martes, 15 de junio de 2010

Homilía: "en lo pequeño hoy vuelve a nacer" (Nochebuena, misa de la aurora)

En la película Gladiador, Máximo es general de las legiones romanas, y estando en el norte, el emperador Marco Aurelio es asesinado por su hijo, Cómodo, quien busca sacarse de encima a Máximo por lo que tiene que escaparse para que no lo asesinen. Después de algunas vicisitudes es tomado como esclavo y llevado al norte de África, casi muriendo, donde se recupera y empieza a ser un gladiador, a estar en la arena. Y cuando pasa el tiempo Cómodo decide honrar a su padre poniendo quinientos días consecutivos de juegos en el coliseo, a pesar de que su padre había cerrado el coliseo, él decide honrarlo así, para que la gente se ponga contenta. Próximo lleva a todos, entre ellos a Máximo. Les toca a ellos estar en la arena, en una batalla que era imposible de ganar, y él aplicando técnicas del ejercito logra vencer en la arena a los contrarios. Y frente a todo lo que hace Cómodo se sienta admirado, y decide bajar. Se acerca y le dice “Esclavo, dime quien eres”. Máximo no quiere decirle, le ordena que se lo diga porque es el emperador, y él se da vuelta, se saca el casco y le dice “Mi nombre es Máximo Meridio comandante de las legiones del norte, general de las legiones fénix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, esposo de una mujer asesinada, y juro que en esta vida o en la otra encontraré venganza”. Y uno, frente a esa situación de un esclavo, mas allá que era un general en otro momento, que estaba en la arena, rodeado de soldados, el emperador se le pone la piel de gallina, porque es una contradicción muy grande en la película. Y todos los que están en el coliseo, cuando uno espera que lo maten los soldados, comienzan a gritar “Vive, vive”. El emperador se queda en el medio sin saber que hacer, y decide que siga con vida. Uno se pone contento, ya que en esa situación alguien tan pequeño, tan débil, logre vencer aunque sea por el clamor popular, a alguien tan grande. Que en el fondo es el deseo que uno tiene, a veces uno cuando ve la televisión, por ejemplo deporte, ve que muchos se pone del lado del mas débil. A veces uno quiere que el más débil triunfe, el más poderoso caiga. No solo en el deporte, sino muchas veces en otras cosas, a veces por un autoritarismo, por ser muy déspota. A veces porque no nos gusta la situación. Uno le gusta ver que lo débil de alguna manera triunfa. Sobre todo cuando se dan estos contrastes, tan importantes. Y este contraste tan fuerte, lo escuchamos también en el Evangelio. Casi es contradictorio el texto, porque comienza diciendo “En tiempos del emperador Augusto, en una aldea perdida, María y José” como puede ser, cita al emperador y luego a dos personas que nadie conocía, que iban a tener un hijo. Dos personas sencillas de un pueblo. Ahí ya tenemos una contradicción, algo muy distinto. Después ese hijo, ni siquiera puede nacer en una casa, se va a nacer a un establo, donde nacían los hijos de los más pobres, de los pastores. Para que cita al emperador, para luego hablar de algo tan sencillo, tan débil. Después uno puede pensar que mejora, porque los ángeles lo van a anunciar. Y muchas veces en la Biblia hemos visto que los profetas cuando anuncian hacen grandes signos, Moisés separa las aguas para que el pueblo crea. Con el bastón hace que fluya agua para que puedan tomar, Elías manda que mojen todo el holocausto preparado para el sacrificio, y luego cuando el sacrificio se realiza milagrosamente manda a matar a los profetas falsos. Y así hay muchos gestos grandiosos, que hacen que los demás crean. Sin embargo acá los ángeles vienen, cantan la gloria de Dios y le dicen, primero a los más sencillos que son los pastores. A ustedes, los más sencillos vayan y vean a un niño. El gesto para ellos tiene que ser un niño. Tienen que aprender a descubrir a Dios en eso. Y uno puede decir, que distinto que es lo que uno espera, lo que uno piensa. Podemos pensar, si nosotros fuésemos Dios, qué elegiríamos? Donde elegiríamos nacer? En que lugar? En que momento del día? En que familia? Que status social querríamos tener? de que manera querríamos ser? Sabemos lo que Dios eligió, desde chicos nos han enseñado lo que es un pesebre, que hubiéramos elegido nosotros? Que nos hubiera gustado ser? De que manera esperaríamos que Dios se haga presente en nuestras vidas? Hoy estamos celebrando que Dios nos dice que es un niño. Dios muestra su grandeza en un niño. Dios nos muestra todo su esplendor en un niño. Y nos dice que ahí tenemos que aprender a reconocerlo. Esto es lo que reconocieron los pastores. La pregunta es, nosotros hubiéramos reconocido a Dios en algo tan frágil? Tan pequeño? Nos hubiéramos dado cuenta? O justamente Dios busco a aquellos que podían distinguir en lo sencillo? Que podían descubrir en lo débil. Creo que a todos casi nos pasa desapercibido que Dios eligió un camino difícil de entender. Dios, como dice San Pablo, eligió lo débil. Se hizo débil. Para que se confundan los sabios, los poderosos, para que no lo entiendan. Cuando quiso hacerse uno de nosotros, se hizo verdaderamente uno como nosotros. Y en eso es donde los ángeles le dicen a los pastores “No teman más”. La traducción exacta es “Dejen de temer”. Que venga este niño para que ustedes dejen lugar , o dejen salir a ese miedo,. O le den lugar a otros sentimientos en el corazón. Le den lugar a Dios. Tal vez los pastores, los mas pequeños, desprotegidos, quizás quienes mas temían por todo lo que les podía pasar, entendieron eso. Aquellos que no tenían donde salvaguardarse, donde cuidarse, comprendieron que había un niño que los iba a salvar. Que había un niño que se iba a caber pan para ellos, Eucaristía. Que había un niño que iba a dar la vida por ellos. Pudieron entender en eso cotidiano y frágil, a un Dios que se hacia presente. Yo creo que si Dios eligió este camino por algo es. Y lo eligió para verdaderamente hacerse uno como nosotros. No como muchos esperan que de lo grande, de lo exitoso, desde lo distinto sino desde lo cotidiano, desde lo pequeño. Desde la austeridad, desde todos los días. Para que no quedaran afuera algunos. Tienen que entrar todos. Y para eso tiene que poner este gesto. Para que lo débil se haga fuerte, para que todos a dejen de temer. Para que todos puedan cantar y dar gloria a Dios. Eso es lo que tenemos que aprender a ver nosotros, a veces nos cuesta escuchar a Dios, a veces nos cuesta verlo, a veces no lo descubrimos, y creo que lo que tenemos que pedir a Dios es tener esa sensibilidad. La sensibilidad de los pastores de descubrirlo en lo sencillo. En lo sencillo de nuestras vidas, en las cosas que nos pasan, en lo que nos rodea, aprender a mirar con otros ojos, y descubrir este niño que vuelve a nacer. Que de una manera misteriosa se hace presente. Siempre decimos, empezamos el tiempo de navidad. En realidad la navidad no es un tiempo, es una persona que viene. Y eso fue lo difícil de descubrir. Y a nosotros nos cuesta también descubrir que Dios nos viene en muchas personas, en muchos gestos. Eso hace que Dios se oculte, como se oculto en Belén, y que muchas veces pase desapercibido. Podemos pedirle a Dios en este día, que nos ayude a abrir estos ojos del corazón, para descubrir a este Dios que viene, para descubrir a Jesús que desde lo pequeño y cotidiano, desde lo sencillo hoy vuelve a nacer. Hoy se vuelve a gestar, para que descubramos a este Dios que sigue dando la vida por nosotros, que se sigue haciendo presente para que nosotros tengamos vida.
(Nochebuena misa de la aurora, lecturas: Is 62,11-12; Sl 96; Lc 2,1-20)

No hay comentarios:

Publicar un comentario