miércoles, 1 de diciembre de 2010

Homilia: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso" Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario


En la película “Juego de poder” (que está basada en hechos reales) Tom Hanks hace de Charles Wilson, un congresista texano que tuvo una vida poco anticipada como congresista, y no le importa mucho lo que vive ni lo que hace. Hasta que llega un momento en el que una mujer que él conocía, Johana (que tenía mucha influencia ya que era multimillonaria) le pide que vaya a Pakistán; dice que tiene que ir para ver qué puede hacer en la guerra que hay en Afganistán contra el Imperio Soviético. Él se queja, le dice que no, y ella que sabía todo hasta de su agenda le dice: “si, la semana que viene vas a ir a Israel, y después pasa a ver al presidente de Pakistán”. “Claro, como si nada, todos se llevan tan bien que no pasa nada que pase de un país al otro” le contesta Charles, e igualmente lo termina convenciendo, y va a ver él al presidente de Pakistán. Cuando esta sentado junto a este acompañado de sus dos asesores militares (que para colmo habían estudiado en Estados Unidos), Charles como buen político quiere safar de la situación y les dice que el gobierno estadounidense esta muy involucrado en la guerra en Afganistán, pero ellos le dicen que no le creen. Charles les pide ayuda y les dice: “para que ustedes se den una idea, un tercio de la población de Afganistán hoy esta viviendo en el norte de nuestro país, y eso es imposible, no hay manera de poder ayudar a esta gente”. El presidente le dice que si, que saben, y que por eso se han comprometido a ayudarlos, que están a favor de su causa. Muchas palabras de frente le van diciendo al presidente, y le dice: “por eso les hemos dado 10 millones para que ustedes puedan llevar adelante esta guerra”, Charles le contesta: “¿10 millones? Con eso no llegamos a ningún lado”, “por eso les hemos dado estas ametralladoras” “esas ametralladoras no pueden agujerear a los helicópteros blindados que vienen”, “por eso les hemos dado tantos aviones”, “si, y nunca nos vendieron el radar, para que no los podamos utilizar. Diga la verdad por lo menos: a ustedes esto no les interesa”. El presidente como buen político intentaba buscar la manera de decir que si les interesaba, pero sabiendo que no le importaba mucho. Entonces viendo que la cosa no llegaba a mas, Charles le dice: “sabia que esto iba a pasar, pero quería hablar con usted, y se que es un hombre que cumple sus promesas, así que le pido solo una cosa: que antes de irse vaya en helicóptero a ver a los refugiados en el norte de Pakistán, a todos los afganos que viven ahí”. Y cuando llega ahí se conmueve, se conmueve frente a eso que esta pasando al ver la realidad, al ver la realidad de todos estos hombres y mujeres y niños y niñas que vivían como refugiados. A partir de ahí va a intentar cambiar aquello que esta sucediendo, con intrigas, ocultando cosas (como muchos a veces hacen en la política), pero intentando que la ayuda necesaria llegue a Afganistán.

Pensaba cómo muchas veces nos llenamos de palabras de lo que creemos que tienen que ser las cosas, de cómo habría que cambiar, de cuáles son nuestros valores, nuestros ideales, pero la preguntas es ¿las vivimos? Nosotros en primer lugar, ¿creemos aquello que decimos? Y creemos no porque realmente estoy convencido de esto, sino porque ¿yo intento vivir esto? Porque todos sabemos que lo que más ayuda a los demás y a nosotros no es ‘el decir las cosas’, sino el poder ‘ser ejemplo’ en eso, el poder ‘traducirlo en gestos’. Si fuera solamente por lo que decimos, bueno justo los políticos serian hoy las personas de más rating y sabemos que es justamente al revés, porque muchas veces vemos que no viven o no cumplen o no llevan adelante aquello que ellos dicen. Pero podríamos pensar cada uno de nosotros en los ambientes en los que nos movemos, empezar pensando ¿cuáles son los valores centrales en esto? En mi familia, en la que a mi me toca criar, cuidar, ¿cuáles son los valores que yo creo que tengo que educar? Y en segundo lugar, no cuáles son los que creo, sino que ¿yo los vivo? ¿yo intento ser un ejemplo de esto? ¿yo intento llevar adelante esto? Con mis amigos, con mis amigas, en los ámbitos en los que estamos, en los que les damos un montón de enseñanzas, siempre cuando el problema es del otro la tenemos clarísima... El problema es cuando las tenemos que llevar adelante nosotros. Entonces, eso que al otro le decimos, de cómo tiene que hacer las cosas, de cómo se tiene que vivir, ¿nosotros lo vivimos? Esas cargas que al otro le imponemos o le aconsejamos, ¿también les damos ejemplo en eso? Y esto podríamos decirlo en cada uno de los ámbitos… También tendríamos que aprender primero a mirar si nosotros estamos viviendo lo que a los otros les estamos diciendo, porque muchas veces somos los primeros en quejarnos en que las cosas no se hacen como queremos que se hagan. Pero tal vez en primer lugar somos nosotros los que no llevamos eso adelante, en el fondo somos nosotros los que buscamos salvarnos nosotros mismos sin importarnos los demás, y muchas veces sin importarnos qué es lo que tengo que hacer para salvarme.

Hoy escuchamos tal vez la tentación más grande que le hacen a Jesús, donde se lleva ya en carne aquellas tentaciones que Él tuvo en el desierto, tanto los soldados, las autoridades religiosas, como uno de los ladrones que esta a su lado, le dicen: “Sálvate a ti mismo”. Y cuántas veces escuchamos hoy que se nos invita a decir “Bueno, sálvate a ti mismo, sálvate vos”, y no “cómo podemos ayudar a los demás”, sino ‘hace la tuya’’. Y no solo ‘sálvate a ti mismo’, si no como decía antes “ni me importa lo que tengas que hacer para salvarte a ti mismo”, El problema es que eso nos va como convirtiendo en islas, nos va aislando de los demás, y muchas veces le pedimos al otro el compromiso que nosotros no asumimos: el intentar ir caminando juntos, el intentar ir creando algo más comunitario, ¿de qué manera nos comprometemos en algo?
O tal vez ampliamos un poquito el espectro: en realidad el ladrón que esta a uno de sus lados no le dice ‘Sálvate a ti mismo solamente’, le dice: “Sálvate a ti mismo y a nosotros”, que también es algo que intentamos hacer, ¿cómo nos podemos salvar entre nosotros? Entre los que somos de este clan, entre los que somos políticos, futbolistas, en la Iglesia, en donde fuera, y parece que los que no son parte de esto, “se cayeron del mapa” mas o menos.
Sin embargo, Jesús quiere venir y mostrarnos y traernos algo totalmente nuevo. Tal vez el único que estaba ahí que se podía salvar a si mismo era Jesús, el único que de cierta forma o de cierta manera no necesitaba de los demás es Jesús. Sin embargo no busca salvarse a si mismo, si no busca perder su vida, aquello que en algún momento hemos escuchado este año “quien pierda su vida por mi” va a ser Jesús, va a perder la vida por los demás. ¿Por qué? Porque en primer lugar quiere justamente dar ejemplo de lo que se tiene que vivir. Y el ejemplo más grande de lo que se tiene que vivir es su vida, es aprender a mirar qué es lo que se quiere transmitir.
Muchas veces me he preguntado qué es lo mas profundo que desde Dios nos quiere transmitir Jesús. Y creo que lo más profundo que desde Dios nos quiere transmitir Jesús es justamente la compasión que Dios tiene por nosotros.

Hoy estamos celebrando la fiesta de Cristo Rey, una fiesta que tiene menos de 100 años, por ser una fiesta difícil de poner, porque justamente los reyes que conocemos y que durante mucho tiempo existieron y hoy de alguna forma existen, no eran mucho del agrado de la gente. Aparte en general buscaban cómo ser autoritarios, tiranos, que los demás estén al servicio de ellos. En el Evangelio queda claro que Jesús era un rey, en la pasión de Juan nos lo dice, Jesús no lo niega, esta inscripto en la cruz aunque sea de forma burlona. Sin embargo, es difícil transmitir esto directamente a Jesús, porque cuando uno mira los reinos, cuando uno mira la gente que tiene poder, uno ve que la usa en beneficio propio, no en beneficio de los demás. Y Jesús viene justamente a traer algo nuevo, a mostrar un Rey que se quiere preocupar por los demás, que hace las cosas al revés: nace en un pesebre perdido, vive en una familia humilde, y cuando empezamos a saber algo de Él, se preocupa por los demás, y no le importa que lo hagan rey, no le importa tener fama, lo único que busca es ¿cómo puedo ayudar al otro? Y cuando quieren preguntar cómo es el Reino de Dios, Él dice “es un Reino donde se vive la compasión, donde se vive la misericordia, donde se vive el perdón, la generosidad, la solidaridad, donde se vive algo nuevo”. En el fondo Jesús viene a traer un Reino totalmente nuevo, y muchas veces nos cuesta vivir esto, en todos los ámbitos. Nos cuesta en la Iglesia, el animarnos a ponernos al servicio de los demás, el bajarnos tal vez de estructuras de poder durante 2000 años nos ha costado y nos sigue costando, y muchas veces cuando vemos que perdemos un poquito de poder, nos quejamos en vez de ver y de quejarnos cuando no somos mas misericordiosos, compasivos, generosos. Pero esto no solo en la Iglesia, si no en las sociedades, muchas veces nos pasa en las familias. Muchas veces vamos como perdiendo lo esencial. El quejarnos tal vez por cosas mas superfluas que perdemos, y el no darnos cuenta tal vez de valores más esenciales que en cada lugar se nos pide vivir para poder acercarnos más a Jesús, en el fondo para poder ser felices.

Hoy estamos cerrando el año litúrgico, y estamos cerrando este Evangelio de Lucas, que curiosamente es el Evangelio donde más se pone de manifiesto la compasión y la misericordia de Dios. Para mirar algún botón de muestra, el hijo que se va de la casa, la oveja perdida que el pastor va a buscar, el buen samaritano que se preocupa por su hermano, la viuda pobre que pone lo poquito que tiene en la colecta del templo y que nadie la mira y que Jesús si la mira.
En Lucas, Jesús lleva al extremo la misericordia de Dios, y la termina llevando en este último texto. Una palabra rara porque el Evangelio dice “un buen ladrón”, es una pregunta qué será un ‘buen ladrón’, este iría a las casas y diría: “señora yo voy a robar, pero quédese tranquilo que yo soy bueno, no va a pasar nada más que los robe” porque no pegan estas dos palabras. Sin embargo ha pasado la tradición como el “buen ladrón”, ¿por qué? Porque lo único que le dijo a Jesús fue: “Acuérdate de mi”, “yo hice las cosas mal en mi vida, pero vos no, acordate de mi”. Y Jesús le dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, no le dijo “tenes que hacer esto, tenes que cambiar” (que no tenía tiempo, estaba en el horno ya), sino que le dijo “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Curioso porque el primer santo, el primero que goza del paraíso es un criminal, es un ladrón, que había sido juzgado, que había sido entregado justamente, y que estaba muriendo. Pero aunque sea en ese momento, en el final de su vida, lo vio a Jesús y le abrió una antija, y Jesús dijo “Con esto me basta”.

Lo mismo nos dice a nosotros día a día, lo mismo nos pide a nosotros. Miren hasta donde llega la misericordia de Dios. Con eso le basta.
Lo mismo nos pide a nosotros, que seamos de la misma manera, misericordiosos con los demás. ¿Cómo se es parte del Reino de Dios? Viviendo lo que Él vivió, siguiendo su ejemplo.

Pidámosle hoy entonces también nosotros a Jesús que descubriéndolo, le podamos pedir como el buen ladrón, que se acuerde de nosotros, que también nos haga un lugar, que queremos vivir y habitar con Él,, que queremos desde acá también dar testimonio de Él. Digámosle con Él que también nosotros queremos compartir su vida.


Primera Lectura: Isaias 2, 1-5
Salmo: 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9
Segunda Lectura: Romanos 13, 11-14a
Evangelio: Mateo 24, 37-44

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