viernes, 25 de febrero de 2011

Homilia: "Ustedes son de Cristo" Domingo VII del Tiempo Ordinario


En la película “Hombre en llamas”, suceden al principio 24 secuestros de niños en 6 días y es por eso que la familia Ramos decide contratar un guardaespaldas para su nena, para su hija Lupita. Esta persona, John Creasy, empieza a trabajar con la familia y descubre en este vínculo con esta niña un nuevo deseo de vivir. Después de pasar por momentos difíciles, recordando muchas de sus experiencias como comando especial en su vida, encuentra algo nuevo, tiene una razón nueva para vivir en este vinculo de amor. Sin embargo ella es secuestrada en un tiroteo, él queda herido, casi muerto, pero como pasa muchas veces en las películas, él se recupera, se sana, va a la casa de la familia Ramos y se encuentra con la mujer, Lisa, la madre de esta niña, y empieza a mirar un poquito el cuarto de ella, el cuaderno que ella tenía para ver si encontraba una matricula que habían anotado en un momento y le pregunta la madre: “¿Qué es lo que vas a hacer?”, “Y la voy a buscar, voy a hacer lo que mejor hago” le dice él, y ella le dice: “Ve y mátalos a todos”. Y los amantes de las películas de acción nos ponemos contentos porque comienza lo que más esperamos, y a veces hasta lo que deseamos y queremos porque cuando vemos algo malo que ha sucedido, un acto malo como es que han secuestrado a una niña, nosotros lo primero que pensamos o lo que casi nos sale naturalmente es el ‘cómo nos podemos vengar’, no ‘cómo podemos cambiar esto’, si no qué es lo que el otro tiene que pagar. Y podríamos decir que muchas de estas películas que tienen que ver con eso salen casi con un deseo natural que muchas veces tenemos nosotros, más cuando nos toca vivir momentos más duros, más difíciles como el que hoy vivimos en la Argentina en medio de la inseguridad, más uno que empieza a pensar de esa manera.
Hace unos días como saben me fui de vacaciones a Uruguay y pase por Colonia que tengo parte de mi familia, y mi tía abuela de 93 años durante creo que el día que estuve ahí, lo único que me dijo fue: “Mariano cuídate mucho, Uruguay no es lo que era antes” y un montón de cosas más, obviamente que por cuidarlo a uno, pero me preguntaba a mi si también en Argentina pasaba así, “Un poco más, pero intento buscar las cosas buenas de la gente”, y mi tía me dice: “Acá no hay”.

Pero pensaba como cuando empieza a escalar la violencia uno no solo tiene que empezar a cuidarse más, obviamente uno no tiene que ser inocente en eso, si no que muchas veces empiezan a nacer en nuestro corazón sentimientos que creo que no queremos, o por lo menos naturalmente no buscamos: el sentimiento de revancha, sentimientos de venganza, de cómo lo puedo hacer, hasta cómo lo puedo castigar al otro. Y no solo con la gente que de pronto esta más alejado de nosotros, si no hasta con la gente que más queremos que obviamente cuando nos hace algo es la que más nos daña: cuántas veces nos alejamos, cuántas veces no le queremos hablar, cuántas veces no nos queremos ni encontrar con la otra persona. Es por eso que muchas veces como les decía antes nacen en el corazón sentimientos que nos hace irnos cerrando, y nos hacen ir alejándonos de los demás, casi con naturalidad. Sin embargo descubrimos que esto no es lo que nos hace bien, no nos hace bien como sociedad, no nos hace bien como familia cuando nos vamos alejando los unos de los otros. Y es por eso que Jesús si trae algo distinto en el Evangelio es que nos invita a vivir de una manera nueva, de una manera diferente. Sin embargo cuan lejos encontramos frases como las que Jesús nos dice acá: “Si alguien le pega una bofetada, pónganle la otra mejilla”, he visto poco de esto, por decir prácticamente nada; “Si alguien le hace un juicio, denle de más”, “Si alguien le pide algo, denle de más”, “Si alguien le pide caminar un kilómetro, una milla, caminen el doble”, a veces pareciera que Jesús es un poco exagerado con las cosas que nos va pidiendo, o que casi las tenemos que dejar pasar de lado porque las sentimos muy lejanas a nosotros. Ahora la pregunta es ¿qué es lo que nos esta pidiendo Jesús con esto, qué es lo diferente o nuevo que trae? Y tal vez para ponernos un poco en contexto, este discurso de Jesús está en medio de todo lo que es su sermón en la montaña: comenzó hace un semana, con las Bienaventuranzas donde Jesús invita a la felicidad a personas que a veces pensamos cómo pueden ser felices viviendo esto. Después Jesús nos dice: “Ustedes son la luz del mundo, son la sal de la tierra, la vida de ustedes tiene algo diferente” y a partir de ahí empezamos a escuchar esta serie de discursos que dice: “Ustedes han escuchado que se dijo, pero yo les digo”. Ya parecía muchas veces difícil vivir las leyes que se habían puesto y Jesús las lleva al extremo. Ahora, ¿qué es lo que trae Jesús acá entre manos? Y creo que la clave la da una frase de la semana pasada que nos dice que ‘para ser dignos de Él, la justicia de nosotros tiene que ser superior a la de los escribas y los fariseos’, ¿qué es lo que hacían los escribas y los fariseos? Se creían mejores que los demás, en el fondo se creían perfectos, lo que Jesús dice al final: “Sean perfectos”, y eso los distanciaba cada vez más del otro, eso los llevaba a vivir de una manera diferente a los demás, y los llevaba día a día a separarse, y muchas de esas leyes que Jesús hoy va a llevar a la perfección o la va a llevar al extremo son aquellas que decían que vivían y que por eso los separaba del otro. Ahora Jesús les dijo: “Ustedes han oído que se dijo: ojo por ojo, diente por diente”, una superación de lo que se vivía porque antes si se robaba una vaca, iba y lo mataba, si le sacaba una vaca que se le saque otra, que sea parejo lo que se estaba viviendo…
Pero Jesús les dice: “Yo no les pido eso a ustedes, yo no les estoy pidiendo que cumplan con eso a ustedes que son los que se creen que lo viven y lo cumplen, si no que vivan algo más, que vivan algo distinto”. Y lo de vivir distinto en Jesús es ver justamente como nos podemos acercar a los demás. Podríamos decir que la diferencia es que la vida no es nuestra, la vida es de Dios, y como nos dice Pablo en la Segunda Lectura: “Ustedes son de Cristo”. Ahora la pregunta es ¿qué es ser de Cristo? ¿y qué implica es nuestra vida ser de Jesús? Implica, para ser sencillos, intentar vivir como Él nos invita, y el Evangelio trae algo nuevo. El Evangelio es cómo yo me puedo acercar al otro y cómo yo puedo romper con esta escalada de violencia.

Creo que todos somos concientes en nuestro propio país que muchas veces estamos pidiendo más mano dura, estamos pidiendo leyes más firmes, estamos pidiendo que bajen la edad de los que van presos, estamos pidiendo un montón de cosas que sin saber si están bien o están mal, descubrimos que no cambia lo que estamos viviendo o que por lo menos este nivel de violencia o confrontación no se acaba así.
De una manera diferente o del mismo sentido encontró Jesús en su época y por eso lo que le pide a sus discípulos es que ellos vivan de otra manera, que haciendo el mal no se cambian las cosas, que vengándose o devolviendo no es que las cosas van a hacer mejor. Obviamente que a veces nos cuesta, obviamente que muchas veces casi nuestra reacción es espontánea, pero Jesús nos pide algo más, y Jesús espera de nosotros algo más: “Ustedes son santos porque Dios es santo”, dice Isaías en la Primera Lectura y lo que le falto decir es “entonces vivan como Él”.
Muchas veces esperamos la santidad solamente como un regalo que nos va a venir al final pero tal vez aprender a vivir la santidad es aprender a vivir desde acá como Jesús nos invita a vivir su Evangelio, en el fondo aprender a ser de Cristo, vivir de una manera distinta, mostrar que las cosas pueden ser diferentes.

Creo que Jesús en su vida muchas veces sintió lo que era ser distanciado, separado, lo que era ser despreciado, lo que era que los demás no lo entiendan y se alejen. Pero en vez de por eso frustrarse, siempre buscó los caminos que lo acercaran al otro. Por eso terminó dando la vida, descubriendo que quería que la vida de Él fuera para los demás.
Y eso es lo que nos invita a nosotros, a que nos animemos a descubrir cuáles son esos caminos que nos pueden acercar. En el fondo de qué manera podemos vivir ese amor que Jesús vivió: siendo misericordiosos, animándonos a perdonar, animandonos a ser primeros hacia el encuentro con el otro.

Pidámosle a Jesús, aquel que dio el ejemplo, para que también nosotros queramos vivirlo y que descubriéndolo en Él, también nosotros podamos acercarnos al otro, podamos caminar con el otro, podamos amarlo y ser misericordiosos con Él.


Primera Lectura: Levitico 19, 1-2, 17-18
Salmo: 102
Segunda Lectura: 1 Corintios 3, 16-23
Evangelio: Mateo 5, 38-48

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