martes, 15 de junio de 2010

Homilía: "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen" (Domingo de Ramos)

Como la misa de hoy es un poquito larga me voy a detener solamente en dos frases de la pasión que acabamos de escuchar. La primera no la escuchamos estrictamente porque leímos una parte breve de la pasión pero todos la conocemos que es la que Jesús dice en Getsemaní: “Padre si quieres que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Es decir, Jesús ha descubierto que el camino es el camino que lo lleva a la cruz, está ahí en Getsemaní rezando en ese encuentro con el Padre que tiene antes de llegar a la cruz pero descubre que le cuesta, que no le es fácil aquello que tiene que hacer, que tener que sufrir de esa manera, que tener que dar la vida, tener que pasar por la pasión no es algo, podríamos decir, que le cause gracia. Sino algo que cuesta desde lo más profundo. Y por eso le pide al Padre que si es posible que pase eso. Que no se haga. Y pensaba cómo a nosotros muchas veces nos pasa que nos cuesta hacer un montón de cosas, aun las que a veces tenemos que hacer. Cuántas cosas de las que hacemos diarias en las cuales nos tenemos que entregar mucho, en las cuales es muy arduo, en las cuales se hace muy complejo, nos cuesta. Y cuantas otras que no llegamos a hacer son también por lo que cuesta. Ahora, hay que aprender a distinguir que una cosa nos cueste, y que una cosa este mal o que sea un pecado. Que a nosotros nos cueste hacer ciertas cosas significa lo difícil que es hacerla, lo arduo que es llevarlo adelante, o lo que nos cuesta a nosotros. Y que justamente para poder hacerla tenemos que poner toda nuestra voluntad. Podríamos decir que aun más mérito tiene, porque no estamos haciendo lo que nos sale fácil, sino aquello que implica nuestro empeño, implica nuestra voluntad. A veces me pasa a mi cuando veo mi propia vida o cuando alguno, sobre todo los más jóvenes viene a charlar, con cosas a veces hasta simples, “no, porque esta materia, no la quiero estudiar porque no me gusta nada”. Y bueno, justamente es la que más voluntad le tengo que poner, si me gusta la estudio, o más o menos, no sé. De esa a cosas aún más difíciles, cuantos más complejo o distanciado de lo que yo quiero o de lo que tengo ganas está, más me cuesta. Y ahí donde más tengo que hacer un esfuerzo y más poner la voluntad. Ahora Jesús no lo va a esquivar, sino que va a decir, Padre si esto es lo que tú quieres, yo lo hago. Yo hago tu voluntad. Y El descubre en el corazón qué es lo que el Padre le está pidiendo y va a dar la vida. Pero va a dar la vida por un bien mayor. El descubre que quiere darnos vida a todos, y por eso puede llevar adelante aquello que le cuesta. Ahora, si nosotros no encontramos ese bien mayor, aquello que llena nuestro corazón y por lo cual queremos dar la vida o entregarnos en aquello que nos cuesta rápidamente lo vamos a perder. O no le vamos a encontrar el sentido. El poder llevarlo arduo a la vida justamente es, cuando uno le encuentra un sentido a esto. En segundo lugar, que Jesús no quiere sufrir. A ver, creo que nadie quiere sufrir, o cuando estamos normalmente no queremos sufrir. Entonces si hay algo que Dios no quiere para nosotros justamente es el sufrimiento. Alguna vez hemos charlado esto y da para mucho más largo y es parte de un misterio de cosas que no terminamos de entender ni de comprender. Pero si hay algo que nos muestra Dios en Jesús es que Él quiere la vida para nosotros, de que Él quiere algo más grande. Y que aún en Jesús pidiéndole que de la vida, va a luchar para que nosotros tengamos más vida.
La segunda frase es esta que leímos recién que dice “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y es muy curiosa esta frase porque si hay alguien que está sufriendo en ese momento es Jesús. Si hay alguien que la está pasando mal es Jesús. Si hay alguien que tal vez tendría que ponerse en primera persona y decir bueno, ¿qué hago con estas personas? ¿las perdono o no? Las perdono, las condeno, ¿qué es lo que hago? Porque hasta ahora lo hemos visto a Jesús actuar. El domingo pasado, frente al texto de la mujer adúltera Jesús decía, yo no te condeno. Yo te curo, yo hago tal cosa, yo pongo tal signo. Aún peor acá, en el momento tal vez más complicado de Jesús cuando estaban todavía, Él parece como si no hiciera nada. Él que es la víctima, como les decía, el que la está pasando mal, no es el que dice yo los perdono o yo los condeno. Sino que cumple la función que vino a hacer. El vino en su vida a unir a los hombres con Dios. Y no es cuestión de Él decidir si lo que están haciendo los hombres está bien o no. Y por eso le dice al Padre que nos perdone. El que tiene que decidir qué actitud toma es el Padre, no es Jesús. El que va a decidir qué hace con nosotros, es el Padre. Jesús le pide algo en esa oración. No es que no toma partido, dice bueno, perdónalos. De la voluntad de Jesús sale que el Padre los perdone, pero el que va a tener que decidir es Jesús. Y yo creo que Jesús cuando estaba en la cruz, rezó en serio. Esa frase “Padre perdónalos” lo dijo en serio. Porque a veces tenemos la ilusión de que perdonar es fácil, que perdonar no nos cuesta nada a ninguno de nosotros. Ahora, no sé a quién no le cuesta perdonar. Perdonar no cuesta cuando la cosa es simple, cuando la cosa es muy fácil. O cuando disfrazamos el perdón. Cuando le ponemos máscaras, como sintiéndonos superiores al otro, bueno yo que soy superior a vos te perdono porque te demuestro que yo tengo el poder. Pero no estoy en el fondo dolido por eso. O cuando perdonamos al otro aún sin decirle nada, sin que pase nada, sin que el otro este dolido por lo que hizo, por el mal que hizo. Y tampoco dejamos hacer el proceso. Ahora, perdonar no es fácil. Creo que todos tenemos experiencia de veces que nos ha costado perdonar o de cosas que aún hoy no podemos perdonar. ¿Por qué? Porque es difícil. Porque es duro. Porque implica un montón de cosas. Porque para que el perdón pueda ser verdadero y para que el vínculo se pueda sanar implica que en primer lugar que la persona que hizo algo mal este dolida por eso. Después que pida perdón por lo que ha hecho y después que el otro que fue herido, reconociendo esa herida, acepte el perdón del otro. Y recién ahí, cuando las dos personas aceptamos lo que hicimos ahí eso se puede sanar. Ahí viene algo distinto. Ahí comienza de nuevo. Seguramente al Padre no le diera lo mismo que entreguemos a Jesús o no. Y por eso Él va a tener que decidir. Bueno nosotros sabemos el final de la historia y sabemos que el Padre nos perdonó. Nos perdonó en Jesús. Y por eso lo resucitó. La resurrección es el signo de que Jesús, que en Jesús el Padre nos perdona. Que nos regala su amor y su misericordia. Y que todo comienza de nuevo. Y la segunda parte de la frase es la que nos refiere a nosotros, “porque no saben lo que hacen”. A ver, sabían lo que estaban haciendo en ese sentido que lo estaban crucificando, todos se dieron cuenta, que lo estaban entregando, que lo estaban crucificando, pero no se daban cuenta a quién estaban crucificando. En lo profundo no se dan cuenta de qué era lo que estaban haciendo. De quién era Jesús, de quién lo había enviado y de lo que significaba llevarlo a la cruz. Y esto también nos pasa muchas veces a nosotros. Cuántas veces nosotros decimos, uh si yo hubiese sabido, no hubiera dicho esto, no hubiera hecho este gesto, no hubiera actuado de esta manera, porque no nos damos cuenta. Tal vez tendríamos que pensar más las cosas a veces, pero no nos damos cuenta de lo que nuestras palabras o nuestros gestos pueden causar en el otro. Y cuando vemos el dolor que causamos en el otro decimos, uh pero yo no quería esto. Bueno de una manera parecida es lo que pasa con los hombres que llevan a Jesús a la cruz. Aun siendo esto mucho más grande no se dan cuenta de lo que está haciendo. Por eso este signo de Jesús es un Dios que toma la iniciativa en nosotros. Jesús se pone de intermediario entre el Padre y nosotros. ¿Para qué? Para que todo empiece de nuevo. Pero tomando Él la iniciativa. Supongo que se acuerdan lo que les decía el domingo pasado, de que en el texto de la adúltera, la adúltera no está arrepentida, pero Jesús la perdona. Y tampoco dice que va a cambiar después de lo que hizo. Bueno el gesto más grande de que Jesús toma la iniciativa y perdona antes de que nosotros hagamos algo es la cruz. ¿Quién estaba arrepentido de haber llevado a Jesús a la cruz? Sin embargo decide Jesús ir a la cruz y decide el Padre perdonarlos. ¿Para que qué? Para que a partir de ese perdón la vida de todos los hombres y mujeres cambie. El signo más grande de que Dios toma siempre la iniciativa es que en la cruz Dios nos perdonó a todos. Y que a partir de ese regalo que es que todos estamos perdonados, nosotros podamos caminar de nuevo. Solamente tenemos que abrirle el corazón. Solamente tenemos que aceptar ese regalo que Dios nos hace día a día y comenzar a caminar de nuevo. Bueno hoy comenzamos esta semana santa, hoy entramos con Jesús a Jerusalén porque queremos caminar con El. Hemos escuchado muchos personajes en esta pasión, bueno pensemos de qué manera queremos vivir esta semana santa. A veces nos pasa que la cuaresma pasa como de lado, ¿no?, uh, llegó semana santa. Bueno en tres días tenemos el trigo, tenemos la vigilia pascual, tenemos la pascua. Pensemos de qué manera la queremos vivir. Pensemos cómo queremos caminar con Jesús en esta pascua. Pensemos de qué manera queremos estar al lado de Él en estos días, y pidámosle a Jesús que así como entro en Jerusalén para entregarse, para abrir las puertas y para entrar en la vida de esas personas, también en esta semana abra las puertas de nuestros corazones y entre en nuestras vidas.
(Domingo de Ramos, lecturas: Is 50,4-7; Sl 21; Fil 2,6-77; Lc 22, 14)

No hay comentarios:

Publicar un comentario