martes, 6 de noviembre de 2012

Homilía: "¿En qué me está pidiendo Jesús que crezca en el servicio?" - domingo XXIX durante el año



En la comedia "Sí, Señor" Jim Carrey hace de un abogado, Carl, que está insatisfecho con su vida, bastante depresivo y negativo. A todo lo que le van proponiendo dice que no; no quiere hacer absolutamente nada. Y por eso es que uno de los amigos lo lleva a un seminario de autoayuda donde enseñan a decir que sí. Entonces va, hace ese seminario, al principio está como cerrado, hasta que hay un momento en que hace un click y empieza a decir que sí en su vida. Como en toda comedia, al decir que sí a todo empiezan a sucederse un montón de cosas más graciosas, pero también se le empieza a abrir un abanico de oportunidades en la vida. Empieza una relación amorosa, tiene un acenso en el trabajo, empieza a descubrir que hay un montón de cosas importantes en la vida que empiezan a pasar cuando uno abre el corazón, cuando uno se abre a la vida y se anima a decir que sí.
Esta experiencia que también tenemos cada uno de nosotros. Según la diferente personalidad, educación, o por alguna otra cosa, somos distintos; hay gente a la que le es más fácil decir que sí a todo, y su crecimiento en la vida será tener que aprender a poner límites a veces y cuándo tengo que decir que no; y habrá otros que dicen que no a todo y tendrán que aprender a abrir el corazón y a ver en qué cosas uno tiene que decir que sí. Pero sí, todos tenemos una cuestión ineludible, la única forma de crecer en la vida es decirle que sí a la vida, abrir el corazón. Si uno mira los grandes acontecimientos de nuestra vida, son cuando nos animamos a decir que sí, cuando nos animamos a meternos en algo y decir: "yo me la juego"; "yo busco esto"; "aunque no conozca a nadie voy a este grupo"; "aunque no esté tan convencido me meto en este trabajo"... Cuando uno se anima a decir que sí en el corazón a lo que se le plantea. Porque el no es un límite, a veces muy necesario en la vida, pero no es que voy construyendo desde el no, sino que mi vida se va construyendo desde los sí que día a día me animo a decir y a hacer.
Este es el camino que también Jesús le va pidiendo a su comunidad de discípulos y apóstoles que va caminando con Él: que continuamente vayan abriendo el corazón; que continuamente se vayan animando a decir que sí a aquello que se les va proponiendo. Sin embargo esta tarea no les es fácil. Vemos cómo tienen actitudes muy nobles, muy entregadas, y de pronto actitudes que uno casi no esperaría de aquellos que son los más cercanos a Jesús. En este caso, Santiago y Juan, dos de los tres discípulos, junto con Pedro, más cercanos a Cristo; que mientras Jesús está diciendo  -los últimos domingos escuchamos en el evangelio- que tiene que entregar la vida, ellos se están preocupando por quién va a la derecha y quién va a la izquierda, por quién toma esos lugares de poder. Pero no sólo ellos, porque cuando el resto de los apóstoles se entera de esto se enoja, y no entiende qué es lo que Jesús está haciendo.
Jesús se está entregando por amor, y los otros están disputando un lugar por ese poder o por esa pobreza que muchas veces nuestro corazón tiene. Y es ahí donde Jesús les continúa enseñando y les muestra que el camino del evangelio es esa apertura en el corazón del que se anima a decir que sí. Y decir que sí en ese caso es animarse a ponerse al servicio de los otros. ¿Ustedes quieren ser el más grande? ¿Ustedes quieren ser el primero? Sean servidores, sigan mi ejemplo, anímense a recorrer este camino.  Y creo que también cada uno de nosotros tiene un montón de experiencias en la vida que nos han llenado el corazón por animarnos a decir que sí, por jugárnosla, por meternos con todo el corazón en algo, aún a veces difícil, y descubrir todo lo que esa experiencia me devuelve y me da.
Yo pensaba en estos días con este evangelio cómo muchas veces en mi vida me he arrepentido de decir que sí y otras veces me he arrepentido de decir que no, no es que hay una norma. Me he arrepentido de decir que sí de cosas triviales como subir una montaña y de pronto decir, ¿qué estoy haciendo acá?; o caminar a Luján y en el kilómetro 70 decir ¿quién me metió en esto, o en una reunión, pensar: nunca más vuelvo acá... pero son generalmente cosas que son pasajeras, que uno dice en el momento. En general ese reproche es más pasajero.
Creo que los reproches o replanteos que me hago a mí mismo son más fuertes cuando dije que no. Momentos que me quedaron marcados porque no me abrí al otro; le dije que no y me perdí algo. Me perdí una experiencia, me perdí una posibilidad de ayudar, me perdí la posibilidad de ser generoso con aquellos que tenía a mi lado. Y esos son los que más me han ayudado a crecer, y también a cambiar, a descubrir que lo que va cimentando mi vida, mi caminar, en este caso, mi ministerio, es animarme a decir que sí. A decir que sí a la vida, esa experiencia que muchos de ustedes, como padres y madres hacen, especialmente hoy las madres, felicitándolas por su día. En el día a día, todo lo que van dando por aquellos a quienes les han dado la vida, por acompañarlos, por educarlos, para estar cerca. Y en el sí que cada uno de nosotros también hacemos en el día a día.
Sin embargo, creo que si miramos, se nos presentan un montón de ocasiones, a veces sencillas, pequeñas, donde nos podemos poner al servicio de los demás. Y creo que desde ahí encontramos muchas veces esas trabas que nuestro corazón y nuestra vida ponen, desde ayudar en cosas simples, a poner la mesa, hacer la cama en nuestras casas, a cosas aún mucho más importantes. Y cómo nos cuesta muchas veces. Creo que todos a veces descubrimos cómo afuera nos es mucho más fácil ayudar, estar de buen humor, hacer un montón de cosas, que a veces en la familia más cercana nos cuesta más. El diálogo, la generosidad, la entrega. Y creo que cada uno de nosotros a partir de este evangelio puede replantearse ese pedido de Jesús. ¿En qué me está pidiendo que crezca en el servicio? Crecer en el servicio es crecer en esa disponibilidad del que se da con alegría. Muchas veces pensamos que sólo hacer el servicio es muy bueno, pero podemos ver también que en eso mismo yo puedo crecer, puedo crecer en cómo hago el servicio, de qué lugar nace de mi corazón, puedo crecer en la actitud que tengo hacia los demás que a veces no se comprometieron, no lo hicieron, no vinieron. Uno no se imagina a Jesús reprochándole a los otros porque no hacen el servicio que Él hace; o a muchos de los otros que también se entregan y se enojan porque el otro no se compromete. Sino queriéndole enseñar desde ese servicio, y alegrándose por tener esa oportunidad, por eso que Dios les da.
Hoy Jesús nos hace un llamado a todos. Como familia, como comunidad. A descubrir que el camino del evangelio es una opción por abrir el corazón, por decirle que sí a la vida en todas las facetas, por decirle que sí a los demás cuando me necesitan, cuando tengo que estar a tu lado, por poner signos gratuitos que nazcan de mi corazón. Ahora, para eso tengo que tener un corazón agradecido que descubre todo lo que el otro hizo por mí. Porque cuando yo creo que lo que tengo es sólo porque me lo merezco, ahí me trabo, ahí no descubro todo lo que la vida me da. No descubro los dones que Dios me dio en mi familia, no descubro tener un trabajo y poder trabajar más allá de que me guste más o menos, de tener amigos que estén a mi lado, de la posibilidad de irme de vacaciones, de lo que fuese, desde cosas más grandes a cosas más pequeñas. De descubrir a este Jesús que por servirnos a nosotros hasta es capaz de dar la vida, de dar todo lo que tiene. Pero cuando yo descubro y tengo un corazón agradecido por todas las posibilidades que tengo, por todo lo que los otros hacen por los demás, por todo lo que Jesús hizo por mí, ahí me sale mucho más fácil, así me sale con una entrega generosa. "Se me dio esto, esto me alegra, yo quiero que otros compartan esa alegría, yo quiero que otros tengan también esa experiencia".
Pidámosle entonces en esta noche a Jesús, aquél que se puso al servicio de todos, aquél que dio su vida por amor día a día, cotidianamente; que cada uno de nosotros pueda mirar en el corazón, en qué tenemos que crecer, cuál es el paso que Jesús hoy nos invita a dar. Para que así como familia, para que así como comunidad, podamos, día a día, crecer en este servicio al que nos invita Jesús.

Lecturas:
*Is 53,10-11
*Sal 32,4-5. 18-20. 22.
*Heb 4, 14-16
*Mc 10, 35-45

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