martes, 15 de junio de 2010

Homilía: "descubrir a Jesús" (Domingo IV tiempo ordinario)

Hace tres años salió una película que se llamo “Guardianes de alta mar” con Kevin Costner. En la cual Kevin Costner hace de Ben Randal, un rescatista, un nadador que rescataba con la guardia costera personas que por alguna razón habían quedado varadas o perdidas en el mar. Y ya al final de su carrera, por una circunstancia que sucede, se va a enseñar al instituto donde enseñaban y formaban a la gente que iba a ser el siguiente guardia costero. Y empieza a cambiar la manera de enseñarles. El había sido una persona muy reconocida, casi todos los records de los distintos ejercicios los tenia él. Y aparece un chico, Jack, que era un excelente nadador, y empieza de a poco a batir todos los records que esta persona tenia. El intentaba no solo enseñarle, sino mostrarle la dificultad que existía, y la grandeza que uno tenía que tener para poder llevar adelante ese trabajo. Van creciendo en la relación, y en un momento, Jack que se empieza a acercar a Ben, le dice “Vos que tanto tiempo trabajaste, sos tan reconocido, cuantas personas salvaste” pero no llega a terminar la frase. Y Ben le dice 24. Jack se queda perplejo, y dice “No son tan pocas”. “No, no. 24 son las personas que murieron y no pude rescatar. Yo no cuento las personas que salve. Cuento las personas que, por diferentes circunstancias, no pude salvar”. Es decir que le cuenta las veces que fracaso. Y uno entiende en la película, que no lo esta diciendo: “Por bajonearme, o por no poder perdonarme” sino que eso fue lo que lo ayudo a crecer. Lo hizo ser cada día mejor rescatista. Eso fue lo que hizo que lo reconocieran después los otros. No es que por el fracaso o por esas personas que el no pudo salvar él abandonó su misión, su vocación. Sino que siguió luchando por ella. Siguió perfeccionándose, el fracaso lo hizo cada vez más fuerte y cada vez mejor. Obviamente que a nadie le gusta fracasar, pero es verdad que es parte de la vida. Y tenemos que aprender a reconocerlo y aceptarlo, como parte de la vida. Los que somos un poco mas grandes, tenemos la experiencia, pero creo que todos, de cosas en las que hemos fracasado. Pero hemos fracasado en la medida en que nos hemos animado a intentarlo. Si uno mira históricamente, uno ha crecido en libertad. Porque hace mucho, nuestros abuelos o un poco antes; ellos no elegían que querían ser, si estudiaban o trabajaban, o con quien se casaban. Se les decía con quien se casaba uno, que estudiaba. Y eso fue cada vez creciendo mas, tal es así que hoy, en general, salvo alguna excepción, uno elige lo que quiere. Pero ha cambiado tanto, el paradigma que muchas veces hoy uno no quiere elegir, y uno se da cuenta cuando charla con los jóvenes, por el miedo a fracasar. Por el miedo a que la cosa no sea como uno quiere, por el miedo a que en el camino uno tenga fracasos. Nadie esta exento a fracasar en el camino, lo que es seguro es que uno fracaso, y se frustro si no se animo a empezarlo. Pero muchas veces el miedo a ese fracaso nos paraliza. Y ese es el problema. Porque como decíamos, fracasar es parte de lo que cada uno de nosotros vivimos. Uno muchas veces ha fracasado, en el estudio, en el trabajo, en la educación de los hijos, algún amigo. Todos creo que si miramos nuestra vida podemos encontrar momentos en los cuales las cosas no fueron como nosotros queríamos. Sin embargo lo que tendremos que ver es en qué nos ayudo eso. Yo me acordaba de una propaganda de Michael Jordan, de Nike, en la que él iba caminando por un túnel, e iba diciendo “Perdí 358 partidos, herré 82 veces el tiro final para ganar un partido” decía todos los errores que había cometido, era chocante porque era el mejor basquetbolista de la historia, diciendo las veces que había fracasado. Pero no se daba cuenta que en realidad eso era lo que lo hacia fuerte, lo que lo había hecho ser lo que era que siguió intentándolo. Que no bajo los brazos. Y eso es lo central en nuestra vida. En el camino, ojala sean cosas mejores, rosas como se dice, que fracasos o espinas. Pero eso es parte del camino y de la vida. Y no vamos a crecer en la medida que no nos animemos a tomarlo como parte de la vida. Y esto es lo que de alguna manera sucede en el Evangelio que acabamos de escuchar. Ustedes se acuerdan que la semana pasada les dije que este evangelio tenía dos partes. El domingo pasado Jesús entra en la sinagoga, lee un pasaje de Isaías, que es muy llamativo porque generalmente cuando leían pasajes que tenían que ver con la salvación, leían pasajes que tenían que ver con el castigo de Dios. Sin embargo Jesús lee un pasaje que tiene que ver con la compasión y la misericordia de Dios. De un Dios que viene a sanar, y que viene a traer un año de gracia. Pero lo mas llamativo es que cuado termina, se sienta y dice “Hoy se ha cumplido un pasaje de la escritura que acaban de oír”. Y hablábamos como ellos tienen que descubrir en Jesús aquel que viene a cumplir las escrituras, que trae la salvación. Hoy la segunda parte, es la reacción de la gente. Y la gente pasa de esa admiración de escuchar algo nuevo en Jesús a la desazón de decir: pero este no es el hijo del carpintero? No es alguien que conocemos? Y no lo escuchan. Jesús tiene que optar que es lo que va a hacer. Se da cuenta de que es lo que esta pasando, pero se anima a seguir. Y por eso les dice : así trataron a todos, a Elías, a Eliseo. En la primera lectura escuchamos un texto de Jeremías, así lo trataron a el, a Moisés. Uno aprende de los errores, si uno lee la Biblia, los profetas que después la gente nombra, fueron casi todos rechazados. Cuando venían y anunciaban lo que Dios les pedía, el pueblo los rechazaba. Jesús no va a ser la excepción. El pueblo lo va a rechazar. No lo va a escuchar. Ese primer mensaje importante para Jesús en su pueblo va a ser un fracaso para El. Y quien tiene que elegir que es lo que va a hacer es El. Si a pesar de ese fracaso se anima a seguir, o si cambia de misión. Sin embargo con esta frase, que pasa desapercibida, “pasando en medio de ellos” Jesús va a seguir su camino. Seguramente no lo gusto a Jesús, y si El fue a su tierra, fue a Nazareth, es porque quería que lo escuchen. No lo escucharon, pero eso lo hizo más fuerte. Se animó a seguir anunciando aquello que creía, a vivir su vocación. Y eso es lo que lo hizo grande. Y no va a ser el unico fracaso de Jesús, le va a pasar mucho a lo largo del camino. Pero no va a abandonar aquello que cree y quiere. Porque lo importante no es la suma de éxitos o fracasos que tenemos en el camino, lo importante es si vivimos aquello que queremos en el corazón. Como les decía, ojala la mayoría de las cosas sean lindas. Pero lo único que nos va a hacer feliz es animarnos a vivir aquello que encontramos. Aun cuando sea duro y difícil, tengamos que levantarnos. Aun cuando sintamos que no tenemos fuerza. Lo central es animarse en el camino a seguir aquello a lo que se nos ha invitado. Aquello que hemos descubierto. Aquello que en el corazón nos sale de adentro y nos invita a caminar. Eso es lo que hizo Jesús, lo que hicieron los profetas. Eso es lo que nos invitan a hacer a nosotros. Pero para esto necesitamos dos cosas. Pablo dice en la 2º Lectura que hay que aprender a amar. Y al primero que hay que aprender a amara es a uno. Eso de que el amor lo soporta todo, lo aguanta todo, es en primer lugar en el camino nuestro. “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado” nos dice Jesús, pero también nos dice como a si mismo. Y tenemos que aprender a querernos y amarnos, eso es aprender a seguir caminando. Aprender a levantar los brazos. Aprender a lucharla. Pablo lo hizo, y nos invita también a nosotros a hacerlo. Pero para eso tenemos que abrir el corazón. Muchas veces me pregunte por qué la gente no escucho a Jesús. Por que cuando El les hablaba, la gente le decía “no”. Y creo que es que no se podían abrir a lo nuevo. Que estaban tan cerrados en si mismos, que no podrían cambiar la manera de pensar y de vivir. Pero nos puede pasar como lo que le paso a ese pueblo, porque ellos seguramente le decían “Vos no sos como Moisés, como Abraham” Jesús les dice “Hoy se cumplió esto”. Nosotros podemos pensar lo mismo, ellos no escucharon a Jesús, pero Jesús nos dice a nosotros “Hoy se cumplió esto” hoy tenemos que aprender nosotros a descubrir a Jesús. No se si es lo mas fácil o lo mas difícil. Ellos tuvieron que descubrir a Dios presente en Jesús. Nosotros tenemos que descubrir a Dios presente en nuestra vida, y en la de los demás, hoy. En lo que nos pasa hoy. Y eso muchas veces es difícil. Muchas veces nos cuesta. Pidámosle entonces a Jesús el poder abrir el corazón a lo nuevo. El poder descubrirlo presente en nuestras vidas. El animarlo a anunciarlo y a vivir aquello que deseamos en el corazón, a pesar de que muchas veces fracasemos. A pesar de que muchas veces las cosas no sean como nosotros queremos. Pidámosle a Jesús que descubriéndolo a El, y descubriendo aquello que queremos podamos caminar con un corazón nuevo y renovado hacia aquello que nos puede hacer realimente felices.
(Domingo IV, lecturas: Jr 1,4-5.17-19; Sl 70; 1Cor 12,31-13,13; Lc 4,21-30)

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