían, a invitar a que se unan a la milicia. Gabriel llega a la Iglesia, la gente estaba rezando, acababan de matar a unos hombres de ese pueblo, pide permiso e invita a todos los hombres a que se unan a luchar por ese objetivo, por ese ideal que ellos tenían; les cuenta lo que están haciendo, lo que están necesitando y hace esta invitación. Sin embargo en un primer momento no logra nada, empiezan a discutir que no, que eso no hay que hacerlo, que no por tal cosa, hasta que una de las chicas que estaba ahí, Ana, interviene, se pone de pie, y a aquellos mismos que acababa de hablar, que decían distintas razones por las cuales no querían involucrarse, les dice: “Es curioso porque esta semana yo te escuché hablar a vos de lo que significaba la independencia, de lo que había que luchar por ella. Yo los escuche a ustedes diciéndose de qué manera uno tenía que creer en eso, tenía que poner sus fuerzas en eso, y sin embargo ahora cuando toca el momento, ninguno de ustedes se anima, ninguno de ustedes da ese paso. Así que yo les pido que aquellas cosas que nos han predicado, que aquellas cosas de las que han hablado, que aquellas cosas que nos han inculcado, hoy las lleven a la práctica. Que aquellas creencias que ustedes tienen no queden solamente en palabras, si no que se animen a traducirlas en hechos”. No se si porque era mujer y llamó más la atención de los varones, o porque su discurso les tocó más el corazón, pero varios de ellos se animaron a seguir ese camino. Aquellos que en algún momento habían escuchado en el corazón pero como muchas veces no sucede por distintos temores o miedos, en un primer momento no se animaron.

El problema es que para poder seguir lo que queremos tenemos que, en primer lugar, animarnos a escucharnos, animarnos a abrir el corazón, porque muchas veces pensamos un montón de cosas, deseamos un montón de cosas, tenemos un montón de ideales, pero no terminamos con querer escucharlos, entonces nuestra vida va casi como deambulando, casi con piloto automático, o hacia donde el viento me lleva, no hacia donde yo quiero ir, si no hacia donde la vida me fue diciendo, me fue llevando, me fue tocando, y muchas veces lo que yo quiero, lo que yo deseo, aun lo que yo digo queda en meras palabras, o en meras intenciones, porque no me animo a escucharme, porque no me animo a callar mi corazón, a mirar qué es lo que quiere y animar a seguir eso. Ahora si muchas veces nos cuesta escucharnos a nosotros mismos, creo que mas nos cuesta escuchar muchas veces a Dios.
Una de las cosas que creo que más me preguntan es cómo puede hacer para escuchar a Dios. Creo que es una pregunta que muchas veces todos nos la hicimos, y a veces tenemos la esperanza o el deseo de que Dios se nos conecte, como dice la mayoría de la gente, los mas jóvenes pensaran en que les hable por Facebook o que les mande un mail o un mensajito de texto, los otros que cara a cara queremos hablar con Él… Sin embargo los que hemos estado esperando eso, nos hemos quedado con las ganas muchas veces, por no decir siempre, porque de esa manera que muchas veces esperamos no nos habla, no nos dice, o esperamos que nos diga “Che Mariano, Cholo”, y si bien nos evitaríamos muchos problemas que lo haga de esa manera, tampoco lo hace de esta manera. Ahora, ¿cuántas veces nosotros tenemos la experiencia de que hemos aprendido a escuchar cuando nos hemos callado, cuando hemos aprendido a callar los ruidos y a escuchar el corazón? ¿cuántas cosas nos dice nuestra propia vida, nuestro propio corazón cuando aprendemos a hacer silencio y cuando aprendemos a escuchar de una manera nueva? Y muchas veces cuando aprendemos a escuchar de una manera nueva, aprendemos a escuchar a este Dios, que en nuestro corazón nos habla, que en los demás nos habla, que en su palabra nos habla, que de diversas formas y maneras distintas a las que estamos acostumbrados también se nos hace presentes, también nos dice algo al corazón. El problema muchas veces es querer escucharlo, y aceptar lo que nos quiere decir.

En este Evangelio escuchamos hoy como Jesús si les habla y de una manera directa estando presente, a estos discípulos y a esta gente. En primer lugar dice que la multitud se había agolpado ahí y que Jesús le hablaba, y después de hablarle a ellos dice que pasó por donde estaba Simón Pedro, por donde estaba su hermano Andrés trabajando, y los invita a que lo sigan, y nos dice el Evangelio que ellos, dejando todo lo que estaban haciendo, lo siguieron. Posteriormente también se acercan donde estaban los hijos de Cebedeo, Santiago y Juan, y también los invita a seguir, y nos dice el Evangelio que ellos también dejando a su padre y lo que estaban haciendo, lo siguieron. Escuchamos que ellos, recibiendo esta invitación a seguirlo deciden optar por Jesús, deciden seguir este camino. Y esto nos da algunas claves para todos nosotros.
En primer lugar, que la invitación en el camino de la fe siempre es de Jesús. En muchas cosas de la vida puede ser que nosotros tomemos la iniciativa, que nosotros digamos “yo quiero hacer esto” o “yo decido hacer esto”, pero en el camino de la fe siempre es primero llamado de Jesús, siempre en algún momento de la vida nos dice “Seguime, quiero que camines conmigo”. Obviamente que como hicieron los discípulos, implica nuestra decisión personal, implica nuestra opción de querer caminar con él, pero la invitación siempre parte de Jesús, de este Jesús que nos busca y de este Jesús que nos llama.
En segundo lugar, que implica una decisión que en algún momento de la vida la tengo que tomar. En general la mayoria de nosotros creo que desde chiquitos, se nos ha inculcado la fe: nos han enseñado quién es Jesús, nos han llevado a misa, hemos ido a colegios religiosos. Sin embargo mas allá de todo eso, hay un momento de la vida en el que tengo que hacer una opción personal, hay un momento de la vida donde Jesús me dice al corazón “Seguime, camina conmigo”. ¿A qué voy con esto? Pedro, Santiago, Juan, Andrés eran hombres religiosos, no es que no conocían a Dios, pero en un momento de su vida reciben este llamado de Jesús, y les dice: “A partir de hoy tienen que seguirme de una manera distinta”. Y eso que hace con los discípulos lo hace con cada uno de nosotros, cristianos. Llega un momento en la vida donde Jesús nos habla de una manera distinta, donde Jesús nos habla de una manera nueva. Creo que si todos nos animamos a mirar, a explorar en nuestra propia vida podemos descubrir tal vez aquel momento donde sentimos que Jesús nos llamaba de una manera distinta, donde sentimos que Jesús nos invitaba a seguirlo de una manera nueva y diferente, donde Jesús nos decía “Seguime, quiero que vivas tu cristianismo a partir de ahora con una opción distinta”. Y ese es el momento en donde yo tengo que hacer una opción, ya no me sirve caminar por donde otros me dijeron o ir casi con piloto automático, sino que tengo que descubrir si quiero dejar lo que antes vivía y ahora si seguir a Jesús. Tal vez en palabras de Nicodemo podríamos decir si quiero nacer de nuevo en esta vida de seguir a Jesús. Eso no implica que a veces no me cueste, que a veces no entienda, como le pasó a los discípulos y a los apóstoles, pero implica que yo quiera caminar con Él de una manera nueva.
Creo que todos podríamos mirar ese momento en la vida donde Jesús nos habló de una manera diferente y nos invitó a tener una experiencia de amor distinta y a hacer una historia con Él diferente, a caminar y estar con Él. Y a partir de ese caminar con Él nos invita a vivir de una manera nueva.

La Primera Lectura nos dice que hay unos pueblos (Neftali, Zabulon) que la están pasando mal, no solo por lo que están pasando que están oprimidos por otros pueblos, si no porque aparte están cometiendo muchos pecados y por eso están viviendo en esas tinieblas. Sin embargo les dice: “Va a haber un momento donde ustedes van a vivir y van a ver una luz diferente”. Y llegó ese momento que fue con Jesús, nos dice que Jesús va a ahí, a Zabulon, a Neftali, a esa tierra de los paganos a anunciar algo diferente, que en el fondo es a que ellos vivan de una manera distinta. Muchas veces estamos esperando que las cosas cambien casi como exteriormente, muchas veces le pedimos eso a Jesús y esta bien. Pero la gran pegunta es ¿qué es lo que Jesús viene a traer y qué es lo que Jesús viene a cambiar? Muchas veces quisiéramos que cambie a los gobernantes, o que fueran otros o que fueran diferentes; algunos momentos pedimos que cambien e igual estamos peor; a veces es cíclico, mejora un poco, pero vemos que esas cosas no cambian como esperamos. Ahora, tampoco cambiaba para los discípulos o para los apóstoles, siguieron igual. O queremos también que cambie la situación económica, la situación social, que las cosas sean de otra manera, y también nos quedamos esperando porque de esa forma y de esa manera no cambian. Entonces la gran pregunta es ¿qué es lo que Jesús viene a traer y cambiar?
Creo que una clave de esto nos la da Pablo en la Segunda Lectura, cuando le dice a ellos, a esa comunidad de cristianos: “¿Qué es lo que ustedes están haciendo? ¿Qué es lo que nosotros les enseñamos? ¿Cómo puede ser que ustedes que siguen a Jesús vivan divididos? ¿Cómo puede ser que ustedes que se encontraron con Jesús se estén peleando, estén pensando quién es mejor, quién vale más? ¿Acaso no son todos de Jesús?”. Y en ese recriminarles y exhortarlos a vivir la unidad, podemos ver justamente una luz de lo que Jesús viene a hacer. Jesús no viene a cambiar lo exterior, Jesús viene a cambiar lo interior, Jesús viene a traer una esperanzada y algo nuevo al corazón de cada uno de nosotros, y tal vez si nos animamos a cambiar desde lo profundo y lo interior, si podamos de a poco ir cambiando lo exterior y trayendo algo nuevo.

Jesús viene a tocar el corazón de la gente, Jesús viene a decirles: “Quiero caminar con ustedes, quiero hacer una historia con ustedes. Ahora para eso, tienen que decidirse”.Y es la invitación que nos hace hoy a cada uno de nosotros
. Hoy a cada uno de nosotros, como lo hizo con Simón, como lo hizo con Andrés, como lo hizo con Santiago, como lo hizo con Juan, nos dice: “Sigueme”, y espera de nosotros una respuesta.

Abramos el corazón entonces para escuchar esta invitación de Jesús. Fijémonos de qué manera queremos caminar con Él y animémonos a seguirlo.



Primera Lectura: Isaias 8, 23b-9, 3
Salmo: 26, 1.4. 13-14
Segunda Lectura: I Corintios 1, 10-13.17
Evangelio: Mateo 4, 12-23

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