martes, 15 de junio de 2010

Homilía: "Háganme un lugar" (Nochebuena, misa de la noche)

Hay una canción que ya tiene unos años, de Patricia Sosa, que se llama “Aprender a volar”, y en el comienzo dice “Duro es el camino, y se que no es fácil, no se si habrá tiempo para descansar, en esta aventura de amor y coraje, solo hay que cerrar los ojos, y echarse a volar. Y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir, no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír. Puede creer, puedes soñar, aquí esta tu libertad”.
Y pensaba en esta canción, que es lo que muchas veces sentimos nosotros en la vida. Que es duro el camino, que tiene muchas cosas lindas, y muchas hay que lucharlas. Hay que pelear, a veces se hace cuesta arriba. Y en todas las edades, desde los mas chicos hasta los mas grandes. A veces se nos hace pesado el día a día, a veces por mas que luchamos no conseguimos todo lo que queremos en la vida. Nuestros trabajos a veces no nos gustan, a veces nos exigen demasiado, nos sentimos tironeados por todos lados, por el trabajo, por la mujer, el marido, los hijos, los amigos. A veces pareciera que nadie termina por estar contento. A veces nos suceden cosas que no quisiéramos, a nosotros o a personas cercanas, y también se nos hace cuesta arriba, y sentimos que duro, que pesado. A veces uno no encuentra lo que quiere cuando elige, cuando busca, y nos quedamos pensando ¿algún día encontrare que es lo que me gusta, que es lo que me hace feliz? ¿Algún día dejara de galopar mi corazón, y lo tendré un poco mas tranquilo? O en nuestro país, a veces sentimos que todas son duras, que son difíciles, que no queremos escuchar mas palabras, “que se vayan todos, no hay nadie que sirva” a veces sentimos que todo es duro. Sin embargo creo y espero, que todos seguimos soñando, con que las cosas sean diferentes. Que todos seguimos deseando que de un día para otro cambien, que no nos digan tantas palabras, y que aparezcan los hechos.
Y ese es muchas veces nuestro deseo, y nuestra esperanza en el corazón. Por más que las cosas se vean difíciles, por más que parezca que todo fue barranca abajo, esperamos el momento en que las cosas tomen otro rumbo. Y hoy es esta palabra en el Evangelio la que nos quiere decir eso a nosotros. En medio de estos miedos, en medio de estas desilusiones, desesperanzas, el Ángel nos quiere decir hoy a nosotros “No teman, hoy les traigo una Buena Noticia”. En medio de tantas malas noticias, nos dice “Abran el corazón, porque les traigo una alegría, les traigo algo distinto”. Y eso fue lo que les dijo a los pastores, les dijo, “Crean en algo diferente, en algo distinto”. San Juan de la Cruz decía que Dios hablo durante mucho tiempo con muchas palabras a los hombres, a los profetas, y de pronto como que se quedo mudo, como que pareciera que no hablo mas. Este es el sentimiento que tenemos muchas veces, que Dios no nos habla más, nos dejo, nos soltó la mano, no lo encontramos, o no encontramos exactamente que es lo que encontramos. Pero dice que hablo de una vez y para siempre, y podríamos decir que hablo con una imagen, mas que palabras. De un niño. Les dice a los pastores “Crean en eso, vayan a verlo”. Ya no son grandes cambios, sino que los pastores tienen que descubrir en su corazón si creen en eso. Tal vez como dice esta canción de Patricia Sosa, “Puedes creer, puedes soñar”. Y esta en nosotros si queremos creer y soñar en ese Dios. En ese Dios que nos regalo a Jesús, en eso pequeño que se empezó a gestar. Hoy vamos a celebrar Nochebuena, mañana Navidad, y no dependen de nosotros. Lo hace Dios porque quiere, nos ama. Porque quiere estar con nosotros, lo que depende de nosotros es si queremos ir a verlo. El Evangelio termina diciendo, “Vayamos a Belén a ver lo que se nos ha anunciado”. ¿Podemos creer en eso, queremos creer en eso?. Navidad es una persona. Es alguien que viene, y se tiene que creer en esa persona. Pero a veces uno se tiene que animar a que es un tiempo, a soñar que en algo pequeño puede haber algo grande. Jesús nació en Belén, en algo muy pequeño, fueron los pastores que andaban por ahí y creyeron en esas palabras, fueron unos magos de Oriente, que de lejos creyeron, y los que estaban más cerca no lo percibieron. Como que paso de largo, seguramente lo esperaban, pero no terminaron de sentirlo. No terminaron de descubrir a ese Dios, y a nosotros nos puede pasar lo mismo. Podemos esperar a ese Dios, pero también puede pasarnos de largo, puede que no lo descubramos ni lo terminemos de sentir. Hoy se sugiere que este Niño nazca en todos nosotros, no solo como nació hace dos mil años, en un pesebre, sino en el humilde pesebre de nuestras vidas, de nuestros corazones, de nuestras familias, comunidades, trabajo, nuestro país. En el lugar que le dejemos. Cuando Dios estaba mudo, alguien creyó. Pudo creer, fue María. Pudo creer y le abrió el corazón. Y fíjense como se le complico que hasta tuvo que ir a un pesebre, a tener a su hijo. Pero fue buscando la manera de actuar. Eso es lo que Dios nos pide a nosotros, no nos exige nada, nos dice “Hagan un lugar en su corazón, en sus familias”. Después ya no depende de nosotros, es El quien hace cosas maravillosas. Ese Niño, es la Eucaristía que nosotros recibimos cada día. Es él que nos espera a todos. Es el que hace grandes cosas. Si lo dejamos actuar.
Muchas veces pensamos que es lo que podemos hacer, hoy Jesús nos dice “Dejen que Yo haga, abran el corazón, vívanlo con alegría”. Abrámosle el corazón hoy al Niño Jesús, hagámosle lugar a este pesebre en nuestro corazón, dejemos que nazca, que crezca, que de la vida por nosotros, que nos salve, que nos alegre.
(Nochebuena, misa de la noche lecturas: Is 9,1-6; Sl 95; Tit 2,11-14; Lc 2,1-17)

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