lunes, 13 de diciembre de 2010

Homilia: "Aleérate, llena de gracia" Inmaculada Concepción de Maria

Hay un cuento que habla sobre la vida de Nasrudin que cuenta que este hombre se fue haciendo cada vez más famoso en todo el pueblo, en todo el mundo de esa época, y entonces le empezaron a pedir si podía dar conferencias, pero él no tenía mucho interés en dar conferencias y tampoco entendía por qué le pedían que las diera. Hasta que acepta ir a una, y él pensaba en lo que iba a decir, y decía “Yo me he hecho conocido por viajar, por estar con la gente, por escucharla, no se qué es lo que tengo para decir”. Entonces fue, le toco un auditoria muy grande que estaba lleno de gente, se paro delante de ellos y les dijo: “¿Ustedes saben qué es lo que les voy a decir?”, y la gente le contesto: “No, no sabemos”, “Bueno, si no saben qué es lo que les voy a decir, significan que no están preparados para escucharme”, se dio media vuelta y se fue. La gente no entendía nada, se quedo perpleja, hasta que siempre aparece una persona que quiere que hable, y dice: “que hombre inteligente, que breve que es, como sabe resumir lo esencial” y se empezó a pasar eso de boca en boca ‘que inteligente’, ‘que inteligente que fue a lo central del mensaje’, y fueron, lo buscaron después de esa conferencia y le preguntaron si podía dar otra conferencia. Él les dice: “Pero no se dar una, ¿y voy a tener que dar dos?” y ellos le decían que había estado muy bueno lo que dijo, bien centrado en lo esencial, y por eso querían que de otra conferencia. Volvió, y como la gente había dicho que era muy inteligente, había mas gente todavía para escucharlo, y les dijo de nuevo lo mismo. “¿Ustedes saben qué es lo que yo les voy a decir?”, y la gente que ya estaba preparada le dijo “Si”, “Bueno, si ya lo saben no es necesario que lo repita”, entonces la gente ya entendía menos, y uno dice lo mismo ‘que brillante este hombre’, la gente se empieza a contagiar de eso, y entonces le fueron a pedir que diera una tercera conferencia. Todo sigue así de boca en boca, va a dar la tercera conferencia, y les vuelve a repetir: “¿Ustedes saben qué es lo que yo les voy a decir?”, ellos ya preparados le dicen algunos ‘si’, y otros ‘no’, “Bueno, júntense los que saben y cuéntenles a los que no saben”, y se fue.

Mas allá de lo gracioso de este cuento, nos muestra que muchas veces lo central no es lo esencial que uno va a decir, si no lo uno hace y vive. Es más, en general lo más valioso de la vida de cada uno de nosotros es el testimonio que nos animamos a dar.

En la fiesta que hoy estamos celebrando, más aún. Estamos celebrando esta fiesta de María, y lo central justamente, quién fue María, ¿qué fue lo que ella vivió y qué fue lo que ella hizo? Por empezar no sabemos mucho de Maria, sabemos bastante poco de la vida de ella. Tampoco habló mucho María, nos sobra una carilla, una hoja para escribir las cosas que María dijo, la más larga viene justo de esto con el Magnificat. Pero en general cuando le preguntaron, fue a lo esencial, “Hágase en mi según tu palabra”, contesta hoy, “Hagan lo que Él les diga” le dice a los discípulos que estaban en las bodas de Caná, yendo siempre a lo central. Sin embargo, su fama se extendió de generación en generación, muchísimos veneramos a María, muchas veces le rezamos a ella, le pedimos que interceda por nosotros, y eso fue por lo que ella hizo, no por lo que ella dijo, es decir, por lo que significó en su vida.
Y lo que significó en su vida tal vez se puede sintetizar en estas primeras palabras que el ángel le dice. Primero le dice: “Alégrate”. Antes de decirle cualquier cosa, antes de decirle cuál es su misión, “Alégrate”. ¿Y por qué tiene que alegrarse Maria? Y porque Dios se va a hacer presente en su vida. Y lo mismo tendríamos que hacer nosotros, es como si el ángel nos dijera hoy a nosotros “Alégrense”. ¿Por qué? Y por lo que Dios va a hacer, por lo que va a venir, no por lo que están esperando sino porque Dios esta presente, “Vivan esa alegría. Contágiense de esa alegría”. Y cuando todos esperamos que diga “Alégrate, Maria” que es su nombre, no le dice su nombre, le dice: “Alégrate, llena de gracia”, casi como si le estuviera cambiando el nombre, como si a partir de ese momento, esa palabra ‘llena de gracia’ pasara a ser su nombre. ¿Y qué significa ese ‘llena de gracia’? Y que Dios de una manera especial se va a hacer presnete en su vida. Y llena porque, en primer lugar podríamos decir que la gracia justamente es ese amor que Dios le da. La gracia es justamente un don de Dios, Dios que se hace presente en la vida de alguien. Y Maria tiene que descubrir en su corazón que Dios se le da perfectamente, que Dios la ama perfectamente, porque cuando uno se siente amado perfectamente, uno es mas libre. La libertad la da el amor, cuando uno ama se anima a dar los pasos más importantes en la vida: se anima a casarse, se anima a tener hijos, se anima a ayudar al otro. Maria tiene que descubrir ese amor grandioso que Dios tiene por ella para ser plenamente libre, y para poder plenamente libre decirle que si a Dios, “Hagase en mi según tu palabra”. Por eso Dios de una manera especial se hace presente en su corazón, mostrándole como la ama y como la quiere.

Nosotros tenemos muchas veces una visión extricesista de la gracia, como si la gracia fuera algo de afuera o algo casi opcional, porque casi siempre decimos tradicionalmente que ‘estoy en gracia’ o ‘no estoy en gracia’, casi como si dependiera de nosotros, o ‘canales de gracia’, ‘se derrama la gracia’, y casi la buscamos codificar. Pero en realidad la gracia es justamente el amor de Dios, Dios que se da. Es más, deberíamos decir que a partir de Jesús, la gracia es Jesús, es donde Dios se dio totalmente, y ya no es algo exterior, sino algo interior. Maria nos muestra que la gracia es Dios que actúa en el interior de cada uno de nosotros: Jesús, se hace presente en el interior de Maria, y a partir de ahí se hace presente en el interior de cada uno de nosotros, actúa en nuestras vidas y en nuestros corazones transformándolos, transformándolos desde adentro, actuando de una manera nueva y especial. A partir de Maria, Dios actúa de una manera distinta.
En general hasta María, uno estaba acostumbrado a recibir distintos dones de Dios, Dios nos daba distintas cosas, nos ayudaba, se hacía presente, mandaba a un profeta, decía que nos iba a liberar, los hacía cruzar el Mar Rojo, los hace volver a la Tierra Prometida, les da una tierra, les da descendencia…. A partir de Jesús esto cambia, ya no es que recibimos los dones de Dios, si no que Dios se hace don para nosotros, Dios es el gran don, y en Jesús lo recibimos de una manera distinta y nueva, transformando desde lo profundo de nuestras vidas el proceder de cada uno de nosotros, ayudándonos a caminar con una libertad nueva, esta libertad y esta manera de vivir que Maria le hace decir que si, “Quiero que tu te hagas presente en mi vida. Quiero que tu me cuides de una manera especial”, y esto es porque Dios tomo una iniciativa. La gracia es una elección libre y gratuita de Dios no por meritos, no por lo que hacemos, si no por que Él quiere. Es lo mismo en María.

Hoy estamos celebrando la fiesta de la Inmaculada Concepción, que Maria fue preservada de pecado. Esto estuvo en discusión durante mucho tiempo, y se aprobó recién hace un siglo y medio porque no podía hacer, tiene toda una historia. Pero en realidad era porque Dios la elegía, no por lo que Maria había echo, si no porque Dios quería trazar un plan especial, la eligió gratuitamente y le hizo este regalo. Vaya si Maria lo acepto, después le dijo que ‘si’ en el corazón. Pero lo mismo hace con cada uno de nosotros, nos sigue eligiendo libre y gratuitamente. La presencia de Dios en nuestra vida no depende de nosotros, Dios siempre esta. Es más, podríamos decir que cuanto más lo necesitamos, más viene: la oveja perdida que va a buscar. Sin embargo, obviamente que tenemos que abrir el corazón y elegirlo, obviamente que tenemos que hacerle un lugar, pero Dios siempre camina con nosotros, y eso también nos ayuda a descubrir esta gratuidad del amor de Dios, Dios nos ama por lo que somos y no por lo que deberíamos ser, y por lo que somos se hace presente en nuestra vida y transforma nuestros corazones.

Esto es lo que descubrió Maria, esto es lo que vivió Maria, esto es lo que irradió Maria y mostró a los demás. Por eso con total libertad pudo decir: “Hagase en mi según tu palabra” Espero con la libertad de la que se siente amada.

También nosotros estamos en este tiempo de Adviento esperando que Jesús se haga presente, esperando que Jesús venga a nosotros y nazca de una manera especial. Podríamos hoy tomar estas palabras de María, decirle hoy cada uno de nosotros a Jesús en este tiempo de Adviento “Hágase en mi según tu palabra”, queremos decirte que si en el corazón, queremos que así como naciste una vez en Nazareth, hoy vuelvas a nacer en medio de nosotros, en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras vidas.

Digámosle entonces que si, como lo hizo Maria, hagámosle un lugar en nuestras vidas a Jesús, para que de una manera nueva y especial pueda nacer en medio nuestro.


Primera Lectura: Genesis 3, 9-15. 20
Salmo: 97, 1. 2-3ab. 3c-4
Segunda Lectura_: Efesios 1, 3-6. 11-12
Evangelio: Lucas 1, 26-38

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