miércoles, 16 de junio de 2010

Homilía: "'Amense los unos a los otros" (Domingo V tiempo pascual)

En el comienzo de la película “21 Blackjack”, Ben Campbell, un estudiante del MIT en Estados Unidos, va a Harvard porque quiere estudiar medicina, y tiene una entrevista para ver si accede a la beca Robinson, una beca que se da en Estados Unidos, que te beca todos los gastos en Harvard. Presenta su ensayo, un curriculum intachable, y el que le toma le dice “Ben todo muy lindo lo que me decís, muy buenas notas, muy bueno el ensayo, muy buena tu presentación, pero así como vos tengo 50. Todos con excelentes notas que quieren acceder a esto. Así que te pido que rehagas esto y que me traigas algo nuevo, sorprendeme con algo, algo distinto, algo diferente, algo que nunca haya visto.” Ben se va medio perplejo, no sabe que es lo que le está pidiendo, a ver si puede encontrar esto nuevo que se le pide para poder acceder a esta facultad que él necesitaba y quería. Sin embargo esto que a él le cuesta un poco, que es encontrar algo nuevo, muchas veces es lo que todos buscamos en la vida. A mí me pasa a veces, que algún familiar, un amigo me dice “Contame alguna novedad”, “Te vi hace 3 días le digo yo, que queres que traiga nuevo”. Y parecería que lo viejo ya no alcanza, o lo de todos los días no sirve. “Traeme algo nuevo, que aburrido que sos” Soy aburrido, lo reconozco, pero parecería que siempre estamos buscando como algo nuevo, algo diferente, que nos pasa desde lo material. A veces las cosas que tenemos parecería que no alcanzaran. Uno se compra un auto, si es que tiene la suerte de comprarse un auto, y dice “Que bueno el auto que me compre” y al próximo año ya empezamos a mirar el otro, a ver por cual lo podemos cambiar. Pero como, si ya tengo un auto bueno, ¿para qué necesitamos buscar más? Bueno tal vez esto nos pasa más a los varones, a las chicas con la ropa seguro que nunca les pasa, toda la ropa que tienen en el placar la han usado muchas veces, nunca se van a comprar ropa, parecería que vale más tener algo nuevo, no importa si lo uso yo, otro, lo que fuera, pero siempre estamos buscando ya desde lo material algo distinto, algo nuevo. O también con el celular, ya tiene 1 año, y no alcanza, ya tiene que salir uno nuevo. Así en todas las cosas, salvo algunos nostálgicos que siempre quedan, que se enamoraron de su auto o algo que tenían, que no lo cambian, o otros también por ir en contra de la corriente. En general, a la mayoría de nosotros, este mundo consumista nos pone en una carrera en el que parece que siempre todo tiene que ser nuevo. Parecería que nos dijeran, o que a veces nosotros mismos repetimos: “que viejo es eso que tenes”. O a veces no solo nos sucede con lo material, sino también con nuestra propia vida. Parecería que todo vale si estamos viviendo nuevas experiencias, si siempre aparece algo nuevo. A veces cuando uno es joven, o adolescente, no basta con estar con alguien compartiendo. Siempre necesito algo distinto, siempre necesito algo fuerte. Como cuando uno a veces va a Pascua y dice “Ui pero no lo sentí tanto”. Pareciera que no fue tan profundo, que no fue nuevo, que no fue diferente, que no fue distinto de lo que uno tenía. En los vínculos con los demás, cuando uno está en un noviazgo, en un matrimonio, “hagamos algo distinto, hagamos algo nuevo”. No nos basta con decir “estamos con el otro”. Siempre estamos en esa carrera de buscar cosas nuevas. Pero también con nosotros nos pasa eso. A veces por limites que tenemos, que nos decimos “No quiero que me pase más esto, quiero algo nuevo en mi vida, algo diferente, quiero poder con esto, esto que me cuesta en la relación con mi familia, en la relación con mis amigos, en el estudio, en el trabajo”. Parece como que el corazón siempre estuviera buscando nuevas cosas. Y se ve que como nuestro corazón necesita nutrirse de nueva cosas, Jesús nos promete lo mismo.
Hoy escuchamos en la segunda lectura, en el Libro del Apocalipsis, que el que está en el trono, el Cordero, Jesús, nos dice: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Aquel que nosotros celebramos, aquel que da la vida, es el que renueva todo. Pero no porque nos da la posibilidad de comprar un coche nuevo, o de tener algo nuevo, sino porque lo hace nuevo desde lo más profundo. Porque justamente, lo que hace nuevo es renovar nuestras vidas, renovar nuestros corazones, hacer que aquello en lo que estamos, sea vida, vínculo. La que fuera nuestra realidad que estamos viviendo, sea nueva, porque nosotros lo vivimos de una manera nueva, aun en medio de las dificultades. Generalmente cuando uno lee o escucha la palabra Apocalipsis, nos da un poco de pavor o terror, porque muchas veces nos han prefijado que el Apocalipsis es algo malo, o por las sectas o grupos religiosos, cuando en realidad el apocalipsis es un libro de esperanza. En el momento donde los cristianos estaban pasando tiempos muy difíciles, los estaban matando, los estaban persiguiendo, escriben esto para darles esperanza, para que alguien les diga: “Yo hago nuevas todas las cosas, quédense tranquilos, mantengan la fe”. Con todas las frases tan lindas que escuchamos, podríamos releer esta segunda lectura: “Yo hago cielos nuevos, y tierra nueva”, “Yo soy el que enjugo las lágrimas”, “Yo soy el que los embellezco como una novia antes de casarse”, y así podríamos seguir leyendo. Jesús es el que renueva al pueblo, Jesús es el que renueva nuestras vidas, Jesús es el que trae algo nuevo. Pero eso es algo nuevo en la medida que nos encontremos con Él.
Y por eso en el final de su vida, en casi su testamento espiritual, como dice este texto que estamos escuchando del Evangelio de Juan, nos dice: “Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros”. Uno entonces podría decir ¿En que estaba pensando Jesús? Porque en realidad, amar es lo más antiguo que hay, aprender a amar es lo que dice varios de los mandamientos: Amar a Dios por sobre todas las cosas, Amar al prójimo. Entonces, ¿Qué es lo nuevo que trae Jesús? En primer lugar, podríamos decir que nos dice esto porque para él es lo más importante. “Lo último que les puedo decir es esto, aprendan a amar”. Pero lo nuevo en primer lugar es ¿hacia quienes hay que amar? Porque en el antiguo testamento teníamos, la Ley del Talión: “ojo por ojo, diente por diente”. Después se fue creciendo en el camino del amor y cuando Jesús le pregunta a un escriba que dice la ley, este le contesta: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Y la gran pregunta es entonces, ¿Quién es mi prójimo? Pero Jesús ya no pone un parámetro. Dice: “Ámense los unos a los otros”, que traducido seria “ámense todos”. Lo nuevo es que hay que aprender a amar a todos los que nos rodean, y eso implica un montón de esfuerzo en el corazón, porque todos tenemos personas que nos cuesta querer y amar, que nos cuesta estar, que nos cuesta escuchar, que nos cuesta comprender, que nos cuesta acercarnos, que nos cuesta bancar. Y no solo es nuevo porque nos dice “Ámense los unos a los otros”, es decir “amen a todos”, sino por la medida que pone, una medida fácil. Porque hasta ahora lo más profundo, tal vez, que se había dicho era “Amar al prójimo como a ti mismo”, y ya uno piensa que amar a otro como a uno es difícil. Pero ahora Jesús se pone Él como medida: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado”. Tarea fácil, si las hay. Amar como Jesús ama.
El momento más difícil de la vida de Jesús, cuando se está por entregar, deja tal vez lo más profundo, dice lo más importante: “Amen hasta el extremo, amen a todos, y amen dando la vida”. Esto es lo que día a día todos intentamos, o queremos hacer crecer, o por lo menos buscamos. Uno podría decir que eso es imposible, o que es muy difícil. Estamos de acuerdo en que amar a todos y amar como Jesús ama es casi una tarea para Misión Imposible 5, 6, 7… Pero, ¿nosotros buscamos algo menos? Si a nosotros alguien que se nos acerca y nos dice “Yo te quiero amar pero hasta acá”, ¿uno dice “bueno, si, está bien”? “Yo quiero ser amigo tuyo pero por un tiempo, un poquito, en esta circunstancia” “Yo me quiero casar con vos, pero por unos años”… ¿Eso es lo que nosotros buscamos? ¿Eso es lo que nosotros queremos? ¿O nosotros tenemos un deseo tan profundo en el corazón, que va mucho más allá de eso? Obviamente que puede ser difícil, no estamos diciendo que eso es fácil vivirlo. Pero creo que lo que buscamos de los demás, y por ende también de nosotros, es amar hasta el fin, es justamente amar como Jesús ama, es aprender a amar dando la vida. Por eso nos cuesta tanto cuando no lo podemos vivir, y cuando el otro no lo puede vivir con nosotros. Cuando encontramos que estos caminos no se pueden hacer, por eso nos duele y nos cuesta. Sin embargo hoy tenemos la certeza de que aun en los momentos difíciles, Jesús nos sigue diciendo a nosotros: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Jesús es el que quiere volver a sanar nuestros corazones, Jesús es el que puede recrear nuestros vínculos, el que puede curar las heridas, el que siempre puede traer algo nuevo. Jesús quiso romper con algo, que era justamente la división, la violencia, el no quererse ni amarse, y eso es lo que lo hizo feliz, y por eso lo vivió. Y por eso nos invita a nosotros, porque el aprender a amar, aun cuando uno se siente herido, es lo que nos hace crecer, es lo que nos puede traer felicidad. Podríamos pensar que uno se arriesga cuando hace eso, pero uno es feliz cuando también hace eso, uno crece cuando eso. Como decíamos hace poco, imaginémonos que Jesús hubiera dicho: “Yo los voy a amar, si ustedes me corresponden. Yo los voy a amar si ustedes me aman, me quieren.” Nose, no llegaba ni hasta Jerusalén Jesús, se quedaba mucho antes. Sin embargo, al primero que lo hacía feliz el vivir eso, era a Él. Y por eso nos invita a nosotros. Muchas veces a nosotras nos cuesta porque alguna vez fuimos heridos, alguna vez nos lastimaron, porque tenemos miedos. Pero la única manera de crecer y de ser verdaderamente felices es arriesgarse, casi como saltar al vacío. Amar es jugársela, amar implica confiar, confiar en Dios, y confiar en el otro. Y aun cuando la cosa no sea como uno quiere, de esa manera crecemos, de esa manera se agranda nuestro corazón, de esa manera nos vamos distinguiendo. “En eso reconocerán que son mis discípulos”, les dice Jesús. ¿En qué? En llevar un estandarte, en ir a misa… en Amar dice Jesús. En aprender a poner el corazón en cada cosa, en aprender a amar a los que va poniendo en nuestro camino, y en aprenderlo a amar a Él. Eso es lo que nos distingue de los demás, eso es lo que Él quiso vivir, eso es lo que Él nos transmite a nosotros. Es ese amor es el que hace nuevas todas las cosas. Aun en el dolor, cuando uno se siente querido, uno se siente contenido, uno puede seguir caminando, uno mira de otra manera, es el amor el que salva. Cuando uno está sin ganas, que no puede, y un amigo o un familiar viene y le da una mano porque lo ama, eso nos ayuda a caminar de una manera distinta. El amor es el que recrea, el amor es el que hace nuevas todas las cosas.
Pidámosle a Jesús, aquel que amando hizo nuevas todas las cosas, y que nosotros como verdaderos discípulos de él, escuchándolo y viviendo este amor que él nos dio, también podamos amar como el ama.
(Tiempo Pascual, Domingo V, lecturas: Hch 14,21b-27; Sl 144; Ap 21,1-5ª; Jn 13,31-33ª.34-45)

1 comentario:

  1. Hola a todos.
    Amar es dar todo lo que tengas,
    Sin esperar que te lo devuelvan.
    Amar es sentir, dar compañía
    En horas de angustia, valorar la vida.
    Amar es saber que me estas oyendo,
    Aunque mis palabras te causen miedo,
    Después de lo dicho, y de que me oíste,
    Querer indagar porque lo dije.
    Amar es saber que somos iguales,
    Amar es tener la misma ilusión,

    Amar es sentir, que aquel que amamos,
    Espera de la vida lo mismo que yo
    SALMOS:
    9:11 Cantad a Jehová, que habita en Sión;
    Publicad entre los pueblos sus obras.

    Hay señales en los números de la Biblia para unir a los hombres, en el AMOR con JESUCRISTO.
    Dios les ven diga a su Monte Santo se SION.

    http://www.taringa.net/posts/info/4303881/se%C3%B1ales-en-los-números-de-la-biblia,fin-de-los-tiempos.html

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