martes, 15 de junio de 2010

Nota: "Yo los llamo amigos" (Jn 15,15)

El último tiempo me puse a pensar la cantidad de veces que uno escucha esta palabra: amistad. Pareciera ser el vínculo más extendido en estos días. Y no sólo porque uno, en general, tiene más amigos que hermanos o padres, sino también por la manera que lo utilizamos. Muchas veces pareciera que todas las personas que conocemos son nuestros amigos. Otras que reemplaza a otros vínculos existentes: mi novio/a, marido/mujer, es mi mejor amigo/a; mi mama o mi hija es mi mejor amiga; mi padre o mi hijo, es mi mejor amigo y así sucesivamente. Y eso hace que sea difícil distinguir exactamente que es la amistad.
Como muchas palabras profundas tiene muchos significados y podríamos escribir muchísimo sobre ella, pero me voy a detener en algunos aspectos que me parecen importantes.
Primero la mutua elección. Tal vez como ningún otro vínculo la amistad se basa en una elección de corazón que tiene que ser recíproca. No basta con que uno de los dos quiera establecer el vínculo sino que es necesario que ambos se elijan.
Segundo la gratuidad de esta elección. Los amigos se necesitan entre sí justamente porque no se necesitan. Esta es la desinteresada paradoja que pone en evidencia la autenticidad de una amistad. ¿Por qué este es mi amigo? No hay mucho que explicar, sino que cada uno se eligió gratuitamente, no por necesidad.
Tercero la intimidad de la amistad. La amistad es una intimidad que se abre a otra intimidad. El amigo desea llegar a ese núcleo íntimo de la otra persona. Pero para lograrlo es preciso un cierto desprendimiento. Es necesaria una completa libertad de relación con todo lo que el amigo tiene y es, valorar la verdad de lo que él es en sí, no de lo que me gustaría que éste fuera.
La verdadera amistad consiste en comprometerse con alguien. Sin querer cambiarlo o hacerlo a mi imagen, pero buscando y queriendo lo mejor para el otro.
Hace unos días hemos comenzado a vivir la cuaresma preparándonos para celebrar la pascua. Y dentro de poco, en este momento central de la vida de los cristianos vamos a escuchar que Jesús nos dice: “Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre”(Jn 15,15). Este es el vínculo que Jesús quiso y quiere tener con nosotros. Y esa amistad se basó en mucho de lo que hemos hablado: él nos eligió, lo hizo gratuitamente porque quería, y se nos revelo mostrándonos su intimidad, quien era. Y como decíamos implicó un desprendimiento, un sacrificio, no sólo por dar la vida con todo lo que eso significa; sino por aceptarnos como somos. Él nos llama amigos porque nos elige con lo que tenemos y somos. Así nos acepta y nos quiere y por eso da la vida.
Ahora, decíamos que la amistad implica una doble elección. Él nos eligió a nosotros pero para que esta amistad se selle es necesario que nosotros lo elijamos a él. Y esto es lo que se nos invita a vivir en estos días. Elegir a Jesús y compartir con él nuestra intimidad, nuestras vidas.
Vivamos loa pascua como un encuentro de amistad descubriendo verdaderamente quien es Jesús para nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario