martes, 29 de junio de 2010

Nota: "Empezaron a hablar en distintas lenguas"

Cincuenta días después de Pascua nos reunimos los cristianos para celebrar la fiesta de pentecostés. En ella celebramos de una manera especial la promesa más importante que Jesús nos hace en sus últimos días: la venida del Espíritu Santo. Promesa que se cumple el día de pentecostés, donde celebramos la venida del Espíritu Santo que descendió sobre los discípulos y, como fruto de este regalo, el comienzo de la misión de la Iglesia. Pentecostés los abre a vivir la fe de una manera nueva, siendo el Espíritu Santo el que hace a la primera comunidad misionera, el que hace de nosotros testigos de su evangelio.
En el Libro de los Hechos leemos que los discípulos “empezaron a hablar en distintas lenguas… (Y como la multitud reunida) los empezó a escuchar en su propia lengua” (cf. Hech. 2,1-11). Al escuchar este texto siempre se remarca como el espíritu les da valentía a los discípulos para ser testigos de la pascua de Jesús. Pero al mismo tiempo sucede también otro hecho muy importante que pasa casi desapercibido: les enseña a comunicarse, a entrar en diálogo con los demás. Porque no se trata solamente de hablar una lengua distinta a la propia sino también de saber llegar al corazón del otro, saber comprenderlo y escucharlo.
En los próximos días celebraremos pentecostés. Muchos de nosotros hemos vivido ya nuestro pentecostés en la celebración de la confirmación. Próximamente más de 300 jóvenes y adultos de nuestra comunidad celebrarán este sacramento. Y creo que si hay algo que tanto ellos como nosotros podemos pedirle al Espíritu Santo en este nuevo pentecostés es que aprendamos a comunicarnos. Creo que si hay algo que hoy nos falta a todos es aprender a dialogar: en el seno de nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestro país. Y la única manera en la que podemos crecer en la vida es aprender a comunicarnos. Sino continuamente fracasaremos.
Es por eso que me animo a dar algunas pistas que fueron guiando a los apóstoles para aprender a comunicarse:
• Aprender a escuchar: si hay algo básico en la vida es que primero aprendemos a escuchar y luego a hablar. Lamentablemente cuando vamos creciendo muchas veces tendemos a hablar sin antes escuchar. Escuchar al otro, escuchar la realidad, escuchar a Dios. Los discípulos tuvieron que aprender a escuchar lo que Dios quería que transmitieran (su mensaje), y al mismo tiempo escuchar al que tenían delante y su realidad. Así se abrieron a nuevas realidades (por ej. la misión a los paganos). Hoy nosotros vivimos en un mundo donde nos cuesta mucho entender al otro, por ser de distintas generaciones (padres e hijos), por ser diferentes o pensar distinto. Tal vez si nos animásemos a escuchar más y mejor, a intentar comprender y descubrir que el otro tiene también algo para enseñarme podríamos crecer en la comunicación.
• Aprender a expresarse: muchas veces no sabemos como expresar lo que queremos, pensamos o lo que nos está pasando. Los discípulos habían vivido algo muy profundo y tuvieron que aprender como y cuando comunicarlo. Así fue que a veces le fue bien y otras no (Pablo en Atenas por citar un ejemplo (Hch. 17,16-34)). También nosotros tenemos que aprender que tenemos cosas importantes para comunicar: vivencias, experiencias, etc. Y tenemos que ir creciendo para saber como y cuando, también a quienes es bueno comunicarlas. Cuantas veces escuchamos que alguien cercano, familiar, amigo nos dice porque no me lo dijiste antes u otras frases similares.
En este pentecostés el Espíritu Santo viene en nuestro auxilio y quiere regalarnos sus dones. Pidámosle entonces que así como ayudo a los discípulos a comunicarse a los demás nos regale a nosotros el don de aprender a comunicarnos con los demás.

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