martes, 15 de junio de 2010

Homilía: "Jesús Resucitó" (Domingo de Pascua)

Para los que nos gustan las películas de acción, llega un momento que es como el clímax de la película en la cual el héroe, el protagonista está casi rodeado que no tiene más chances, que no se sabe cómo va a poder escapar de esa situación, todos lo darían por muerto, y ahí es como que empieza, a los que nos gustan estas películas, como la parte más linda, es decir, como la parte de acción donde hace cosas que justamente a los que no les gustan dicen, esto no puede ser, esto es un bolazo, o lo que fuese. Y tal vez para poner un ejemplo bastante arquetípico o bastante límite de esto en el segundo volumen en la segunda parte de la película Kill Bill. Uma Thurman que hace de Beatrix, la novia. La atraparon, la meten en un ataúd, la meten bajo tierra, y ya esta casi muerta, y parece que se acabó todo ahí. Empezó la segunda parte de la película y ya parece que todo se acabó. Pero como toda película de acción ella se las rebusca para salir de ahí, y después de salir de ahí, ¿qué es lo que hace? Como toda película, va y mata a uno por uno a todos los que hicieron esto. Lo que hace es vengarse de todos aquellos que le hicieron un mal. ¿Cómo? Quitándoles la vida, pagándoles con la misma moneda de lo que iban a hacer con ella. En estos días hemos llegado nosotros también al clímax de nuestra vida cristiana, al momento culmine. Acabamos de vivir la Pascua, la celebración más importante que tenemos los cristianos, haciendo memoria, haciendo presente esa Pascua de Jesús hace casi 2000 años. En la cual Jesús también llega también a un momento difícil en el cual lo encarcelan, lo flagelan, lo llevan a su Pasión, lo crucifican y lo matan. No es que el héroe se escapa como en estas películas. Pero sí tiene un buen final como es en esos casos, porque el Padre lo resucita. El Padre le vuelve a dar nueva vida. Y podríamos decir bueno, ¿cómo continúa esto? ¿Qué es lo que hace Jesús a partir de eso? Y Jesús lo que hace es lo mismo que hacía antes, pasar por todo ese momento difícil duro, de Pasión y de muerte, no lo cambia a Jesús. O mejor dicho, más que cambiarlo, lo potencia. Porque a partir de su Resurrección Jesús nos vuelve a dar lo mismo pero mucho más grande. Ahora nos perdona como perdonaba antes, pero ahora a todos. Ahora nos ama como nos amaba antes, pero lo puede mostrar a todos de una manera especial. Ahora nos muestra la misericordia del Padre como nos mostraba antes, pero también lo puede mostrar de una manera especial. Jesús potencia todo lo que hacía, y la Pasión y la cruz de Jesús re afirma en el corazón lo que Él venía viviendo. Más que lo cambia, sino que podríamos decir, lo hace mejor. Pasar por un momento difícil lo hace salir de una manera nueva, más grande. Y también nosotros pasamos durante la vida muchas veces momentos duros, momentos difíciles. Podríamos decir que nuestra vida de alguna manera tiene algunos Viernes Santos, momentos de Pasión. Ahora la pregunta es, ¿qué hacemos cuando nos pasan esos momentos difíciles? En la relación con los demás, en el vínculo con los demás, en las cosas que hacemos, ¿nos animamos a crecer a partir de eso, o cambiamos? ¿Nos frustramos y pasamos a ser otra persona, o intentamos crecer y mejorar en aquello que veníamos viviendo? Porque es verdad, muchas veces nos toca pasar momentos duros, momentos de Pascua, pero la Pascua significa que algo resucita, significa que algo nace nuevo, de una nueva manera, y eso es lo que nos invita Jesús. Después de pasar ese momento, esa transición, que salgamos de una manera renovada. Y esa transición es tal vez lo que pasa en este evangelio que acabamos de escuchar. Esta mujer va al sepulcro, lo encuentra, no entiende qué pasa, va a preguntarle a los que suponen que saben. Mucho no le creen, pero Pedro y el discípulo amado algo intuyen y corren. Van hasta el sepulcro, el discípulo amado llega primero, se ve que lo respetaba mucho a Pedro, lo espera, pasa primero Pedro y encuentra lo mismo que encontró esta mujer. El sepulcro vacío. No sabemos qué es lo que pasó con Pedro y con Juan, el discípulo amado. Porque si bien dicen que creyó, termina medio raro el evangelio porque dice, todavía no habían entendido que según las escrituras tenía que resucitar. Tenían que hacer camino en el corazón. Tenían que entender qué era lo que estaban buscando. ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Esa es la gran pregunta. El viernes escuchábamos en la Pasión como Jesús les decía, ¿qué buscan, a quién buscan? ¿qué era lo que buscaban en Él? Ahora es ¿por qué lo buscan? Porque aún después de que dio la vida lo siguen buscando, ¿qué es lo que Jesús les trajo, qué es lo nuevo que trajo que aún después de la muerte siguen intentando encontrarse con Él. Bueno nosotros sabemos el final por eso estamos acá reunidos, sabemos que Jesús resucitó. Vivió su Pascua. Pero ahora los que tenían que vivir su Pascua eran los discípulos. Tienen que hacer lo mismo que Jesús que era, reafirmar lo bueno que tenían. Pedro quería dar la vida por Jesús, había dicho yo daré la vida por ti. Estos días escuchamos que Pedro lo negó a Jesús. Después de la Pascua no le pide que cambie Jesús, le pide que de la vida por Él, pero viviendo los valores de Jesús. Eso es lo nuevo. Vivir a la manera que Pedro amaba. No ya a su manera, sino a la manera que el otro le mostraba. Cada uno de los discípulos hizo eso. Y entonces a lo que se nos invita a nosotros a hacer en esta Pascua. Como hablábamos en estos días la Pascua significa “paso”, Jesús fue el paso de la muerte a la vida. Pero no quiere que quede una Pascua lejana en un paso alejado, sino que quiere que también haya pascua en nuestras vidas. Que algo resucite en nosotros. Porque si no lo vivimos como un acontecimiento histórico que pasó. Y la pregunta es, ¿cuáles son los signos de resurrección para nosotros hoy? ¿qué es lo nuevo que tenemos para llevar a los demás?¿qué es lo que podemos descubrir que pasa en nuestras vidas para alegrarnos, para vivir de una manera nueva? Cuando Jesús resucitó, y aún estuvo con ellos, con los discípulos, los discípulos tenían miedo, lo que vamos a escuchar en estos días. Hasta que en un momento se animaron a salir a predicar. Pero no porque cambiaron los judíos, no es que los judíos cambiaron y como antes los perseguían ahora dicen bueno ahora no los perseguimos más. No los seguían persiguiendo, el ambiente seguía siendo hostil. Los que cambiaron fueron los discípulos, tocados por Jesús pasaron a vivir de una manera nueva, que era anunciarlo. ¿Por qué? Porque tenían la certeza de que Jesús resucitó. Tal vez nosotros tenemos que empezar a descubrir hoy cuáles son los signos de esa resurrección en medio nuestro. En los que tenemos cerca, en nuestra vida, las cosas que cambian, las cosas buenas que Dios nos da, los gestos que pone la gente con nosotros, las cosas que podemos ser agradecidos. Muchas veces cuando nos toca vivir tiempos como el que ahora vivimos que son duros en nuestro país, que muchas veces las cosas no salen, que sentimos según cuán grande sea cada uno de nosotros que 1, 2, 5, 18 veces lo hemos tenido que intentar de nuevo, nos preguntamos si vale la pena. Bueno, esa pregunta habría que hacérsela a Jesús hoy. ¿Vale la pena? ¿Algo resucita en nosotros? Porque no sé si va a cambiar, pero Jesús no nos promete eso, Jesús nos dice que nos va a traer algo nuevo, y lo que nos dice es que es lo anunciemos. Seguramente no nos va a pasar como a los discípulos que los perseguían para matarlos. Pero tal vez nos cueste en un mundo donde muchas veces se vive un pesimismo, transmitir una alegría y una esperanza distinta. Y tal vez esto es lo que nos pide Jesús en la Pascua. Que nos animemos a anunciar como cristianos algo distinto. Porque si no anunciamos algo distinto, la pregunta es ¿qué es lo que vivimos en la Pascua? La pegunta es, si nos encontramos con Jesús en ésta Pascua. Si descubrimos a aquel que se entregó por nosotros. Por mí. Y si tenemos ganas de anunciarlo, de gritarlo, de decírselo a los demás. Si hemos podido contemplar y vivir esos acontecimientos. Jesús resucita para que conozcamos a Dios y lo conozcamos a Él de una manera nueva. Para que lo descubramos y que eso cambie nuestro corazón. Hoy Jesús quiere pasar por nuestras vidas, quiere pasar por nuestros corazones, quiere traer algo nuevo para que encontrándonos con Él de una manera nueva, descubramos a aquel que resucitó. Y descubriendo a aquel que resucitó, nos lancemos al mundo, nos animemos a anunciarlo, tengamos algo distinto para vivir y para llevar a los demás. En estos días vamos a escuchar que muchos lo vivieron, lo anunciaron. Pedro en la primera lectura, Pablo en la segunda, hoy nos toca a nosotros. A cada uno. A los que vivimos la Pascua. Pidámosle a Jesús, a aquel que se entregó por nosotros, a aquel que nos trajo una vida nueva que nosotros la podamos descubrir y que descubriéndola la podamos llevar a los demás.
(Domingo de Pascua, lecturas: Hch 10,34ª.37-43; Sl 117; Col 3,1-4; Jn 20,1-9)

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