lunes, 28 de febrero de 2011

Homilia: "Busquen aquello que verdaderamente les da vida y tiendan hacia ahí" Domingo VIII del Tiempo Ordinario

Hace unos años se llevo al cine un libro que se llama “Memorias de una geisha”, la cual comienza con dos pequeñas hermanas que pierden a su madre porque esta muere; ellos vivían en una pequeña aldea al borde del mar de Japón, y su padre que no sabiendo que hacer con ellas decide venderlas a una ciudad más grande, a Gion. Al llegar a esa ciudad las hermanas son separadas, por un lado se va Satsu y Chiyo queda en una casa donde le enseñaban a ser justamente geishas, algo complicado de entender para nosotros por ser un mundo totalmente diferente. Ella se revela con toda naturalidad contra todo esto que esta viviendo, todavía no pudo procesar lo de su madre, no entiende lo que ha hecho su padre, por qué la sacaron de su casa, menos que la separen de su hermana y empieza a tener mil problemas totalmente naturales en esta nueva casa donde esta. Busca cómo escaparse, busca cómo encontrar a su hermana, cómo irse, pero las puertas se le van cerrando, ella va descubriendo que lo que ella desea lo esta perdiendo día a día. Hasta que un día siendo todavía ella chica se encuentra con un hombre, el que es el presidente del lugar que por primera vez después de mucho tiempo la trata bien, la consuela cuando ella esta llorando, le regala un helado y le da algo para que tenga para esos días y le dice que “nunca más llore por algo tan pequeño” como puede ser ese helado que se le acababa de caer. Y ella ahí descubre alguien distinto: descubre alguien que la mira, que la quiere, que la ama como nunca lo sintió en su vida y a partir de ahí encuentra algo por que luchar, algo por que vivir y todo lo demás que tenia en al vida, que ella obviamente no había elegido y que le costaba, le dolía, no lo quería, empieza a hacerlo con total naturalidad, empieza a vivir de una manera diferente. Cuando se siente amada, cuidada, protegida y cuando se siente que hay alguien por la cual su vida cobra un sentido nuevo y pleno, empieza a vivir de una manera diferente.

Algo que también nos sucede muchas veces a nosotros porque la búsqueda de nuestro corazón durante toda la vida es buscar aquello que es nuestro verdadero tesoro, buscar aquello que le da un sentido a nuestra vida y nuestro corazón no descansa hasta que encuentra eso, y podemos intentar apagarlo, podemos intentar acallarlo pero sigue retumbando, casi como un tambor en lo profundo hasta que lo escuchamos, y si no sale por distintos lados. Y nuestro corazón va buscando distintas cosas hasta que encuentre realmente lo que necesita, hasta que encuentra ese lugar donde encontramos nuestro descanso, donde nuestro corazón se apacigua y donde lo demás encuentra su sentido. Todo lo vimos claramente cuando uno pudo encontrar aquello que quiere y que busca. ¿Cuántas veces nos pasa que la vida esta complicada, tenemos un montón de problemas, tenemos un montón de inconvenientes pero estamos firmes en aquello que es central en nuestra vida, que lo hemos encontrado, que lo podemos tener hoy y a pesar de que las cosas no andan bien estamos tranquilos, porque tenemos aquello que verdaderamente queremos? ¿Pero cuántas veces nos pasa que eso que queremos, que eso que buscamos, que eso que necesitamos no lo tenemos de la forma que hoy lo debiésemos tener o quisiéramos, y todo lo demás aun cuando ande bien no nos termina de saciar, no nos termina de gustar, y a veces hasta terminamos como queriéndolo dejar de lado? ¿Cuántas veces nos pasa que nos damos cuenta que estamos tratando mal a todo el mundo, que nos cuesta relacionarlos, que nos cuesta vincularnos, justamente porque hay algo que nos molesta, hay algo que nos falta, porque hay algo que no acalla nuestro corazón? Y miramos, y nos damos cuenta y decimos ¿pero por qué hago esto? ¿por qué me pasa esto? Si esta persona no me hizo nada, si esto en el fondo anda bien, y el problema es otro, y hasta que nos busquemos y ataquemos la raíz de ese problema, hasta que nos busquemos nuestro verdadero tesoro, nuestro corazón no se va a callar, nuestro corazón no va a estar tranquilo, y es por eso que la búsqueda en nuestra vida es ir buscando aquello que verdaderamente nuestro corazón quiere y después de encontrarlo, ir profundizando en eso. No siempre nos va a atar con aquello que encontramos sino que tendremos que aprender a ir profundizando y a ir encontrando algo aún más grande en aquello que necesitamos. Si no nos pasa que muchas veces estamos como jugando a varias puntas, buscando un montón de cosas, no poniendo el corazón en nada, buscando un montón de sensaciones que no terminan de complacernos, que no terminan de satisfacernos, que no terminan de traernos paz al corazón, y en el fondo nuestro corazón lo que busca es encontrar aquel, aquella, aquel lugar donde en la intimidad pueda estar con otro.

Esta búsqueda nuestra, esta búsqueda de nuestra vida es también la búsqueda de Jesús. Jesús también necesita esta intimidad, y Jesús la busca y cuando Jesús la encuentra la propone a los demás. Jesús encontró que el centro de su vida es Dios, que aquel con el que comparte su intimidad es el Padre, y que cuando eso esta bien, todo lo demás no le importa tanto y no porque no se preocupe por lo demás, si no porque lo puede sostener en aquel amor que Él necesita, en aquel amor que Él encontró, en aquel que lo cuida, que lo protege y que esta a su lado. Curioso porque cuando uno mira la vida de Jesús, esta es casi como un castillo que se va construyendo y día a día se va derrumbando, hay un montón de gente que lo siga, que lo escucha, que lo entiende hasta que cada vez hay menos gente que lo escucha, que lo entiende, hasta que aun los más íntimos, los discípulos y los apóstoles lo van negando, lo van traicionando, lo van dejando solo. Pero Jesús sigue caminando, y uno dice por qué Jesús sigue caminando, y uno piensa cómo puede seguir a pesar de esa soledad, y en el fondo lo que lo ayuda a seguir es que todavía se siente sostenido porque hay alguien que lo cuida y esta con Él, porque hay alguien con el que puede compartir esa intimidad, porque en Dios encontró a aquel en el que descansa su alma, aquel que no lo deja solo, aquel que no lo olvida, aquel que le da la fuerza para que Él lo siga intentando y todo lo demás se ordena a partir de eso, y Él puede tener fuerza para los demás porque encontró aquello que necesitaba.

Yo tengo un amigo que tardo varios años en terminar la facultad, y era muy gracioso porque los años en el que pasaba rápido su facultad iban casi en paralelo a su situación sentimental: cuando estaba bien y de novio iba y metía un montón de materias, y cuando se peleaba la facultad iba para atrás, era casi matemático esto. Pero respondía a algo muy profundo: cuando encontraba algo (en este caso ‘alguien’, una mujer) que le daba sentido a su vida, él encontraba aquel motor por el cual quería hacer las cosas, aquello que le daba un objetivo y un sentido más grande, aquello que de pronto le costaba como nos cuesta a mucho de nosotros: la facultad, el estudio, el colegio, a veces el trabajo, y podía luchar con mayor empeño por aquello cuando tenia aquello que le daba sentido, y cuando eso desaparecía se desmoronaba, no estaba, las materias pasaban varios años hasta que las aprobaba.
Y esa es la búsqueda de nuestro corazón. Habrá personas que tendrán mas fuerza de voluntad, que podrán luchar por cosas que más nos cuestan pero en general vamos a poder luchar por ellas cuando encontramos lo que ordena todo eso, cuando encontramos ese motor que tira de todo eso, cuando encontramos aquello que necesitamos en el corazón, sino en algún momento nuestra vida se va cansando, en algún momento bajamos los brazos, en algún momento ya no tenemos más ganas de luchar porque no tenemos aquello que nos alimenta, porque no tenemos aquello que nos da vida, porque no tenemos aquello que nos da fuerza.
Y esto es lo que encontró Jesús, esto es lo que nos invita a nosotros, no se puede servir a varias cosas, en la vida hay algo que es primero y eso es lo que tenemos que buscar con todo el corazón y eso es en donde tenemos que poner toda nuestra fuerza. Jesús lo dice con esta frase: “No se puede servir a Dios y al dinero”, entonces ¿qué es lo que a nosotros nos ayuda a caminar de una manera distinta? ¿qué es lo que nos quita las preocupaciones? Jesús nos dice hoy en el Evangelio: “No se preocupen por lo que van a comer, no se preocupen por lo que se van a poner, no se preocupen por lo que va a pasar el día de mañana, por cuantos días va a tener su vida” ¿y por qué nos dice esto? En primer lugar claramente porque hay cosas mucho más importantes que esto, y no es que nos esta diciendo que no nos ocupemos, hay un montón de cosas que nos tenemos que ocupar y muchas cosas son estas, pero que eso no desgaste nuestra vida, que eso no sea el centro de nuestra vida porque tiene que ser un fin para un medio mucho más grande, y que nuestra verdadera preocupación este en aquello grande: “Busquen aquello que verdaderamente les da vida y tiendan hacia ahí”. Y cuando uno es más grande aprende a descubrí que en la vida pasan un montón de preocupaciones, que en algunos momentos hemos tenido unas, en algunos otros otras y que mas adelante aparecerán otras, y por eso para poder vivirlo más sanamente tenemos que aprender a distenderlo un poco a eso, aprender a vivirlo de otra manera. Pero en segundo lugar creo que Jesús lo dice por algo mucho más grande, porque hay alguien que siempre se ocupa y se preocupa por nosotros, y ese es Dios. Hay alguien para quien nuestras vidas valen mucho: “La vida de ustedes vale mucho más que los lirios del campo” dice Jesús, hay alguien que día a día se esta preocupando por ustedes, hay alguien que día a día camina por ustedes, hay alguien que día a día no se olvida de ustedes y esta a su lado y ese es Dios. Esto es lo que hacemos nosotros día a día, cuando uno ama verdaderamente a alguien (y esto lo entienden muchos los padres, tal vez los novios, las novias) uno quiere lo mejor para el otro, uno busca que el otro no se tenga que preocupar tanto por las cosas, uno busca darle lo mejor al otro y cuando el otro esta mal, uno busca cómo lo puede ayudar a que esto se viva de otra manera.
Eso que nosotros hacemos por los demás cuando verdaderamente los queremos y los amamos es lo que Dios hace día a día por nosotros, porque nos quiere y porque nos ama y se preocupa por nosotros para que nosotros podamos ir a lo central, para que nos animemos a buscar aquello que plenifica nuestra vida.

Alegrémonos de este Dios que nos ama, que se preocupa por nosotros, pongamos como Jesús nuestra confianza, nuestra vida, nuestra intimidad en Él y animémonos a caminar siguiendo aquello que verdaderamente nos da vida.



Primera Lectura: Isaias 49, 14-15
Salmo: 61
Segunda Lectura: 1 Corintios 4, 1-5
Evangelio: Mateo 6, 24-34

No hay comentarios:

Publicar un comentario